Liberado por la prima Irene.
Irene descubre el compromiso que su primo ha adquirido con su novia para que esta cediese y le permitiese acostarse con ella, ante lo que Irene no duda en intervenir
Leo se tiró a la piscina con cuidado desde el trampolín más bajo que había en la elegante y lujosa casa de sus tíos. Abajo lo recibió con vítores y aplausos su prima pequeña, Elisa, que tan solo tenía ocho años y su otra prima más mayor, Irene, que ya había pasado los 20.
Tanto a Leo como a su hermana les gustaba visitar la lujosa casa de sus tíos, ya que no tenía nada que ver con el céntrico piso en el que vivían junto a sus padres. Aquel lugar contaba con piscina, pista de tenis, sala de juegos… la casa era enorme y tenía un par de perros con los que los fines de semana disfrutaban jugando…
Después de aquella deliciosa sesión de piscina, los cuatro primos fueron a la cocina, donde la criada que tenían contratados los padres de Elisa e Irene les sirvió una comida deliciosa.
Una vez tuvieron el estómago lleno, los cuatro se levantaron de la mesa para ir a la sala de juegos a jugar una partida de billar, pero antes de llegar Elisa agarró la mano de Verónica, la hermana de Leo, para llevarse a esta en dirección a su habitación con la excusa de que quería enseñarla una cosa.
- Parece que tendrá que ser un uno contra uno- dijo el muchacho sonriendo a su prima.
- Sí, pero yo no juego al billar si no nos jugamos algo- dijo la chica acariciándose su larga melena de pelo negro- ¿Qué nos podríamos jugar?
- ¿10 euros?- sugirió el muchacho, pero Irene soltó una carcajada, muestra evidente de que aquella apuesta le parecía ridícula.
- Quiero algo más divertido, algo humillante para el perdedor ¿Qué te parece que si pierdes te vistas de chica?
- Ni hablar- se negó el chico sin siquiera contratacar con alguna cosa humillante para su prima.
- Que rotundo- dijo Irene divertida- Vale, pues si pierdes sales con mi amiga Marta- dijo la chica sacando su móvil y mostrándola una foto de la chica en cuestión, una muchacha poco agraciada y bastante gordita- Y si pierdo yo- dijo mirando a Leo intensamente- te enseñaré las tetas.
El chico en aquel momento pensó en que quizás la comida de su prima pudiese haber llevado alguna clase de potente afrodisíaco, pero antes de toma en serio aquella posibilidad estaba rompiendo el triángulo de bolas de billar que tenía ante él, con grandes deseos de conseguir ganar aquella partida.
Su prima era una chica de cuerpo agradable, pelo largo y negro, piel morena, pechos medianos y firme y aparte de todo aquello lucía ropas que la favorecían mucho, en aquel momento Irene llevaba unos pantalones vaqueros cortos y ajustados que la llegaban un poco por encima de la mitad del muslo y una camisetita amarrilla de tirantes que dejaba su ombligo al descubierto.
Leo en cambio era bastante menos atractivo que su prima, si bien era bastante alto y de músculos levemente marcados tenía la nariz un poco más grande de lo normal y sobre su rostro había algunas marcas de acné de su recién pasada adolescencia.
La partida no tardó en decantarse del lado de Leo, que en su primer lanzamiento había introducido en agujeros diferentes un par de bolas rayadas, dejando a su prima las bolas de color.
El muchacho estuvo especialmente concentrado en la partida por la importancia del premio, el muchacho tenía muchas ganas de ver los pechos desnudos de su hermosa prima, y esta se debió dar cuenta del esfuerzo de su primo porque no tardó en tratar de desconcentrarle acercándose a él mucho más de lo necesario.
Los temores de la chica, que tener que exhibirse ante su primo, tomaron cuerpo cuando a Leo le tocaba tirar y ya solo le quedaba la bola negra por introducir, quedándole a Irene aún otras dos más a parte de la negra.
- Eso no vale, Irene, me estás desconcentrando- protestó el chico cuando sintió como su prima lo agarraba por la espalda para apoyar sus manos sobre los pectorales del chico y estrujar sus pechos sobre la espalda del muchacho.
