Liberándome (2)

Olía a un sudor intenso y pegajoso que me provocó repulsión al notarlo pasar frente a mí. No hacía otra cosa que deporte y ver vídeos guarros, definitivamente aquello tenía que cambiar —me dije para mis adentros...

Ese día estaba en el comedor social, tras limpiar en la casa de los novicios y me horrorizaba a mí misma recordando el placer disfrutado durante la noche. Le servía comida a aquella gente y pensaba si con alguno de ellos podría darme un revolcón, y sin poder creer mis tentaciones intentaba por todos los medios sonreír cuando el padre Fabién se acercó a mí por detrás dándome un buen susto, que traté de disimular.

— ¡Oh padre, no le había oído!

— Lo siento Claudine, no quería asustarla —sonrió el padre.

Era un hombre joven de unos treinta y cinco años, más o menos de la edad de mi hijo. Le gustaba pasarse a la hora de comer y charlar con la gente, por ver si podía ayudar a alguno de los que, cada día, venían a comer.

— ¿Cómo va hoy el reparto? —se interesó.

— ¡Bien, bien padre, creo que habrá suficiente comida para todos ellos!

— Estupendo Claudine, es usted una excelente cocinera, no paran de decírmelo todo con el que me siento a charlar.

— ¡Oh gracias padre! —sonreí, sintiéndome gozosa de la obra que hacía.

Entonces su perfume me llegó hasta dentro de mi nariz y descubrí que me encantaba su colonia. Traté de disimularlo, como si él pudiese notarlo y aliviada vi como seguía por la cadena de reparto, charlando con las voluntarias que la asistíamos.

Aquella noche al volver a casa me encontré a René tirado en el sofá sin camiseta y en calzoncillos.

— ¡Pero René, te importaría ponerte algo más apropiado! —dije yo protestando por su inadecuada indumentaria.

— ¡Es que acabo de llegar del gimnasio y tengo calor! —protestó de mal humor.

— ¡Bueno pues dúchate! —le dije yo también levantando la voz.

— ¡Está bien! ¡Qué asco de vida! —exclamó levantándose y encaminándose hacia su cuarto.

Olía a un sudor intenso y pegajoso que me provocó repulsión al notarlo pasar frente a mí. No hacía otra cosa que deporte y ver vídeos guarros, definitivamente aquello tenía que cambiar —me dije para mis adentros.

Mientras se duchaba preparé la cena y cuando terminó, más adecentado se presentó para cenar.

— ¿Te importa esperar diez minutos a que me duche yo?

— Bueno, no espero mientras viendo los deportes —me dijo ya más calmado.

Pasé a la ducha y me relajé en ella, mientras el agua caía por mi cuerpo me descubrí frotándome la piel sensualmente y pensé en la noche anterior. Aunque fue solo un momento luego salí y me sequé para no hacerlo esperar mucho.

Nos sentamos y cenamos en familia, me gustaba esta parte de nuestra vida juntos, pues odiaba llegara casa y cenar sola.

— ¿Qué tal el día? —me preguntó René.

— Bien, hoy hemos tenido mucha gente en el comedor y hemos hecho un montón de comida. Luego ha tocado fregar y nos han dado las tantas como ves.

— De no ser por ti, yo podría estar en esa fila —se lamentó.

— Bueno René, ya te saldrá algo —le dije intentando animarlo.

— No sé, qué quiero hacer con mi vida.

Me dolía verlo tan decaído y traté de animarlo.

— ¿Y en el gimnasio, has conocido a alguien? Tal vez te viniese bien comenzar otra relación, ¿no crees?

— ¡No, aún es pronto para eso! —dijo muy acelerado.

— ¿Pero por qué?

— Pues porque aún no me siento preparado.

Callé un momento y lo dejé sosegarse, se había puesto muy nervioso por mi pregunta y me extrañó esa relación tan airada.

— Si no quieres no me lo cuentes, pero ¿qué falló entre Desirée y tú?

— Bueno, sin trabajo, empezó a decir que no hacía nada todo el día, tirado en el sofá y se cansó —sentenció.

Pensé en sus palabras y efectivamente era posible que eso minase la relación, yo sabía de lo que hablaba, lo había escuchado en boca de muchos hombres en el comedor social.

— Sabes, hoy he estado hablando con el padre Fabién. Tal vez podría decirle que te ayudase a encontrar algo, ¿lo aceptarías?

— Si, ya puestos, no tengo nada que perder.

Seguimos charlando mientras comíamos.

— El padre Fabién, es muy guapo, la verdad es que tuvo que serle difícil renunciar a una vida en pareja y hacer el voto de celibato —dije yo recordando su colonia.

— No tiene porqué, a veces el sexo no es tan maravilloso como lo pintan —respondió René para mi sorpresa.

— ¿No, por qué lo dices?

— ¡Ah no, por nada, bueno es que mantener una relación es complicado a veces! —dijo muy apurado por mi interés.

— Si te molestan mis preguntas dímelo, no quiero incomodarte —le dije para tranquilizarlo.

René se lo pensó y algo dentro de él pareció tirarle de la lengua y forzarle a hablar.

— Verás, es que cuando empecé a estar en paro no podía pensar en otra cosa que no fuese sexo, sexo a todas horas y Desirée no quería dármelo, eso minó nuestra relación.

— ¡Oh vaya, no tenía ni idea! —dije sin pensar.

— Bueno es normal, tú tenías tiempo libre, pero ella trabajaba y estaría cansada.

— Si, supongo que era así.

Y tras esta conversación quitamos la mesa y como cada noche se encerró en su cuarto a ver porno.

PD.: Liberándome es una obra de 23 calientes capítulos, visita mi blog si quieres conocer algunas curiosidades sobre ella.