Licenciada en turismo 4

Esta serie está formada por relatos que se pueden leer individualmente, no siguen un correlato, por lo que los protagonistas pueden no ser siempre los mismos.

Este relato no pretende juzgar a nadie, simplemente tratar de ver ciertas situaciones que parece que están de moda, desde otra perspectiva. no porque puedan parecer ni buenas, ni malas, sino porque son diferentes.

Rocío, que sabía bastante de informática, me había mejorado la página bastante; a raíz de eso los requerimientos aumentaron. Claro, tenía que cuidarme de cuáles eran las intenciones; igual, el poner los idiomas que dominaba, ya actuaba como un filtro. Pocos podrían pensar que con esos antecedentes podía ir de puterio.

Trataba casi siempre de arreglar, o con familias, o mujeres aparentemente serias (de última, si perdíamos la seriedad, que la perdiéramos juntas) que no me causaran problemas.

Me estaba yendo tan bien, que casi no tenía tiempo para atender cuando me llamaban de la compañía de turismo.

Ese día llegué cansada, casi de noche. Me había comprado comida hecha, preparé todo para darme un banquete tranquila. Me di una ducha, y vestida con unas bragas nada más (no me gustaba apoyar el culo desnudo en la banqueta) me senté a comer en la terraza, prendí el ordenador portátil, y me puse a revisar los correos.

Había varios, era cuestión de seleccionar los que más me podían convenir. Estaban los que pedían precio sin especificar qué es lo que pretendían. Los que ya se sabía que pretendían, sin importarle el precio; en fin, para todos los gustos.

Una entrada despertó mi curiosidad “ *Asesora de la embajada británica. Viaje de investigación

histórica”* Conectarse con el correo para tratar los requerimientos y honorarios

Me interesó, me gustaba la historia, y conectarme con parte de la diplomacia, podía servirme como antecedente. Para hablar a esa hora ya era tarde, pero mandé un mensaje, que estaba dispuesta a discutir condiciones, y a qué hora podíamos comunicarnos.

Seguí comiendo tranquila disfrutando el fresco de la noche. Antes de terminar la cena, me entra por wasap la copia de un documento con todas las especificaciones de lo que pretendía.

Me sorprendió la rapidez, pero a poco de leerlo me di cuenta que habían hecho una investigación de campo, estaba hecho a mi medida. Lo que no estaba segura, es si la asesora medía con el mismo metro que yo. Había que conversar un rato. Iba a estudiarlo bien, y veríamos.

Al día siguiente me comuniqué con ella. Lady Mery Filou, asesora en asuntos de la mujer para Europa. Nos presentamos y me explicó que estaba haciendo un estudio de las mujeres en las monarquías europeas, y España por haber tenido reinas de diferentes nacionalidades, era un nicho muy interesante para ese estudio. Pensaba buscar diferentes documentos de los Austria, los Borbones, los Saboya, y el conocimiento de esos idiomas me permitiría traducírselos, sin perder tiempo con más traductores.

La intención, era recopilar la información lo más rápido posible, para eso pretendía filmar los archivos que le permitieran, y en casa clasificarlos según a que reinado pertenecieran, era un trabajo arduo, por eso prefería alojarse en mi casa. – no era una cosa que me entusiasmara mucho, le di a entender que no daba servicio de hotel

  • Mire, mi casa es un departamento común, no puedo darle las comodidades de un hotel

  • Ya sé cómo es tu casa y me basta, no quiero mucha gente al lado nuestro. Mandamos la ropa a la lavandería, y si tienes a alguien de confianza para que asee las habitaciones mientras nosotras no estemos, alcanza. La comida nos la traen del mismo restaurant que atiende a la embajada. Desde luego, espero que tú estés a mi servicio en lo que necesite, aunque no es la primera vez que voy a tu pais, siempre en algo me tendrás que ayudar,

  • Pero ¿se da cuenta que voy a estar a su servicio todo el tiempo? ¿qué pasa con mis cosas?

  • Mujer, eso lo vamos a arreglar, yo creo que dos mil euros por día, pueden arreglar un montón de tus cosas, ya te dije, de la comida no te preocupes, y la sirvienta que venga a limpiar cuando no estemos, también te la pago yo – no me gustó la palabra sirvienta, había otras cosas que no me convencían mucho, pero dos mil euros, suavizaban mucho las rispideces de la propuesta. Conocía mi casa, quizá no es que haya entrado, pero seguramente sabía de cada rincón, suponía que mi exmarido tenía algo que ver. Aunque si venía por el lado de la embajada a lo mejor también habían entrado.

Pensaba hacer el trabajo en unos diez días. La ropa de cama la traía ella, solamente tenía que mandarla a lavar. Seguramente no me iba a dar tiempo para llevarla, pero tenía a Lidia que era la chica que cuando estaba casada venía cuatro veces por semana para hacer la limpieza, ahora que estaba sola, la llamaba dos veces por mes para hacer una limpieza completa. Le tenía mucha confianza. Pensaba sacarle cien euros por cada medio día, no iba a tener problemas.

Después de arreglar por video conferencia, me visitó un empleado de la embajada con un expediente firmado cómo que se hacían cargo de los gastos, tuve que firmar yo también.

A Lidia la conocí en el tiempo que acompañaba contingentes turísticos; como no tenía tiempo para hacer las cosas de casa, con mi marido decidimos contratarla para que nos tuviera la casa aseada. Tendría unos veintidós años y un muy buen ver; tanto que tuve mis sospechas que me la pegara con mi marido. No fue el caso, los cuernos me vinieron de otro lado.

