Libre en mi sumisión por juan
Continúa la historia
Continúa la historia que Juan y Lía están viviendo, pero contada desde el punto de vista de Juan, el dominante.
Me había levantado relativamente temprano esa mañana, la verdad es que tenía tanto planes con ella, que no sabía por cuál de ellos podía empezar, debía aclarar mis ideas antes de que se despertara. Estaba tan dormida en su jaula, la verdad es que despertaba cierta ternura en mí, quien iba a decirme hace unos días, que esta chiquilla me iba a cambiar tanto. Había dejado de lado mis dos reglas fundamentales, y alguna cosa más, que para mí era importante, pero a su lado esas cosas no me importaban.
Tras divagar un rato por mis pensamientos, ya tenía decidido lo que íbamos a hacer hoy, así que me acerqué a la jaula, abrí la puerta, y acaricié su pelo suavemente, no quería asustarla, por lo que cuando abrió los ojos, la sonreí. Vi como un escalofrío la recorría por el cuerpo, me complacía ver que su cuerpo empezaba a responderme con solo mirarla, pero pude ver como por su cabeza cruzaban varios pensamientos, para después volver a un estado de calma. Tenía que ir con cuidad, todavía su mente era vulnerable, por lo que sino iba con cuidado, podría escaparse de mis manos, y eso no iba a permitirlo, esta chica era MÍA.
Tenía que dejarle claro a quien pertenecía, así que tiré de su correa para que saliese de la jaula y se pusiera a cuatro patas como la perra que era. Cogí de su pelo con fuerza, y tiré para que me mirara a los ojos, necesitaba que viese en los míos, su sumisión, mi pertenencia con ella, todo. Sentí como su cuerpo se estremecía con mi mirada, así que por ahora estaba satisfecho, aunque el día de hoy, iría trabajando en ella, su sumisión hacia mí.
J: Te he dejado la ropa encima de la cama, tienes media hora para arreglarte y prepararte, ni un minutos más. Yo voy a ultimar unas cosas. Nos vamos a comprar.
L: Sí Amo.
Necesitaba sentirla, aunque no podía hace muchos ya que teníamos que irnos, pero mi macho interior necesitaba sentir a su hembra, por lo que la di un beso animal, intenso. Quité la correa para guardarla dentro de mi bolsillo, después volvería a necesitarla. Vi como se alejaba a cuatro patas, lo cual me encantaba, y me dejaba a la vista su culo y su coño, no podía quejarme, era una buena hembra. Estaba esperándola en el sofá, y pensando en cómo quedaría el mobiliario que acaba de prestarme un amigo mío, que se iba por un tiempo de vacaciones, necesitaba que instalaran las cosas rápido, mientras estaba de compras con ella.
Me había cansado de esperar, así que me levanté y fui a la habitación a ver si ya estaba lista, y la verdad es que estaba muy guapa, casi quitaría las respiración a cualquiera, y mi polla no hizo más que reaccionar, sólo quería arrancarle la ropa, atarla a la cama y follarla duramente, pero tenía otros planes en la cabeza. Me llegó un mensaje al móvil, señal de que ya habían llegado los instaladores, por lo que me acerqué a ella y la dije.
J: Estas muy guapa, hemos de irnos ya. -pude ver como sus mejillas se teñían de rojo al ruborizarse-.
No podía ir con ese collar por la calle, llamaría demasiado la atención, así que se lo quité, pero al hacerlo pude notar pequeños temblores en su cuerpo. Sabía que se sentía insegura sin él, ya había pensado en ello, la coloqué uno más discreto que pasase desapercibido, pero que marcase mi propiedad. Eso hizo que pararan los pequeños temblores de su cuerpo, y volviese a sentirse segura. Esto me ha producido un gran placer, saber que sin el collar se siente desprotegida, y con él no, eso quiere decir que ya es más mía.
Salimos de la casa, y al pasar por los buzones metí un sobre con la llave de la casa en el buzón, quedé con los instaladores que ahí podrían encontrar la llave para entrar en la casa. Vi como observaba lo que hacía, pero no hizo preguntas, lo que hizo que se me hinchase el pecho, al ver como ella confiaba en mí. La verdad es que hacía poco que nos habíamos conocido, y ya teníamos un lazo y una confianza bastante fuerte.
Hicimos varias compras que eran necesarias, como comida para ella en su nuevo bol de perra, algo de ropa más insinuadora, ya que la que tenía lo era poco, pero nunca demasiado, ya que no quería que otros babeasen y se pajeasen con mi propiedad, era mía en todos los aspectos, y nadie la iba a disfrutar. La verdad es que la tarde se me hizo muy larga, aunque disfrutaba de su compañía, tenía ganas de llegar a casa, empotrarla y follarla hasta reventar, pero todavía no había recibido el mensaje de los instaladores, así que no podíamos volver.
Por fin me llegó ese mensaje que estaba esperando, ¡joder lo que han tardado!, así que nos fuimos hacia casa, y ya en la puerta, quise que el nuevo cambio a su casa fuera una sorpresa, por lo que la vendé los ojos. Se la notaba un poco nerviosa, no tenía ni idea de lo que iba a pasar, y sentir ese control sobre ella, me excitaba aún más. Abrí la puerta, la ayudé a pasar, y una vez dentro, ya no aguantaba más, así que cambié los collares, y até la correa, impaciente por empezar.
J: Desnúdate.
L: Sí Amo.
