Licenciada en Turismo 3

Mi trabajo cómo guía turística venía bien, lo de Susan y Yudit quedó en suspenso, y mi sobrina vino a pasar las vacaciones dándole otro cambio a mi vida.

Llegué cansada a mi ático. Cansada y contenta. Mi pequeño negocio había empezado a funcionar, y ahora no por la propaganda boca a boca (que era importante) sino por la exposición en internet.

Era un poco trabajoso el separar la paja del trigo. Llegaban pedidos para todos los gustos, y había que descubrir para que pretendían contratarme. Cuidarme de quien y para qué.

Tuve la suerte que los pedidos fueron bastantes, para poder escoger. Igual, siempre me quedaban los tours de la empresa. No estaba apurada.

Llegaba de despedir a una pareja de noruegas, que eran pareja, valga la redundancia, eran amabilísimas, les cayó bien que no le haya puesto ninguna pega a su relación. Les cobraba setecientos euros porque eran dos, no pusieron inconvenientes, les hice conocer los sitios más chulos de Madrid, la última noche las llevé a conocer chueca. Nos metimos en un antro de ambiente. Bailaron y me arrastraron a bailar, no iba con mi coche por lo que me animé a tomarme unos tragos, (nada como para quedar herida) y disfruté del baile a plena conciencia.

Cuando salimos pedimos un Cadifi para ir al hotel. Me invitaron para tomar un trago de despedida, no podía decirles que no. No puedo decir que me tomaron por sorpresa; algo esperaba, y algo llegó.

Era una habitación de matrimonio, pero sencilla, no tenía sillones. El minibar sí, estaba bien surtido, una preparo los tragos mientras la otra me invitó a sentarme en la cama al lado de ella.

Estaba como un canario entre dos gatas, esperando que me comieran. Antes que llegaran los tragos, la que estaba al lado mío me estaba preguntando, que crema usaba para poder tener esa piel tan suave; claro, para darse cuenta de la suavidad, no se privaba de comprobarlo al tacto.

Llegó la otra con los tragos y se sentó al otro lado. Quedé cómo el jamón del emparedado, ¿quién iba a comerlo? A mi tanto me daba.

  • Roselin, mira que piel suave tiene Diana, fíjate que muslos preciosos

  • Ay…tienes razón, nos tienes que dar la marca de la crema que usas, seguramente esta suavidad la tienes en todo el cuerpo, déjame ver, es suave en todas partes – la verdad que ya era una tontería, disimulaban con las palabras, pero me estaban magreando a gusto, a gusto de ellas y a gusto mío.

  • Mira, si quieres saber que parte tengo más suave, tócame aquí – le llevé la mano hasta mi coño. Después de eso, se terminaron las insinuaciones, y nos dedicamos a lo que estábamos.

Me desnudaron con cuidado de no romperme la ropa, y ahí se les terminó la timidez. Entre las dos me pegaron un repaso que en mi vida me habían dado. Si no tenía una lengua, tenía unos dedos adentro; de gritar, nada, siempre tenía la boca ocupada por una boca, unas tetas, o un coño de lo más sabroso. Me dieron para que tenga un rato, y se llevaron como para que no se les acabara enseguida. Me quedé a dormir entre las dos. Quedamos como para dormir y eso hicimos.

A la mañana nos levantamos con una resaca (no de bebida, de la otra) que nos pedía seguir en la cama, aunque no fuera para dormir. No pudo ser, no nos daba el tiempo. Armamos el equipaje y ni tiempo para desayunar. Partimos al aeropuerto, llegamos justo, nos dimos un beso de despedida, y me dejaron un sobre en la mano, saludaron con la mano cuando embarcaron, y adiós.

En el sobre me habían dejado mil euros más. Volvía cansada contenta y bien follada, que no era cosa de todos los días. Desde que se había ido Judit, estaba en una continua sequía. No era que me desesperaba por eso, pero cuando venía, lo tenía que aprovechar.

Era casi el mediodía, busqué algo para comer, con el firme propósito de acostarme a dormir después. La noche anterior había sido demasiada larga, y no por dormir precisamente.

Estaba en la cama, medio adormilada cuando suena el móvil. Tenía gana de no contestar, pero podía ser un trabajo, total para el día no iba a ser.

No era un trabajo, era mi hermana Isabel.

Mi hermana Isabel era doce años mayor que yo, siempre tuvo pretensiones de mama conmigo, me vigilaba, se fijaba en mis notas. Mucho de saber los idiomas se lo debo a ella. Habíamos vivido en Suiza desde pequeñas (mi papa era personal de la embajada) yo había nacido allí, en la embajada, pero a los diez años nos habíamos mudado a España, y fue ella la que siguió hablando conmigo en los diferentes idiomas.

Tenía un futuro prometedor, tuvo oportunidad de entrar en el cuerpo diplomático, pero se le dio por la ecología. Conoció a un ingeniero agrónomo, que también tiraba para ese lado, y decidieron vivir en plena naturaleza.

Tampoco es que se metieron en el medio del monte, buscaron un campo a quince kilómetros de una ciudad, y armaron una granja que, con los conocimientos de él, les daba de sobra.

Me quería mucho, pero no se daba cuenta que ya andaba sola. Era la madrina de su hija Rocío, una niña que yo adoraba y que desde la fiesta dónde había cumplido los quince años dejé de ver

Estábamos un poco distanciadas; no enojadas. Lo que pasó es que en esa fiesta le salió el protectorado y me dijo que mi marido no era lo que me convenía y que iba a terminar mal

Ni caso le hice, me tenía cansada con lo de madre sustituta, cuando me divorcié no me tomé el trabajo de decirle que había tenido razón. Agradecí y mucho, (sin decírselo) el que no me haya enrostrado, ¡viste, te dije! Pero no volví por su casa (tampoco es que estuviera cerca)

Bueno, el caso es que me habló mi hermana Isabel. Nos saludamos preguntándonos por todos los parientes, y fue al asunto.

  • Diana, si no te es mucha molestia ¿no podía ir Rocío contigo un tiempo en estas vacaciones?

  • Mira Isabel, poder puede venir y me gustaría mucho volver a verla, pero no siempre voy a poder estar con ella, en algunas excursiones podré llevarla, pero en otras no, si se anima a quedarse sola, me alegraría que venga.

  • Ay sí mujer, cómo no se va a animar, ya va a estudiar en la ciudad ingeniería informática, tonta no es, tú espabilaba un poco y que conozca Madrid, cuando veas que te cae pesada, me la mandas de vuelta – quedamos así, llegaba a la tarde del día siguiente

Hacía casi cinco años que no la veía, dentro de poco cumplía veinte. Me acordaba que era un poco tímida, vivir en la granja no le ayudaba, trataría de sociabilizarla un poco. Madrid como toda gran ciudad, es un poco impiadosa con la que no la comprende.

Al otro día la estaba esperando en la estación, no la conocí, fue ella la que se me acercó. Madre de dios, que pedazo de niña, unas tetas que te avisaban lo que venía detrás, un culo que te decía lo que se te iba, con su cara de niña era linda a rabiar, unos ojos que…que…

-Pero tía, ¿no me conoces? – me abrazo como cuando era pequeña, pero si estaba casi como yo, y yo era bastante alta ¡qué pedazo de muchacha!

