Licenciada en turismo 8

Lidia y Rocío hacen de guía turística a un matrimonio mayor con dos hijas. Les enseñan como entretenerse a pesar del virus

Rocío

Después de arreglar con Lidia nuestras diferencias de la manera que nos pareció más civilizada.

A la tarde fuimos a buscar el coche que habíamos alquilado y prepararlo para el día siguiente que teníamos que buscar a los turistas.

Lo desinfectamos, pusimos alcohol, llevábamos barbijos y todo lo que nos pudieran pedir. A la mañana estábamos en la puerta del hotel.

Eran una pareja de profesores de un instituto de enseñanza, para señoritas que pudieran pagar estadías de varios miles de euros. Vivian en el mismo instituto por lo que, prácticamente solo en las vacaciones se desconectaban del trabajo. Aunque eso de venir a ver museos, y sitios artísticos y emblemáticos, tampoco era una buena manera de desconectarse, pero cada cual con sus gustos.

Las que no se veían muy contentas eran las hijas. Rondaban las dos los veinte años, la grata sorpresa fue que ellas sí se hacían entender con el español. El coche tenía tres filas de asientos, adelante con Lidia se sentó Greta, la que después supimos era la mayor. Atrás los profesores, y en la tercera fila conmigo Iris, la más chica.

Lidia iba explicando la historia de los sitios por dónde pasábamos, pero con los padres no la tenía fácil, traducía Greta o a veces era yo la que desde atrás la sacaba del apuro. El aburrimiento de las dos niñas era letal. Los mayores mostraban interés por todo lo que veían, eso nos complacía, pero las hijas se veían que la estaban pasando fatal. Llegó el momento que por romper el silencio incomodo, le comentó a Iris

  • Me parece que no les está gustando el paseo por Madrid

  • Así cómo estamos, ni por Madrid ni por ningún otro sitio

  • ¿No te gusta España?

  • Sí, España me gusta, con mi hermana venimos los tres últimos años, pero solas y la pasamos de vicio, pero con la pandemia nuestros padres no quieren que nos andemos juntando con extraños.

  • Nosotras también somos extrañas

  • Sí, pero son dos y la referencia sobre la página es muy buena

  • Y ¿qué es lo que les gustaba hacer más en España?

  • Follar, con mi hermana era difícil que no lo hiciéramos dos o tres veces por día, aquí vengan del país que vengan parece que todos vienen para eso, ¡pero ahora! y con mis padres al lado, te imaginas la alegría

  • Te comprendo, pero ahora con los cuidados que hay que tener más vale que se arreglen solas.

  • No me voy a dar el lote con mi hermana, que tampoco nos llevamos muy bien, para colmo dormimos en la misma habitación, me es difícil excitarme estando ella al lado.

  • ¿No tienes ningún aparatito que te ayude?

  • No que voy a tener, si dónde vivimos nosotras, aparece una cosa de esa, y es peor que el covid

  • Pero ¡úsalo aquí que estás de vacaciones!

  • ¿De dónde quieres que lo saqué? Sabes qué bien me vendría tener un orgasmo, ya me olvidé cómo se siente

  • Mira, por ahí mañana te consigo algo, no desesperes.

Después de pasearles por parte de Madrid, quedamos ir al día siguiente a Toledo, llegamos a casa y le conté a Lidia la conversación que tuve con Iris.

  • ¿Y tienes algo para llevarle? – me preguntó

  • No sé, pero me contaste de la caja llena de cosas raras que habían dejado las inglesas, por ahí algo nos sirve

Revisamos la caja, y realmente había cosas que podían servir. Aparte de lo que había para castigarse, tenía algunas que podían ser prometedoras. Lidia se acordó de lo que usó con Mery, pero era muy alevoso, revisando encontré un estuche con una especie de bala, no era una exageración, pero era bastante gorda, servía para llevarla puesta. Lo interesante es que con una aplicación a un móvil, poniéndole pilas vibraba.

  • ¿Qué hacemos, la probamos? – me preguntó

  • ¿Te parece que la necesitamos? – le repregunté

  • Por ahora no, creo que podemos vibrar sin pilas – terminamos de cenar y tuvimos nuestro round de cariño, sin exagerar que teníamos que madrugar.

Íbamos por todo el día, pero para recorrer Toledo, un día era poco, yo tampoco lo conocía, así que se me iba a hacer interesante

A la mañana llegamos temprano y ya estaban dispuestos, nos situamos cómo el día anterior. Iris me vio medio sonriente y estaba expectante, nos sentamos atrás hasta Toledo tardábamos cerca de una hora, Greta pidió que pusieran música para ir más entretenida, Iris enseguida me preguntó

  • ¿Y, me trajiste algo?

