Libre dos meses

Por viaje de trabajo de dos meses de mi esposo, una relación de amistad con un representante de unos niños amigos de mis hijos, se transforma

Me llamo Julia, tengo 45 años. Casada a los 23, con Luis José Dos hijos de 21 y 20, estudiantes en Madrid. Soy Arquitecto y mi esposo Ingeniero Civil. Vivimos en Ávila y tenemos un despacho juntos. Somos una pareja normal que nos amamos mucho y nos respetamos. Estoy segura que Luis José no me ha sido infiel y yo tampoco. Nuestra vida sexual es muy buena. Después de 22 años de asados teneos relaciones por lo menos 3 veces por semana y son muy satisfactorias. Soy multiorgásmica y Luis José aguanta mucho para que yo disfrute mucho hasta u último orgasmo cuando exploto en gritos, quedo temblando y súper satisfecha.

Para primavera había un congreso de Arquitectura en Roma y los temas eran muy importantes para mi y también para mi marido, por lo que decidimos ir juntos. Y yo me encargué de la inscripción, de las reservas de hotel y de un plan de conocer Roma y disfrutar de una segunda luna de miel, según sus palabras. Estábamos muy emocionados.  Yo había comprado ropa nueva para el viaje y como era segunda luna de miel con mi marido, había comprado ropa que sin ser vulgar, sirviera para estimular a mi marido y hacerle sentir orgulloso de su mujer. Yo se que soy guapa, mido 1,65, senos medianos y firmes, nalgas redondas y aún en su sitio, no tengo tripa y mis piernas son muy bonitas (de joven, en un verano en Alicante, gané un concurso de miss mejores piernas en una discoteca). Vale decir, que diariamente, antes de ir a nuestro trabajo vamos al gimnasio. Un fin de semana fuimos de ...

compra y escogí lencería muy sexy y un vestido de noche negro, descotado por la espalda y por delante hasta la cintura que dejaba abierto el canal desde el cuello, por supuesto que no se veían mis senos, pero si que se insinuaban mucho y por sujetador solo dos copas adheridas al vestido, de largo hasta la rodilla con una abertura lateral. Me quedaba espectacular cunado me lo probé y mi marido lo aprobó.

En nuestro despacho hemos desarrollado u sistema constructivo muy barato y muy rápido para naves industriales. Hicimos las primeras naves y el resultado ha sido de mucho éxito, tanto que casi no nos damos abasto para aceptar más trabajos y hemos tenido que contratar a otras empresas para la instalación. Es así como recibimos un correo electrónico de una empresa de Brasil interesada en un número muy importante de naves para un polígono industrial en el centro de Brasil. Contestamos y acordamos una reunión con el representante de la empresa en Madrid. Hicimos una propuesta económica para construir una primera etapa de 80 naves, con la condición de que deberíamos ir a dirigir esa obra, al menos el 20 % que luego ellos continuarían. Un extraordinario negocio que nos daba la oportunidad de ganar una importante suma de dinero y abrir el mercado en Brasil. Una maravilla de oportunidad, con solo un inconveniente el viaje coincidía con el congreso de Roma y ya teníamos un espacio de tiempo para exponer nuestro sistema constructivo. La decisión práctica fue que Luis José iría a Brasil y yo a Roma y después de congreso me iba yo a Brasil.

Ir sola a Roma era una decepción muy grande, el romanticismo femenino me había hecho soñar con esa luna de miel que implicaba disfrutar de lo romántico de roma y consolidar nuestra relación.

Una semana antes de salir Luis José a Brasil, hicimos el amor maravillosamente. Y luego acurrucada sobre su pecho le dije que iba a extrañarlo mucho en Roma, que su manera de follarme era maravillosa y que soñaba con hacerlo a diario como en nuestra primera luna de miel. Acariciándome el cabello me dijo algo que me impactó: "cariño, yo sé que tu e amas tanto como yo a ti. e cono disfrutas el sexo, Si se presentara la oportunidad de hacerlo, hazlo, pero nunca me lo digas, será tu secreto" Eso me impactó y no pude asimilarlo, nunca he pensado en estar con otro hombre, él fue el tercero con quien tuve sexo, antes con dos novios anteriores, con no muy buena experiencia. Desde que nos casamos, jamás lo pensé y nuca di cabida a ningún hombre para que ni siquiera tuviese la oportunidad de hacer alguna proposición, a pesar de que atraigo las miradas y los hombres intentan abordarme y repito, no doy oportunidad a nada. Le dije que ni lo pesara que cuando llegara a Brasil ya lo disfrutaríamos los dos.