  • Pero cariño, cómo no voy a conocer a mi ahijada, pero ¿qué comiste? Estas preciosa

  • Anda, si para estar como tú, me falta un rato

  • Sí claro, yo pensaba que era bonita y mira cómo me dejas, vamos a sacar el equipaje y a casa.  Cargamos una sola maleta que había traído, como para quedarse pocos días

  • Que pasa, trajiste poco, ¿ya te quieres ir?

  • No, algunas cosas me quiero comprar aquí, papa me dio la tarjeta, mientras no haga desastres, algún gusto me puedo dar.

  • Mientras no hagas desastres, algún gusto te vas a poder dar, con tarjeta o sin tarjeta. – tendría ganas de bañarse, fueron horas de viaje, paramos por un comedor a buscar comida - ¿qué te gusta?

  • Lo que te gusta a ti está bien.

  • A mí tanto me da, dime lo que te gusta y aprovecha

  • De verdad, si no sé cómo es la comida aquí, trae lo que te gusta y después te digo – calculando que vive más hacia el campo, se me dio por lo que me gusta a mí. Rabas y pulpo. Llegamos bajamos la maleta y se metió en la ducha, le ofrecí el yacusi de mi habitación, pero eso para después, ahora quería terminar pronto para hablar conmigo. Preparé todo afuera, quería impresionarla con las alturas, volvió con un pantaloncito que era el monumento a la lujuria.

  • Rocío, si sales a la calle así, te van a pillar en manada

  • Pues algunos van a salir con los huevos para hacer tortilla

  • Epa, esta es mi ahijada, no te conocía esas aptitudes ¿practicas algún deporte?

  • Un poco de futbol, y balonmano, todavía no se para que lado seguir, aunque lo mío es lo que estudio, ¿y tú de que trabajas? mama me dijo algo de turismo.

  • Sí, trabajo como guía turística para contingentes, pero lo que más me da, es acompañante de turistas.

  • Ah… ¿de puta? – me dejó tiesa

  • ¡Como de puta! Te estoy diciendo que acompaño a turistas que quieren conocer Madrid

  • Pero si acompañas a un turista, así sola, ¿no terminas haciendo de puta?

  • Claro que no, aparte que acompaño a mujeres

  • Qué ¿también hay putas para mujeres? No sabía ¿y andas con muchas?

  • ¡Por qué no te vas a la mierda! te dije que no trabajo de puta, si ando con alguien es porque me gusta y se me da la gana.

  • Bueno, no te pongas así, después de todo es un trabajo como otro cualquiera

  • Es que me jode que te pienses que soy una puta, el dinero me lo gano honradamente.

  • Bah, algunas putas se lo ganan honradamente, pero no te enfades, aparte que si es entre mujeres es otra cosa – se vino arriba mío – perdóname, soy una tonta, no quiero ver a mi madrinita enfadada que hace mucho que no la veía. Eres mala, cuanto hacía que no me visitabas

  • Es que está lejos, pero total, si vas a pensar que tu tía es una puta ¿para qué quieres verla?

  • ¿Y eso qué tiene que ver? Yo te quiero a ti, seas lo que seas, aparte que me parece que tú tienes un mal concepto de las putas.

  • ¿Y tú qué concepto tienes?

  • Yo ninguno, hay tantas y tantos que se casan por dinero y nadie dice nada, ¿qué cambia? Que se emputecen por más tiempo, por la fama o el dinero.

  • Sí, en eso tienes razón, pero yo no me emputezco ni por mucho ni por poco tiempo, si me gusta lo hago y si no, no. y ahora vamos a dormir que debes estar cansada.

  • ¿Puedo dormir contigo, así hablamos un poco más?

  • Qué quieres averiguar ¿si soy puta de mujeres?

  • Uy…te lastimé, mama siempre me dice que soy un poco bruta, pero es que no me parecía que te ibas a ofender, anda, perdóname, si no me dejas quedar contigo no voy a poder dormir.

  • Tendrías que quedarte sin dormir – puso unos morritos de pena – está bien duerme conmigo.

Nos acostamos y poco hablamos, estaba realmente cansada del viaje y a poco se quedó dormida. Me quedé mirándola un rato, ¡qué linda era! Así dormida parecía un ángel, un ángel un poco bruto cuando estaba despierta; claro criada en una granja no tenía muchas oportunidades de ser delicada, pero era mi ahijada, y me alegraba haberla recuperado.

Mi hermana, así como había hecho conmigo, había hecho con Rocío. No dominaba cuatro idiomas con fluidez, pero con el inglés y el alemán, se había esmerado por la utilidad que le daba para lo que estaba estudiando, por lo que, a pesar de criarse en una granja, era bastante instruida.

A la mañana se despertó primero, estaba acostumbrada a madrugar diariamente; no era mi caso.

Preparó el desayuno y me llamó; remoloneé un poco, pero al fin me levanté, me cambié y la invité a conocer algo de Madrid. Almorzamos en un comedor modesto, pero que se comía bien.

Después de hacer unas compras, volvimos para la cena. Me ofreció cocinar ella y acepté; era hábil, cocinaba bastante bien. mientras cenaba me preguntó sobre mi página de web, le expliqué y se ofreció a hacerla más ágil. Me preguntó

  • Y ahora que estás divorciada ¿no andas con nadie? - le contesté la verdad

  • Mira, si hay algo que me gusta no me hago la estrecha, pero no ando con nadie, ¿y tú tienes novio?

  • No, todavía no, mucho rollo eso de aguantar que te estén vigilando, que le tengas que dar explicaciones a alguien de lo que haces o dejas de hacer. Para eso tengo a mis padres.

  • Pero ¿entonces eres virgen?

  • No tía, no necesito tener novio para curarme de eso. Hago cómo tú, si me gusta me lo llevo al huerto y después que camine solo – me hizo gracia la naturalidad con que me lo dijo

  • Haces bien, que nadie te maneje los hilos, ya tendrás tiempo para eso.

Tenía una salida como guía en un autocar, le dije si quería venir y aceptó encantada. Aparte de conocer, se la pasó muy bien con una pareja de americanos, era un buen complemento para lo que decía yo; volvió contenta. Quería que se acostumbrara a valerse sola, yo tenía que trabajar.

  • Rocío, dentro de dos días me llega una pareja de austriacas, y estoy contratada una semana para hacerlas conocer Madrid, te vas a tener que arreglar casi todo el día sola.

  • No importa tía, si ya me ubico, y sino usaré el GPS, que para algo está.

  • Bueno, mientras tanto vamos a salir a pie, así te acostumbras a usar el metro; con eso llegas a cualquier lado – esos dos días los pasamos como dos colegialas. Fue una compañía muy agradable. No era para nada tonta, a pesar de no estar acostumbrada a una ciudad tan grande, se desenvolvía bastante bien. Llegó el día que tenía que esperar a mis contratantes

  • Rocío, tu no conoces el aeropuerto de Barajas, ¿quieres venir conmigo? A la vuelta te dejo donde puedas tomar el metro.

  • Bueno, me gustaría conocerlo, de paso también conozco a las alemanas esas.

  • No son alemanas, son austriacas

  • Hablan alemán, es lo mismo, ¿son jóvenes?

