Libre dos meses 2
Continuación de relato anterior
Libre dos meses 2
Llego al aeropuerto de Barajas. Me esperan mis hijos, comemos juntos, les di los pequeños presentes de Roma, platicamos y comencé a tener remordimientos por mi infidelidad, nos despedimos y tomo el taxi a mi casa, en Ávila. Hora y media más de recordar todo lo acontecido. La sensación al entrar a mi hogar es extraña. Mis pensamientos se multiplican y se repiten sin cesar. En esa casa vivo con mi esposo, ambos la compramos y está diseñada y amoblada a nuestro gusto hace ocho años, cuando nos mudamos para estrenarla. Estábamos muy felices y la disfrutamos mucho con amigos a cenas o a comidas del fin de semana. Era un gran logro que nos enorgullecía y con la ida de los hijos a Madrid las disfrutamos los dos. Hicimos el amor en todas sus partes. En el salón, en todas las habitaciones, en el jardín y en la cocina. En la cocina mientras fregaba los cacharros o cuando preparaba el desayuno, José Luis me llegaba por detrás, subía mi falda, bajaba mis bragas y me hacía el amor rico y me daba morbo que era frente a la ventana donde los vecinos podrían vernos, aunque creo que nunca nos vieron. Toda una película pasó por mi mente de nuestra vida allí. Todo había sido bueno y maravilloso. Pocas nubes negras, las normales en toda relación, recuerdo una de celos míos por una chica que entró a trabajar en nuestro despacho, otra de celos de él por un colega que me devoraba con los ojos, sin yo darle motivos y los problemas de los hijos adolescentes que nunca faltan, pero nada del otro mundo, son chicos muy buenos.
Al desempacar y guardar la ropa se hicieron presentes los recuerdos, al sacar el vestido negro de la primera vez con Renzo, me dominó la excitación. Lo evoqué y lo deseé intensamente con todo mi cuerpo. Unas lágrimas salieron de mis ojos y no entendía por qué. Al rato llamó José Luis para desearme un feliz regreso a casa y casi no pude hablar por un nudo en mi garganta,. Tomé una ducha, me vestí y fui a casa de mis padres que habían preparado una reunión con mis suegros y una pareja de amigos nuestros.
Todo bien en apariencia. Les di los presentes que compré junto a mi amante italiano de Roma, conversamos y tomamos algunos tragos. Mi amiga Sara me dijo al oído, tenemos que hablar solas para que me cuentes como te ha ido en la capital del romanticismo y de los hombres conquistadores. Sara trabajó un año allí, antes de casarse y tuvo una actividad con chicos muy variada. Comencé a huir de Sara para evitar hablar y someterme a ese sexto sentido que tienen las mujeres para adivinar cosas. Por fortuna la conversación del grupo era muy amena y pasamos un rato de video llamada con José Luis desde Brasil. A las 12 terminamos la reunión y Sara me invitó a comer el día siguiente en nuestro restaurant favorito, le dije que mañana no, que pasado mañana porque debía arreglar algunas cosas antes del viaje a Brasil.
Me puse el pijama y me acosté y la película con Renzo volvía a mi mente y volví a excitarme y desearlo. Mi mente racional me decía que eso era el pasado, que lo disfruté y ahora a olvidar. Me quedé profundamente dormida hasta media mañana. Mi primer pensamiento fue Renzo. Me preparé café y tostadas con tomate de desayuno y recordé un desayuno con mi italiano donde comí de eso. Recordé que en mi monedero tenía una tarjeta de Renzo que me dio antes de venirme y ante mi negativa de darle mi número, para evitar que me llamara. Pensé en tirar esa tarjeta y así dejar todo en el pasado, como debe ser. Pero al final decidí dejarla y no llamar. Comencé a buscar pasaje a Brasil por Internet, acordado con mi marido para dentro de 10 días, pero me aburrí y no continué y lo dejé para más tarde. Fui al despacho, me percaté que todo estaba en orden y comencé a revisar asuntos retrasados por nuestra ausencia de una semana. Fui a una comida con nuestros asistentes en el despacho y por la tarde, me pasan una llamada por el teléfono de la oficina, era Renzo, no le di el número de mi móvil, pero en el material que llevé estaba la dirección de la empresa. No pudo describir la emoción que me embargaba, la alegría me invadió, estaba como ofuscada y casi no podía articular palabras.