  • Sí mira, me parece que esto te puede dar alguna satisfacción – lo miró sin creérselo

  • Uhm…no parece muy espectacular lo probaré esta noche.

  • No, no es para ponérselo a la noche, te lo tienes que poner ahora y andar con el puesto, por lo que dice el prospecto, creo que te va a gustar.

  • ¿Te parece? Mi novio la tiene más grande y ni fu ni fa.

  • Esto es diferente, ponte un protector por si te corres que no se te moje la falda.

  • Bueno, si tú lo dices, pero no creo – estábamos cuchicheando sin que nos escucharan. Se lo colocó y me miró descreída – no pasa nada, a ver cuándo camine.

  • Me dijeron que es muy efectivo, espera a lo mejor se tiene que calentar

  • La qué se tiene que calentar soy yo no el aparato – estaba gruñendo cuando le di un toque al móvil donde había metido la aplicación. Pegó un saltito, me miró y le pregunté

  • Y ahora ¿qué te pasó?

  • No sé, creo que está vivo ¡no! deben ser ideas mías! me pareció que hizo algo. - Volví a darle al botón y se quedó tiesa, aumenté la frecuencia y empezó a respirar más rápido

  • Iris, ¿te pasa algo?

  • Me está follando, el hijo de puta me está follando – abría y cerraba las piernas con violencia, ser retorcía mientras se mordía el puño

  • Sácatelo, a ver si te hace daño.

  • Estás loca, déjalo que se saque el gusto, a lo mejor está más caliente que yo. Creo que me voy a correr, hay mi madre que me viene, ay, ayyy – lo apagué, no quería que se armara un escándalo – No, no puede ser, esto es para llorar, ¿quieres creer que el cabrón, se paró? ¿se habrá corrido cómo mi novio que no aguanta un buen polvo?

  • No mujer, debe ser un aparato muy sensible, a lo mejor si te agitas mucho para, si te la aguantaras sin gritar a lo mejor sigue

  • Si yo no me voy a poner a gritar, claro que me aguanto, pero cómo le digo – lo volví a prender – Ah…parece que me escuchó, fóllame bonito, ay si, ya me corro ahhh, no pares, siii – suspiró y tosió un poco, nada que la música no disimulara. Se quedó despatarrada en el asiento

  • Y, ¿qué te pareció? Valió la pena

  • Sí, pero ¿vale para una sola vez?

  • Tanto no me dijeron, tú déjalo, total si le da la gana, todavía te puede dar otra alegría

  • Con otro más ya sería cómo en la playa. – faltaban cómo veinte minutos, le di un poco de intensidad como para que vibrara despacito. Me susurró al oído – Rocío, me parece que vuelve a tener ganas de follar

  • No va a tener tiempo ya vamos a llegar

  • Ay déjame acostar un poco así disimulo – se acostó boca abajo, le aumenté la intensidad para ver si llegaba primero el orgasmo que nosotros, me empezó a chupar la parte de arriba del muslo, se abrazó a mi pierna y se movía como si se follara el asiento, cuando se corrió me mordió.

  • Bruta, no sé si me marcaste

  • Hay perdona, pero esto de correrme al lado de mis padres, me da un morbo, me pone fatal.

  • Bueno, prepárate que llegamos

  • Qué me voy a preparar si estoy como si me hubiese meado

  • Toma, cámbiate el protector, mete el otro en la bolsita y lo tiras en el contenedor – Llegamos a la plaza Zocodover. Buscamos un lugar dónde dejar el coche y de ahí arrancamos por el periplo que nos llevó a la catedral de santa María, seguimos por la Judería y pasamos a ver las fraguas donde se amoldaba el hierro como en la antigüedad. Iris estaba tan contenta que llamó la atención de Greta.

  • ¿Y a ti que te pasa, desde cuando te gustan las artesanías?

  • Tratemos de pasarla bien que con lamentarnos no ganamos nada, y después de todo no me vas a negar que ver estas culturas tan antiguas no es interesante– quedó Greta sorprendida.

Seguimos recorriendo todo lo bueno que tiene Toledo (que es bastante) Iris estaba a la expectativa por si el aparato empezaba a funcionar nuevamente. Se hizo el medio día y paramos a comer unos bocados en una terraza como para seguir sin perder mucho tiempo. Para no pasar del numero permitido, (cuatro por mesa) propuse que nos sentáramos las dos aparte, así Lidia le explicaba las curiosidades de lo que tenían para ver, mientras nosotras hablábamos de cosas de jóvenes. Mientras estábamos sentadas le di unos toques que la hacían estremecer.

  • Creo que me quiere follar de nuevo, siéntate delante de mí para que no noten nada raro.

