Licenciado en seducción

La historia de un chico desesperado por encontrar pareja que entra a la prestigiada y mundialmente conocida universidad de la seducción.

Jaime se sentía afortunado. Después de casi un año de haberse graduado, por fin había encontrado una oportunidad para poner en práctica sus conocimientos. Cuando se enteró que en París existía una universidad para seductores, se inscribió sin pensarlo. Nunca había tenido suerte con las chicas y estaba en verdad desesperado. Aunque para todos sus conocidos la simple idea de una licenciatura en seducción sonaba estúpida, para él representaba la última esperanza de no quedarse soltero eternamente. Dejó todo para regresar a la escuela.

Durante ocho meses, aprendió todas las artes y mañas que necesita un hombre para conquistar a una mujer. Los sabios profesores le enseñaron técnicas para llevar a una hermosa joven a la cama, técnicas que variaban dependiendo el grado de compromiso que se deseara y el tiempo transcurrido antes del primer encuentro. Entró siendo el peor de los perdedores y salió sintiendo que el mundo no lo merecía de tan guapo y atractivo. Con título en mano comenzó a buscar su primera víctima, más no resultó ser tan sencillo. Las que no eran casadas eran feas y estuvo a punto de rendirse, pero ahora se encontraba en medio de una cita con una bella dama, en el mejor restaurante de la ciudad y con el viento a su favor. Estaba seguro de que su abstinencia, no pasaría de esa noche.

Una vez que verificó que sus dientes no guardaran restos de la cena y luego de rociar su boca con un poco de menta, el confiado muchacho salió del baño para continuar con sus planes. En el trayecto intentó decidir cual sería la mejor manera de hacerle el amor a su pareja, pero cuando llegó a la mesa vio como ella se marchaba con otro hombre. No se explicaba porque le estaba sucediendo eso a él. Había seguido al pie de la letra la sabiduría adquirida en la universidad, se supone que para entonces ella debería estar a sus pies y no era así. Sus planes, seguridad y autoestima se fueron al piso.

  • ¿Qué estás haciendo? Tenemos una cita, ¿por qué te vas con él? - Le preguntó a la chica, justo antes de que ella abandonara el lugar con su nueva cita.

  • ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué no lo ves? Me voy con él. No te ofendas, pero eres un tanto metódico y un poco lento. ¿Para qué es todo esto si al fin y al cabo lo único que queremos es sexo? Él me lo pidió directamente y preferí aceptar a esperar que tú hicieras lo mismo. Hasta luego. - Se despidió, dejando al decepcionado joven sin su oportunidad de volver al juego.

Jaime pensó que sería buena idea estudiar en una institución donde decían haber descifrado los misterios de las relaciones, pero ahora estaba seguro de que no. Pagó la cuenta y se marchó a casa, con título pero sin chica.