.Amore, cómo estás? No pude evitar la tentación de llamar a la reina de mi corazón
-Hola, cariño mío, atiné a decir.
-Soy inoportuno?
-Nunca lo serás!
- Te he echado mucho de menos, te pienso a cada momento, amor mío
-Estamos iguales, mi amor, siempre estás en mis pensamientos. Me parce un siglo que no te veo. Te extraño mucho (hablaba mi corazón, ya que mi mente me decía que si estaba loca)
-Amore, quiero ir a España a verte antes de que vayas a Brasil.
-Cariño mío, no creo que sea posible, si vienes será imposible estar ocultos y alguien se enterará y recuerda que estoy casada. Me daría mucho miedo.
-Si lo sabemos hacer, creo que todo saldrá bien y podemos estar juntos.
-No lo sé. Déjame pensarlo. Toma mi número del móvil y por la noche hablaremos
-Amore, estoy enamorado de ti, eres única y la más especial mujer. Sabía que el Universo te traería a mi.
- Hemos llegado tarde a nuestro encuentro y haber estado una semana contigo lo considero el mejor premio del Universo. Sera siempre la semana más maravillosa de mi vida.
-Nunca es tarde para los designios de Dios. El futuro es nuestro y de nuestro amor.
-Hablamos por la noche.
Mi mente convulsionaba en esa lucha entre lo que decía mi mente y lo que decía mi corazón. Mi corazón todo con el italiano. Mi mente con José Luis, hombre bueno y amoroso con quien había disfrutado mucho la vida. También mi mente con mis hijos. No quería decepcionarles y aunque estaban casi emancipados, seguían siendo mis bebés y yo su apoyo. Pero al comparar lo que sentía con Renzo, la hembra lo prefería, estaba perdidamente enamorada de ese ser tan maravilloso. Que dilema tenía ¿querer y no poder? Sabía que con José Luis podría vivir una vida normal como antes, pero no sería a plenitud, pero si casi a plenitud.
Por la noche llamó Renzo al móvil. Nos saludamos y de inmediato me preguntó por su deseo de venir. Le dije que no lo sabía. Que era una decisión crucial en mi vida y no podía precipitarme. Que no me volviese a llamar y que si yo le llamaba era para juntarnos en España o en Roma. Me entendió y me dijo que tendría paciencia y que confiaba en la fuerza del amor.
Seguí con mis actividades normales, trabajando y dejando todo arreglado para mi futuro viaje a Brasil. El viernes vinieron mis hijos a pasar el fin de semana conmigo. Se arreglaron y salieron con sus amigos y yo me quedé sola con mis pensamientos, mis dudas, mis desencuentros conmigo misma, rumiando en mis pensamientos lo mismo. Escuchando música, busqué en YouTube la canción Al di la y los bellos recuerdos de esa noche invadieron mi mente y mi cuerpo. Logré excitarme como ese día con Renzo y tuve varios orgasmos inmensos que me sumieron en un profundo sueño.
A la mañana siguiente preparé desayuno para los tres y al ir a levantarles los observé dormidos en profundidad que me dio pesar despertarles después de haberse acostado tan tarde. Al mirarlos me sentí orgullosa ya eran unos adultos encaminados en sus exitosos estudios y ambos enamorados en la capital. Que bendición de hijos tengo.
A la una se levantó mi hija y bajó a tomar café y conversamos como dos amigas. Me contó de lo bien que le iba con su carrera y que al terminar iría a hacer postgrado a Norte América, que su novio estudiaba con ella y juntos habían hecho el plan de salir de España a estudiar y que tramitaban una beca. Le dije que podían contar con una cantidad fija de mi parte (me extrañó no decir “nuestra parte”) Me preguntó por más detalles de mi viaje y le conté mi actuación en el congreso y lo exitoso de mi presentación. Me preguntó con picardía que si no había sido galanteada por los italianos que son muy directos y les encanta una española. Le dije que no. Y me dijo, no te creo, tan linda tú en ese paraíso de hombres parece imposible, además estando sola. No pude evitar ruborizarme y Lola lo notó.