  • ¿Y no te es mejor sacártelo?

  • No, lo mejor es que me folle hasta que se canse

  • Mira que estos aparatos no suelen cansarse

  • Mejor, que yo en vacaciones tampoco suelo cansarme, ¿no me acompañas al baño que quiero correrme a gusto. - Avisó a los padres que vigilaran la mesa y allí nos fuimos. Le fui dando más potencia por el camino, movía el culo cómo una coctelera. Apenas entramos me tomo del brazo y nos metimos en un reservado.

  • Y para qué quieres que esté yo aquí?

  • Ay, por si me da algo que creo que esto que viene es más fuerte – se bajó las bragas, tiro el protector que volvía a estar mojado y empezó a sobarse el clítoris, se sentó sobre la tabla del wáter, cerró los ojos mientras le daba a la mano – Rocío, no te imaginas lo que es esto, si fueras un hombre te estaría chupando toda (no quise decirle que si quería chuparme, por mí encantada) ves, ves, me viene más fuerte que en el coche, ay mi madre que me corro, ay ya…me voyyy…ahhhh. Gracias que se había levantado la falda, sino iba a pasarse la tarde mojada.

  • Oye, termina que deben estar pensando que nos pasó algo

  • Ay sí, ayúdame qué quedé mareada, por dios que fuerte fue, está siendo mejor que en la playa

  • Bueno, ahora sácalo que no tengo más protectores, si te corres de vuelta lo van a notar

  • Debe haber una farmacia, les digo que voy a comprar cualquier cosa y me compro unos cuantos

  • Pero niña, ¿no tienes bastante?

  • Esto, aunque sobre nunca es mucho, quizá le queden ganas y hay que aprovecharlo.

Después del refrigerio, Lidia nos llevó a recorrer unos jardines espectaculares. Para Iris fueron más espectaculares, porque cuando se montó en una fuente le di al vibrador y la tuve ahí montada hasta que se corrió, cuando se bajó se tuvo que apoyar en mí.

  • Ah…esto es vida, no voy a parar hasta que consiga uno – estábamos medio separadas de los demás. Quedamos que cuando llegáramos a Madrid cenaríamos con ellos. En el camino de vuelta Iris estaba tan cansada que se volvió a acostar usando mis rodillas de cabecero

  • ¿Qué te pasa, estás tan cansada? – le pregunté despacio

  • No, pero si me quiere follar de vuelta, así estoy más preparada – en el viaje la hice correr otra vez. Cenamos en el hotel, Lidia llevaba el peso de la conversación por nuestra parte y se entendía bastante bien, no tenía que socorrerla tanto. Estábamos en los cafés cuando Iris se para y me dice

  • Rocío, ven que te muestro el libro que te comenté – no me había comentado nada, pero la seguí hasta la habitación - ¿sabes para que te traje? Por favor, déjame el chirimbolo este hasta mañana

  • Pero ¿para qué lo quieres no me digas que no te alcanzó?

  • Mira, me lo dices cómo si fuera una ninfómana, tú aquí seguro que follas cuando quieres, dónde vivo yo, para echarme un polvo con mi novio, tengo que seguir un protocolo peor que la pandemia. Quiero que esta noche me haga tener algún orgasmo más, sabes, este aparato me está haciendo pasar estás vacaciones muy bien, ¡no seas mala, déjamelo!

  • Iris, te vas a enfadar, pero te tengo que decir una cosa, créeme que lo hice por ti.

  • Dime lo que sea, que este día no hay nada que me pueda hacer enfadar.

  • El vibrador ese no anda solo, lo estaba haciendo andar yo con el móvil

  • Eso ya lo sé, pero si me pasas la aplicación al móvil mío, también lo puedo hacer andar yo

  • ¿Así qué sabías que te estaba haciendo eso?

  • Pero claro, vivo en Suiza no en el Tíbet ¿cómo voy a pensar que me iba a follar solo?

  • Bueno mujer te lo presto, lo puedes programar para cada tanto tiempo se eche a andar, pero trata de dormir un poco porque vas a terminar desecha, mira que el aparato no se cansa.

  • Yo en vacaciones de follar tampoco – le pasé la aplicación y me prestó un libro para disimular.

Terminamos de cenar y ya era tarde, al otro día no teníamos que ir tan temprano, pero estábamos cansadas. Comentamos un poco lo que pasó ese día, cuando le conté a Lidia todo lo que había usado el aparato se destornilló de la risa, nos dimos una ducha y nos acostamos a dormir.

Todavía no me había levantado cuando sonó mi móvil, pensé que era mi tía, pero no, era Iris

  • Rocío no tienes otro cosito cómo este para que me lo traigas

  • No me digas que se te rompió, niña ¿tanto le diste?