Era honesta y franca, no tenía mucho estudio, pero era lista, cuando me separé fue una buena amiga. Cuando Susan se quedó en casa, se enteró como nos habíamos machacado y le dio la risa, no le pareció mal para nada, pero bromeaba con que iba a terminar lesbiana, le dije que iba a seguir siendo Bi. que para terminar faltaba mucho

  • Pero ¿qué te puede hacer sentir una mujer mejor que un hombre con una buena polla?

  • Mira, con las dos cosas la puedes pasar bien, pero las mujeres, nos preocupamos más porque goce nuestra compañía, el hombre casi siempre se conforma con pasarla bien el.

  • Que quieres que te diga, se me ocurre que con una mujer, pan con pan comida de tontos.

  • Hay panes y bollos, no te digo que todos son ricos, pero algunos uhm… te relambes.

Pues hablé con Lidia, cuando le expliqué aceptó enseguida, cien euros por medio día no los ganaba en ningún lado, si la necesitábamos para más, el sueldo se duplicaba. Me ayudó a preparar todo, para cuando viniera la lady, y me tocó esperar los dos días que iba a tardar en venir.

No tenía que ir a buscarla yo, la traían en un coche de la embajada. Llegó a la mañana con tres maletas grandes y una más pequeña. Me empecé a preguntar si iban a ser diez días o se quedaba a vivir.

Mery era una mujer que demostraba mucha prestancia, respiraba aristocracia por todos sus poros. Era de esas mujeres que se hacían notar en cualquier lugar, vestía bien, se maquillaba bien, llevaba sus cerca de cincuenta con mucha elegancia, era linda, los años no le pesaban, un cuerpo bien cuidado, con unos senos que muchas envidiarían, una cintura a juego y unas nalgas que, sin ser exageradas, formaban un todo que haría babear a muchos. Medía casi como yo, pero por su forma de ser, parecía más alta. Nos dimos la mano mientras nos mirábamos con una sonrisa

Subimos en el ascensor, mientras dos empleados lo hacían con el equipaje por el montacargas.

  • A ver Diana, dile a los empleados donde ponen el equipaje – les indiqué donde ponerlos, hasta que quedamos solas – me gustaría que nos organizáramos para saber cómo vamos a funcionar.

  • Yo ya tengo preparado los sitios a donde está lo que puede interesarle, podíamos empezar por la Biblioteca Nacional o la del Palacio Real.

  • Tenemos que ir a las dos, así que empecemos por la que te parezca; vemos algo, almorzamos y a la tarde seguimos – estuvimos revisando los catálogos, el primer día era escoger el material que revisaríamos.

Almorzamos conversando del trabajo que teníamos que hacer, no era una mujer que acortara las distancias. No sé porque a pesar que me tuteaba yo no podía hacer lo mismo, me llevaría diecisiete años, pero no era tanto como para no tratarnos con más confianza.

A la noche también quiso comer afuera, estaba cansada, seguimos guardando la distancia, llegamos y quiso acostarse enseguida, ya habíamos quedado que a la mañana iríamos al Archivo Histórico Nacional, para ir dándonos cuenta la secuencia entre un sitio y otro.

Pasamos el día entre libros y microfilmaciones, no paramos para almorzar. Llamó para encargar la comida a las seis de la tarde, sería almuerzo y cena. Cuando llegamos nos estaba esperando el del restaurant, agarramos la comida y subimos al piso, entré y puse todo sobre la mesa

  • Qué hacemos ¿nos duchamos o comemos primero?

  • Mejor nos duchamos, después habrá tiempo para la cena, que los momentos que estemos en casa los quiero pasar como tiene que ser. – me duché, me puse una bata sobre la ropa interior, estábamos solas no me pareció que necesitara más. Al rato salió vestida como para salir.

  • ¿No le molesta que me quedé en bata? – pregunté

  • La verdad que sí, cuando estamos en la biblioteca estás para traducir, aquí te pago para que me sirvas, ven te voy a mostrar – entramos en su habitación, sobre la cama tenía la maleta más pequeña abierta; tenía una cantidad de trastos que en mi vida había visto.

  • ¿Y esto para qué es?

  • Esto es lo que uso en casa con mis perritas; también tengo un perrito, pero no pude traer a nadie, pero te tengo a ti, después te muestro en el ordenador lo que hacemos así aprendes – en la maleta había esposas, pinzas, consoladores, fustas, lo más cochino que se pueda imaginar, estaba ahí, sacó un collar para perro y unas correas que con el trajecito más escandaloso de puta, resulto ser el atuendo que me tenía que poner – ponte esto, no vas a ser mi perrita más joven, pero vas ser la más linda, me gustas

  • Yo no me pongo eso ni borracha – veía conque determinación me ordenaba, se notaba que era alguien que sabía mandar y sabía que era difícil no obedecerle.

  • Mira putita, lo que tú quieras no tiene importancia, yo te pago y eres mi sumisa y el tiempo que esté aquí, vas a estar para lo que te mande ¿Entendiste?

  • Sí, entendí, pero eso no me lo pongo – parecía que echaba fuego por los ojos

  • No, no entendiste y yo te voy a hacer entender – me metió tal cachetada que me retumbó toda la cabeza, me quedé atontada mirando esa expresión de poder de alguien que tenía la fuerza y la costumbre para hacerse obedecer ante cualquiera, adelantó la cara mostrándose como una invencible diosa mitológica. Me dejó acojonada, yo había jugado bastante al balonmano, y tenía buen tiro, pero ante ella, no sé; el tortazo que le pegué, no se lo esperaba ni ella ni yo, cayó de culo con las piernas para arriba, la nariz parecía un surtidor. La agarré de los pelos y la levanté.