- Así puedes tirar perfectamente- le dijo la chica con una risita al final, mientras que bajaba lentamente en dirección a los pantalones de su primo, para que su nerviosismo aumentase y su precisión bajase hasta el punto de poder fallar aquel tiro.
Leo tiró de forma precipitada cuando notó las manos de Irene sobre su entrepierna, pero aun así la fortuna estuvo del lado del muchacho ya que acertó de lleno en la bola negra y la introdujo en el agujero más cercano.
- ¡He ganado!- exclamó el chico feliz de su logro y del premio que se iba a cobrar.
- Quiero la revancha- dijo Irene.
- No, quiero lo acordado, luego si quieres apostamos otra cosa- dijo Leo negándose a arriesgar su premio. Irene puso mala cara al principio, pero acabó sonriendo halagada de que su primo tuviese tantas ganas de ver sus pechos.
- Vale- cedió al fin- pero no te las enseño aquí, como nos vea la criada seguro que se lo cuenta a mis padres y los dos tendremos problemas, subamos a mi habitación.
Irene y Leo subieron con rapidez, las escaleras que conectaban la planta baja con el primer piso. En tan solo un minuto Leo estaba sentado en la cama de su prima expectante a lo que esta le iba a mostrar.
La habitación de Irene era como la de cualquier chica de su edad: escritorio, ordenador portátil, televisión, fotos pegadas en las paredes… bueno, quizás tenía algunos lujos más que una habitación normal, ya que esta contaba con un tocador y las cosas anteriormente nombradas eran de última generación.
- Las manos detrás de la espalda- le dijo la chica y Leo, viendo que su prima iba a cumplir con su parte del trato, colocó sus manos donde la chica le indicó, con la vista fija en su busto.
Irene, que parecía hacer aquello con bastante frecuencia, deslizó los tirantes de su camiseta por sus hombros para después sacar sus brazos y colocarlos detrás de su espalda para desabrochar el sujetador blanco que llevaba.
El chico no parpadeó ni por un momento cuando vio caer el sostén y su vista tuvo acceso a los firmes y redondos senos de su prima. El muchacho se acercó más para ver los medianos pezones oscuros que coronaban cada pecho, pero para su desgracia Irene consideró aquello como un intento de tocarla y le pegó un palmetazo en los testículos con la mano, con lo que Leo retrocedió rápidamente inclinado.
- No iba a tocar- protestó el chico sin dejar de tocar sus bolas, pero la chica lo miró seriamente.
- ¿Qué es lo que he tocado? ¿Qué llevas debajo del pantalón?- preguntó la muchacha seriamente mirando a su primo.
- Nada- aseguró Leo con firmeza, pero poniéndose rojo de vergüenza, lo que hizo que su prima sintiese aún más curiosidad.
- Vamos- dijo la chica mimosa, acercándose al muchacho para abrazarlo con fuerza y restregar sus pechos contra su cuerpo- déjame verte ahí abajo.
- No- se negó el chico tratando de quitársela del encima, pero no con demasiada convicción, le gustaba sentir el cálido cuerpo de su atractiva prima tan cerca del suyo.
Irene siguió restregándose contra su primo tratando de excitarlo y que finalmente cediese, aprovechando un momento de descuido de este para arrodillarse de golpe, meter sus dedos por debajo de los pantalones y calzoncillos del muchacho y pegar un violento tirón que le dejó totalmente desnudo de cintura para abajo.
Leo, al sentir su pene al descubierto, se lo tapó con la mano derecha mientras que con la otra trataba de recuperar sus pantalones para subírselos de nuevo, pero para su desgracia su prima ya había visto lo que llevaba entre las piernas, y después analizar lo que acababa de ver, no pudo evitar echarse a reír, con el correspondiente sonrojo del chico.
- Esto tiene una explicación- dijo el chico mientras se subía los pantalones y calzoncillos para tapar de nuevo su pene, que estaba encerrando en un dispositivo de castidad de plástico, que se mantenía cerrado gracias a un candado que quedaba bajo sus testículos. Pero pese a que el chico trató de explicarse Irene no paró de reír durante unos minutos, con lo que Leo tuvo que esperar hasta que esta finalmente le dijo.