  • No, qué va, me lo sacó mi hermana.

  • Pero ¿y cómo te lo sacó?

  • Y, yo lo programé, las dos primeras veces me desperté y no hice ruido, pero la tercera estaba soñando y parece que empecé a gritar, vino a ver y vio lo que tenía y me lo sacó

  • Pero mujer, si no quiere que uses ese también te va a sacar el otro.

  • ¡A claro! Mira que va a usar dos, que se arregle con el que me sacó, el que te pido es para mí.

  • Mira, quizá haya algo en la caja, pero me parece que son más grandes

  • No sé qué caja, pero un poco más grande tan mal no vendría, qué al que me diste no le sobraba nada.

  • Bueno, si no eres tan pretenciosa algo voy a encontrar. – le comenté a Lidia y nos pusimos a revisar. Había para todos los gustos, ella conocía mejor que yo lo que había adentro. Separamos un consolador de regular tamaño, no era para andar caminando con el puesto, pero tenía un mecanismo que lo hacía moverse para los costados simulando unos dedos juguetones, elegimos ese porque los demás eran una exageración.

Llegamos y nos estaban esperando para salir, esta vez iba a ser una visita corta al palacio del príncipe, estaba anunciada una tormenta para la tarde y estábamos pensando dónde llevarlos.

Nos sentamos como siempre. Ahí atrás Iris me pidió que le diera lo que me había pedido. Cuando se lo mostré me di cuenta que lo miró temerosa

  • Un poco grande verdad, no lo vas a poder aguantar ¿te asusta?

  • No, aguantar lo aguanto, pero para andar con el puesto, no creo que pueda.

  • No mujer, cómo vas a andar con esto, pero es lo que había en la caja, los demás eran más grandes

  • Ah, ¿tienes una caja llena de esto? Tú sí que la pasas bien

  • No es lo que te piensas, después si tenemos tiempo te cuanto – terminamos de hacer el recorrido y el tiempo estaba amenazando con ganas. Recorrer Madrid en plena tormenta no tenía gracia. Nos volvimos al hotel, los padres decidieron quedarse no querían arriesgarse a algún accidente

  • Y ustedes que van a hacer con este día – preguntó Greta

  • No hay mucho que hacer. Miraremos alguna película mientras tomamos alguna cerveza, que el calor no aflojó todavía y podemos andar un poco más despechugadas.

  • Qué suerte, a nosotras nos queda pasarnos en la habitación las dos solas, las envidiamos.

  • Si quieren venir, no será mucho más divertido, pero de algo podemos hablar – contestó Lidia

  • ¿Si vamos podemos usar los juguetes? – me preguntó Iris al oído

  • Sí, mientras no hagan escandalo pueden hacer lo que quieran – habló un poco con Greta y convencieron a los padres que las dejaran venir. Le tuvimos que asegurar que no nos íbamos a juntar con nadie que nos pudiera contagiar. Cuando llegamos al edificio, quedaron asombradas que viviéramos ahí. Más cuando entraron en el departamento, no podían creer que trabajando de guías tuviéramos semejante casa. Teníamos que pedir el almuerzo o hacerlo. Con la tormenta que azotaba la ciudad iban a tardar un montón.

  • Quieren ver algo en la tele mientras preparamos.

  • Hay algún canal interesante para ver – lo de interesante ya me di cuenta de lo que era

  • Pueden mirar por la tele todo lo que hay en internet, busquen lo que quieran y no se corten – nos fuimos a la cocina y enseguida vino Iris a preguntarme si podía usar los juguetes. Le dije que sí y se fue contenta a decirle a la hermana. Desde dónde estábamos podíamos escucharlas.

  • ¿Quién usa el más grande primero? – preguntó Greta – yo soy mayor

  • Sí, pero yo soy la que los consiguió, y este es para meterlo y sacarlo, todavía no se bien como se usa, mira y así aprendes – empezó con un mete y saca – uf, esto es incomodo

  • ¿Quieres que te ayude? Estas concentrada en cómo se hace, y así no te excitas.

  • Eh, ¿pero tú me vas a ayudar? Eres mi hermana. – comentó Iris

  • ¿Qué tiene que sea tu hermana? No te voy a follar y no se lo vamos a contar a nadie

  • Tienes razón, pero ponte el otro y devuélveme el móvil que lo hacemos las dos juntas

  • Bueno, pero siéntate en mi rodilla así te doy más cómoda. Y tú no me des muy fuerte

  • Avísame como más te guste que yo lo regulo – se sacó las bragas y se sentó sobre la rodilla de Greta, esta lo había ensalivado un poco y se lo empezó a meter, Iris se abrazó al cuello de su hermana. Con el móvil en una de sus manos, iba regulando la vibración de la bala que esta tenía metida. Los movimientos eran ralentizados como si estuvieran experimentando

  • Si quieres darle más intensidad, puedes – pidió Greta

  • Si quieres moverlo más rápido, tú también puedes – de ahí en más los movimientos se volvieron más frenéticos, Iris le aumentó la frecuencia a la bala, y Greta hizo lo mismo con el dildo mientras lo metía y sacaba con un entusiasmo para mejor causa. Se apretaron en un abrazo que dejó las tetas de Iris casi en la boca de su hermana, esta no aguantó y la mordió aun sobre la ropa.