A la semana tomé el vuelo a Roma, un miércoles porque el congreso comenzaba el jueves hasta el domingo. Legue al hotel reservado de 5 estrellas, muy cercano a donde se desarrollaría el evento. Por la tarde salí a dar una vuelta por los ...

alrededores y contemplar lo lindo de esa parte de Roma. Regresé al hotel, cené y subí a la habitación, llamé a Luis José y me dijo que todo iba bien y que esos días iba a comenzar los trabajos y que por la diferencia de horario nos comunicaríamos a la 1 de l tarde por WhatsApp.

A la mañana siguiente me dirigí al Congreso. Escogí un vestido verde sin mangas, un poco arriba de la rodilla, zapatos altos, una cadena de oro y dos argollas de oro como pendientes. El cabello suelto. Me vi en el espejo y me veía muy bien y pensé en mi marido. Al llegar, me inscribí, me entregaron el material y una credencial de las que se ponen en el cuello con una cinta. Como era aún temprano, me dirigía ubicar un lugar donde tuviera buena visibilidad y dejar mis cosas como reserva, antes de ir a por café. Caminando hacia el lugar que escogí, se levanta un señor como de mi edad, con un traje informal pero elegante, como de 1.80 de estatura y de amplios hombros y pecho, rubio y de cabello crespo, muy atractivo y se dirige a mi directamente y me dice, viendo mi credencial, Julia, no tome  mal lo que le digo, lleva mi total respeto de un italiano a una bella española, al verla se hizo presente la imagen de la mujer que representa, para mi, el prototipo de la mujer ideal, bella, elegante y profesional. Me gustaría, dentro del mayor respeto, pedirle que me permita ser su anfitrión en el Congreso y en Roma. Por favor, no me lo niegue. Quedé aturdida y sin habla y ante una cara con una sonrisa expectante le dije que con gusto le aceptaba, advirtiendo de inmediato que era casada y que mi esposo no ha podido venir por problemas de última hora. Su alegría me impacto. fuimos a por el café y regresamos al sitio justo antes de comenzar los discursos. No hablamos más que algunos comentarios del programa y de lo largo de uno de los discursos.

A la hora de la merienda, Renzo, como se llama, fue muy atento conmigo y me hablaba de Roma y lo orgulloso que estaba de ser romano. Transcurrida la jornada de la mañana, teníamos 3 horas para la comida que se serviría en un comedor contiguo. Renzo me dice "en tan poco tiempo que vas a estar en Roma, no vale l pena desperdiciar unas horas comiendo comida de congreso, por favor, acompáñeme a un restaurante muy lindo llamado Il Paglaccio que queda cerca, por favor, no me desprecie" Tanta amabilidad y tanta empatía espontanea me llevó a decirle que si, y además, tenía razón, valía la pena comer bien y ese restaurante lo había visto por Internet y era de 4 estrellas Michelín y muy recomendado. Fuimos en su auto un BMW descapotado y de solo dos asientos. Realmente la comida, la atención, la música y mi anfitrión estuvieron de primera, ¿me sentía feliz y alagada como persona y ¿por qué no?, como mujer. Total, andaba sola en Roma, sentía una libertad que desde adolescente no sentía, pero nada más. Veía a Renzo con un ángel amigo que me atendía, pero ningún "mal pensamiento" pasaba por mi mente. Regresamos al congreso y pasmos la tarde con mucha atención a los temas que pasaban esa tarde y que eran los que más me interesaban. Mi presentación sería la mañana siguiente, Los intercambios de ideas entre el italiano y yo, eran muy buenas y nutritivas. En la merienda me invitó a cenar y le dije que como por la mañana tenía la presentación no quería acostarme tarde y me dijo "prometo que al terminar la cena te traigo al hotel. Volví a decir que sí y quedas que vendría por mí a las 9:30. Me duché, me arreglé el cabello, retoqué unas uñas de las manos y escogí una falda larga negra, con una blusa salmón manga larga con u discreto escote que solo dejaba ver el inicio de mis senos, ropa interior negra y zapatos muy altos. Cuando  bajé estaba en el lobby del hotel elegantemente vestido con un traje gris plomo, corbata gris con rallas blancas y camisa blanca, me impactó lo guapo que se veía.