  • Pasan los cuarenta, pero diría que sí; si parecen jóvenes, son jóvenes – fuimos hasta la terminal, conversando de lo que podía hacer sola hasta la noche, que llegaba yo. Llegamos temprano para poder mostrarle la parafernalia del aeropuerto. Con la tele y los ordenadores, ya nadie se asombra de nada, estuvimos mirando los arribos, hasta que llegó el vuelo que esperábamos.

Habíamos visto sus rostros en el ordenador, así que nos fue fácil identificarlas. Una era rubia, un poco más alta que yo, un cuerpo bastante trabajado, elegante, pero se notaba que los cuarenta habían pasado hacía un rato, sinuosa en su andar, demostraba que alguna vez, lo suyo estuvo en el mundo de la moda. Por los datos que me habían dado, esta se llamaba Ingrid.

La otra, un poco más baja, pelo castaño, caminar más decidido, no tan femenina, más o menos de la misma edad, esa era Silena. Rocío fue la que primero les hizo señas, quedaron medias cortadas hasta que me vieron a mí. Nos saludamos y quedamos a esperar por las maletas.

  • Pensamos que ibas a estar sola, trajiste compañía o ¿el servicio lo hacen las dos? Preguntó Silena en alemán

  • No, es mi sobrina, viene del interior y de paso que venía a buscarlas a ustedes, la traje a conocer Barajas, a la vuelta se queda en el metro.

  • Es que no sé si todo el equipaje va a caber en tu coche

  • No es problema, yo me arreglo para volver sola – le contestó Rocío en alemán

  • Ah, sabes alemán también – dijo Ingrid – creo que con voluntad cabemos todas – voluntad podíamos tener, pero si metíamos todas las maletas, las cuatro no cabíamos. Llenamos el maletero y quedaban dos más para poner en el asiento de atrás.

  • No hay forma, a no ser que alguien vaya en el techo.

  • No se hagan problema por mí, vayan tranquilas – la rubia esa no le quitaba el ojo

  • Pero cariño ¿no te animas a ir sentada en mis rodillas?

  • Si a ti no te molesta, por mí no hay inconveniente – la morena las miraba con una sonrisita. Me parecía que tanta molestia tenía otras intenciones.

  • Cuando pasemos por cerca de casa te bajas, así no la molestas.

  • Pero porque se va a bajar, si total ella tiene que conocer Madrid, puede venir con nosotras, así yo tengo con quien hablar aquí atrás – volvió a decir Ingrid

  • Tía, si a ellas no le molesta podía ser, a mí me viene bien practicar alemán – ¿qué le iba a decir? No se daba cuenta donde se metía. A la noche la iba a espabilar. Silena de las dos era la más fuerte, cargó las maletas con mi ayuda, dejando un lugarcito para las dos, antes de cerrar la puerta quisieron acomodarse. Ingrid sentada normal, cruzó a Rocío sobre sus rodillas, y tomándola de la cintura con una mano mientras la otra la agarraba del muslo, la apretó bien contra ella.

  • A ver si podemos ponernos el cinturón, pasa la mano por mi cuello así ocupamos menos lugar

  • ¿Pero no vas muy incómoda así?

  • No, que va, si no debe ser tan lejos – que iba a ir incomoda, si un poco más tenía una teta en la boca, las miraba por el espejo y me ponía furiosa que Rocío no se diera cuenta lo que estaba pasando. En el coche esperaba que no le pasara nada, le pregunté a Silena

  • ¿Por qué tanto equipaje para siete días?

  • No, siete días es aquí en Madrid, después queremos conocer otras partes, alquilamos un departamento por esta semana, y después veremos. Podemos dejar el equipaje y vamos a comer a donde nos recomiendes.

En el viaje escuchaba como Rocío conversaba con Ingrid, le había apoyado la teta sobre la cara, parecían novias, yo bufaba. Llegamos, descargamos el equipaje y nos pidieron de ir a comer algo, después acomodarían la ropa. Era tarde para almorzar y temprano para la cena.

Las llevé a una terraza desde donde podían apreciar algo de la ciudad mientras comíamos unos bocadillos con cerveza, Ingrid se había sentado frente a Rocío, la miraba con expresión delicadamente lasciva. Rocío le devolvía la mirada cómo interrogándola, estábamos en eso, cuando le preguntó

  • ¿Por qué me pones el pie en el coño? ¿te gusto? – la rubita se puso colorada como un tomate.

  • No, no es eso, es que me agarró un calambre y estiré la pierna a ver si me pasaba.

  • Ah…entonces no lo hiciste porque te gusto. – yo la escuchaba y no me lo creía

  • No, lo hice por el calambre

  • Entonces ¿no te gusto? – Ingrid no sabía que decir, y yo y Silena tampoco

  • Pero si me gustas, si eres preciosa, pero lo que pasó fue por el calambre

  • Pero al fin ¿Te gusto o no te gusto?

  • Si, me gustas, me gustas mucho, eres hermosa

  • Bueno, ponte la sandalia y vamos al baño a ver qué podemos hacer con tu calambre – se levantaron y se fueron al baño. Me quedé sin saber lo que hacer ni lo que decir, no comprendía nada, fue Silena que me trajo a la realidad

  • Es muy decidida tu sobrina.

  • Es muy liberal tu amiga

  • Ni es mi amiga, ni es muy liberal; es mi esposa y es muy puta – me dejó cortada sin saber que contestarle

  • No pienses así, mira que mi sobrina viene de un pueblo que se tienen que arreglar solos, sabe quitar los calambres.

  • Mejor si sabe, porque esos calambres también me agarran a mí, y estoy segura que tú me los podías quitar

  • Mira, me parece que te estás equivocando, no me contrataste para que te hiciera cualquier cosa

  • No es para que tú me hagas nada, ni a mí, ni a mi esposa, solamente es para que se dejen hacer, y créeme que te puede gustar mucho, pregúntale a tu sobrina. Claro estaríamos dispuestas a rediscutir los honorarios.

  • No sé lo que tanto me puede gustar mucho

  • ¿Si te basta? que no vamos a hacer nada que no te guste, eres tú la que pone los limites – mientras nosotras hablábamos de negocios Roció en el baño le preguntaba a Ingrid.

  • Bueno, a ver ¿qué es lo que quieres con mi coño?

  • Probarlo, desde que te vi, que tengo ganas de saber a qué saben los coños del mediterráneo

  • Está bien, pero sin cosas raras, me corro las bragas ¿te sirve?

  • Mejor déjame que te las saco, si total ya se te mojaron en el coche

  • También, con la fregada que me pegaste, me debes un calentón.

  • Pon un pie sobre el wáter que ahora te lo pago – le sacó las bragas, Rocío subió la pierna quedando lo suficiente abierta para que entrara la cabeza de Ingrid, esta no se hizo rogar, se agachó y le entró a dar lengua de una manera, que la pobre Rocío tuvo que apoyarse en su cabeza porque las piernas se le convertían en un flan. La rubia era una fanática instruida. Fanática de comer coños y con una sabiduría envidiable para hacerlo, la hizo correr y no desperdició nada.

  • Dame las bragas que me las pongo

  • ¿Cómo te vas a poner estás bragas? Mira cómo están, deja que en casa te doy otras

  • Bueno, pero dame otras, no sé lo que le voy a decir a mi tía.