  • Qué puta que eres – le reconvino Iris

  • Ah, porque tú no, que va, te vine a pillar virgen. Dale más fuerza al mío que creo que se le están acabando las pilas.

  • Ay, calla y sigue meneando ese aparato que después te toca, ahora a ver si te puedo aumentar la intensidad – le metió la mano bajo las bragas y frotándole el clítoris conseguía que Greta se despaturrara moviéndose y moviendo la mano como una enloquecida.

Nosotras que cómo dos buenas fisgonas estábamos espiando, pudimos darnos cuenta cuando estallaron en un orgasmo que las dejó extenuadas. Esperamos un rato para que se recompusieran antes de llamarla a almorzar

Creo que fue un poco de maldad que me hizo decir lo que había sido evidente

  • Pero niñas, ¿se hicieron encima? Miren como tienen la ropa, toda mojada – se miraron y se pusieron coloradas creo que ni cuenta se habían dado, no sabían que hacer. – se quisieron disculpar

  • Es que estuvimos probando los juguetes, y nos entusiasmamos, son muy buenos, perdonarnos

  • No hay problemas, después de todo eso es lo que estaban deseando, porque no se lavan la ropa, la ponemos en el secador, y antes de irse ya está seca.

  • ¿Y que nos ponemos? – preguntó Greta

  • Mira, hace calor, pero si quieres te presto unas bragas, pero tenemos unas camisas largas que te van a tapar bastante. Igual, no creo que tengas algo que no hayamos visto – se puso colorada

  • No, yo decía por ustedes, ¿no les parece mal verdad?

  • No mujer, si nos damos cuenta lo que están sufriendo estas vacaciones, si esto las alivia mejor

  • ¡Qué si nos alivia! La verdad que si pudiéramos seguir así, casi serían mejor que las otras.

  • Pues por nosotras, pueden seguir siendo así, pero ahora si quieren se dan una ducha y les alcanzamos las camisas o unas batas, lo que quieran.

  • Préstennos las camisas, aunque no sean muy largas es lo mismo – se fueron a duchar mientras nos quedamos riendo. Les alcanzamos la ropa, cuando se aparecieron por la cocina, estaban de escándalo, reían cómo dos chiquillas liberadas. Se habían duchado y salieron con la camisa solamente y lo disfrutaban.

Nos pusimos a hablar y nos empezaron a contar cosas de sus vidas, unas vidas de instituto. Eran abiertas, trataban de todo, teóricamente estaban preparadas para el siglo XXII, en la práctica venían a España para vacacionar en el siglo XXI.

No es que su país fuera así, es que vivir en ese instituto era así, por lo menos para ellas. Las internadas era otra cosa, tenían el suficiente dinero para dejarles ciertas licencias

  • ¿No se juntan con las alumnas? - pregunté

  • No, estudiamos en otro sitio, seríamos una causa de presión para nuestros padres, ellas tienen sus costumbres y pareceríamos espías, nunca podríamos ser compañeras.

  • Bueno, por lo menos se llevan bien entre ustedes – dijo Lidia

  • No te creas, nos estamos llevando bien ahora y gracias a ustedes. Llevarnos bien no era nuestro fuerte. La verdad es que estas vacaciones pueden terminar siendo especiales

  • Amen – dije yo – que lleven un buen recuerdo de nosotras – seguimos acompañando la conversación con dos botellas de vino. Tomaban con un gusto que daba envidia. Iris comentó

  • Que suerte tienen ustedes, un día de semana disfrutando esta exquisitez. Eso es lo que más admiro de ustedes, que lo que tendría que ser para una fiesta, para ustedes es cotidiano.

  • Oye, no te creas que andamos borrachas, tomamos cuando podemos

  • Sabes que pasa, toman cuando quieren y entonces no necesitan emborracharse, nosotras cuando  tomamos lo hacemos por todas las veces que no podemos teniendo ganas, y sí, los fines nos emborrachamos para compensar.

  • Aquí también pasa, pero ahora no se hagan problemas que la cama está cerca, esta noche por lo que me dijo Iris no durmieron mucho, así que si quieren pueden echarse una siesta.