  • Ven, y mejor que no hagas una tontería porque te tiro por el balcón – la llevé al lavatorio, tenía el vestido lleno de sangre, se lo saqué por la cabeza, más lleno quedó; le metí las narices bajo el chorro de agua, le hice que se sonara con fuerza, salieron mocos, sangre, y yo refregándole todo para que no quedara ningún coagulo – ahora te sientas en la bañera y te aprietas la nariz hasta que se te pare y no se te ocurra ninguna tontería porque te va a ir mal – estaba aterrorizada

  • Sí, me voy a quedar aquí hasta que me digas – me fui a limpiar el piso antes que se secara la sangre. Ahora a ver lo que pasaba, tenía un compromiso con la embajada, y no era precisamente romperle las narices a la asesora; diga lo que diga, era su palabra contra la mía, y no creo que le dieran el mismo valor. Volví a donde estaba Mery, la sangre le había parado pero los interiores los tenía manchadas.

  • Dame el sujetador y las bragas y lávate esa sangre

  • ¿Y qué me pongo?

  • ¡Qué sé yo! ponte lo que quieras; dame esa ropa – se sacó todo sin ningún reparo y se fue al baño de su habitación. Me puse a lavarle las manchas de sangre, no quería mandarlas al lavadero, no sabía cómo iba a terminar esto, y mejor que no quedaran señas. Termino de lavar, voy a la sala y ahí está Mery  desnuda

  • ¿Qué haces así? ¿te vas a quedar en pelota? O quieres lucir lo buena que estás

  • Si no me dijiste lo que quieres que me ponga – le salían las lagrimas

  • Pero a mí qué me importa lo que te pongas, ponte lo que se te da la gana

  • Me vas a castigar ¿verdad?, Yo no sabía

  • ¿No sabías qué? ¿qué si le dabas una cachetada a alguien te la iba a contestar?

  • No te burles, yo pensé que eras sumisa como mis perritas, yo soy ama, pero tú eres dominatriz

  • ¡¿Domi… qué?! ¿qué es eso?

  • Te burlas y me vas a castigar, ¿qué vas a usar? ¿te traigo la maleta?

  • Bueno tráemela a ver que tenemos ahí – la trajo y ahora la miré con más detenimiento, había para todos los gustos y disgustos - ¿y cómo pasaste esto por la aduana?

  • Es equipaje diplomático, si los perros no huelen nada, pasa, ¿con que me va a castigar – ahora no sabía si hoy era ella la que se burlaba, y al otro día me armaba la de San Quintín

  • Vete a dormir, que voy a ver lo que tengo aquí – se fue toda llorosa

Había cosas que me daba cuenta para que servían, otras ni idea, y otras las sospechaba, pero me dolía de pensar que fuera cierto. Revisando todo encontré un pendrive, había dicho algo de las perritas y un perro.

Lo metí en el ordenador. Las escenas eran satánicas, las perritas eran tres muchachitas de alrededor de los veinte, y el perrito era un joven que no llegaría a los treinta. Lo que hacían esos cuatro al mando de Mery, era aberrante, daba ganas de meterme en la habitación y romperle las narices otra vez. Saqué una fotografía de todo lo que estaba en la caja, y me hice una copia del pendrive,

Si me acusaba de algo, con eso iba a defenderme; en las imagines estaba ella. A la mañana tenía que conversar. Me fui a dormir inquieta.

Me desperté y no escuché nada, me levanté y fui a llamarla, golpeé la puerta y no me contestó, me asusté; a ver si se había ido. Entré, y no; estaba tapada con la sabana, traté de ser amigable.

  • Buen día, ¿te vas a levantar?

  • Sí, cómo tú digas, ¿qué me pongo?

  • Pero Mery, ponte lo que te da la gana, yo mientras voy a preparar el desayuno y ven que tenemos que hablar – la dejé para que se vistiera. Me daba un poco de miedo su actitud, no sabía si estaba fingiendo, o el bofetón le había puesto algún cable en cortocircuito. Llegó vestida cómo el día anterior, le pedí que se sentara a desayunar mientras hablábamos.

  • Bueno, te darás cuenta que después de lo que pasó, lo mejor es ignorar ese contrato.

  • ¿Cómo ignorar el contrato?, en la embajada ya está certificado, y yo tengo que hacer ese trabajo

  • Mira, voy a tratar de encontrarte otra persona que haga lo mismo, te devuelvo todo el adelanto.

  • No. ¿por qué otra? Tú eres mi dueña; tienes que ser tú; yo voy a hacer lo que quieras, no me puedes dejar, si me quieres castigar castígame, tienes razón me lo merezco, pero yo no sabía

  • Yo no te quiero castigar, quiero que terminemos en paz, nada más que eso

  • Tú eres mi ama, no me puedes echar, yo voy a ser tu perra, dime lo que quieres que haga, castígame, mira me pongo el collar para ser tu perrita – se arrodilló y se abrazó a mis piernas

  • ¡Quítate de aquí! No quiero perras, y en el edificio no permiten animales, sal de aquí – la fui a empujar con el pie, pero tuve miedo de volver a darle en la nariz – siéntate, ¿qué coño quieres?, ya vi cómo vives en tu casa con esas chicas, pues aquí olvídate ¿Quiénes son?

  • Son mis perritas, yo soy la ama y ellas están para satisfacerme.

  • Pero ¿Dónde las consigues? ¿hace mucho que las tienes?

  • No, las tengo por un año, a ellas todos los años las cambio, les doy diez mil libras por mes, y siguen con sus estudios, con lo que les queda terminan la carrera

  • ¿Y el muchacho ese también?

  • No, ese es mi perro, es mío, yo soy la dueña para siempre.

