Líbranos de la tentación (caps. 41 y 42)
Lucas y Bea tienen 18 años y llevan saliendo desde hace años, por lo que su relación es bastante sólida. No obstante, Bea debe irse a la universidad y separarse de Lucas, lo que pondrá en juego su relación, especialmente porque el mundo parece empeñado en hacerlos ser infieles.
BEA (IX): Necesidad
Llevaba tiempo sin ver porno. Durante los primeros días de curso me había disuadido la presencia de Nuria en la habitación y, después, ella había hecho que no me fuera necesario recurrir a él. Ahora, en mi primera sesión consumiendo contenido erótico en semanas, me sorprendí a mí misma escogiendo un vídeo en el que dos jóvenes universitarias compartian el destacable miembro viril de un compañero negro.
El concepto del vídeo me pareció excitante en el momento de seleccionarlo, pero pronto mi mente viajó, inevitablemente, a Didier y Nuria, las dos personas que había perdido recientemente de distintas maneras. Tuve que quitarlo, y casi se me quitaron las ganas de ver pornografía, aunque no las de tener un orgasmo.
Continué masturbándome sin más inspiración que mi propia imaginación, intentando mantenerla apartada del sexo sáfico y el interracial, aunque por algún motivo en ningún momento me planteé pensar en mi novio, Lucas, cuya persona cada vez estaba más disociada de la idea del sexo en mi cabeza. Entonces, alguien llamó a la puerta de la habitación.
Me adecenté lo mejor que pude (solo llevaba puesta una camiseta larga y las bragas) y abrí la puerta, esperando encontrar al otro lado a alguna compañera o, en el peor de los casos, a una Nuria intentando mostrar arrepentimiento. Resultó que el peor de los casos no era el que yo imaginaba.
- Diablo... - intenté hablar con firmeza, pero algo en él me intimidaba demasiado como para hacerlo. - ¿Qué haces aquí?
- Buenos días, Bea. - el hecho de que me llamara por mi nombre y no por uno de sus apelativos “cariñosos” me sorprendió y, en cierta forma, me tranquilizó. - Venía a disculparme. Te mereces una explicación.
Hablaba con un tono serio y casi parecía arrepentido, pero no quería permitirme bajar la guardia delante de ese tipejo.
- Lo que me merezco es que hijos de puta como Nuria y como tú salgáis de mi vida.
- Nos equivocamos, lo admito...
- ¿Os equivocasteis? Me engañasteis. Violasteis mi intimidad.
- Tienes razón. - hablaba con una tranquilidad que me daba escalofríos. - Pero hay algo que no sabes. La culpa es mía, Nuria no...
- ¡Nuria es tan o más culpable que tú! Me da igual de quien fuera la idea, el caso es que...
- Me gustas mucho. - me interrumpió, y tardé unos segundos en darme cuenta de lo que había dicho.
- ¿Qué? - enarqué una ceja, desconfiada.
- Vamos, preciosa, te tengo ganas desde el instituto, ¿no te habías dado cuenta? - sonrió un poco, parecía que estaba recuperando su actitud habitual. - Y sí, admito que joder al pringado de tu novio es una idea que me da aún más morbo, pero realmente eres una belleza.
Eso último me pilló algo desprevenida. No lo de que quisiera joder a Lucas, eso ya lo daba por hecho, sino la forma, aparentemente sincera, en la que me halagó. No me vi capaz de responder, así que él continuó hablando:
- Nuria es genial, pero tú... - me miró de arriba a abajo, haciéndome estremecer otra vez. - Admito que acercarme a ti fue una de las razones por las que empecé a salir con ella, pero me sentía mal conmigo mismo así que acabé por confesárselo. Le dije cuánto me pones y, como ella también comparte ese sentimiento, se lo tomó bastante bien. Aún así, no le hacía gracia la idea de que yo pudiera acostarme contigo, así que acordamos un... término medio.
- ¿Y no se os ocurrió pensar que yo tendría algo que decir al respecto? - seguía cabreada, pero no negaré que esta conversación me estaba subiendo un poco la autoestima.
- Sabíamos que te negarías... - admitió, encogiéndose de hombros. - Al fin y al cabo, tú y tu novio siempre me habéis odiado.
- Así que decidisteis hacerlo sin mi consentimiento. - agarré la puerta, con la intención de cerrarla pronto, pues parecía que Diablo no tenía mucho más que decir.
- Para serte sincero, Nuria pensó que, una vez ya estuvieras caliente y en situación, te lo tomarías bien, y como ella te conoce mejor que yo, asumí que tendría razón... Pero nos equivocamos, ya lo he dicho antes.
- Sí. Del todo. - me dispuse a cerrar la puerta, pero él la detuvo con el brazo.
- Bea, no te voy a pedir que me perdones a mí, al fin y al cabo nunca hemos sido nada. Pero Nuria es tu amiga, y está muy arrepentida.
- “Era” mi amiga. - le corregí. - O eso pensaba yo.
- Ponte en su lugar. ¡Piensa por qué lo hizo! - elevó ligeramente la voz, asustándome un poco.
- Porque es una zorra que no respeta nada. - repliqué con toda sinceridad.
- ¡Lo hizo por mí! ¡Por inseguridad! - sus palabras volvieron a sorprenderme, y por su expresión diría que lo notó. - ¿Cómo te sentirías tú si supieras que a tu novio le pone tu mejor amiga, incluso más que tú?