Fuimos a comer y se deshizo en halagos hacia mí, hacía mi belleza y hacía mi inteligencia, todo dentro de un tono muy aceptable y sin abusos. Solo que me dijo "Julia, soy soltero porque no he encontrado una mujer como tu, si te hubiese encontrado antes, serías mi esposa" Sentí un rubor subir a mi cara, era una frase muy halagadora, pero le dije que hay muchas como yo y que no ha buscado bien y que ya yo estaba casada y con dos hijos casi adultos. Me dijo que el era de una muy dinámica actividad social y que siempre buscó a alguien como yo y que este día ha sido uno de los más felices de su vida por mi compañía. De verdad que estaba agradada con su compañía también, habíamos sintonizado una corriente empática muy agradable, pero hasta allí. Ya sabría poner los frenos para que no progresara su intento de conquista. Salimos del restaurante y tomó una vía un poco más larga para que viera un poco de Roma de Noche y luego me dejó en mi hotel.

Me sentía muy bien, era una sensación distinta, era agrado, era el embrujo de Roma y la amabilidad de Renzo. Me desvestí y fui a desmaquillarme y lavarme los dientes, de regreso a la cama me observé con detenimiento en el espejo y me di cuenta de que mi cuerpo mantenía frescor y atractivo y le di razón al italiano de sentirse atraído. Por primera vez pensé en sexo y curiosidad por él como hombre y macho. Lo disipé rápidamente, acomodé el material de la presentación de la mañana y quedé dormida

al bajar a desayunar, ya estaba el rubio conquistador esperando por mí para comer juntos. En el desayuno me dijo que perdonara si era tan insistente en querer andar conmigo y acaparar mi compañía, que era libre de compartir con otras personas, pero que eso sería triste para él, sobre todo que ya el domingo me marcharía. Le fui sincera y le dije que también disfrutaba de su compañía, que era muy amable conmigo y que no conocía a mas nadie y que los contactos comerciales los haría después de la presentación de mi ponencia y sería con intercambios de tarjetas. Entonces me dijo, hoy te invito a comer y a cenar en dos preciosos sitios que hacen juego con tu belleza. Acepté con una sonrisa y n pude evitar un pequeño escalofrío por mi columna vertebral.

Hice mi presentación, tuve muchas preguntas y mucho interés por parte de los colegas. Los elogios de Renzo fueron muy dulces y argumentados. Estaba feliz. A la hora de comer salimos en su coche y me llevó a un restaurante de mucho lujo de solo 5 mesas, con una decoración muy bella y la mejor selección de música instrumental romántica. Su felicidad era contagiosa, parecía un niño con un juguete nuevo muy deseado. Diciéndome que no lo tomara a mal, me obsequió un fino collar de muchos brillantes, como reconocimiento a mi brillante exposición en el congreso y que, por favor, no lo rechazara que lo hacía de corazón. Y que le gustaría que lo usara para la cena de hoy. No pude decir que no. Me tomó la mano y con dulces palabras me dijo lo mucho que lamentaba no haberme conocido primero que mi esposo. Sentir su mano sobre las mías me causó una grata sensación como mujer y por primera vez sentí una sensación grata en mi vagina. Las presentaciones de la tarde fueron un poco aburridas, que, si no hubiese sido por la compañía de mi amigo italiano, me habría dormido. Al finalizar me llevó a mi hotel y quedamos que a las 10 venía a por mí, y que como las tres primeras presentaciones del congreso por la mañana las habíamos visto antes, podíamos disfrutar Roma de noche.

En el hotel llamé a Luis José y estaba en una reunión y hablamos muy poco y me dijo que le llamara el sábado por la tarde. Me desvestí y quedé en ropa interior y pude tonar una siesta de una hora, fui al baño y llené la tina y me instalé a humedecer y lavar mi cuerpo. Ya mi peló púbico estaba creciendo de la última depilada y procedí a hacer un retoque con una afeitadora. Después de secarme llamé a la peluquería del hotel a ver si podían secarme el cabello, tuve suerte y me puse una blusa y un vaquero y fui a secarle.