  • Pues mira si un día se te embaraza una perra, a ver cómo te arreglas con los cachorros.

  • Eso no puede pasar, ya hace tiempo que le hice la vasectomía – me quedé espantada

  • Pero eres una hija de puta total, es joven, le jodiste la vida

  • El me pidió que se la hiciera, sabía que conmigo no iba a tener hijos y tenía miedo que si embarazaba a otra no iba a querer ser más la dueña; ¿está mal no? me va a castigar, le traigo la fusta.

  • Mery, siéntate ahí, y no me jodas más conque soy tu dueña. Quiero resolver que hacemos con ese contrato; si lo deshacemos, o nos comportamos cómo personas normales.

  • No podemos deshacerlo, usted es mi ama y yo me voy a comportar cómo me mande

Esta mujer me estaba haciendo doler la cabeza. Si algo tenía en claro, era que no podía ir a la embajada de Gran Bretaña con ese cuento, me gustara o no, lo que hacía lo hacía en su pais.

  • Vamos a hacer una cosa, seguiremos cómo tratamos, yo, ya es difícil que te vuelva a tratar de usted, así que tú, por lo menos cuando estemos afuera trátame lo mismo que yo, y no se te ocurra joderme con lo de ama, o algo parecido ¿quedamos así?

  • Si usted dice que quedamos así, quedamos así, si me equivoco después me castiga

  • Sí mujer, después te castigo, pero trata de no equivocarte. – se nos había hecho tarde, a la salida nos encontramos con Lidia que llegaba. Las presenté, Lidia le fue a dar un beso, pero Mery le hizo la cobra con cara de asco, no le gustó ni a ella ni a mí.

Ese día habíamos programado ir a la Biblioteca del Palacio Real. Tenía que reconocer que era meticulosa en lo suyo, reunimos bastante material. Cómo teníamos un permiso especial, pudimos quedarnos al mediodía. Estaba revisando un archivo, cuando suena el móvil, era Lidia.

  • Diana, ¿qué piensan hacer? ¿a quién van a torturar? ¿me van a invitar a ver?

  • Después te cuento, fíjate lo que te gusta para que usemos contigo, seguro que algo encuentras.

  • Si me dejas primero usar algo con tu invitada, quizá encuentre algo que me guste. – quedó ahí

Habíamos pasado el día bastante normal, y nos había rendido bastante, teníamos que llegar a casa y clasificar el material. Pedimos comida al restaurant, pero estaba pensando que mejor iba a ser pedirle a Lidia que se quedara y aparte de la limpieza, nos cocinara, ya lo había hecho antes y lo hacía muy bien, de paso se ganaba unos euros.

Habíamos quedado en clasificar el material para agruparla en la casa monárquica que correspondía, nos dedicamos a eso hasta casi la hora de cenar.

  • Bueno, ¿quieres darte un baño mientras sirvo la comida?

  • Si usted quiere sí, pero soy yo la que tengo que servirla

  • Vete a bañar y no empieces de nuevo que yo también me voy a dar una ducha - pasé a ducharme y enseguida volví vestida con una bata. Todavía no había regresado; serví la comida, cuando apareció, me quedé pasmada; venía vestida de nada, un delantal que apenas le tapaba los senos por arriba, por abajo apenas le llegaba al pubis, atrás el lazo con que ataba el delantal. Había que reconocer que para una puta, mal no se veía

  • Mery, ¿qué piensas hacer vestida así?

  • Lo que usted me ordene, soy suya para lo que quiera – me agarraba la cabeza, no la entendía

  • Yo no te quiero para nada, estás vestida como una colegiala putita. No te das cuenta que a tu edad ya no estás para eso. – se largó a llorar

  • No me quiere porque soy vieja, yo puedo hacerla gozar más que cualquier chiquilla, yo puedo hacer todo lo que usted me mande.

  • Es que yo no te quiero mandar nada, solo quiero que comamos tranquilas y nos vamos a dormir-

  • Seguro que tiene para servirla a esa buscona que me presentó a la mañana; yo la puedo servir mejor, - se arrodilló para abrazarme las piernas llenándome de besos por arriba de la bata.

  • Quítate de ahí que me vas a tirar, vamos a comer y déjate de tonterías – me tuve que sentar para que no me tirara, ella seguía llorando, y yo seguía sin entender ni pepa.

  • Ya sé que esa sumisa es más joven que yo, pero yo soy capaz de hacer lo que ella no se va a animar, ¿tan fea soy que no me quiere usar?

  • Mery, no sé a lo que le llamas sumisa, pero me parece que Lidia no lo es, y yo no uso a nadie, a ti tampoco, no sé de donde sacaste eso. Ahora, si quieres que te ordene algo lo haré; me revienta que me trates de usted, así que tutéame

  • Voy a tratar, cuando no lo haga me castigas. Tú eres una dominatriz neta, se nota como me dominas, me haces desearte para hacerme sufrir, yo no soy capaz de hacerle eso ni a mis perritas, ¿tan horrible te parezco que no me quieres castigar?

  • Mira, no me pareces horrible, te digo que eres muy bonita y tienes un cuerpo divino, pero viniste para buscar material para tu libro, y eso tenemos que hacer – tenía la cara apoyada en mis muslos, le acaricié la cabeza – me gustas mucho; anda, deja de llorar y vamos a cenar.

Se levantó gimoteando y se sentó a la mesa. Poco hablamos, yo me estaba convenciendo, que esta vez me había tocado una loca. No es que nunca haya leído de casos de sumisión, pero más bien lo tomaba como una licencia literaria, cosas que podían hacerse en otros países, con otras culturas, pero parece que en todos lados se cuecen habas.