- Venga- dijo pasándose la mano por los ojos para secarse las lágrimas- explícamelo.
- Es un dispositivo de castidad- explicó el muchacho tratando de sonar firme y que su sonrojo se notara lo menos posible- hace dos semanas me lo puse porque mi novia quería comprobar los sacrificios que estaba dispuesto a hacer por acostarme con ella, es su primera vez- aclaró- y me dijo que si aguantaba un mes con esto puesto me dejaría hacerlo con ella.
- Que patético eres, primo- dijo Irene sin poder creer lo que oía, pero confiando en la veracidad de lo que contaba, ya que su primo, al no ser muy atractivo perfectamente podía haberse visto obligado a aceptar un trato así- Y esa chica ¿también lleva algo así para que no se pueda tocar?
- No, ella no lleva nada- dijo el chico, provocando una nueva risita en su prima.
- Que patético eres, primo- dijo de nuevo- seguro que la tienes así de pequeña- dijo marcando una medida entre su dedo índice y pulgar de escasos cinco centímetros- soy bastante habilidosa con las horquillas, ¿quieres que te intente liberar?- preguntó mientras se sacaba del pelo.
Leo, al oír aquella propuesta dudó, llevaba ya casi dos semanas con aquel infernal dispositivo puesto, y las últimas noches se había ido a acostar sobre excitado al no poder masturbarse, pero el deseo de acostarse con María, que así se llamaba su novia, por el momento había sido lo suficientemente fuerte como para no sentir que estaba sufriendo demasiado por su futura recompensa.
- Sí, quiero que me liberes- dijo el chico después de unos segundos en silencio, valorando la posibilidad de engañar a su novia y poder masturbarse para sentir sus testículos ligeros de nuevo y no hinchados y doloridos como los tenía en aquel momento.
- No- dijo Irene sonriendo, sintiéndose poderosa con aquella nueva e inesperada situación- si me encuentro con una polla pequeña me llevaré un disgusto y sentiré que he perdido el tiempo.
- Pero ha sido tú la que me lo ha ofrecido- dijo el chico mirándola enfadado y frustrado a la vez.
- Lo sé, pero me lo he pensado mejor, no estaría bien que te ayudara a romper la promesa que le has hecho a tu querida novia- dijo sonriendo de forma burlona.
- Por favor, solo quítamelo, yo me ocuparé del resto- dijo Leo- ¿Qué hay que pueda darte para que lo hagas?- preguntó el muchacho un poco desesperado por liberarse, al parecer llevaba bien la castidad cuando veía que no había forma de librarse de ella, pero al ver que su prima le podía liberar para que eyaculase sin que su novia se diese cuenta el muchacho no había tardado en sucumbir.
- No sé, quizás un masajito de pies me aclare la ideas- dijo sentándose en su cama y tendiendo su pie aún calzado en dirección a Leo.
Leo, excitando ante la situación que se le estaba presentado, clavó sus rodillas en el suelo y tendió sus manos para recibir los pies de su prima. Al muchacho no le desagradaba la idea de sobar y acariciar los pies de su atractiva prima, con un poco de suerte esta se excitaría con el masaje y se compadecería de él liberándolo del dispositivo de castidad y contribuyendo de alguna manera a que se relajase de la forma más agradable posible.
Irene soltó unos cuantos gemidos de placer un poco ahogados para que no se escuchasen mucho más allá de su habitación. La casa en aquel momento estaba vacía, había oído minutos antes como su hermana y su prima había ido con la criada al parque, pero la muchacha no sabía con certeza cuando su padre, su madre o las propias niñas y la criada podrían presentarse por allí, pillándola en una situación cuanto menos extraña.
Ver a su primo tan dócil hizo que no pudiese resistir la tentación y le ordenó ir un poco más allá, comenzado por que se quitase la camiseta y los pantalones para que mostrase su sorprendentemente desarrollada musculatura. Irene no esperaba encontrar un cuerpo tan bien formado bajo aquellos pantalones vaqueros y aquella camisa, con unos brazos ligeramente musculados, un torso firme y depilado con el abdomen suavemente marcado y unas piernas bien definidas.