Eso había sido un golpe bajo, aunque quería pensar que lo había hecho sin darse cuenta.
- Yo... Confiaría en él, y... Lo soportaría...
- Para ti es muy fácil decirlo. - Diablo se había acercado a mí, prácticamente entrando en la habitación, sin que yo me diera cuenta. - Tu novio está lejos y, francamente, los dos sabemos que, aunque quisiera, no tendría ninguna oportunidad con Nuria. En cambio yo... estoy aquí mismo.
Acercó su rostro al mío y yo reaccioné dándole una bofetada. No porque se la mereciera, que posiblemente también, sino sobre todo porque, de no haber hecho eso, sé que habría permitido que me besara y quién sabe cuántas cosas más.
- Vete de aquí, por favor. - murmuré, con la voz más serena de lo que yo realmente estaba.
Respetó mis deseos de inmediato, alejándose de mí y saliendo completamente del cuarto. Antes de marcharse definitivamente me volvió a mirar, sonrió ligeramente y dijo:
- Estoy aquí mismo.
Una vez se hubo marchado, cerré de un portazo y retomé mi sesión onanista, con un aumento significativo en mi nivel de pasión y en el ritmo de mi muñeca. Y, esta vez, no fueron precisamente Nuria y Didier quienes atormentaron mis pensamientos.
Al haberme corrido me sentí avergonzada y, al mismo tiempo, fui consciente de una terrible verdad: necesitaba sexo desesperadamente y, aunque ni por asomo iba a dejar a Diablo acostarse conmigo, era perfectamente consciente de que mi querido Lucas no era tampoco la persona capaz de saciar mis deseos.
ANÍBAL (IX): Tentación
Nacho se lo tomó mejor de lo que pensaba. Sí, claro, me pegó una hostia y me retiró la palabra, pero cuando un amigo te confiesa que lleva tiempo tirándose a tu novia supongo que eso es lo mínimo. Por lo menos no montó ninguna escena, ni fue contándolo por ahí, ni tomó represalias contra la zorra de Tania más allá de cortar su relación con ella.
Mi experiencia con el cabrón de mi padre biológico me había abierto los ojos al tipo de persona en el que me había convertido, y había decidido ponerle remedio en la medida de lo posible. Le confesé a mis amigos a cuáles de sus novias me había tirado y, aunque eso me supuso perder un par de amistades (que, siendo sincero, tampoco me importaban tanto), en muchos casos mis confesiones se referían ya a ex-parejas de hace tiempo, con lo que más de uno reaccionó con algo como “lo que hicieras con esa hija de puta me la suda ya, tío”. Creo que no es necesario decir que ni yo ni mis colegas somos modelos de sensibilidad y romanticismo.
No iba a contarle al marido de Mamen lo guarra que era su mujer porque no quería destruir una familia, y ni se me pasaba por la cabeza el contarle a mi supuesto padre todo de lo que mi madre había sido capaz, pero sí había una cosa que podía hacer por mi familia más cercana.
Releí mi última conversación con Bea, la novia de mi hermano, [ NOTA DEL AUTOR : El lector puede encontrar esta conversación en el último capítulo del Acto I] y supe que tenía que hacer algo al respecto. No le diría nada a Lucas, pues todavía no había pasado nada grave entre Bea y yo, pero sí tenía que evitar que la situación fuera a más.
ANÍBAL
buenas bea k tal?
BEA
bueno he estado mejor
ANÍBAL
y eso?
BEA
nada k la gente es muy hija d puta
ANÍBAL
ya...
No pude evitar sentirme aludido, aunque sabía que no lo decía por mí. No quería que la conversación se desviase del motivo por el que la había iniciado, pero ella me sorprendió demasiado con su siguiente mensaje.
BEA
necesito follar
ANÍBAL
jaja k directa
ANÍBAL
echaras mucho d menos a mi hermano no?
BEA
no
BEA
bueno si pero no estaba pensando en el precisamente
No supe qué responder. Quería intentar disuadirla, pero realmente no sabía cómo, y tampoco tuve tiempo a pensar demasiado. Lo siguiente que me envió fue un selfie. Aparecía tumbada en la cama, desnuda, y con la cara colorada, probablemente por una mezcla de excitación y vergüenza. Estaba preciosa, buenísima y adorable. Y, sobre todo, muy morbosa. Se me puso dura de inmediato.
BEA
ven a follarme
ANÍBAL
k pasa con lucas?
BEA
le quiero y se que tu tambien
BEA
pero ahora t necesito a ti
Yo estaba intentando cambiar. Estaba intentando hacer las cosas bien. ¿Y ahora el universo me ponía esta oportunidad en las narices? Luchando con todas mis fuerzas, utilicé un último recurso para intentar escapar de la tentación.
ANÍBAL
y no tienes a otro mas a mano? jaja
BEA
si pero ya no me fio de nadie
BEA
a ti al menos t conozco
Medité durante unos segundos. Intenté rechazar su propuesta, también intenté convencerme a mí mismo de que, si aceptaba, lo hacía por ella, porque la veía mal y quería ayudarla y evitar que cayera en unas manos peores que las mías. Pero lo cierto es que simplemente quería follármela.
ANÍBAL
cuando t viene bien que vaya?