Terminamos de comer y se apresuró a levantar los platos para lavarlos

  • Deja que los lavo yo

  • ¡No! mi ama no va a lavar los platos estando su esclava – levantó todo en un vuelo, lástima que era una inútil total. Había siete cosas y rompió cuatro – se fue a la habitación, pensé que se escapaba, pero no, volvió con una fusta y me la dio – se me resbalaron, castígame, me lo merezco por torpe – se puso de culo esperando los azotes. Era la situación más ridícula que había pasado

  • Guarda esto, desde mañana Lidia va a venir todo el día, lo que gastes en pagarle lo ahorramos en el restaurant y en vajilla.

  • No, no la traigas, yo voy a limpiar todo, voy a ser tu perra, tu puta para lo que quieras.

  • Ya te dije que no quiero perras, y menos putas, lo único que me falta que me acusen de proxeneta. Y ahora me voy a dormir y tú haz lo mismo – me metí en mi habitación, por ese día ya tenía suficiente de perras y putas.

Hablé con Lidia si podía venir todo el día, me dijo que tres o cuatro horas las tenía comprometidas, pero se podía arreglar en los momentos que no estuviéramos en casa. Quedamos que la mañana siguiente iba a venir más tarde, tenía la llave, así que no había problema.

Creía que iba a ser un alivio, no tanto por el trabajo de cocinar y limpiar, más bien en no estar sola con esta trastornada.

Me levanté a la mañana, Mery ya estaba en pie vestida con ese uniforme de camarera de burdel - ¿Adónde piensas ir vestida así?

  • Adonde mi ama me ordene – tuve que respirar fuerte para calmarme

  • Anda, vete a ponerte algo decente, que tenemos que ir al archivo del palacio, y a ver cómo te portas – se fue a cambiar y al rato volvió vestida de forma presentable.

El día lo hizo cansador ella, a cada rato me trataba de ama delante de los demás, y por más que pudiera ser una mala traducción, había varios que entendían el inglés perfectamente. Seguimos de corrido hasta la tarde.

Cuando salimos se me ocurrió meterme en una cafetería a comer un bocado. Estábamos comentando normalmente sobre el material escogido, estaba molesta de los pies, me descalcé para aliviarme mientras comíamos, terminamos y cuando me fui a calzar el zapato, se me había corrido, miré por debajo de la mesa para engancharlo, pero la loca se dio cuenta, se metió debajo de la mesa para ponerme el zapato, de por sí, eso era malo, pero besarme el pie a la vista de los que pudieran estar mirando, era de terror. Le protesté de mala manera, quedó mirándome toda cohibida. Me levanté con una vergüenza que no sabía dónde meterme, a la salida venía atrás mío como una perrita. A la vuelta no le dirigí la palabra, me miraba apesadumbrada.

Llegamos y estaba Lidia, le pedí si podía preparar la cena, y porque no se quedaba a dormir en casa mientras tuviera esta visita, era un apoyo que me ayudaba a soportar esa actitud a la que no estaba acostumbrada. Económicamente a ella le venía como de regalo, aceptó.

Puse todos los papeles arriba de la mesa para clasificarlos por época, cuando vuelve Mery con su uniforme de zorra, y un collar al cuello

  • ¿Qué vas a hacer vestida así?

  • Lo que tú quieras, eres tú la que me tiene que mandar – conseguía sacarme de quicio

  • Lo que quiero, es que te pongas a clasificar los documentos para que te sirvan para escribir tu libro, si es que realmente sabes escribir

  • Claro que sé escribir, tengo varios ensayos editados, te los puedo mandar.

  • Mándamelos si quieres, pero ahora te pido que hagas tu trabajo, eres tú la que sabes que material vas a usar, y mientras lo hagas, no me importa cómo te vistas.

  • Claro, ahora llegó la puta esa y ya no te importo nada, la prefieres a ella.

  • Mira; Lidia no es ninguna puta, ella aquí hace su trabajo, y tú tendrías que hacer lo mismo.

  • Y lo puedo hacer, échala y vas a ver que yo hago todo lo que me mandes.

  • Tú lo que tienes que hacer es tu trabajo no el de ella, con eso me tendrías conforme. Ah, y ya te digo que a buscar el material voy sola, a mí no me haces pasar más vergüenza. Yo recopilo todo lo que te sirva, y tú lo clasificas.

  • ¿Y me vas a dejar con esa perra?

  • Te voy a dejar con esa chica, fíjate que no tiene ningún collar, no tengas miedo que no muerde. Aquí la única que tiene collar eres tú y porque quieres, espero que no muerdas tampoco.

Estuvimos ordenando todo hasta la hora de la cena, Lidia nos avisó que estaba todo servido

  • ¿Dónde como yo?

  • Dónde vas a comer, en la mesa

  • En mi casa mis perras comen en el suelo, y la servidumbre en la cocina

  • Pues en la mía, todo el mundo come en la mesa como dios manda – se notaba que estaba molesta por Lidia, pero al mismo tiempo era capaz de comer en el suelo si la mandaba. Terminamos de cenar y mientras limpiaban todo, me senté en el sillón a ver el noticiero. Estaba en eso cuando aparece Mery andando a gatas, (o a perras según ella) iba a ser la misma historia del día anterior, apoyaba la cabeza sobre mis muslos, esperando una caricia o un castigo.

Me daba pena, pero pensando cómo trataba ella a sus “perritas” también me daba ganas de darle una paliza; parecía que eso es lo que estaba buscando.

  • Mery, vete a dormir que mañana vas a tener bastante trabajo, te voy a mandar las copias por wasap, y vas a tener que imprimirlas – me miró compungida

  • ¿No me vas a querer cómo esclava?

