Liberándome

Escandalizada tragué saliva y seguí viendo la fornicación, mientras...

3

Al día siguiente no me tocaba comedor, así que aproveché para limpiar el cuarto de René cuando éste se fue al gimnasio. Olía mal, le cambié las sábanas y limpié bajo la cama. Pero no hallé pistas que denotasen una masturbación, algo que cuando era adolescente era normal ver, como un clínex arrugado bajo la cama o una gotita seca en las sábanas.

No sé, simplemente me pareció un poco extraño. Pero tampoco le di mayor importancia.

Cuando me hallaba limpiando el teclado del ordenador, al mover el ratón la pantalla se encendió. No sé por qué lo hizo, pues no tengo mucha idea de informática, pero al encenderse en pantalla apareció un vídeo de los que veía, con el símbolo de pause, formado por dos palitos paralelos, como los de los antiguos reproductores de VHS que yo conocía.

La escena era truculenta, un sexo femenino era atravesado por una gruesa verga en un plano muy cercano. Me quedé tan impactada que durante unos segundos no supe reaccionar.

Luego mi mano se posó sobre el ratón y torpemente moví la flechita hacia el símbolo de pausa y le di al botón.

Para mi sorpresa los altavoces saltaron y comenzaron a oírse gemidos mientras la escena se animaba y la verga entraba y salía de aquel sexo en un plano donde sólo se veían ambos sexos copulando.

Luego se aceleró y cambió el plano. Ahora se veía el vientre de ella y él entre sus piernas, y como la envestía rápidamente. Presentí que se aproximaba el final y me sorprendió el zafio final, una descarga de esperma en el vientre de la chica, mientras esta gemía y se contoneaba bajo él me revolvió por dentro. ¡Qué asco! —pensé.

Pero lo cierto es que la escena despertó mi curiosidad y moviendo el ratón pinché en otra ventanita donde salía otra pareja. Allí se abrió otra tórrida escena sexual y está la vi al completo. Una fornicación visceral de una mujer morena, parecida a mí, pero con las tetas operadas, siendo embestida por un chico más joven que ella. Entonces pensé que ella podía ser yo y él, ¡el padre Fabién!

Escandalizada tragué saliva y seguí viendo la fornicación, mientras inadvertidamente separaba mis muslos y una de mis manos se colaba bajo el elástico de mis bragas. Reclinándome sobre el respaldo me comencé a acariciar la raja mientras veía la escena pornográfica y obscenamente mi mente se imaginaba guarradas donde yo no salía muy bien parada.

Pero entretanto, mi hijo René había vuelto y sin yo darme cuenta me observaba desde la entrada de su cuarto. Tal vez se quedó tan atónito como yo descubrí levemente su sombra reflejada en una parte oscura del monitor de ordenador.

— ¡Oh René! ¡Qué susto! —dije cerrando las piernas y tratando de recomponerme.

— ¡Oh, yo es que volví del gimnasio! —dijo él muy azorado mirando al suelo tratando de no fijarse en mí.

— Verás es que el ordenador se ha encendido, ¡ya sé que parecerá una locura, pero yo no he pulsado el botón de encendido!

— Bueno sí, es que estaba “suspendido” … —afirmó él terminando de confundirme.

— ¿Suspendido?

— Si, es que cuando está suspendido, basta tocar una tecla o incluso mover el ratón para que se arranque solo, por eso ha pasado… —carraspeó.

— ¡Oh qué vergüenza hijo, es que vi eso en la pantalla y comenzó a moverse, ¡solo! —mentí para ocultar mis vergüenzas.

René se quedó mirándome, inescrutablemente su mirada se cruzó con la mía y me hizo bajarla al suelo.

— Bueno no pasa nada mamá, ¿te ha gustado?

— ¡Cómo dices! ¡Bueno, yo solo trataba de apagarlo! —reí nerviosa.

— ¡No mientas! Te he visto, te estabas masturbando —me corrigió en tono algo brusco.

Finalmente tuve que admitir la evidencia.

— Bueno hijo, tal vez lo que he visto me ha provocado algo, lo admito.

— ¿Te ha puesto cachonda? ¡Cuéntamelo, quiero que me lo cuentes! —insistió.

— Pero hijo, ¿cómo voy a contarte a ti algo así? —dije avergonzada e intenté levantarme para marcharme cuando él se puso frente a mí y se agarró a los reposabrazos de la silla donde me sentaba bloqueando me el paso.

— Se sincera conmigo, no me importa que veas mis videos, pero al menos confiésame que te ha gustado.

Me dijo dejándome pasmada frente a él. Luego apartó sus brazos y muy colorada abandoné su cuarto llevándome las cosas de limpieza.

4

Aquella misma noche la cena fue un poco tensa y al final decidí preguntarle por sus videos.

— René, verás, no me importa que veas esos videos, pero lo que se ve en ellos es demasiado obsceno para estar todo el día viéndolos, no tiene que ser sano, ¿no te parece?

— ¿Por qué? A mí me gustan —me dijo mientras tomaba un bocado—. Me gusta la estética del porno, ¿sabes? Ellas depiladas, ellos musculosos, haciéndolo frente a la cámara, desnudos y con sus cuerpos depilados. ¿No te parece atractivo?

— ¡Pues bueno… pero es demasiado explícito pienso yo! —dije nerviosa.

— Ya, pero te gustó esta mañana, si no, no te habrías masturbado delante de ellos, ¿verdad?

— ¡No me lo recuerdes René! ¡Qué vergüenza!

— No es vergüenza, es represión de tus deseos madre. Te reprimes y por eso te da vergüenza admitir que te gusta el porno como a mí, por eso te decía que no me mientas hoy.

— Bueno, tal vez me hayan gustado tus vídeos, ¡lo admito! —dije al fin sintiéndome como una tonta.

Entonces él se río.

— ¿Tú te masturbas viéndolos?

René asintió.

— ¿Todas las noches? —insistí.

Volvió a asentir con la cabeza por respuesta.

— ¿Y no te cansas?

René se encogió de hombros.

— De momento no, tú si quieres puedes verlos cuando no esté, si cierras la puerta prometo no entrar hasta que salgas.

— ¡Oh hijo, por favor, qué cosas tienes! —exclamé sonrojándome.

— Admite tu naturaleza sexual madre, aún estás viva, ¿no?

Entonces se levantó y se metió en su cuarto, mientras yo me quedé pensativa. Lo cierto es que sus palabras eran perturbadoras.

Aquella noche al acostarme oí claramente los gemidos y los sonidos del porno, creo que le muy cabrito lo hizo a propósito para que yo lo oyera, y fruto de eso, me desvelé.


Liberándome , tal vez sea una obra poco conocida, cuando la escribí no tenía muy clara la historia de Claudine, pero la idea principal era la que subyace en el título, una liberación paulatina de la madre viendo cómo el hijo veía porno sin cortarse un pelo... Aquí os dejo su sinopsis:

Claudine es una mujer tradicional, por no decir chapada a la antigua que queda mal y probablemente ya esté obsoleto, pero así es. Su vida es sencilla, se reduce a ayudar en un comedor social y limpiar las habitaciones de los novicios para ganar el sustento.

Su vida se verá alterada cuando René, su único hijo, vuelva a vivir con ella tras su divorcio de Desirée, una chica sensual, recatada, de apariencia tímida, pero con algún oscuro deseo, como cada uno de nosotros por otra parte.