Esa noche había decidido usar el vestido negro que compré con mi marido, con una lencería muy linda y sexy, de hilo dental para que no se notara con la fina tela del vestido. Realmente el vestido me quedaba grandiosamente bien. Resaltaba mi feminidad junto a mi cabello suelto y el collar de brillantes con unos pendientes era el único adorno, porque mi anillo de casada me lo había quitado.

Cuando me vio bajarlas escaleras del lobby, la cara de Renzo era un poema, no cesó por un tiempo de alabar mi belleza y agradecer la compañía de la "mujer más bella del mundo" Realmente las miradas de las demás personas se dirigieron a mí y algunos hombres casi me desnudan con la vista. Llegamos a otro restaurante del mismo tipo anterior, ultra lujo y pocas mesas, solo con reservaciones. Me sentía una princesa halagada por un príncipe de un reino vecino. El propio dueño del local nos atendió con la mayor eficiencia y amabilidad y también alabó mi belleza y felicitó a Renzo por tan especial compañía. Cunado tomábamos café, antes de irnos, Renzo tomo mi mano entre las suyas, en silencio y con una amorosa mirada, De nuevo la corriente por mi columna vertebral y un humedecimiento de mi vagina. Mi mente era un torbellino con el contraste entre lo bien que me sentía y el recuerdo de mi familia.  Esto último dominaba esa polaridad.  Renzo me dijo que, si quería ir a bailar y dije que sí, aun sabiendo el peligro de bailar con un pretendiente tan dulce y guapo como él. Fuimos a un local pequeño, que no llegaba a categoría de gran discoteca, pero de una belleza y elegancia especial. Bailamos salsa, merengue y hasta bachata y el hombre se mostró gran bailarín que sabía conducir a una mujer en el baile, No sentamos a descansar un poco y a consumir un trago. Cuando tocan una canción italiana llamada Al di la, me dice que es su canción preferida y que la quiere bailar conmigo. Fuimos a la pista de baile donde solo estaban tres parejas más. Una música y letra hermosa y muy lenta. Él presionó un poco mi cintura y comenzamos a bailar con nuestros cuerpos muy cerca, mi busto contra su pecho y su pierna entre las mías, sin exagerar, pero en caricias reales. Me sentía flotando y debo haberlo trasmitido que tomó mi barbilla, levantó mi cara y me beso los labios con suavidad. Sentí el calor de sus labios y su aliento, me asusté y le dije que, por favor, nos sentáramos. Nos sentamos y se notaba mi turbación. Me dijo que lo disculpara, pero que había entendido por mi lenguaje corporal que podría besarme. Le respondí, que había leído bien y de seguido fui yo quien acercó los labios a su boca y le besé, el respondió con pasión entando. con su lengua a mi boca y yo respondiendo con la mía. Al terminar el beso nos miramos a los ojos y solo desprendían amor. Me recosté de su hombro y su brazo rodeó el mío. Por unos minutos mi ente era un volcán con la contradicción del querer y el deber. Y de pronto vino a mi mente la conversación con Luis José, cuando me dijo que si se presentaba una oportunidad lo hiciese y lo callara. Renzo me susurra al oído "quiero dormir contigo", en mi casa o en tu hotel? No dije nada y al sonar de nuevo su canción le dije que quería bailarla completa, Nos abrazamos y bailamos como dos enamorados que éramos, muy juntos que sentía su erección sobre mi vientre. Al terminar, solo le dije "en mi hotel y ahora". Me volvió a besar con pasión, el primero de los muchos que nos dimos camino a mi hotel.