  • No te preocupes, que mi esposa ya la tendrá bien avisada – volvieron a la mesa, las dos llegaron sonrientes, Ingrid le dio un beso en los labios a su esposa.

  • Uhm…se nota que te curaron bien el calambre, ¿vale la pena acalambrarse? – dio vuelta la cara pudorosa, mientras le decía.

  • Ya vas a ver, es divina, una curandera nata. – Rocío se hacía la idiota, ni me miraba. Terminamos con lo que habíamos pedido. Nos pidieron si les ayudábamos a desempacar. Acepté. Igual quedaba una conversación pendiente.

Esta vez fue Ingrid la que se sentó adelante conmigo. Mientras conversaba iba pensando. ¿qué había pasado en ese baño? (aunque no era muy difícil adivinarlo). ¿qué contestación darle a la proposición que me había hecho Silena? Lo más parecido a una propuesta indecente (pero mucho más barata). Si fuera por mí, en los términos que me había planteado, no tendría dudas, pero por Rocío; hacerle eso sería una putada. Nada más llegar Ingrid le pidió a Silena

  • Tesoro, porque no le muestras a la niña una ropita que le comenté, mientras hablo con Diana

  • Rocío, a que vas a ponerte a ver ropa, mujer te vas a aburrir – le apunté

  • No te preocupes tía, habla tranquila con Ingrid, seguro que con Selena me voy a entretener – (sí, de eso estaba segura) y se metió en la habitación con ella

  • No te preocupes, Sile es muy divertida, la va a pasar bien – me dijo Ingrid – ahora a lo nuestro, mi esposa ya te habrá adelantado nuestras intenciones. Venimos aquí a saborear todo lo rico que hay en España, y las españolas están dentro, ¿por qué no probarlas también? Por el dinero, no te preocupes, te hacemos la transferencia con el móvil todos los días, eso sí, solo nosotras saboreamos, ustedes están para dejarse comer – era un poco raro ¿a qué le llamaría comer?

  • Tu esposa fue un poco difusa, no me dijo ni como sería, ni cuanto pagaría.

  • Lo que pagaría, son mil euros por día ¿cómo sería? Te muestro, empezaría besando esos bonitos labios así – me dio un beso, que si esa era la muestra no me iba a quejar por el total – comprenderás que lo demás cae por su propio peso, tú quédate quietita, que aquí la que se cae soy yo – a medida que iba bajando con sus besos, la ropa mía iba desapareciendo, sacarme el vestido no fue trabajo, el sujetador parecía que se quería salir solo; el chupeteo que le dio a mis pezones, me nublaban la razón.

Entramos en la otra habitación y no necesité que me empujara, me acosté sola, me saco las bragas y no necesite que me pidiera abrir las piernas, se abrieron solas también, y la dulce rubia, la elegante rubia se lanzó como una cavernícola hambrienta a comerme el coño. Que eficiente que era, por ser medio alemanas hasta eso hacían perfecto. Me pasaba la lengua con maestría, al clítoris le daba un tratamiento especial, era más delicada.

  • ¿Te gustaría que te metiera un dedo? – preguntó, como estaba yo, más que un gusto era una necesidad

  • Si lo haces sin lastimarme, podías meter dos – los metió y no me lastimó, me llevó al borde del orgasmo, me tenía ahí con mucha maña, pero si yo estaba caliente, ella también,

  • Ingrid, me corro – yo le avisé, que hiciera lo que quisiera, sacó los dedos y los llevó a frotarme la pipeta, mientras me metía la lengua hasta donde daba (daba bastante, era la primera vez que apretaba una lengua con los músculos de la vagina) me corrí a lo descosido, mis flujos le empaparon toda la cara, siguió lamiendo hasta que escuchó a Silena y Rocío en la sala.

  • Bueno, esto es lo que pedimos de ti; tú no puedes hacernos nada, tienes que respetar nuestra fidelidad, somos un matrimonio fiel, ¿qué me contestas? – una fidelidad bastante rara.

  • Tú me estás pidiendo para mí y mi sobrina. Por mí te diría que sí, ella no creo. – sacó el móvil

  • Entonces te transfiero dos mil euros, tu sobrina no tiene ni que pensarlo – me arreglé a las apuradas, Ingrid estaba impaciente por salir. En la sala Silena estaba tan impaciente como ella.

  • ¿Ya está, arreglaste? – preguntó

  • Sí, ya está, bueno chicas, ya pueden irse que nosotras tenemos que descansar – antes de terminar de salir, ya estaban dándose un morreo de película. Nos fuimos calladas, seguramente pensando cómo justificarnos, compramos algo para cenar, y en la mesa, frente a frente, llegó la hora de las explicaciones, Rocío no se atrevía a mirarme a los ojos, por fin habló.

  • Ya sé, me porté cómo una cualquiera.

  • Te portaste como muchas cualquieras, no tiene nada de malo, el asunto es si sabes lo que hiciste

  • Pero si yo no hice nada, todo lo hicieron ellas.

  • Sí claro, ellas son muy especiales. Entiende, no te estoy reprochando nada, te estoy preguntando si te das cuenta que pasaste una línea, en ti está en saber de qué lado te quedas, o si no le das importancia y esto no influye en tu sexualidad.

  • No te voy a negar que me gustó, pero de ahí a contentarme con eso, no lo creo, los chicos cuando no son pesados me gustan, por lo menos hasta ahora.

  • Eres un espíritu libre, aprovechas todo lo que te gusta, haces bien, ¿y esto que te pareció?

  • Raro, nunca creí mucho en los flechazos, lo de Ingrid me extrañó, pero me gustó. No sabía a donde iba a llegar, pero me dio ganas de averiguarlo, y cuando llegó, también me gustó; después me di cuenta que no hubo tal flechazo, venían a esto.

  • Sí, venían a esto y lo encontraron, ¿vas a seguir acompañándome? Si lo haces vas a encontrar más de lo mismo

  • Si me llevas, claro que voy a que me den más de lo mismo.

  • Pero mira que si vas, nos van a pagar mil euros por día, a lo mejor te parece que eso es de putas.

  • Ay…todavía te dura lo que te dije el otro día; esto que va a ser de putas, mira que si por dejarte comer un poco el coño, te vas a emputecer, aparte que con lo bien que lo hacen ellas, dejo que me lo coman gratis ¿pero es cierto que pagan mil euros? Están locas

  • Es cierto; tienen mucho dinero y no les cuesta. Entonces, a dormir, que mañana te lustran.

Nos seguimos acostando juntas, antes de dormir tuve un pequeño ataque de conciencia, si se entera mi hermana como despabilo a su hija, me mata. La verdad no creo que necesite despabilarse

A la mañana llegamos a la hora que nos habían citado, nos atendió Silena enfundada en una bata - Uf…perdón, pero ayer estábamos tan cansadas, que nos quedamos dormidas

  • Pero ¿no cenaron?

  • A sí, después nos levantamos para cenar, pero quedamos muy cansadas

  • Bueno vístanse tranquilas, que esperamos – al rato salieron bien arregladas, Ingrid dijo

  • Rocío, nos alegramos que quieras conocer la ciudad con nosotras, eres tan dulce.

  • ¿De verdad soy dulce? Nunca me había probado – nos echamos a reír ante esa ingenuidad

  • Claro que eres dulce, eres un caramelo que da ganas de chuparlo.

