Libertad

Como celebran la libertad una madre y su hijo.

La historia que les voy a contar parece increíble. Pero así es la vida.

Mi madre y yo aguantábamos a un padre insoportable. Nunca llegó a ponernos la mano encima pero era un auténtico tirano.

Mi madre y yo nos mirábamos a los ojos con complicidad.

Cuando salió finalmente el tema del divorcio, yo la apoye siempre.

Las secuelas de la actitud de mi padre fue mi timidez y mi soledad y también la de mi madre. Ella sabía que a mí me costaba salir con chicas. Y yo sabía que mi madre no disfrutaba con mi padre.

Después de un tiempo largo, siguiendo los trámites de esta separación, ésta finalmente se consumó.

Y ahora les cuento lo que pasó ese mismo día.

Llegamos los dos a casa. Por fin éramos libres y estábamos solos. Mi madre es una señora normal, de 52 años.

Al entrar en mi cuarto ella estaba en un rincón, sentada en el suelo, con la cabeza ladeada, mirándome. Estaba desnuda y se masturbaba.

Al principio no sabía que hacer. Salí del cuarto y volví a entrar. Volví a salir. Entré de nuevo y me desnudé. Me senté en otro rincón. También me masturbaba.

  • ¿Estás salido?- me preguntó.

  • Si.

  • Yo también.

Quedamos callados. Mi madre interrumpió el silencio.

  • Me imagino que me tocas las tetas. Que coges mis pezones con la yema de tus dedos.

No sabía que contestar hasta que me lancé.

  • Y yo que te beso en la boca- le contesté.

  • Que me besas los pechos y me los comes con tus dientes y lengua.

  • Y yo que te agarró las tetas.

  • Metes tu pene entre mis senos.

  • Y paso la lengua por tus tetas.

  • Me doy la vuelta y me lames el orificio del ano.

  • Luego tu me lames por todo el pecho.

  • Y tu me haces el amor. Entras en mi vagina.

  • Y luego te lamo el coño.

  • Y pasas tu lengua por mi clítoris.

  • Y tu me la chupas.

  • Y me vuelves a lamer el orificio del ano.

  • Te como el coño.

  • Y me la metes por el culo.

  • Y te cojo y te follo. Te sientas encima mío, dándome la espalda.

No aguante más y me corrí. Sentí que me quemaba. Era semen ardiente lo que salía.

Me vestí y salí de la habitación. Deje a mi madre, allí sola, con su cabeza agachada.

No he tenido ningún contacto sexual con ella. Ni he vuelto a hacerme una paja con ella delante.

Los dos lo necesitábamos.