-Parece que si……….
-Que no, que no
-Te has puesto roja
-Que no estoy roja
-Te descubrí madre
-Descubriste que, dije con car de enojo. No escondo nada
-Que me cuentes madre, que no te creo. Somos mujeres y yo ya soy mayor y el mundo ha cambiado, para que lo sepas.
-Que no pasó nada.
-Bueno no me cuentes, pero solo dime si te aceró alguno y te galanteo.
-Pues, eso es como normal
-Y s es normal, ¿por qué te turbaste?
-Que no me turbé
-Pues cuéntame del que más te abordó. ¿Era guapo?
- Solo uno no me dejaba sola nunca, muy guapo, pero muy respetuoso.
-¿Ves? Mi madre guapa nunca pasa desapercibida. Y a ese señor debes haberlo deslumbrado.
-Parece que sí. Se desvivió por atenderme y siempre con respeto.
-Mare, que si “te faltaba el respeto” no pasaba nada, eso era en Italia y sola. Y para que no sientas nada, te voy a confiar que un día vi a mi papi con una mujer muy guapa en Madrid, no se si es amante, pero me pareció que había mucha confianza. ¿Te comento que había cenado con una clienta en Madrid, el mes pasado?
-No me contó, solo que había tenido cenas con clientes
-Esta no parecía clienta. Al principio me dio rabia, pero después pensé que esa era su vida y que mientras no te hiciese sufrir, no pasaba nada.
Bajó mi hijo y no pudimos termina la conversación. Pedí comida a domicilio y comimos en la cocina con mucha alegría y camaradería, mi hijo ya haciendo planes también para su próximo fin de carrera, escogió una carrera práctica de tres años con mucha demanda, Va a hacer pasantías en una empresa de aviación y están formando personal para mantenimiento en otros países por lo que aspira salir de España a trabajar y vivir.
Después de comer todos fuimos a reposar y me acordé de mi amiga Eva, que me había invitado a comer y lo había suspendido y esa tarde sentí necesidad de conversar con ella. La llamé y quedamos a las 21 horas en nuestro bar preferido. Los chicos se vistieron y salieron de nuevo con sus amigos y me avisaron que debían estar por la tarde en Madrid, que por favor les despertara a las 11.
Cuando llegué ya estaba Eva. Platicamos de muchas cosas, me puso al día de nuestro círculo social y al final me volvió a preguntar por el viaje, que si no había ligado a un italiano bello. Sentía muchas ganas de soltar a alguien el torbellino que llevaba dentro y quien mejor, que tu más íntima amiga. Le conté de Renzo, lo describí y también todas sus atenciones.
-Pero, con alguien así, se liga muy fácil, dijo
-Es verdad, dije. Y mi cara se puso roja
. ¿Ligasteis? ¿Follasteis?
-Sí, amiga. Y creo que quedé enamorada de ese hombre. Estoy hecha un lío.
-Qué bueno que ligaste. ¿Pero enamorada?
-Pues, si, Ami. Como una adolescente.
-Y qué vas a hacer?
-Pues nada. Eso es una locura. Tengo una vida estable que no voy a echar por la borda
-Tienes razón. Parece una locura. Pero ¿y si no lo es?
¿Qué quieres decir, Eva? Por donde lo veas va contra todo, no sería aprobado por José Luis, por mis hijos, por mis padres y por los amigos. Me dirán loca y hasta puta.
¡Sigues teniendo razón, amiga! Posiblemente serás juzgada y condenada. Posiblemente. ¿Pero, tú, te considerarías loca y puta?
Por supuesto que no. Pienso por ese poco tiempo que pasé con él que sería muy feliz a su lado.