  • Ay no, que los caramelos se gastan y yo no quiero que se me gaste nada. – Silena comentó

  • Nunca te gastaríamos tu inocencia y tu ternura, corazón, confía en nosotras.

Fuimos recorriendo lugares típicos, se fijaban mucho en edificios antiguos, fotografiaban lugares costumbristas, llegó la hora de comer, nos volvimos a sentar como el día anterior

  • ¿Hoy no te va a dar calambres? – preguntó Rocío con una sonrisa, Ingrid le acarició la mano

  • No, aquí no, mejor en casa que estamos más cómodas para que me des el remedio.

Después de comer seguimos visitando diferentes lugares, pero estaban pensando en otra cosa

Hacía calor, el día estaba un poco bochornoso, la verdad que bajarse del coche era como entrar en un horno, nosotras no decíamos nada, la que más lo sufrían eran ellas. Ingrid se cansó

  • ¿Si vamos a comprar unas cervezas y algo para picar y vamos a casa que está el aire? – nos pareció lo mejor, estábamos sudadas y molestas, compramos varias latas y algo para acompañar, al llegar prendimos el aire y nos desparramamos en los sillones, nos estuvieron contando anécdotas de sus viajes, cómo se enamoraron, y como trataban de no caer nunca en la rutina enamorándose todos los días; incentivándose de distintas maneras. Nosotras era una de ellas.

  • Aquí se está bien, pero sudé tanto, que me parece que estoy toda mojada, ¿no te pasa lo mismo Rocío? – ya habíamos terminado con los bocadillos

  • Claro, nos pasa a todas, la verdad que merecíamos un buen baño

  • Eso es lo que estaba pensando, ven vamos a la habitación que nos damos un buen baño, ustedes pueden hacerla en la otra si quieren. – fue una linda forma de decirnos lo que ya sabíamos.

Silena se bañó primero, salió envuelta en una salida de baño, y me metí yo

  • Diana, no te preocupes por las bragas que te tengo un conjunto nuevo – la verdad que con el sudor daban asco, me bañé y salí envuelta en la toalla, Silena estaba vestida, pensé que había cambio de planes, pero no, prácticamente me desenvolvió como si fuera un paquete, de ahí en más, todo lo que antes estaba sudado ahora estaba baboseado, tengo que reconocer que algunas babas habían salido de dentro mío. Después del bruto orgasmo que me sacó, empezó a ponerse frenética, se frotaba contra mi pierna, al fin me pidió que me vistiera, se había terminado, salimos de la habitación, me hizo la transferencia, y golpeó la otra puerta.

  • Ingrid termina ya que Diana se tiene que ir – Salió Ingrid también vestida pero media desacomodada y se tiró en sus brazos, se abrazaron con fuerza

  • Mañana venimos un poco más tarde – no sé si nos escucharon, estaban idas. En el camino Rocío contestaba con monosílabos, estaba extraña, en el ascensor tampoco pude sacarle mucho, seguía haciendo calor, pero estar en el ático a esa altura era un gusto. Busqué unas cervezas y nos sentamos a tomarlas.

  • A ver, que te pasa que estás cabreada, ¿qué te pasó?

  • Me está cansando esto, son muy egoístas, quieren todo y no dan nada

  • Rocío, dan mil euros, aparte no sé qué otra cosa quieres que te den

  • Mira, hoy estaba como loca, me chupó todo lo que quiso, vieras como estaba, me hizo correr tres veces y no paraba, le fui a tocar una teta y no quiso, casi se pone a llorar; si tiene la edad de mi madre que se hace la impoluta; ¡la puta se tiene que hacer!

  • Mira, ya sé que son raras, pero son así, y así tu aceptaste ayer y hoy ya te cansaste.

  • No me cansé, pero mira la carga emocional de sentir que conmigo hacen de todo y yo no puedo hacer nada.

  • Pues mira, entre la que lo hace y la que se deja hacerlo, a ti te tocó la mejor parte.

  • Qué la mejor parte, vieras como se pone cuando me come el coño, frenética

  • Sí y la que te corres eres tú, ¡qué mal la pasas!

  • No la paso mal, pero ella la debe pasar mejor, sino querría hacerlo al revés, dice que soy dulce,

  • Mira Rocío, la cosa es como es, ellas se excitan de esa forma, rompen la rutina, pero quieren seguir siendo fieles, no te discuto que no sea una tontería, pero créeme, que tú te llevas la mejor parte.

  • Eso no te lo crees ni tú; no son bobas, si lo mejor me lo llevara yo, ellas lo querrían, yo quiero saber cómo es comerse un coño, y a ver si me pongo como ella.

-Ella se pone así, porque en ese momento esta recaliente y se tiene que aguantar para su esposa, será la tontería más grande que tú quieras, pero es así, ¿qué quieres que haga?

  • ¿Cómo que quiero que hagas? eres mi madrina, ¿qué te dijo el cura cuando me bautizaron? Tenías que cuidar de mí, en ausencia de mis padres, ayudarme en mis problemas, guiarme.

  • El cura no dijo eso, ¿de dónde lo sacaste?

  • Si no dijo eso, dijo algo parecido, la esencia es la misma

  • Anda tú con la esencia, ¿qué quieres? ¿qué las agarre del cuello porque tú quieres saber cómo sabe comerse un coño?

  • ¿Por qué tienes que agarrar a nadie? ¿no tienes coño acaso, o tienes miedo que te lo gaste?

  • Pero tú estás loca, ¡soy tu tía! Eso se llama incesto, y tu madre si se entera me mata a palos

  • ¿Y porque se tiene que enterar?  ¿es tu confesora acaso? Pues te aviso, si no hay coño para mí, de mi parte no hay coño para nadie

  • Pues no habrá coño para nadie, me lo hubieses dicho antes, me haces quedar como la mierda, eres una caprichosa de mierda. Se fue enfadada y yo me quedé igual, me daba rabia, no tanto por el dinero, sino por la falta de seriedad, hace las cosas como le sale.

Con Ingrid le gustó y ni pensó que implicaba algo de lesbianismo, y conmigo, quiere un coño y no le importa si soy su tía, y la verdad no es porque no me gustaría, que bien buena que esta. Esa carita de muñeca, esas tetitas ni grandes ni chicas, el tamaño justo, y ese culito respingón, que tendría que ser patrimonio de la humanidad, cómo no se va a poner idiota Ingrid, si hasta me estoy calentando yo.

Cerré los ojos, no quería seguir pensando. Estaba yogadizandome (de yoga no sé nada) cuando se sienta en mis rodillas y se apoya contra mis pechos.

  • Madrina, perdóname, no te quiero perjudicar en tu trabajo, ya sé que tengo que ser responsable y si dije que iba a ir, tengo que ir, pero de verdad que me hagan así me da rabia, si dices que no es tan importante, ¿por qué no dejas que pruebe contigo y me saco el gusto?

  • Porque soy tu tía, y eso es incesto, por eso

  • Tú no eres mi tía porque quisiste, lo eres porque eres hermana de mi mama, eres mi tía porque no tienes más remedio, y madrina eres porque quisiste, así que es más importante, y tu deber es enseñarme a comer un coño

  • ¡Pero! Pero, ¿no te das cuenta que somos familia?