  • ¡No!, no viniste para eso y yo tampoco lo quiero – se abrazó a mis piernas llenándolas de besos – mira, si no me vas a dejar ver la tele tranquila, mejor me voy a dormir – me fui cabreada y la dejé moqueando. Me quedé bastante tiempo pensando. En su país era ama y aquí se meaba por ser sumisa ¿cómo se entendía eso? Era difícil de entender, pero me jodía, y mucho. Al fin me quedé dormida.

A la mañana cuando me levanté, Lidia ya tenía preparado el desayuno, mi esclava parece que no tenía la costumbre de madrugar. Para mí era un alivio, no tenía que lidiar con sus tonterías.

  • No sé cómo se va a comportar contigo, pero no le hagas mucho caso, yo voy a tratar de apurar el expediente, a ver si se larga antes.

  • Ojalá, parece la condesa de torres altas, Contigo la va de esclava y conmigo de emperatriz.

  • No le hagas caso, si no se levanta, dile que dentro de una hora empiezo a mandarle material, y que lo imprima. Ese día iba buscar material en el archivo de la biblioteca del palacio.

Estaba entusiasmada fotografiando folios que me parecían interesantes, cuando suena el móvil, era Lidia

  • Diana, la llamé para que se levantara y no me hace caso, dice que yo no sirvo para ama, solo sirvo para perra; no le di un castañazo porque estoy en tu casa, te la paso, háblale tú.

  • ¡Mery! ¿qué te pasa? Te dije que te iba a mandar el material, y tú todavía en la cama. Mira, si no quieres seguir con esto, dímelo que no perdemos más tiempo

  • No mi ama, no te enfades, sí me levanto, perdóname, cuando vuelvas castígame.

  • No me vengas con castigos, y haz lo que tienes que hacer, que yo no voy a estar tonteando aquí. Lo que estaba haciendo me gustaba, para qué negarlo, me gustaba si servía para algo. Me quedé hasta tarde, buscando entre los libros, sabía que era difícil descubrir algo que no se conociera, pero con tratar no perdía nada más que tiempo.

Llegué a casa derrengada, el ambiente no parecía bueno, era tarde. Mery había recopilado todo el material y lo había fotocopiado. Lidia parecía que había pasado un mal día, pero no me dijo nada. Me fui a dar una ducha y ponerme cómoda,

Volví y ya estaba la comida servida, se notaba una cierta tensión, comimos tranquilas, pero se notaba que ellas no estaban en el mejor de los mundos. Estaba lo suficiente cansada como para no darle importancia. Me fui al sillón, me descalcé buscando alivio; enseguida vino la perra. Otra vez, pensé yo.

  • Mery, no me molestes, tengo los pies a la miseria, por favor déjame descansar

  • Yo te puedo hacer unos masajes, vas a ver que te alivian.

  • ¿Lo haces igual que cómo lavas los platos?

  • ¡No! mi ama, esto te va a gustar, si no te gusta me castigas.

  • ¡No. no! no quiero castigarte, si sabes hacerlo hazlo, sino mejor lo dejas – empezó a pasarme los dedos por las plantas, eran unos masajes suaves, pero me quitaban la tensión, de a poco me iba adormeciendo, sentía esas caricias en los tobillos, entre los dedos, tan suaves, que cerré los ojos y me dejé hacer. Era una delicia, por lo menos algo hacía bien, esa sedosidad tomando dedo por dedo, parecía que me lo estaba haciendo con la lengua. Ah…que placer, abrí los ojos, tenía mi pie dentro de la boca, era su lengua lo que parecía una lengua.

  • Mery, ¿qué haces? Quítate de ahí

  • Mi ama, ¿no te gusta? ¿lo hago mal? ¿me vas a castigar?

  • No te voy a castigar y me gusta, lo haces bien, pero no tienes por qué hacerlo

  • Si te gusta tengo que hacerlo, quiero hacerlo, por favor ama, quiero que sientas que tu perrita busca tu placer; tu placer es el mío, por favor déjame ser tu esclava – iba bien hasta lo de esclava, pero no podía negar el placer que me estaba dando. Y bueno, si a ella también le gustaba, que siga. Siguió con su lengüeteo hasta hacerme dormitar. Qué bien lo hacía, como en una nube sentía esas caricias subiendo por las piernas, parecían un conjunto de besos que trepaban por mis extremidades, buscando mi excitación; lo estaban consiguiendo, mi entrepierna se estaba humedeciendo, sabía que algo estaba mal y no podía detenerlo, hasta que sentí que corría mis bragas y una lengua pretendía meterse en mi vagina. Pegué un grito

  • ¡Te sales de ahí! ¿estás loca? ¿Quién te dijo que hicieras eso? Esos no son los pies, déjame tranquila – se puso a llorar

  • Tú no me dejas que sea tu esclava, yo hago todo para que seas mi ama, quiero darte placer, pero no me castigas cuando me porto mal, no quieres que sea tu perra, ¿qué tengo que hacer para que me uses? ¿quieres que ladre?

  • ¿Sabes lo que quiero? Terminar este trabajo y que me dejes tranquila – se quedó llorando, me fui a dormir, pero mal conmigo mismo, algo de lastima me daba, se me estaba yendo de las manos.

Cuando me levanté, estaba Lidia con el desayuno esperándome, estaba seria.

  • Diana, no voy a seguir con esto, no la soporto, no sé quién mierda se cree

  • Yo tampoco la soporto, pero son unos días, por favor no me dejes sola con este bicho.