Ya teniéndolo casi desnudo ante ella, Irene decidió ver hasta qué punto podía tensar la situación hasta que su primo la negase algo, y no tardó en mandarle que besara y chupara sus pies, no dudando este ni un momento para adorar los delicados y bien cuidados pies de su prima.
- Creo que te voy a liberar- dijo Irene finalmente extasiada de placer- pero antes tienes que dejar que te ate.
- ¿Qué me ates? ¿Para qué?- preguntó el muchacho desconcertado, pero sin un tono demasiado cortante.
- ¿Qué más da?- preguntó la chica sonriendo- piensa que si te ato tendré que ser yo la que te ayude a descargar toda tu lechita.
Oír decir aquello de boca de su prima hizo que el muchacho se excitase más aún si aquello era posible, y la mirase para ver cómo podría ser atado. Irene sonrió mientras buscaba una cuerda de saltar a la comba que usaba cuando era niña, con una sonrisa pícara en el rostro. Cuando eran pequeños alguna vez había jugado con su primo y había acabado atándole, no esperaba que aquella situación volviese a repetirse después de tanto tiempo.
Irene ató con firmeza los fuertes brazos de su primo, a la espalda de este para tenerlo totalmente controlado, mientras que se imaginaba el pene que debía tener su primo encerrado. La chica ya se había hecho a la idea de que se iba a encontrar un pene normal, pero aun así no la importaba, la carga de morbo que la proporcionaba el saber lo que estaba haciendo con su primo sería suficiente para que le pareciese mucho más grande.
Una vez atado por los brazos la muchacha sacó otra cuerda del armario para atarle firmemente las piernas y darle un empujón suave para que cayese sobre la cama. Una vez sobre el lecho, el muchacho se giró para quedar boca arriba y observó a su prima, viendo como esta sacaba del cajón de su mesilla un par de horquillas.
Irene se colocó cómodamente sobre el cuerpo de Leo apoyando sus duras nalgas sobre el marcado abdomen del muchacho, sintiendo este como sus calzoncillos eran deslizados hasta sus rodillas, dejando su pene encerrado por un dispositivo de castidad de plástico transparente, cerrado con un pequeño candado, a la vista de la chica.
Irene quedó complacida con el tamaño de los testículos de su primo, que en aquel momento era lo único de su masculinidad que no tenía un tamaño ridículo. La chica agarró con sus finos dedos, acabados en largas uñas los hinchados testículos de Leo, arañándolos suavemente ante el gemido del muchacho entre placer y dolor.
La muchacha se puso a trabajar en liberar la polla de su primo con la horquilla, para poder cuanto antes descubrir si aquel pene, una vez hinchado estaba a la altura de sus grandes testículos.
Tal y como Irene había esperado, el candado que mantenía encerrado a Leo no tardó en ser abierto gracias a su habilidad, dejando respirar por fin, después de dos semanas, la pequeña polla del muchacho.
Aquel pequeño pene no necesitó más que un par de acaricias de los finos dedos de su prima para que el glande de este comenzara a hincharse y asomarse, ante la curiosidad y la sonrisa que Irene, que iba viendo como aquella polla iba creciendo de manera constante hasta que finalmente alcanzó un tamaño máximo, bastante cercano a los 20 centímetros, con un grosor que tal que Irene con una sola mano no era capaz de rodear aquella venosa y palpitante polla.
- Pero si estás bien dotado, primito- dijo la chica sonriendo y relamiéndose ligeramente mientras tiraba de aquella polla suavemente hacia atrás para dejar sus testículos accesibles- entonces… ¡co-mo pue-des ser tan es-tú-pi-do!- dijo la chica dando una palmada en los hinchados y doloridos genitales del muchacho que gimió de dolor y se convulsionó tras cada golpe tratando de protegerse, pero cada uno de los 10 golpes dio de lleno en su objetivo.