  • ¿De verdad nos prestas una cama para dormir? – me quedé extrañada

  • Sí mujer, para dormir o lo que quieran – se miraron pícaramente

  • ¿Y esa caja donde encuentras tantas cosas? me dijiste que me ibas a contar.

  • Qué te cuente Lidia que sabe más que yo – y fue Lidia la que contó el asunto de las inglesas y de porque sabemos tan poco de cómo se usan esas cosas

  • ¿Y nos pueden mostrar lo que hay adentro?

  • Sí, y si quieren usar algo de eso, si después lo limpian, mientras no se lastimen pueden usarlos

La caja estaba en la habitación dónde iban a acostarse, miraron sorprendidas, pero no asustadas, las dejamos solas, no creímos que fueran a usar nada. Pero si lo usaban ya eran mayores de edad

Recogimos y lavamos todo lo que habíamos ensuciado, cuando terminamos le comenté a Lidia

  • ¿Te parece que van a usar algo de lo que hay en la caja?

  • Yo qué sé, son hermanas, pero parece que de vacaciones se sueltan, en el sillón se masturbaron a gusto. Mira, no nos preocupemos, les avisamos y vamos a desinfectar el coche – nos acercamos a la habitación y sin querer escuchamos

  • ¡No! No me beses en la boca que somos hermanas

  • ¿Y qué quieres, que te bese el culo?

  • Si quieres sí.

  • Vete a la mierda y mueve el cacharro ese si quieres que siga metiéndote este coso, que bien que te lo tragas

  • Calla, calla que me viene, ay sí, creo que nos podemos dar un beso. – se escucharon una serie de suspiros contenidos de las dos, los que nos hacían pensar que se masturbaban una a la otra.

  • ¡Chicas! Nosotras vamos a desinfectar el coche, - gritamos - si quieren tomar algo saquen de la nevera – nos fuimos y las dejamos tranquilas. Después de preparar el coche que lo teníamos que devolver al otro día, regresamos al departamento. Había un silencio absoluto, parece que se habían quedado dormidas. Afuera la tormenta no amainaba

  • No sé, podía preparar algo para picar cuando se levanten – dije yo

  • Bueno, quedamos de ver películas, estas más bien parece que se están haciendo una. – Lidia se puso a planchar en el lavadero. Estaba preparando unos bocadillos cuando la escucho a Iris.

  • Rocío, ¿tú alguna vez te besaste en la boca con una mujer?

  • ¿Y a ti qué te importa, porque me lo preguntas?

  • ¡No! no te enfades, es que quería saber. Es que con mi hermana nos empezamos a llevar bien, y ahora se cabreó porque no quise besarla en la boca. Es qué somos hermanas, viste, y somos dos mujeres, qué se yo, parece incesto o algo ¿tú que dices?

  • Qué te puedo decir, eso tienes que sentirlo tú, pero dime ¿no se masturbaron entre ustedes?

  • Sí, eso sí, pero eso es solamente sexo ¿qué tiene que ver?

  • ¿Cómo que tiene que ver? Un beso en la boca es solamente un beso en la boca

  • ¿Entonces tú dices qué besarla en la boca no está mal?

  • Tú tienes que darte cuenta si está bien o mal. pero me parece que es más sexo andar metiéndose unos juguetes por el coño, que darse un beso en la boca.

  • Claro, así como lo dices tú no estaría tan mal besarnos, pero tengo miedo de hacerlo mal y que se burle

  • Pero si me dijiste que tenías novio, no me vas a decir que nunca te besaste.

  • Sí, pero con una mujer debe ser diferente, tendría que probar,

  • Iris, no me jodas, lo que quieres es pegarte una morreada conmigo ¿verdad?

  • Ay, lo podías decir más suavemente, ni que estuviera desesperada

  • No estarás desesperada, pero me parece que tienes ganas ¿quieres o no quieres? – no terminé de preguntarle que ya estaba pegada a mi boca. No tenía nada que aprender, tenía todo bien aprendido, me abrazó. Solo tenía puesta la camisa prendida de dos botones, bajé mis manos por su espalda hasta llegar a sus nalgas, la fui llevando hasta la encimera, mientras la sujetaba con una mano la otra la llevé a su coño, estaba que hervía, cada vez me besaba con más furia, y yo cada vez le metía los dedos más adentro dejando el pulgar para agasajarle el clítoris. No aguantó mucho, se colgó de mi cuello y me abrazó la cintura con sus piernas y buscando mis dedos se corrió escandalosamente. Recién ahí cortó el beso.

  • Nena, creo que no necesitas practicar más el beso, pero procura besarla cuando esté sentada o acostada si no te quieres dar un buen porrazo.