Subimos al piso 2, habitación 22, nos miramos tan profundamente que podíamos ver el alma y el amor que desprendían nuestros cuerpos, nuestra piel y nuestras miradas. Yo baje el vestido desde los hombros y pudo caer al suelo, Él también se desnudó y quedo en ropa interior, me condujo suavemente a la cama, me tendió y me besó largamente en la boca, quito mi brasier y se centro a besar y chupar mis pezones erguidos y duros y una mano la introdujo dentro de la braga y tocó mi húmeda raja sagrada. Que placer tan grande sentía y le dije "ya estoy lista para ser tu mujer, por favor hazme tuya, deseo que sea mi macho". Se quitó su bóxer, y pude ver su inmenso pene, tan grande lo vi que me pasó por la mente que no me cabría, quitó mi braga, apuntó con su muy duro pene y le dije "hazlo despacio que es muy grande", con suavidad fue introduciéndolo en mi muy húmeda y empapada vagina, hasta que entró toda y me sentía llena de él, tan llena como nunca me había sentido. Fui yo la que comenzó a moverse como calibrando si era posible, y seguidamente él se movió al principio suave y luego fuerte que de inmediato me corrí con un gran grito de placer. Siguió suave y fui yo quien le volvió a decir que quería correrme de nuevo y al acelerar provoco otra gran corrida y siguió hasta la tercera, Suavemente le empuje para que quedara boca arriba. Me recosté de su pecho y mire ese gran pene que me había dado tres inmensos orgasmos y como para agradecer, lo  tomé en mis manos, lo acaricié y bajé mi boca para saborearlo , casi no entraba en mi boca, pero la punta si que entraba. Me subí sobre él y me introduje su pene hasta el fondo y comencé a moverme con frenesí, deseaba tanto hacerlo, que me volví a correr y seguí de inmediato y él me dijo que se correría y le dije que quería su semen dentro de mí, casi de inmediato él se tensó y sentí su eyaculación en mi útero que me hizo correr con más intensidad que las anteriores. Sentía tanto semen que, si no me hubiese ligado las trompas, de seguro que me habría preñado. Me bajé de arriba de él y me acosté a su lado con mis espasmos pos orgásmicos. Me acaricio la espalda con suavidad, besaba mi cabello, acariciaba mi cara y luego bajó sus manos a mis nalgas con unas caricias que me estaban excitando de nuevo, bajo a mi raja y acaricio mis labios y mi clítoris con suavidad, como me gusta. Estiré mi mano le toqué el pene y ya estaba de nuevo en erección, no total, pero si habilitado para entrar. Me tomó de la cintura y subió mis rodillas para quedar en cuatro y me penetró con suavidad y totalmente adentro que sentía su vientre en mis nalgas, Con sus manos en la cintura comenzó el mete y saca más rico que he sentido. Me sentía hembra a la máxima expresión, follada por un macho a la máxima expresión. Me sentía dominada, hembra, deseosa de darle placer a mi hombre, y sin hubiese sido joven darle un hijo. En esa posición me hizo correr más de cuatro veces y cuando volví a sentir sus chorros dentro de mí, tuve el orgasmo más grande del mundo, grité y brinqué como loca y quedé temblando a su lado. Poco a poco e fui calmando y lágrimas de alegría y satisfacción inundaban mi cara, acariciada por ese ser tan especial que me había hecho sentir mujer a la máxima expresión sexual.

Fui al baño a asearme, él me siguió y entramos a la ducha juntos, puso gel en mi cuerpo lo regó en cada centímetro de mi piel, paso sus manos por mi vagina y también la lavo. Luego yo hice lo mismo, puse jabón en su amplia espalda, pecho, piernas, brazos, cabeza y por supuesto en su pene, el cual comenzó a responder levemente, a lo cual, me provocó bajar y tocarlo en mi boca, ahora menos rígido, cabía más, pero muy pronto se puso duro y tomándome de su cuello y sus manos en mis nalgas me volvió a penetrar y sentir la delicia de ser follada por mi Renzo. Luego me bajo y yo con las manos en la pared, le ofrecí mi vagina para que me follara desde atrás, Otro orgasmo mutuo, que a mí, casi me desmaya.

Dormimos hasta las 9 de la mañana, satisfechos de sexo y felices de la compañía mutua. Ningún remordimiento en mi cabeza, Estaba inmensamente feliz.

Ese mediodía comimos en la sede del congreso y nos dio tiempo de una siesta con su respectivo polvo. En la noche salimos a disfrutar Roma y dormimos de nuevo juntos con otra memorable actividad sexual. En ese aspecto se cumplió mi deseo de sexo como en luna de miel, aunque no fue segunda, sino primera, con mi bello italiano

La despedida fue triste, pero quedan expectativas. Yo ando en el dilema de amar a dos hombres a la vez. Tendré que escoger y ya os avisare.