Irene sonrió al oír los quejidos de su primo, se sentía bien después de castigarlo por haber mantenido en secreto aquella maravillosa herramienta que acababa de descubrir. Leo trató de decir algo, pero aquellos golpes sobre tan sensible zona le habían dejado sin habla, y cuando por fin pudo decir algo notó como la lengua de su prima comenzaba recorrer su falo de arriba abajo, acabando finalmente, después de dejar la polla empapada en saliva, lamiendo los doloridos testículos del muchacho, dándole a este la sensación de que el castigo había merecido la pena a cambio de aquel tratamiento.
La muchacha dejó de chupar cuando vio cómo su primo la miraba deseoso de algo más, así que se levantó y comenzó a quitarse la ropa, hasta desnudase de manera integral ante la excitada mirada del chico. Irene estaba muy orgullosa de su cuerpo y saber que tenía totalmente controlado a su primo le dio la confianza necesaria para mostrarse sin una sola prenda de ropa encima.
La polla de Leo se mantuvo dura mientras observaba el cuerpo se su prima, tenía la piel totalmente bronceada, lo que le hacía deducir que tomaba el sol más de una vez desnuda, ya que en sus medianos y firmes pechos bronceados no se veía ni una sola marca de su sostén, al igual que no se veía en la zona de su sexo totalmente depilado y de labios rosados, ningún rastro de sus braguitas.
- Veo que te gusta lo que ves- dijo Irene juguetona sentándose sobre la polla de su primo, notando como esta palpitaba sobre sus nalgas duras- dime Leo que prefieres, ¿hacerte tú mismo un paja y quedarte a gusto o que sea tu primita la que te ayude a descargar?- preguntó con una sonrisa pícara, aplastando sus suaves y calientes senos sobre los duros pectorales del muchacho, que tenía los labios de su prima a escasos centímetros.
- Házmelo tú, prima- pidió el chico ansioso de poder probar el cuerpo de Irene.
- Está bien, pero tienes que dejar a tu novia.
- De acuerdo, lo que quieras- dijo el chico que en aquella situación casi habría podido aceptar cualquier cosa.
Irene se levantó de su posición sobre el fuerte cuerpo de su primo y agarró la ropa de este en busca de su teléfono móvil. Leo al ver lo que hacía trató de removerse un poco, pero en cuanto su prima regresó a su lado con su teléfono el muchacho volvió a quedase quieto, tratando de rozar con su rostro los pechos de su prima, divertida al ver lo que intentaba le alejó para que no llegará a sus firmes senos.
- Primero tendrás que cumplir con dejar a la estrecha de tu novia, luego te premiaré – dijo la chica buscando en la agenda el teléfono de su novia.
Leo no tardó en decirle que contacto era, e Irene comenzó a ponerse nerviosa cuando después de cinco tonos la tal María no hacía acto de presencia. No fue hasta el séptimo tono que la novia de Leo descolgó el teléfono, colocándole está el teléfono sobre el pecho del muchacho, con el manos libres puesto.
- Hola María- dijo Leo con la voz un poco quebrada ya que Irene no había perdido y ya estaba lamiendo el sensible glande del chico.
- Hola Leo, ¿pasa algo?- preguntó la chica.
- Sí, lo siento pero no he podido cumplir con lo que me pediste- dijo el muchacho mientras notaba como su prima introducía su verga hasta su garganta- me he quitado el dispositivo, no podía más.
- ¿Eso es todo lo que me querías?- preguntó la chica enfadada- ya sabía que no podía fiarme de ti. Te la estás tocando ahora ¿a que sí?
- No, se la estoy tocando yo, señorita estrecha- dijo Irene haciéndose con el móvil.
- ¿Cómo? ¿Con quién estás, Leonardo?- preguntó María.
- Soy una amiga que sabe abrir candados- dijo para después soltar una risita- tiene delito la tremenda polla que habías encerrado, no sé cómo te ha aguantado tanto, ahora mismo la voy a disfrutar a tú salud- dijo contenta, el estar haciendo que su primo dejase a su novia por tener sexo con ella le estaba poniendo caliente.
