Licenciado Contestodo (11)
Un relato del archivo privado del Licenciado, donde una mujer adoradora del dios falo, cumple sus sueños.
Hoy nos metemos en la parte privada de los archivos del Licenciado. En ella encontramos innumerables relatos, ensayos y pensamientos que trataremos de dar a conocer al gran público.
La Piru (Relato de una experiencia, en aquel tiempo, alucinante)
Aseguro que lo que les voy a narrar es absolutamente cierto. Quién lo lea, persona mayor y con criterio propio, está en todo su derecho a no creerlo. Es más, les confieso que si no lo hubiera vivido y alguien me lo contara, tampoco le creería.
Hace varios años, cuando estaba haciendo la colimba(1) me garchaba a Piru, una madurita de 45 años, que adoraba la carne fresca y vital.
Era tetona y culona, como me gustaron siempre las mujeres, y que en esa época, hablo de los 60, estaban totalmente de moda gracias a Divito(2).
Me levantó ella, cuando un día volviendo de franco a mi casa, me senté a su lado en el colectivo(3). Comenzó a hablarme y al momento se empezó a meter en terrenos escabrosos, me preguntó sobre mi vida sexual, como me arreglaba, si tenía novia, que si me gustaban las chicas jovencitas, si salía con putas y un montón de cosas más que por ese tiempo no eran habituales en boca de una señora y que a mí, bastante tímido, me hacían subir el color de la cara y el pedazo que tenía en la entrepierna.
Cuando ella percibió que tenía la pija al palo se acercó y me dijo al oído:
-¿No te gustaría echarte un polvo conmigo?
Inmediatamente me sentí decir -¡¡¡Seguro!!!
Me llevó a su casa y ni bien cerró la puerta me empezó a mamar la pija. Yo hacía 15 días que no salía del cuartel y casualmente estaba pensando, cuando me senté al lado de ella, en que esa noche iba a visitar a Ramona, una puta generosa que sólo me cobraba dos pesos porque estaba bajo bandera. Se imaginan que si ponía un huevo (de gallina) sobre mi pija se freía en dos segundos.
Era tal la calentura que tenía que la frescura de la saliva de Piru era un bálsamo para mi dureza.
Yo la miraba mientras hacía correr su lengua a todo lo largo de mi verga y con sus labios apretaba mi glande como culminación de su exploración y no lo podía creer.
Ramona estaba buena pero quedaba muy relegada en comparación con Piru, además era muy tradicional en su garche. Nada de besos ni chupadas, el orto estaba reservado para su hombre y uno tenía que conformarse con entrar y salir de su vagina, casi como un trámite.
Cuando Piru me pidió que le chupara la concha me quedé helado, nunca había estado con una mujer que le gustara que la "minetearan"(4). Se acomodó para que pudiera meterle la lengua en su raya sin dejar de atender a mi pija (vulgarmente un 69). Comencé a comersela desaforadamente y como consecuencia de mi voracidad, pronto llené su boca con toda la leche que había acumulado en mi larga abstinencia. Ustedes se dirán que si estaba tan caliente me hubiera hecho una paja, pero eso en ese tiempo no era de hombres sino de pendejos(5).
A pesar de mi terrible acabada no dejé de chuparsela y ella al ver mi impetú me gratificó con varios orgasmos que llenaron mi boca de flujo y siguió mamandomelá, luego de tragarse parte de mi leche y derramar el resto sobre mis bolas.
Deseoso de meter la pija donde hasta ahora tenía la lengua, la puse en cuatro patas y yo de rodillas atrás de ella se la introduje hasta el choque de mi panza en sus enormes nalgas, que sobrepasaban con generosidad a ambos lados del ancho de mis caderas.
¡Que orto tenía! Le metí un dedo y empecé a masajearseló. Luego de un momento, y como adivinando que yo estaba pensando lo bueno que sería tener la pija enterrada en ese monumental agujero, me pidió que se lo hiciera, bien profundo y hasta llenarseló de leche.