  • O sea que a ti, cualquiera te puede comer el coño menos tu ahijada. Vienen unas señoras del culo del mundo y te dejas; ¡conmigo no! es pecado; Diana, la benedictina, tiene el coño bendecido – me dio la risa. Al mismo tiempo, después de lo que había estado pensando, un calorcillo me empezó a correr por todo el cuerpo.

Sabía que yo tenía razón, pero lo que ella decía algo de razón también tenía, y me gustaba más la razón de ella que la mía. Le acaricie el pelo, se apretó más, parecía una gatita mimosa, y si ella era la gatita ¿no me cabía duda quién era la ratita?

  • Rocío, sabes que te quiero mucho, si lo necesitaras te dejaría con gusto, pero eso está mal.

  • Dime, ¿no es mejor que el primer coño que me coma sea el de mi madrina, y no el de Ingrid? Te digo que la próxima no se aguanta y se arma con Silena, hoy se salvó por una uña.

  • Eres malvada, me estás chantajeando – se quiso levantar

  • Si piensas así, perdona haz de cuenta que no te pedí nada – la sujeté contra mí

  • No seas boba, te lo decía en chiste ¿cómo quieres hacerlo? – abrió los ojos como dos luceros

  • ¿Entonces me dejas? Eres la mejor madrina del mundo, ¿quieres aquí o vamos a la cama?

  • Vamos a la cama que por ahí pasa un satélite y nos sacan por la tele, pero primero vamos a ducharnos, que todavía debemos tener las babas de ellas; mejor lo hacemos con las babas nuestras – nos ayudamos a bañarnos sin toquetearnos mucho. Estábamos a la expectativa, nos secamos y fuimos a la cama, estaba eufórica, le pregunté - ¿cómo quieres hacer? No estamos enamoradas, pero simula un poco de cariño como para que lo parezca.

  • No necesito simular nada, no estaré enamorada, pero que te quiero, no lo dudes. Voy a hacer como hizo Ingrid conmigo. Primero te voy a dar un beso, pero de los de verdad – me lo dio, y bien que de verdad fue, - sabes, ella se pone loca cuando me chupa las tetas, a ver cómo me pongo yo – se dedicó a eso con entusiasmo. No sé cómo se ponía ella, pero lo que es yo, parecía una caldera. No sé si lo hacía mejor o peor, pero que fuera algo tan prohibido me aumentaba la lascivia. Me quedé quieta.

Quería saber cómo era, e iba a dejarla que lo averiguara a su modo. Yo solo iba a poner lo que ella pudiera sacar. Se daba maña; me zampó dos dedos sin pedir permiso, y yo agradecida. Se había aprendido la lección que le dieron las dos turistas, porque entre los deditos y esos morritos que hacían maravillas en mi clítoris. Me estaba llegando a un orgasmo fabuloso.

  • Rocío, corazón, me estoy por correr, mira que me viene muy fuerte, no me vengas conque no te avisé – siguió dándole a la lengua como si nada – ay cariño, sí bonita, sigue, sigue, así, asíiiii, ahhhh, por dios no pares ahora – fue un orgasmo largo y ella lo alargó más, lamió un poco más, hasta subir al lado mío. Me besó apasionada, se separó y me quedó mirando.

  • Viste que lo mejor es estar en el lugar en que estoy yo – le dije

  • Sí, tienes razón, pero la calentura que me agarré, no me la agarro ni cuando me lo comen ellas. Me voy a tener que masturbar

  • ¡¿Cóoomo?! Estás loca, mira tú; masturbándose al lado de tu madrina, no tienes vergüenza

  • Ay…déjame madrina, de verdad que estoy muy caliente, no voy a poder dormir

  • ¡Qué! ¿Ya se te olvidó lo que dijo el cura? “En caso de necesidad la madrina le tiene que atender el coñito a la ahijada” anda pónmelo en la boca que vamos a ver qué podemos hacer – se subió arriba mío temblando de ganas; apenas se puso en pose se corrió sin avisarme. Que coñito rico me pareció. Tan jovencito, tan poco usado, parecía que para ella era una novedad.

Siguió como si no se hubiese corrido. gemía cómo si fuera la primera vez, con una mano se había apoyado en el respaldo de la cama, con la otra me tenía la cabeza, mientras me follaba la boca con movimientos rápidos, como hacen los perros cuando están calientes, no le escatimé lengua y algún dedo fue a reforzar su alegría. Se volvió a correr, esta vez casi lloró. Se puso a mi costado en cuatro, y se abalanzó a besarme.

  • Madrina, tienes razón, es mejor cuando te comen, pero lo que me calenté contigo, es impagable.

  • ¿Piensas qué con ellas te vas a calentar lo mismo?

  • ¡No! creo que para hacer eso por lo menos tiene que haber cariño o amistad, pero así, con ellas, no me da ganas. ¿Sabes lo que pasa? Me hacen tener un orgasmo y después pareciera que no cuento para nada; eso me pone mal. Pero sí sé que cuando llego a casa, hay alguien para la qué sí cuento para algo, sería diferente, sería la gloria, no voy a comparar a mi madrina, con esas señoras que lo único que quieren es comer coños

  • Vamos a hacer una cosa. Mientras estemos con este trabajo, cuando estés deseosa, yo te voy a ayudar, pero después que no se haga hábito.

  • Ya sé, eso lo voy a hacer con mi madrina, con mi tía no, que es un culo parado – me apretó y con sus besitos no me dejo contestarle, hasta que nos quedamos dormidas.

Al otro día fuimos más tarde, Silena se apropió de Rocío, se dio cuenta de cómo quedó su esposa, y no quiso tentar al diablo. Pasamos un día entretenido, Ingrid era seductora por naturaleza, y sus cerca de cincuenta no se notaban, aleteaba las pestañas como una colegiala, todavía le quedaba bien, dentro de pocos años iba a hacer el ridículo. No ahorraba el fregarse contra mí, cada vez que podía, pretendía tenerme excitada para el momento.

Silena, era menos artificial, aparentaba más decidida, pero esperaba que Rocío tomara más la iniciativa; que se ofreciera; sabía que lo que hacía gustaba y se remitía a alagarla y piropearla.

Cenamos en la pulpería (les iba a cobrar por la propaganda) salieron satisfechas con la comida, y un poco achispadas (tomaron vino, nosotras no) llegamos al departamento y enseguida nos metimos cada cual en una habitación.

Ingrid estaba apurada, le tuve que pedir que me dejara desnudarme para que no me rompiera la ropa, apenas me desnudé, no se aguantó más. ni siquiera se ocupó de besarme, se pegó a las tetas, para pasar a mi coño enseguida, creo que quería terminar rápido, el problema es que yo estaba neutra. Podía tratar de simular un orgasmo, pero a una mujer no se le engaña tan fácil; menos si tiene los morros metidos dentro de tu coño. Se estaba poniendo nerviosa, traté de calmarla

  • Tranquila, despacio, no me hagas correr tan rápido, déjame gozar más tiempo – se sonrió y se calmó, se le fue el apuro, empezó a pensar más en mí que en su apuro. Así sí, me fue llevando lentamente hasta que me dejé ir exagerando un poco el efecto. Esperó hasta que me vestí, salió y fue derecho a golpear la puerta donde estaban las otras dos. Se dieron un beso y Silena se despidió

  • Chicas, ya saben de lo que va, si quieren quedarse un poco, cierren la puerta al irse, hasta mañana. Antes de salir escuchamos parte del encuentro de esas dos. Era tarde, llegamos a casa, nos duchamos, y nos dormimos enseguida.