- Menuda puta debes de ser, solo pensando en pollas- dijo la chica enfadada.
- Pues si te digo la verdad ahora es en lo que más estoy pensado- dijo Irene conectando la video-llamada para apuntar directamente a la polla de su primo.
Irene restregó su caliente y húmedo sexo sobre el abdomen de Leo, mientras que con una mano masturbaba la gruesa polla de su primo y con la otra intentaba que esta se viese en pantalla lo suficientemente bien como para poner los dientes largos a su interlocutora.
María se quedó sin palabras al ver como el grueso y rosado glande, cubierto de líquido pre-seminal se ocultaba y sobresalía al ritmo que Irene le iba imponiendo.
- Estoy deseando hacerle descargar todo lo que le has hecho acumular, y si te estás preguntando como sabe solo te diré que mucho mejor de cómo se ve- dijo Irene soltando de nuevo una risotada. Realmente estaba disfrutando quitándola el novio a otra chica.
- Lo siento María, no podía estar así por más tiempo- dijo Leo cuando su prima volvió a dejar el teléfono sobre su pecho.
- ¡Eres un cabrón, Leonardo! ¡Hemos terminado!- dijo la chica enfadada. Irene pensó que la chica iba a dejar ahí la conversación, pero está continuó gritando e insultando de todas las maneras posibles a su primo, con lo que Irene recogió el teléfono.
- Mira señorita estrecha, será mejor que cuelgues- dijo para acabar chupando el pecho de su primo hasta que finalmente acabó en sus labios- a no ser que quieras escuchar nuestros gemidos, voy a hacer que se olvide de ti en diez minutos.
Tal y como esperaba, María volvió a despotricar contra ella, pero en esta ocasión no le dio mucha cuerda, ya que después de la segunda frase Irene colgó, si aquella muchacha quería escucharlos mientras tenían sexo tendría que ser ella la que pagase la conferencia.
- Lo has hecho muy bien- dijo Irene acariciando los pectorales del chico- ahora toca que yo cumpla con mi parte.
- ¿Lo he hecho tan bien como para que me desates?- preguntó Leo esperanzado, sonriendo cuando vio como Irene sonreía. La muchacha tenía curiosidad por ver hasta donde llegaba la energía de su primo después de tanto tiempo de abstinencia, y el ser ella su objeto de deseo en aquella ocasión era una experiencia que estaba deseando probar.
Irene, que tenía la decisión tomada desde el principio fingió dudar durante unos segundos, hasta que finalmente acabó sonriendo y acercándose a su primo para desatarle lentamente las manos.
El muchacho besó y lamió los pechos de su prima, haciendo que los pezones de esta se pusieran duros como piedras prácticamente de manera instantánea, lo que le hizo plantearse dejar a Leo atado, pero aquella idea la tuvo que desechar cuando notó las fuertes manos de su primo colocadas en su cintura.
Como si apenas pesara unos gramos Leo volteó a su prima y aun con los pies atados logró colocarse sobre esta para restregar su cuerpo excitado sobre la chica, acariciando su torso de arriba abajo y besando y chupando el cuello y pechos de Irene, que se dejó hacer.
Viendo que su amante no sería capaz de moverse con libertad hasta que no liberase sus pies, Irene logró cambiar de posición de nuevo para acabar sobre su primo, pero dada la vuelta, dejando su ano y sexo a disposición de este para que jugase mientras ella se encargaba de liberarle de sus incómodas ataduras.
Leo, terriblemente excitado, agarró con firmeza las nalgas de su prima y las separó con la misma intensidad, dejando el ano de Irene a su disposición para comenzar a lamerlo y recorrer con la lengua desde este hasta el empapado sexo de la muchacha que reclamaba una mayor atención.
Irene gimió con una mezcla de placer y dolor después de un par de severos azotes sobre sus nalgas, pero los aceptó, después de lo dócil que había sido su primo con ella durante aquella tarde le iba a permitir desquitarse un poco.
Después de unos minutos de intensos preliminares, con toda clase de besos, caricias y lamidas, Leo acercó su polla al sexo de Irene para penetrarla con ella, pero la chica colocó su mano sobre el glande de este para que no siguiera por aquel camino.