  • ¿Tú, siempre que besas haces lo mismo?

  • No, pero generalmente no me besan vestidas solamente con una camisita

  • Ay claro, tienes razón, pero la otra ropa se está secando. Pero entonces ¿no queda mal si me beso con mi hermana?

  • Yo no me quiero meter, pero si les gusta a las dos, no queda mal nada. – se fue contenta. Al rato vino Lidia que de algo se dio cuenta y le conté lo que había pasado. Nos reímos un poco

  • Tú tampoco te pierdes una oportunidad

  • Qué quieres, si andan más sacadas, si no las ayudamos mira que vacaciones se pasan.

  • Tienes razón, vamos a ver qué hacemos porque la tormenta no para – estábamos poniendo los bocadillos en la mesa cuando aparecieron las dos

  • ¿Estará seca la ropa?

  • Y esperen hasta que se tengan que ir, por nosotras no hay cuidado. – con las tapas nos pusimos a tomar cerveza, afuera parecía que se había abierto el cielo – comentó Lidia

  • Cómo siga así se van a tener que quedar – se miraron entre ellas asombradas.

  • ¿Nos podemos quedar? No las vamos a molestar. - Se notaba que eso las ponía contentas

  • Si sus padres están de acuerdo, sería mejor que llevarlas con esta lluvia – enseguida llamaron con el móvil. Pidieron hablar con nosotras, y después de asegurarles que no nos íbamos a juntar con nadie, les dieron permiso. Parece que le tenían terror al virus. Mientras mirábamos la tele nos seguían contando cómo vivían en un ambiente tan rígido, oportunidades de tener sexo no había.

  • Uhm…lo que me extraña que tantas chicas juntas durante todo el año, no encontrar a ninguna que se haya dado el lote entre ellas

  • Más difícil sería encontrar alguna que no se lo haya dado. Es el paraíso de la hipocresía, pero para ellas que pagan; nosotras somos las hijas de los profesores y no podemos dar la nota. Alguna podemos llegar a enseñar en ese colegio.

  • Pero mi mama vivió mucho tiempo en Suiza y mi tía nació allí y no nos la pintaron así.

  • Es qué Suiza no es así, pero nosotras vivimos en un pueblo en los Alpes, y casi todo el pueblo depende del instituto, y ahí es así, por eso aquí nos queremos dar un baño de sinceridad,

  • Si hasta entre las dos aquí somos diferentes, - dijo Greta - sería impensable tener estas conversaciones, no es que no sepamos lo que hay que saber del sexo, pero la práctica queda fuera de nuestro circulo, o muy escondido que no se note.

  • ¿Y tú Iris con tú novio?

  • Mi novio es hijo de un profesor y seguramente hace como nosotras, de vacaciones se despeina.

  • Bueno chicas, para que se lleven un buen recuerdo de España, aquí tienen vía libre para disfrutar como les guste

  • Todavía estamos en duda si podemos disfrutar entre nosotras que somos hermanas

  • Uhm…ahí no les podemos ayudar, ninguna de las dos tuvimos hermanas, así que va a su criterio.

Seguimos comiendo y bebiendo el vinito que tenía mi tía. Se estaban poniendo alegres. Alegres y mimosas. Iris se recostó contra su hermana que le pasó un brazo por la cintura. Poco a poco el brazo de Greta subió hasta que la mano chocó contra un seno. Solo tuvo que desprender un botón para abarcarlo dejando que el pezón se colara entre sus dedos. Dejamos nada más que la luz de la tele, estaban protegidas por cierta oscuridad. No tanta cómo para que no pudiéramos notar lo que estaba pasando. Éramos discretas.

Seguía Greta con sus caricias fraternas, y en un momento se dieron un pico, se miraron y cómo si tuvieran un imán fueron acercándose hasta que sus labios se juntaron. No fue un beso apasionado, fue algo dulce, cariñoso, se sonrieron y juntaron las caras. Iris había sacado la mano para atrás y la coló entre la vulva de su hermana, esta inquieta, iba subiendo la suya por el muslo de la menor llegando hasta su centro

Para amenizar la ocasión habíamos puesto una película con ingredientes lésbicos. Poco explicito, pero alimentaba mucho la imaginación, lo explicito que lo pusieran ellas.

Para no molestarlas Lidia se había sentado en un sillón individual, lo suficiente ancho para poder sentarme entre sus piernas. Le estábamos dando una cuota de confianza para que se soltaran. Ni que decir que en ese ambiente, estábamos esperando que se fueran a la cama para hacer nosotras lo mismo. Sentir las tetas duras de Lidia en la espalda, las manos cruzadas apoyadas dónde ya no se le puede decir abdomen, las secuencias de la película y la representación teatral de las chicas, nos tenían cómo una locomotora.