Como buen soldado, cumplí las ordenes al pie de la letra. Se lo bombié hasta que, de tanta fricción, comenzó a exterderselé la zona rosada que circundaba su ojete y cuando Piru estaba en la cúspide de una acabada inmensa, se lo inundé con mi guasca que brotó a borbotones cuando le saqué la poronga, inflamada y roja por la tarea realizada.
Caí cuerpo a tierra agotado y pausadamente recobré la normalidad de mi respiración.
-Sos bueno manejando la pistola(6) me dijo Si manejas así el fusíl y entramos en guerra me quedo tranquila.
Pero la verdad que no se quedó tranquila y, como supuse, pasé otro fin de semana sin ver a mi familia en la cama de Piru y con mi pija, alternadamente, en su concha, su boca o su ojete.
Todo lo que narré hasta ahora se repitió muchisimas veces, con pequeñas variantes. Como consecuencia de esa maratón sexual, el lunes cuando me presenté en el cuartel el sargento de guardia, un desalmado bicho, me preguntó preocupado si me sentía bien.
Entre polvo y polvo, charlabamos y comiamos. Cocinaba bastante bien y, según ella, su segunda pasión, luego de la garcha, era la buena comida.
Me confesó que le encantaban los jovencitos, pero nunca había "corrompido" a un menor. Conocía perfectamente los límites.
Que una de sus fantasías era bañarse en leche de hombre y que le fascinaba tener a tres o cuatro tipos rendidos a sus pies y con la pija bien dura.
-La próxima vez podés traer algún amigo, si querés.
Tipos de 20 años dispuestos a coger eran muy faciles de encontrar, sobre todo en un cuartel militar.
El próximo franco me fuí con Jacinto, un entreriano grandote en todas sus partes y Antonio, mi compañero de cucheta, que como no tenía más que una hermana por familia, con la que no se llevaba bien, se pasaba todo el franco rascandosé los huevos en el cuartel.
Cuando nos vió llegar, le brillaron los ojos de lascivia, imaginandosé los polvos que se iba a echar ese fin de semana.
A Jacinto y Antonio, la sorpresa los paralizó. Piru los hizo entrar en la casa agarrándolos de lo que se insinuaba como futura pija parada.
Hechas las presentaciones del caso, enseguida fué a los bifes y haciendonós pelar la verga comenzó a hacernos una mamada en redondo que nos terminó, si es que hacía falta, de endurecernos la pija.
Las cosas siguieron su curso y en un momento Piru se encontró con una pija en la concha otra en el culo y una tercera que le llenaba la boca.
Disfrutó, y nos hizo disfrutar, como loca y se miraba fascinada en el espejo mientras le choreaba leche del culo y la concha mientras Jacinto se pajeaba acabandolé en la cara.
Estaba plena de calentura y felicidad, yo aprovechando que Jacinto y Antonio eran capaces de aguantarle el ritmo, fuí a dormir a mi casa y ver a mis viejos.
Con la promesa de volver al otro día a la tarde me despedí diciendolé
-Chau Piru, te dejo en buenas pijas.
Sonrió plena de lascivia y me guiño un ojo.
Cuando volví al otro día, despues de descansar y alimentarme bien mediante el cariño y la cocina de mi vieja, me abrió Piru en bolas y casi no me dió tiempo a entrar desesperada por garcharme. Me contó que despúes de una noche terrorífica de cojidas los chicos habían caído rendidos y estaban durmiendo y ella estaba ansiosa esperando que llegara para que me la masticara porque no aguantaba los cosquilleos que sentía en su concha.
Nos echamos un polvo con todos los chiches y luego nos pusimos a preparar el mate para merendar, Piru aprovechó para mechar la chupada de la bombilla y las pijas nuestras.
A la noche cayó de visita una veterano amigo de ella, que alegremente se sumó a la joda y compartió con nosotros las ansiedades de Piru. Entre los cuatro le dimos un tratamiento de primera que llegó a incluir dos pijas juntas, la de Jacinto y la del veterano, probando al máximo la elasticidad de su vagina.