- ¿A dónde crees que vas? ¿y si me dejas embarazada?- preguntó Irene que no quería aún ser penetrada y mucho menos sin la debida protección.
- No tengo condón- dijo el chico mirándola esperanzado de que ella si tuviera.
- Yo si tengo alguno en la mesilla- dijo Irene estirándose para llegar a su mesilla y sacar un paquete de preservativos, mientras volvía a notar las manos de su primo sobre sus nalgas.
- Si me dejas metértela por detrás no hace falta condón- dijo el chico que desde que había visto el cuerpo desnudo de su prima su trasero le había producido una gran atracción.
Irene ignoró aquella sugerencia e introdujo la verga de su amante en el preservativo, ajustándose esta perfectamente a su falo. Pese a que enfundar aquel grueso pene hacía que este perdiese algo de atractivo a Irene le gustó comprobar que las hinchadas y palpitantes venas que lo recorrían a arriba abajo seguían marcándose bajo el látex.
Pese a la barrera que Irene había puesto para tener sexo seguro, Leo sintió el calor de la vagina de su prima cuando esta comenzó a descender lentamente, gimiendo de gusto, hasta que acabó apoyando su empapado sexo sobre el pubis del muchacho.
Leo lanzó sus manos hasta los redondos y firmes senos de su prima, para amasarlos con fuerza, ante lo que la chica se removió un poco dolorida, pero aquel dolor se vio mitigado en cuando comenzó a cabalgar la vigorosa verga de su primo. Gracias a las diferentes y finos relieves que había a lo largo de la superficie de látex que envolvía la polla de su amante, Irene no pudo reprimirse y comenzar a gemir de placer como loca, hacía bastante tiempo que no cabalgaba una verga de esas dimensiones e iba a tratar de sacarle el máximo partido posible.
Pese a que nunca había estado en una situación así con su primo, Irene era capaz de ver en el rostro de este cuando se iba a correr, con lo que cada vez que identificaba aquella expresión en él, la muchacha, que llevaba las riendas de aquella relación, paraba de moverse con la misma intensidad.
Irene estaba complacida de ver como su primo aguantaba de aquella manera después de estar tanto tiempo sin poder aliviarse sexualmente, ni siquiera el mismo. Cierto era que el muchacho ponía mala cara cada vez que su cabalgadora paraba, pero lo único que hacía era soltar un gemido de queja, que no tardaba en ser ahogado por los labios de Leo chupeteando sus pechos, ya que Irene, tratando de que se olvidase del disgusto de otro orgasmos robado le daba a probar sus pechos. Hasta que finalmente el truco no funcionó.
Después de repetir aquella operación en cuatro ocasiones Leo acabó por perder la paciencia y agarró a su prima por los costados para voltearla y quedar sobre ella. Irene, que no quería acabar allí con aquella relación y deseaba alargarlo más clavó sus uñas sobre la espalda del muchacho que gimió de dolor y soltó a su prima, que se escabulló y salió de la cama.
- ¿Pero qué haces?- preguntó el chico llevándose la mano a la espalda, dolorido.
- Eso mismo pregunto yo- dijo la chica mirándole enfadada- yo dirijo.
- ¿Y eso porque?
- Porque hace solo unos minutos tenías la polla encerrada y si no fuera por mí no te podrías ni tocar- dijo la muchacha mirándole fijamente tratando de vencer en la discusión – si no quieres acatar mis reglas será mejor que te largues, puedo tener aquí a 10 tíos que pueden venir a acabar lo que tú has comenzado.
Irene sabía que aquella apuesta era arriesgada, sabía que la erecta polla de su primo no le permitía pensar con claridad y haría casi cualquier cosa por eyacular después de más de dos semana, pero aun siendo cierto que podía tener en su casa a cualquiera de sus ligues de una noche, también sabía que ninguno tenía una verga tan grande y gruesa como la de su primo, ni tampoco ninguno de ellos le daba el morbo que le daba su primo. Por suerte para Irene le jugada la salió bien, y Leo cedió a hacerlo como ella quisiera, volviendo a tumbarse a en la cama.