Los gemidos que salían de la tele, más los que soltaban nuestras invitadas, y alguno que se nos escapaba a nosotros, hacía de esa habitación una sucursal del muro de los lamentos. Se terminó la película y nos sorprendieron pidiéndonos otra un poco más atrevida. Más atrevida era porno. Mientras Lidia buscaba una bien subida de tono, Iris me pidió si la acompañaba preparar unos combinados. A esta altura, no engañaba a nadie. La miré a Lidia y se alzó de hombros.

Llevamos los vasos para lavarlos, y en la cocina me encaró – Rocío, por favor ayúdame, no sé qué hacer con mi hermana, me da ganas de hacerle de todo, pero no sé, enséñame.

  • Iris, tú sabes lo que hacer, no es tan difícil, lo que pasa es que no se animan, pero saben lo que quieren y cómo hacerlo, no te puedo enseñar lo que ya sabes – agachó la cabeza

  • Sí, tienes razón, pero porque no me dejas probar así me animo.

  • Podría dejarte, pero no le va a gustar a Greta

  • Greta le está pidiendo ayuda a Lidia, por favor vamos a la habitación o lo hacemos aquí

  • Mejor vamos a la habitación – pasamos por la sala y las vimos sentadas juntas buscando una película en la tele.

  • ¿Usamos algún juguete? – me preguntó

  • No, mejor te acostumbras a valerte sola, vas a ver qué te va a gustar. – ella estaba con la camisa y yo no mucho más. Nos tiramos en la cama abrazadas, desnudarme a mí no le costó nada, me empezó a recorrer el cuerpo a besos, se prendió a mis pechos con unas ansias que asustaban.

  • Despacio, que te tienen que durar, son para chupar no para comer. Deja que te lo hago yo así aprendes – empecé a besarla en los labios, bajé por el cuello y ahora era yo la que le estaba sorbiendo  las lindas tetas que poseía. Cerró los ojos y se abandonó.

Por el rabillo pude ver a Greta y Lidia que se ponían al lado. No me importó, eso las iba a hacer que se animaran más. Seguí bajando hasta que llegué a su almeja, con dos dedos separé sus labios para festejarle el clítoris que de la calentura se salía solo del capuchón. Escuché a Lidia preguntar - Iris mira lo que tiene tu hermana para ti ¿quieres? – no sé si se dio cuenta lo que le estaban preguntando, a esa altura cualquier cosa que le diera la hermana estaba bien, dijo que sí. La hizo montarse sobre la cabeza de su hermanita y arrimarle el coño a la boca.

Se le terminaron los prejuicios. Empezó a mamar con desesperación, creo que hasta se olvidó de dónde estaba yo, ralentizaba mis movimientos, quería que durara para que pudiera correrse Greta. Lidia la iba ayudando sobándole las tetas. Ya venían medio cocinadas, no tardaron nada en correrse. Me sentí cómo una intrusa, no tenía que ser yo la que estuviera ahí. Me retire esperando que Greta se bajara también, pero está se fue corriendo para abajo besando el cuerpo de Iris

  • Déjame, yo tengo que estar ahí, hoy eso es para mí, es mío - todavía no había cerrado las piernas, cuando la invadió su hermana. A Iris una sonrisa de satisfacción se le dibujó en la cara. Miró para abajo y la vio lamiendo entusiasmada su conejo. Se relamió, mientras le acariciaba el pelo pensó que estás vacaciones iban a ser extraordinarias. Al fin el virus servía para algo.

Las miramos y sonreímos, daba gusto verlas. Nosotras estábamos demás, nos fuimos a sentarnos a ver el video porno que habían elegido, tomamos abrazadas el chupito que nos habíamos prometido, estábamos satisfechas, sentíamos que habíamos hecho una buena acción. A medida que se terminaba el chupito, nos dábamos cuenta que lo que veíamos en la televisión nosotras lo podíamos hacer mejor. La apagamos y nos fuimos a la cama a ver si era cierto y creo que lo hicimos mejor.

A la mañana tuvimos que despertarlas. Le alcanzamos la ropa que ya se había secado. Se vistieron mientras preparábamos un desayuno rápido. Cuando se sentaron a la mesa, Greta nos preguntó cuánto nos debían por los servicios. Le contestamos que eso iba por la hospitalidad Española.

Las llevamos al hotel. A la tarde salían a Barcelona. Cuando nos despedimos nos alcanzaron un sobre con dos mil euros por los servicios. Quedamos en comunicarnos. Mientras volvíamos comentamos la buena semana que habíamos tenido, en todos los aspectos.

Dentro de dos días llega la tía, creo que se va a poner contenta cuando le contemos.