Pero fueron muy pocos días y aunque las almas se pueden conocer muy pronto, los hábitos de vida, las costumbres y la vida en pareja podrían traer desencantos y luego arrepentirte de lo hecho.
¿Y qué puedo hacer? Porque entiendo lo que dices y por experiencia se de fracasos en parejas que se han enamorado con esa intensidad como la que sentimos Renzo y yo.
No suelo dar consejos sobre esto, amiga y me conoces. Pero te doy para tu análisis, que le des tiempo al tiempo, que procures conocerle más y que le hagas caso a tu corazón que es mas sabio que la cabeza. Que priorices tu felicidad, ante la opinión de los demás. Tus padres siempre lo serán y siempre te amarán, aún con tus errores. Tus hijos, como dijo un poete, “no son tus hijos, son hijos de la vida” y harán sus vidas y siempre te amarán, aunque momentáneamente te condenen. Y de José Luis te digo que es un buen hombre, pero si otro se metió en tu corazón, aunque sea por momento, no es dueño de tu corazón, como no eres tu dueña del de él. Calma tu mente, trata de ponerla en orden y no te precipites. Escucha tu corazón que los Chamanes dicen que no se equivoca nunca. Me sentí más tranquila. Y a las dos de la mañana llegué a casa. Los chicos no estaban. Pensé en Renzo y lo imaginé a mi lado en la cama y me dije que si estuviese conmigo haríamos el amor y dormiría rico. Toqué mi vulva mojada, me masturbé con Renzo en la mente, tuve un orgasmo inmenso y me quedé dormida.
A las 11 sonó la alarma y fui a despertar a los chicos. Preparé desayuno, comimos y a la una de la tarde salieron a su vida en Madrid.
- Madre, no terminamos de conversar. Me alegro que hayas disfrutado tu viaje. Ya hablaremos por teléfono.
- Vale, hija. Ve con Dios.
Me quedé pensando, vinieron a visitarme y casi ni los vi. Ellos tienen vida propia y viven una vida que no me pertenece, como la mía tampoco les pertenece. Y por asociación, pensé igual de mis padres. Todo iba aclarando y aunque no tomaba decisión alguna, decidí seguir lo dicho por Eva, darme tiempo, reunir información y pensar en mi felicidad y que cada quien vele por la suya.
Con José Luis hablaba a diario y me di cuenta que nuestras conversaciones eran mayormente de trabajo, poco sobre los chicos y poco sobre mí, aunque eran cordiales y alegres. El miércoles cuando llamó me preguntó que cuando me iría y le dije que el fin de semana y me dijo que mejor la semana próxima, porque iba a Buenos Aires donde unos posibles clientes. Le dije que podía adelantar para el viernes e ir juntos y así conocía a Argentina. Me dijo que me prometía ir conmigo cuando fuese yo, ¿pero que este viaje ya estaba programado con las personas que iban
-¿No quieres que vaya? Dije yo
-Te he dicho que iremos, cariño, pero no este fin de semana que me da pesar decirle al brasileño que cambie los planes y te incluya.
-Vale, te entiendo, dije.
Quedé pensativa y `por primera vez me sentí como relegada por mi marido. Pensé que posiblemente iría con una mujer y que, si a mí pasó, a él también le podía pasar. Me pregunté si me sentiría igual si Renzo no existiera y me respondí “estarías hecha una fiera de los celos”. Y no estaba celosa, desee que le fuese bien sin estar segura de la existencia de otra mujer, que no lo creía, pero que lo deseaba, quizás para equilibrar la balanza de la infidelidad.
Llamé a Renzo y le dije que podía venir a España y para estar tranquilos iríamos a Valladolid, donde tenemos un piso de alquiler que está desocupado y que me iría el día anterior para ponerlo a tope. Muy alégreme llamó el día siguiente y me dijo que llegaría el viernes por la tarde. Le dije que iría con mi coche a buscarlo al aeropuerto.
El viernes, salí pronto de la oficina y fui a la peluquería a lavar el cabello y a una depilación láser, manicura y pedicura. Escogí un vestido nuevo esa tarde y salí a Madrid y reservé un hotel cerca de Barajas, pensando en no coger carretera de noche si el avión se retrasaba y también en estar pronto en intimidad, no puedo negarlo.