Piru estaba exhultante y no desperdiciaba ni una gota de la leche de cualquiera de nosotros. Llegué a la conclusión de que era ninfómana y que hicieramos lo que hicieramos, nunca se le iba a acabar esa avidez de pija que manifestaba continuamente.
Con pequeños intervalos la cosa siguió así hasta la madrugada del lunes, cuando desganadamente dejamos de servir a Piru para volver a servir a la patria.
Semana a semana se repetía casi religiosamente esta ceremonia con el eventual agregado de otros participantes.
Los viernes a la tarde era muy cómico ver como me zumbaban alrededor los soldaditos calientes para confirmar si había o no furibunda garcha. Me sentía lider y conductor de una brigada de valientes soldados que con sus arietes iban a tomar por asalto los divinos agujeros de placer que poseía Piru.
El sumun de esa etapa fue, cuando a pedido de ella, junté diez de las mejores pijas del regimiento, incluyendo a un cabo primero, un tipo macanudo y gaucho con el soldado.
Cuando vi desplazarse a Piru, enloquecida, con total naturalidad entre las diez vergas tiesas de nosotros, metiendoselas en la boca, en la concha o en el orto, no salía de mi asombro. Yo había participado en numerosos becerros(7) pero esto era totalmente distinto, todos le dabamos simultáneamente.
En un pequeño paréntesis, que no se porque razones se produjo, Piru me agradeció el haber cumplido sus deseos y hecho realidad la fantasía de bañarse en semen ya que todos le habíamos acabado encima embadurnandolá completamente con nuestras abundantes descargas.
Yo le sugerí que creía que ella tenía alguna alteración que le producían esa necesidad compulsiva de tener sexo continuamente y le aconsejaba consultarlo con un médico.
-No chiquito, quedate tranquilo, te agradezco tu preocupación pero soy totalmente conciente. Se que esto es circunstancial (contar con un caudal inagotable de pijas jóvenes bien dispuestas) y mientras dure lo pienso disfrutar a pleno, ya vendrán épocas de malaria donde me tendré que conformar con mucho menos.
Me quedé más traquilo, porque realmente me caía bien como tipa, y adherí a su filosofía, aprovechar al mango la circunstancia de tener una mujer bien provista y siempre dispuesta a echarse un polvo.
Esa fué una experiencia que nunca más viví en la vida, en ocasiones pensaba si había sido real o sólo producto de mi afiebrada imaginación. Muchos años más tarde, viendo un video porno de la onda gangbang, rememoré aquellas circunstancias de cuando mi pija tenía erecciones permanentes.
Notas para lectores de países donde estas circunstancias reciben otras denominaciones:
(1) Servicio militar obligatorio, año perdido al pedo cuando uno tenía 20 años. Por suerte fué derogado alrededor de 1995, no recuerdo bien, como consecuencia de la muerte de un conscripto por malos tratos que tomo estado público pero que, seguramente, no habrá sido la única víctima de los "bailes patrióticos" con los que los suboficiales saciaban su líbido.
(2) Dibujante creador de la chica Divito, que expresaba plenamente el gusto acerca de mujeres, de la mayoría de los hombres. Creó y dirigió la revista "Rico Tipo" donde, junto con esas minas impresionantes, convivían numerosos personajes de los que recuerdo "El otro yo del Dr. Merengue" y "Fúlmine".
(3) Cuando uno viajaba con el uniforme de conscripto tenía la ventaja de no pagar boleto, pero la desventaja de no poder sentarse mientras hubiese un civíl de pié.
(4) En ese tiempo chuparle la concha a una mujer era hacerse una mineta, nunca supe bien, ni me preocupé por saberlo, porque se denominaba así a la mamada.
(5) Adolescente.
(6) Una de las innumerables denominaciones que recibe el pene.
(7) Se denominaba así a la velada sexual donde muchos tipos se juntan en un ambito a gozar, ordenadamente por turno y de a uno, de los favores de una prostituta.