Se desnudó lentamente, haciéndome sufrir una agonía, ya que tenía la necesidad de enterrarme en ella, pero también me gustó, se movía de forma sensual al quitarse la ropa, lo que endureció aún más mi polla si cabe. Me gustaba su dulce tortura, así que a cambio le di un buen tirón en los pezones, lo cual hizo que la muy puta gimiera.
J: Va saliendo lo que verdaderamente eres, mi puta. Seguro que ya estás mojada... (mientras pasaba mi mano por su coño, empapándome de los flujos, y limpiándome en sus tetas)... Mmm unas buenas ubres para que algún día me des de comer leche de ellas, pero todo a su tiempo.
Seguía con los ojos vendados, aumentando su excitación, al no saber lo que estaba haciendo. Me encantaba su piel blanca, que enseguida se tornaba en un color rojo que a mí me parecía precioso. Acaricié levemente su cuerpo, haciendo que su necesidad de mí aumentara por momentos, que sintiese la necesidad de que me la follara, de que la volviese a marcar como mía.
Le quité el vendaje de los ojos para que pudiese ver como había transformado el salón de su casa. La verdad es que su cara de asombro no tenía precio, estaba completamente sorprendida, pero no quería darle demasiado tiempo a asimilarlo, la necesitaba ahora. Tiré de su correa para que me siguiera hasta el potro, donde me tomé mi tiempo para dejarla inmovilizada, pero dejando sus tetas colgantes y su culo bien expuesto, quería disfrutar de mi propiedad, y eso iba a hacer. Esa piel llamaba a gritos a mi mano, para que la dejase roja, de ese color que tanto me gustaba, así que empecé a azotarlo.
J: Cuenta los azotes y me darás las gracias por cada uno de ellos. Haremos diez azotes.
L: Sí Amo.
Y empecé con los azotes: ¡zas! “Uno, gracias Amo”. ¡Zas! “Dos, gracias Amo”. Así hasta llegar a diez. Era música para mis oídos el poder escucharla decir eso. Una vez que acabé, la piel ya tenía el tono rojizo que tanto me gustaba, pero necesitaba calmar un poco la piel, así que lamí esas rojeces, como un animal lamía sus heridas, eso reafirmaría lo que ella era, una perra. Cuando acabé, me alejé un poco para poder admirar mi obra, lo cual hizo que mi polla estuviera a punto de estallar, pero quería disfrutar más de ella, así que me controlé para el siguiente movimiento.
Vi como cerraba los ojos para tener un poco de tranquilidad, pero ahora no era el momento. Le coloqué unas pinzas en sus pezones rosados, enganchando la cadena que las unía a un pequeño gancho escondido que tenía el potro, dejando bien tirantes las pinzas. Ella al instante abrió los ojos y la boca, lo que me permitió meterle la mordaza y atársela por detrás, viendo como la saliva comenzaba a escaparse de su boca y a caer por su barbilla. Iba a humillarla hoy, así que la escupí en la cara, lo que la produjo cierta sorpresa, pero en seguida volvió a su cara de guarra habitual.
Me había pillado una buena sumisa, guarra hasta la saciedad, va a ser mi puta durante mucho tiempo, yo mismo me encargaría de ello.
J: Así estás más guapa mi zorra. Ahora me darás tu culo de guarra, y estarás encantada por ello, por poder servir a tu Amo.
Al verla asentir con tanta energía, me dejó claro lo puta que era, así que me salió una pequeña risa. Me coloqué detrás de ella, escupí en su ano y me saqué la polla del pantalón, la cual no aguantaba más, necesitaba entrar, así que sin esperar más, hice presión contra su ano, y entre sin miramientos. Estaba muy estrecha, en el primer empujón solo me entró la punta, notaba como se retorcía de dolor, pero no pensaba parar, así que acaricié su culo para que se tranquilizara, y con el segundo empujón, conseguí meterla entera. ¡Joder, como apretaba el culo! Empecé a moverla para que se ensanchase poco a poco el culo, pero con las ganas que tenia, intensifique los movimientos, solo me importaba mi polla, se sentía increíble en su culo. Noté como estaba cambiando su sensación a placer, ahora no paraba de gemir la muy zorra.
J: Toda una buena hembra, encantada con su macho. Muy buena puta, y ejemplar.
Estaba disfrutando como toda una hembra de su macho que no la deja de perforar el culo. Aquello se sentía increíble y ya no lo podía aguantar más, así que me corrí dentro de ella intensamente, descargue todo lo acumulado en el día y ¡joder, que bien se sentía! Tenia que humillarla, degradarla y recordarle su posición, así que cuando saqué mi polla, la puse un plug, que acababa en cola de perra. La desate y la quité las pinzas, la bajé del potro, la lleve a su comedero de perro y la serví la comida.
J: Ahí tienes tu comida perra. Sin manos.
L: Sí Amo.
La vi comer directamente con la boca, la verdad es que esta chica no paraba de sorprenderme, pero se la notaba bastante a gusto con ello, lo cual me decía que estaba haciéndolo bien. Cuando acabó, consideré la idea de volverla a usar, pero la verdad es que ya era tarde, y los dos estábamos cansados, así que la metí en su nueva jaula, y la cerré, no vaya a ser que por la noche se me quisiera escapar.
J: El día todavía no ha acabado mi pequeña, lo haces muy bien. Irás aprendiendo, ya lo verás, yo te educaré. Serás feliz, ahora descansa un poco.
L: Sí Amo.
Se recostó en la jaula, y se quedó dormida. Me senté en el sofá a observarla por un rato, hasta que me quedé medio dormido.
Espero que os guste, y me dejéis muchos comentarios.