  • Mira, entiendo eso de que quiera ser tu esclava, no es la primera vez que lo veo, pero es que pretende que yo sea la esclava de ella.

  • ¿Y cómo entiendes que quiera ser mi esclava? ¿Viste algo parecido?

  • Sí, tengo trabajado en casas que tenían una relación de sumisión, tanto en mujeres como hombres, son gente que le gusta humillar y ser humillados. Una vez hasta a mí me quisieron involucrar en ese rollo.

  • Qué ¿querían esclavizarte?

  • No, una que quería humillar al marido, me lo dejaba para que lo usara para lo que se me diera la gana, y cuando te digo, lo que se me daba la gana, era eso, me pagaba más por maltratarlo.

  • ¿Y qué hiciste, lo usaste?

  • No Diana, ellos querían que pensara que lo estaba usando, pero de última, ellos me estaban usando a mí para hacer sus deseos. Ella lo mandaba, pero él lo quería. No volví más a esa casa.

  • Mira, aquí la que única que anda con ese cuento es ella. tú no quieres humillarla y yo tampoco quiero que la humilles, lo que quiero es pasar estos días que faltan sin tenerla cerca, por lo menos afuera. La quieres despertar a ver cómo te responde – entró en la habitación y la sacudió para despertarla, se levantó como una fiera.

  • ¿Quién eres tú para tocarme? Una perra sirvienta no me va a sacudir para despertarme – en ese momento entré, se quedó muda al verme

  • Yo le dije que te despertara para que hicieras tu trabajo, y la única perra eres tú que hasta el collar te pones, así que fíjate bien que es lo que quieres, o haces lo que te digo o te vas.

  • No mi ama, soy tu esclava, hago lo que me digas – se tiró de la cama y se abrazó a mis piernas

  • Bueno, si eres mi esclava, tienes que obedecer lo que te mando, y cuando no estoy yo, tienes que obedecer a Lidia como si fuera yo, así que tu ama va a ser ella, ¿comprendiste?

  • Si mi ama si, voy a hacer lo que me mandas. – me fui con la esperanza que con eso bastara

Estuve todo el día investigando. Terminé por apasionarme con esa parte de la historia, me resultaba fascinante. El material que le mandaba era bastante voluminoso. Iba a tener bastante para trabajar. Llegué cansada, y un poco inquieta por lo que me iba a encontrar. Apenas llegué, Mery se fue a poner su traje de perra. Le pregunté a lidia que había pasado, y nada. No le había ordenado nada, así que pasaron el día en paz.

Cenamos mientras conversábamos de lo que fue el día. Terminamos y quedamos tomar el café en la sala. Me senté en el sillón individual, Lidia se sentó en el grande, y Mery vino gateando hasta abrazarse a mis piernas.

  • Mery. Vete a sentar en el sillón, estoy cansada, déjame tranquila – me miro torvamente

  • Yo hice todo, llegaste y ni siquiera te fijaste en tu perra, me regalaste a ella, y no te fijas en mí.

  • Termina con eso de que eres mi perra, que ni rabo tienes – se marchó ofendida, Lidia me dijo.

  • No sé si la estás tratando como deberías, creo que le estás haciendo daño.

  • ¿Y qué quieres que haga? ¿qué le dé un hueso?

  • Diana, hoy se portó bien, estaba esperando que se lo reconocieras, y no le diste importancia

  • ¿Y qué iba a hacer? Si ni siquiera sé si lo que quiere es un cariño o un maltrato.

  • Sería bueno saber lo que es para ella un cariño o un maltrato

  • Mira, en tres o cuatro días terminamos con esto, espero no tener que averiguarlo

  • Claro, total se queda todo el día conmigo, que lo averigüe yo, antes que se vuelva loca

  • Por lo que me dijiste sabes de esto más que yo, mírate como el ama de una lady ¿quién te ve?

Al otro día me levanté, tomé el desayuno, le pedí a Lidia que la despertara después, no quería empezar el día con una escena, le avisé que iba a volver tarde, trataba de adelantar.

Lidia estuvo limpiando lo poco que habían ensuciado, antes de ir e despertarla. Cuando le pareció fue hasta la habitación, golpeó y le avisó que estaba el desayuno, esperó un rato y no salió, abrió la puerta y la vio a Mery todavía acostada, había estado llorando.

  • ¿No me escuchaste? ¿cómo tengo que llamarte?

  • ¿Ya se fue mi ama?

  • Sí, Diana se fue, así que tu ama ahora soy yo, y quiero que te levantes.

  • ¿Me vas a castigar?

  • Si te lo mereces sí, así que pórtate bien que yo no tengo tanta paciencia como Diana

  • A mi ama no le importo, para ella no soy nada. No me importa que me regale a ti, pero ni siquiera me pega, me castiga mentalmente, me estoy volviendo loca, no me usa para nada.

Lidia se dio cuenta que lo normal no era para todo el mundo igual. Esa mujer necesitaba otra cosa

  • ¿Sabes una cosa? Ahora tu ama soy yo, y si no te levantas ya, te voy a dar una paliza que te vas a acordar toda tu vida.

  • No te vas a atrever, no me pega mi ama, y no me va a pegar su sirvienta – le brillaban los ojos de deseo, era otra Mery

  • ¿Así que no me voy a atrever?, ahora veras – la agarró de los pelos y la sacó de la cama, no se resistió, estaba con bragas nada más, se sentó en la cama y la puso como a una niña pequeña sobre las rodillas, le bajó las bragas, tenía que reconocer que portaba un culo hermoso, pulposo, bien paradito, el primer azote la hizo estremecer, gimió, pero no trató de salirse, le daba una en cada nalga. Tenía apoyada la vulva en su rodilla y cada azote se fregaba contra ella, le había dejado el culo colorado, ya le picaba la mano.