- Lo he pensado mejor, Leo- dijo la muchacha sonriendo- eres un chico fuerte y atlético, te dejaré controlar la situación si me follas estando de pie.
El chico, confiando en poder lograr lo que su prima le sugería se levantó de la cama como una rayo para agarrar a su prima de la cintura y levantarla en vilo. La chica quedó más que complacida de ver la fuerza que los tensos músculos de Leo eran capaces de desarrollar y rodeó con sus piernas el torso de su amante, para ir bajando lentamente hasta que notó la verga enfundada en látex de su amante apoyada sobre su empapado sexo.
Leo, gimió de gusto en cuanto su verga entró en el caliente y húmedo agujero de su prima, notando la chica como los músculos del muchacho se tensaban y esta caminaba con firmeza hasta la pared, notando Irene su textura fría y rugosa, pero ignorándola al momento cuando su primo comenzó a penetrarla con vehemencia.
Irene quedó maravillada con el ímpetu de su primo y se agarró con firmeza al cuello de este con sus brazos, y a la cintura del muchacho con sus piernas, por nada del mundo pensaba separarse de él ahora que estaba tan cerca de llegar al orgasmo.
Los gemidos graves de Leo y más delicados y agudos de Irene comenzaron a llenar toda la sala, abriendo la posibilidad de ser pillados, ya que Irene estaba segura de que ni ella ni su primo serían capaces de escuchar a alguien si se adentrar en la casa. Aun así poco le importó y clavó sus uñas sobre la sudorosa espalda de su primo, que pese a que cada vez jadeaba con más intensidad de sus penetraciones y el cansancio que iba acumulando, el muchacho penetraba cada vez con más fuerza.
Irene quedó sorprendida cuando llegó al orgasmo antes que su primo. La chica esperaba que después de más de dos semanas de castidad su primo se corriese a las primeras de cambio, pero se estaba llevando una sorpresa más que grata.
Leo por su parte no se dio cuenta de las convulsiones que estaba sufriendo el cuerpo de su prima debido al placer, con lo que siguió penetrando con la misma intensidad hasta que él mismo acompañó al cuerpo de su prima con nuevos espasmos, seguidos de un largo y ronco gruñido.
Leo apretó con fuerza el cuerpo de su prima contra el suyo, estrellando los redondos y suaves pechos contra sus pectorales definidos y duros. Las piernas de Leo no tardaron en comenzar a flaquear, pero aun así el muchacho contó con tiempo para caminar hasta la cama y dejarse caer lentamente de espaldas para acabar tumbado con su prima sobre él.
Irene se relajó sobre el cuerpo de su primo, mientras escuchaba como tanto su corazón como el de su amante iban recuperando su ritmo normal. La muchacha permaneció así durante unos minutos hasta que finalmente se incorporó para retirar el preservativo de la polla del muchacho, el cual estaba mucho más lleno de semen de lo que la chica estaba acostumbrada a ver en sus novios.
- ¿Aguantarías en castidad por mí durante un mes? Si lo haces te daré otra tarde de sexo- dijo Irene acariciando la flácida polla de su primo que le miró suplicante ya que no quería esperar otro mes para repetir aquello y mucho menos con aquel diabólico dispositivo que no le permitía erecionarse y eyacular. Finalmente Irene rompió a reír- Es una broma Leo- dijo inclinándose para besar el pene del muchacho, mientras le agarraba y masajeaba los testículos- esta cosita tiene que estar en libertad.
- ¿Cuándo repetimos?- preguntó el muchacho gimiendo de placer cuando notó como la lengua de Irene pasaba por su cada vez más flácida polla, ya sin preservativo, centrándose en su sensible y enrojecido glande.
- Te llamaré cuando la casa está vacía, creo que a partir de ahora me voy a alegrar más de que mis padres hagan tantos viajes- dijo la chica sonriendo para después meterse la polla entera de su primo en la boca y guiñarle un ojo, indicándole que haría todo lo que fuera posible para que su siguiente encuentro se demorase lo menos posible.
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