Al otro día, seguimos visitando museos, fuentes, iglesias. No tenían un gusto fijo, cualquier cosa que saliera de lo normal les interesaba. Esta vez decidieron volver más temprano. Me tocaba Silena, me gustaba más, no se hacía la mariposona, iba a lo que iba, y lo hacía con entusiasmo. Me decía que la excitaba mucho el sexo oral con una extraña, para después hacer el amor con Ingrid, me daba un repaso de miedo, lo hacía bien, pero me dejaba más caliente que cuando empezaba. Terminamos como siempre, en el camino paramos a comprar para la cena, llegamos a casa y Rocío pasó a la ducha, mientras preparaba para cenar en la terraza. Después pasé a ducharme yo, nos sentamos a comer y le pregunté.

  • ¿Y qué tal? ¿cómo fue hoy?

  • Y…según conque lo compare, no fue malo

  • ¿Y con qué lo quieres comparar?

  • Tú sabes conque lo comparo, lo pienso y me caliento más que si no me hicieran nada

  • Creo que algo de eso también les pasa a ellas, nada más que lo hacen a propósito, se calientan con nosotras, y disfrutan entre sí

  • Pues, aunque no lo hagamos a propósito, si ellas nos calientan porque no podemos disfrutarlo

  • Porque tenemos que juntar los platos para dejar esto limpio – levantamos todo en un santiamén, y nos abocamos a lo nuestro. De verdad que me dejaban más caliente que si no me hicieran nada, y como decía Rocío, ni comparación. Nos sacamos las ganas hasta quedar dormidas, Los dos días siguientes fueron parecidos, y para nosotras en casa también. El último día, nos pidieron que fuéramos a la tarde, llegamos y todavía estaban en bata. Parecían fatigadas

  • Qué pasa ¿hoy no piensan salir?

  • No, hoy queríamos proponerles hacer otra cosa que nos gustaría ver

  • Uhm…quedamos que cosas raras no, nada de lastimarnos o tratos malos – dije por lo de BDS o algo parecido – Ingrid contestó

  • ¡No!, no, nada de eso, quisiéramos verlas hacerlo entre ustedes

  • ¿Cómo? ¿Quieren ver un espectáculo lésbico sin estar ustedes?

  • Eso es lo que queremos, verlas a ustedes dos teniendo sexo – Fue Rocío la que contestó.

  • No, a mí me da vergüenza, si quieren con una de ustedes, bueno, pero sino no.

  • Podríamos pagarles mil euros más – volvió a contestar Rocío, la dejé, no lo estaba haciendo mal

  • Si mil euros no me alcanzan ni para la matrícula de la universidad, aparte que lo que quieren es ver cómo hacemos incesto con mi tía, dios me libre y guarde – estaban sentadas en el sofá con una jarra de bebida al lado, la cama la dejaban para nosotras se les notaba las ansias por vernos

  • Dos mil euros, primero lo hace una y después la otra

  • Con eso sí que me alcanzaría, sería cuestión de confesarme bien después, ¿qué dices tía?

  • ¿Y si lo hacemos cómo nos pagarían?

  • Le hacemos la transferencia ahora.

  • ¿Tú que dices Roció?

  • Y bueno, por un pecado no vamos a ir al infierno – se pegó a mí, me metió un beso en 3D, me mordió la oreja para decirme bajito – las vamos a hacer arder. Si la hubieran filmado hubiese ganado el Oscar a la mejor película porno. No sé cómo hicimos, pero logramos evadirnos del entorno. Seguramente que teníamos algo de Voyerismo, porque saber que estaban mirando nos calentaba más. los orgasmos no fueron fingidos y se notó. Terminamos nuestro número y las miramos a ellas, estaban desnudas con las batas abiertas masturbándose entre ellas como locas

  • Más, más, háganlo otra vez

  • No, el trato era este

  • Dos mil más, Dos mil más, se los transfiero ya – estaban completamente desubicadas

  • Bueno pero una vez más, y paramos – dijo Rocío. Nos trenzamos de vuelta me pidió si hacíamos un 69, fue delicioso, la cabrona me empezó a meter el dedo en el culo, me fastidiaba un poco, pero a poco ya casi me gustaba, no quise hacerle lo mismo porque era joven todavía, pero al coño no le tuve lastima y le metí tres dedos, las austriacas debían mirar con ojos asombrados.

Volvimos a corrernos como si fuera el primer polvo, estábamos agitadas, se giró sobre sí misma y se pegó a mis labios. Nos calmamos un poco, los gemidos seguían, y no eran nuestros. Miramos y nuestro asombro fue total. Estaban las dos entrelazadas siguiendo masturbándose mutuamente. Masturbándose es una forma de decir, no se estaban haciendo un dedo; se estaban haciendo toda la mano. Fisting creo que le llaman, siempre creí que era una exageración, pero estas dos se la estaban montando con el puño adentro, empujando para que entrara más. estaban en lo suyo, en ese momento creo que no sabían que nosotras estábamos allí.

Le hice señas a Rocío que no hiciera ruido, nos empezamos a vestir. Lo que habíamos convenido estaba hecho. Escuchamos un ruido como pelea de perros (o de perras en este caso) cuando llegaron al clímax. Recién se dieron cuenta que no estaban solas.

  • Qué pasa ¿ya se van? – preguntaron con cara de idas

  • Ya hicimos lo acordado, las dejamos para que sigan

  • Es que queremos verlas a ustedes, nos gusta mucho, ¿cuánto quieren y lo repiten?

  • ¡No, no! esto se terminó, ya no tendríamos que haber llegado a esto, aquí se acaba

  • Les damos cinco mil, si tu no quieres, déjanos a la pequeña. Ven corazón, toma un poco de jugo de debes de tener sed, si quieres te damos más

  • No Rocío, no tomes porque quedamos en guardar nuestros sabores hasta mañana, esto no lo vamos a volver a hacer – me miraba sin comprender, pero no dijo nada. Como estaban, cinco mil no era nada. Estaban abrazadas, aun con las manos en los coños, con la expresión de sus caras, no daban una idea si estaban gozando o sufriendo, se le escurría la baba entre los labios como perras en celo.

Nos fuimos, quedamos que si se seguían en Madrid, podíamos convenir para otro día, en el viaje de vuelta fuimos calladas; las dos impresionadas por lo que habíamos visto. No es que en video no se viera, pero así, en vivo daba impresión. Llegamos y le pedí que se duchara primero, mientras preparaba algo para cenar, al rato me avisó que había terminado y entré yo. Cuando salí, estaba desnuda boca abajo pensando

  • ¿Que te pasa? te noto muy pensativa

  • Es que no entiendo, nos ofrecieron cinco mil euros para volver a hacer lo mismo, y no quisiste, tenías miedo que no te pagaran.

  • No, no me daba miedo eso, como estaban hasta podíamos sacarles más. Uhm…ven, vamos a tomar unas cervezas y comer algo y te explico.

  • Pero si dijiste que teníamos que quedarnos con los sabores hasta mañana, ¿qué cambió?