  • Creo que con esto te basta – iba a parar cuando la escucha gritarle puta, se sacó la zapatilla y le siguió dando entre los gritos de dolor, hasta que sintió como le mojaba la rodilla, se había corrido. Paró y se quedó mirando ese culo que parecía que ardía. Mery seguía frotándose contra la pierna, la empujó para sacársela de encima – cochina ¿esto es lo que buscabas verdad?

  • Amita, me porté mal, no te pedí permiso para correrme, pero es que no pude aguantarme, ¿me vas a castigar otra vez? – la miraba esperanzada, mientras le limpiaba la rodilla con la lengua.

  • Eso es lo que quisieras, pero ahora a tomar el desayuno y después sigue haciendo tu trabajo. Estaba todo servido para sentarse a desayunar, puso la taza en el suelo para tomarlo como las perras – siéntate y come como dios manda – le mandó, puso la taza en la mesa, pero cuando se sentó, soltó un gemido y se paró nuevamente

  • Me duele mucho, déjame comer parada o en el piso.

  • Ah… ¿no es que tenía que castigarte? Pues eso es lo que te queda. ¿a ver como tienes eso?; uf con esto tienes para un rato, desayuna parada, voy a comprar una crema para que te alivie y de paso te compro unas rodilleras, que si sigues andando a gatas te vas a desgraciar las rodillas, ¿necesitas algo más?

  • Sí, un rabo, mi otra ama no me quiere como su perra porque no tengo rabo

  • No creo que sea por el rabo, pero igual después veré. Mientras trata de hacer algo de lo tuyo

Salió a hacer las compras, pasó por la farmacia y el súper, vio varias cosas interesantes, y se surtió de lo necesario. Cuando volvió, Mery estaba arrodillada sobre la silla acomodando papeles - Ven a la habitación a ver qué podemos hacer con ese culo, ¿quieres ponerte en mis rodillas o en la cama’

  • En tus rodillas creo que va a ser mejor – se echó de bruces arriba de ella, no se había vuelto a poner las bragas; le esparció la crema con delicadeza, ese culo estaba que ardía, menuda paliza se había llevado, pero es que casi se la había pedido cuando iba a parar y la llamó puta, ahora estaba suspirando, no sabía si de dolor o de gusto, le pareció que no era solamente el culo que estaba caliente; era algo interesante, estaba sintiendo una excitación desconocida, que lindo culo, estaba para un mural, le fue deslizando el dedo medio por el canal que separaba las nalgas.

  • ¿Te duele?

  • No

  • ¿Quieres que te duela?

  • Si quieres, bueno, pero ahora así me gusta más, tu eres mi amita, decide – temblaba de miedo

  • Vamos a seguir así – llegó con el dedo hasta el ano y lo acarició. Ahora ya no disimulaba el roce contra la rodilla, Lidia que nunca había tenido nada con una mujer, de pronto pensó que tener el poder de llevar a una hasta el orgasmo, no se veía tan mal. dejó correr la mano por el perineo y dos dedos se hicieron lugar en esa vagina acostumbrada a cosas mayores, sentía la dureza del clítoris sobre su pierna. Los gemidos empezaron a convertirse en palabras de deseo

  • Amita, así, hazme lo que quieras, soy tu esclava, tu perra, pégame si quieres, soy toda tuya – la escuchaba y más ganas tenía de hacer que se corriera, ya iban cuatro dedos en la vagina y el pulgar en el culo, y se corrió, se corrió a lo bruta, le dio envidia, ella cuando se masturbaba no se corría así. La empujó para que se saliera, se arrodilló para lamerle la pierna mojada con sus flujos

  • Deja mujer, que ahora me lavo

  • No mi amita, yo te manché yo te limpio, después si quieres castígame

  • ¡Sí claro! Estás como para que te castigue con el culo como lo tienes, bueno para ¿qué quieres hacer? Por ahí no me mojaste

  • Amita tienes mojado, déjame que te limpio, mira las bragas están mojadas,

  • Eso no lo mojaste tú, quítate de ahí que no soy lesbiana

  • No lo vas a ser por esto, haz de cuenta que te masturbaste, déjame probar tus jugos, déjame beberte – Lidia no iba mucho con darle de beber de ahí, pero que caliente estaba. Y bueno si quería, una vez no hace adicción.

Levantó el culo para que le sacara las bragas, y dejó que la loca metiera los morros ahí. Joder, no era tan loca, que bien que la hacía sentir, esta mujer tenía una lengua de oro. ¿Pero cómo podía saber en qué sitios más le gustaba? Pues lo sabía. Levantó la cabeza y la vio entusiasmada, esa lengua era divina, sin siquiera un beso, una sobada de tetas, nada, solamente la lengua, se abrió más de piernas y se descontroló; un orgasmo la dejó yacente, medio perdida. Perdida debía haber quedado la cara de Mery con semejante corrida, pero seguía buscando más, y estaba segura que si la dejaba la iba a llevar a otro. Le sacó la cabeza

  • Ya, ya basta, por hoy está bien, ya hiciste bastante.

  • Amita, yo te puedo llevar a tener los mejores orgasmos de tu vida, esto no fue nada a lo que te pudo hacer sentir.

  • Te lo creo cariño, pero ya te dije que no soy lesbiana y tampoco lo quiero ser, y esto debe ser como la hierba, si te dejas estar, terminas adicta. Vamos que tienes que hacer, lávate los morros que tienes un olor a coño que matas.

Continuara

Espero que nadie tome esto como burla, que cada cuál con sus gustos