La espera era de nerviosismo, tomé como tres cafés, las manos me sudaban, pero estaba inmensamente feliz. Nos vimos y el abrazo fue inmensamente cálido. Le dije para salir rápido, no nos fuera a pillar algún conocido. En el parking nos dimos el primer beso de una pasión inmensa. La excitación era inmensa. Rumbo al hotel me tomó las manos y las besaba y acariciaba mi pierna (parece que para los hombres las piernas son símbolo de posesión).
En el ascensor nos devoramos a besos y sentí su erección en mi vientre y al llegar nos desvestimos como adolescentes y fuimos a la cama en una sesión de sexo igual o mejor que la de Roma. En reposo, me dijo lo mucho que me amaba y que quería pasar el resto de su vida conmigo. Le dije que yo también, pero que debíamos conocernos más que estos días serán importantes y por ello le había permitido venir a verme y estar conmigo, que la convivencia es más que sexo. Me aprobó y me dijo debíamos conversar mucho con gran sinceridad para intentar conocernos más a fondo, pero que para él yo era la mujer que siempre esperó. Me volvió a besar y me volvió a follar como me gusta y me corrí muchas veces más.
El siguiente día, desayunamos en la habitación, no quería exponerme a algún conocido en un desayuno en un hotel. Salimos a Valladolid. Llegamos al piso desempacamos y acomodé nuestras ropas en el armario, como su fuésemos una pareja formal. Desde la terraza divisamos abrazados, la ciudad en un bello día de sol. Varios besos y en la poltrona, al sentarnos, un beso profundo que nos excitó mucho. Bajé las persianas y allí me entregué a mi amante. Nos duchamos y salimos a pasear al parque cercano, contándonos cosas de nuestras vidas, de nuestra infancia,
El lunes se marchó mi italiano amado y le reiteré que lo amaba pero que aún no me decidía a dar el paso de abandonarlo todo y comenzar con él.
Dudaba en ir a Brasil, pero pensaba que debería ir y hablar muy claro con José Luis de frente y compré el pasaje para estar solo tres días. Al comunicarlo a José Luis sorprendió por los escasos días
- ¿Y eso? ¡Solo tres días? preguntó
- Es lo que me provoca estar
- No entiendo. Tenías ilusión por conocer Brasil
- Pero es lo que siento que quiero estar
- Como me falta solo dos semanas, creí que te quedarías todos esos días y había hecho planes contigo. Pero si no te apetece, no tienes porque venir, amor.
- Quería hablar contigo personalmente.
- Eso me preocupa. ¿Sobre qué?
- Lo hablaremos allí
- ¿Qué pasa, Julia?
- Allí hablaremos.
- Debe ser muy grave, porque hacer un viaje tan largo solo para hablar así lo indica. ¿Quieres divorciarte? Si es eso, me lo dices ahora mismo y evitamos ese viaje
- Si. Quiero el divorcio
- ¿Te han dicho algo de mí? No deberías hacer caso de todo lo que escuchas
- ¿Y de qué podía haberme enterado?
- De un ligue pasajero que tuve en Madrid. Pero fue intrascendente
- Me entero por ti. Gracias. Pero el motivo es que hay otra persona en mi vida y quiero ser honesta contigo.
- Como te conozco tanto, sé que vas en serio. No hace falta que vengas. Sería más doloroso para mí.
- Vale. Que conste que quería a decirlo personalmente.
- Valoro tu valentía.
Sentí la liberación un gran peso y sabía que mi corazón no se equivocaba, que había seleccionado bien e iría a Italia a comenzar otra vida. Iría con mi patrimonio y si no resultaba, lo había intentado. Pero pensaba y estaba segura que sería feliz con mi Renzo, que el Universo puso en mi camino.
Le llamé esa misma noche y su felicidad era inmensa y quedé de ir el próximo fin de semana a conocer su familia y estar juntos disfrutando de nuestra vida juntos y de nuestra excelente sexualidad.