  • Cambió que estamos en casa, ven así si quieres, que hace calor y no tienes nada para ocultar que no conozca, ven y te explico – nos sentamos en el sillón del ático – Rocío, ¿no te diste cuenta que estaban drogadas hasta las cejas? La droga seguro que estaba en ese jugo. Si tomabas de ahí ahora ese coñito divino que tienes, estaba ocupado con un puño adentro.

  • No me dejaba – me contestó convencida

  • Cariño, si llegaban a drogarte, no es que no te dejabas, es que a lo mejor lo pedías, y no te creas que ese culito tan respingón, se salvara de tener otro puño adentro. Ibas a estar un mes caminando como los cangrejos y comiendo parada. – se sentó en mis rodillas

  • Ay tía, me metiste miedo, y yo que casi te digo de quedarnos, ¿y nos volverán a llamar?

  • No creo; mañana cuando se les pase, quizá les de vergüenza, no creo que se casquen seguido. Nos quedamos las dos desnudas disfrutando el fresco. Estábamos calladas y estábamos bien, se había quedado adormecida – bueno bonita, ¿te llevó a dormir? – se refregó contra mis pechos

  • ¿De verdad me vas a llevar?

  • Claro, si estás que no te puedes – me miró sonriente y dejó que la llevara, la acosté y me tendí al lado, se pegó a mi lado y me abrazó con fuerza

  • Me tendría que haber quedado con el gusto de mi tía hasta mañana

  • No me digas que después de lo de esta tarde todavía te quedan ganas

  • Esta tarde estuve con mi madrina, ahora estoy con mi tía, y tengo ganas de estar así, siento que me quieres, que me cuidas, que para ti soy más importante que el dinero, así cómo me tienes abrazada, siento que nada me puede pasar. Nunca nadie me demostró tanto cariño como lo haces tú, ni en mi casa

  • Mi amor, que no te lo demuestren así, no es porque no te quiera, ¿te imaginas a tu mama o a tu papa teniéndote así? Si no hubiesen pasado las cosas como pasaron, tampoco podrías estar así con tu tía; pero créeme que no te quieren menos – lo pensó un momento

  • Sí, tienes razón, pero como las cosas pasaron como pasaron, déjame aprovecharme y tenme abrazada así hasta mañana – nos dimos unos cuantos besos rápidos, sin ninguna connotación sexual, y nos quedamos dormida. A la mañana nos despertamos, no teníamos nada que hacer.

  • Rocío ¿qué vas a decir en tu casa de como conseguiste el dinero?

  • ¿Y cuánto es?

  • Me voy a fijar bien, pero creo que son diez mil

  • Pero cómo, ¿me vas a dar la mitad? – preguntó asombrada

  • Claro, si tú hiciste tanto como yo

  • Pero estás loca, si eran clientes tuyas

  • Pero ese dinero te lo ganaste tú

  • Si vas a repartirlo así, nunca vas a hacer dinero

  • Si no vas a aceptar que te den lo que te ganaste, nunca vas a hacer dinero tú – quedamos así

No tenía nada contratado, y salí en algunas excursiones donde también venía Roció. Con sus conocimientos del inglés me ayudaba bastante, y de paso paseaba.

No volvimos a tener relaciones, a pesar que dormíamos juntas, quedamos en comportarnos como tía y sobrina. Pasamos momentos agradables, Guillermo (vamos a ponerle nombre a mi ex) me contrató como guía y traductora para un tour de americanos, en el transcantabrico. La empresa había comprado todo el paquete a Renfe, y todo el viaje corría por cuenta de ella, Rocío no estaba anotada como traductora, no la podían contratar, pero me permitieron llevarla, dormía conmigo.

No tenía sueldo, pero con la simpatía, y las buenas propinas que estaban acostumbrados a dar los americanos, sacaba más que en un empleo. Fueron ocho días de fiesta para ella. Pero la fiesta se estaba terminando. Empezaban los estudios, la última semana hicimos una excursión de dos días. Al volver me dijo.

  • ¿No podrías decir que tienes que acompañar a alguien y quedarnos solas?

  • ¿Y qué quieres hacer?

  • Quiero pasar estos tres días con mi madrina – me quedé mirándola sin comprender a lo primero

  • ¿Y qué quieres hacer con tu madrina?

  • Lo que hago con mi madrina. Después de hacerlo te digo – que le iba a decir. A ella le sobraban ganas y a mí no me faltaban. Esa noche hacía calor, la luna parecía que estaba solo para nosotras. Saqué unas colchonetas y nos pasamos la noche ahí afuera, hasta tuvimos tiempo de mirarla. Todo ese tiempo en que nos reprimimos, una vez pasado el límite, se desbordó.

  • No te voy a hacer como las austriacas, pero acuérdate que ese culito me debe una.

  • Yo pensé que te había gustado.

  • Y yo pienso que te va a gustar, - mientras estaba sorbiendo ese clítoris divino, le saqué el dedo de adentro de la almeja, y le apunté a la puertita trasera, cuando lo sintió pegó un saltito, no dijo nada, sabía que se lo había ganado. Igual no fui bruta, se lo fui metiendo de a poco hasta que se relajó y le entró todo; despacio lo metía y lo sacaba. Lo que antes era incomodidad empezó a ser gusto, le ayude con una buena lamida

  • Madrina, sí…, sigue, me gusta…, no pares que me viene, yaaa, más rápido, ahhh.. – la estaba ayudando con una buena lamida, y me lo agradeció con un orgasmo, que según me contó después fue de los más intensos. A cada uno que le sacaba yo, me lo devolvía con creces, estábamos distendidas, se habían terminado los remordimientos, era tarde para eso.

Usamos el yacusi para relajarnos, y poder seguir después contracturandonos con las posiciones más insólitas para sacarnos el jugo, y literalmente nos lo sacábamos a gusto.

La ultima tarde, estábamos tristes, me había acostumbrado a tenerla conmigo, a ella le pasaba lo mismo, para mí, era una bocanada de juventud. A la noche se duchó sola y se tiró en la cama, cuando salí de la ducha estaba desnuda esperándome, le notaba la tristeza

  • Yo también estoy triste, me apena que te vayas, pero sabes que tiene que ser así

  • Si lo sé, por eso esta noche me gustaría dormir abrazada con mi tía – le entendí enseguida

  • Yo también quiero dormir abrazando a mi sobrina – la acogí entre mis brazos, la sentía tan tierna, que era impensable en pensar en sexo, nos fuimos besando castamente hasta quedarnos dormidas.

A la mañana preparamos todo, compramos otra maleta para llevar lo que había comprado

  • Cuando haya un puente largo, te voy a venir a visitar.

  • Cuando no vengas te voy a visitar yo, tengo ganas de ver a mi hermana

  • A sí, pero seguro que a casa va a ir mi tía, y yo aquí voy a venir para estar con mi madrina

  • Seguro que la vas a poner muy contenta, cuídate mucho – nos despedimos como tía y sobrina, y miré como el tren se perdía en el horizonte.

Volví a casa y me puse a escribir este relato. Mientras lo escribía, pensaba si no me estaba repitiendo mucho. Si mi vida no se estaba repitiendo mucho. Todo empezaba en el aeropuerto o en una terminal, y terminaba volviendo del mismo sitio a este ático, tan cómodo, tan espacioso, tan moderno, con las mejores vistas de Madrid, pero tan vacio.