Lía, es su nombre
Esta historia forma parte de mi vida, la viví y aunque lamentablemente no tiene un final feliz, a sido uno de los mejores momentos de mi vida.
-Hola amor, ¿Cómo estás?
-Bien, bien, ¿Qué paso? ¿Necesitas algo?
-No, no, vine a traerte de comer, a por cierto te presento a Lía.
-Hola, mucho gusto.
Y ahí estaba yo, en esa parada de autobús en lo que era mi trabajo mediocre y temporal. Lo odiaba, sin embargo a ella le agradaba porque era una de las muchas razones de las que se valía para saber qué hacía y donde estaba. Solo que ese día había algo más o bien alguien más, Lía, la vi solo como una fugaz visión de algo hermoso, con una piel blanca, unos ojos oscuros y una sonrisa hermosa, el cabello ondulado alborotado, alta y una frescura en su forma de ser que hizo que la piel se erizara. Evite verla de frente porque si lo hacia mi entonces novia podía darse cuenta del brillo en mis ojos, brillo que desde ese momento no le pertenecería jamás.
Llevaba aproximadamente 9 meses de estar con ella, tiempo suficiente para darme cuenta que las cosas no son lo que parecen, contare solo una breve parte de lo que era una relación que yo solo consideraba problemática y que en su momento me di cuenta que la definición de esa palabra se quedaba corta.
Ese verano yo había decidido irme a casa con mi familia, sin embargo un par de semanas antes de que se terminara el ciclo escolar hablamos sobre qué hacer, había cuentas que pagar, renta, comida y cosas de la escuela que durante el semestre era difícil costear, sin tantas ganas llegamos a la conclusión de que la única solución era trabajar todo el verano, me salí de mi entonces trabajo como mesera para irme con ella a su casa y buscar trabajo allá. Pasando algunos días lo encontré, no era lo que yo quería pero no había muchas opciones. Comencé a trabajar de inmediato, trabajaba casi todo el día por una módica cantidad que a la larga se me hizo que era muy poco, no paso mucho tiempo para que el estrés y el cansancio hicieran estragos en mí, me convertí en una persona neurótica y que se exaltaba con demasiada facilidad. Una noche en la que llegue cansada, mi novia solo quería estar conmigo, convivir, pero yo estaba mal, la verdad entre en un letargo de querer llorar, gritar y maldecir por cualquier motivo, hable con ella y le pedí espacio, le dije que me dejara sola ya que no estaba segura de poder manejar la situación de forma racional y más que eso de forma madura y civilizada, me dejo en su cuarto; a los pocos minutos que se fue me deje llevar por toda esa maraña de pensamientos y solo me quede con mi llanto, mi cansancio y mi estrés, llore, recargue mi espalda en la pared y hundí mi cara entre mis rodillas, solo porque el estrés de varios días era demasiado, esperaba que ella lo entendiera y que me dejara sacar todo eso sola, sin embargo a los pocos minutos la puerta se abrió de golpe y entro ella gritando y maldiciendo, mi cara fue más de miedo y sorpresa que de otra cosa, se suponía que había entendido la situación y ahora hacia eso, para no alargar tanto esta historia solo diré que esa fue la primera vez que me golpeo.
Como esta historia no se centra en ella solo diré eso, mi relación no era precisamente miel sobre hojuelas así que quizá puedan entender cuando les digo que cuando vi a Lía mi mundo cambio en medio segundo que duro mi mirada en su rostro. Valentina jamás entendería esto, así que solo me quedaba soñar con volver a verla y seguir viviendo en el mismo infierno por algunas semanas.
Regresando al ciclo escolar, la primera en volver a nuestro lugar de residencia fui yo (ninguna de las dos estudiaba en su ciudad de origen), recuerdo que ese día llegue temprano, había decidió volver con un poco de tiempo para poder pasarlo sola, sin las interrogantes de mi familia y sin la incesante compañía de mi novia, porque me crean o no nunca me dejaba ni a sol ni a sombra. Bueno ese día llegue de mañana, como sabía que ella no llegaría hasta entrada la tarde me recosté en la cama, deje que mis pensamientos divagaran un poco y al final me decidí por salir a la calle sin imaginar que ese día cambiaria todo para mí.
Disfrute del sol en mi piel, si bien no soy muy blanca tampoco soy del todo morena, tampoco tengo cuerpo de miss universo ni mucho menos un rostro que impacte, soy más bien como un pequeño hobbit y aunque siempre me han dicho que tengo una pizca de atractiva no termino por creerlo, ni por saber dónde se encuentra. Camine por un buen rato por estas calles que conocía casi a la perfección, ya algo tarde me decidí a volver a casa, “de regreso a mi cárcel”, recuerdo que pensaba.
Llegue y comencé a deshacer la maleta, sin muchas ganas ya que siempre lo he odiado. Justo estaba terminando cuando la puerta se abrió, verla entrar fue como decir “Estoy soñando”, no sabía si era un sueño o una mala broma del creador, ahí estaba ella con esa perfección que solo una mujer hermosa puede tener, si bien dicen que la perfección no existe que hable conmigo. Ahí estaba en mi puerta, con su piel blanca, su sonrisa enorme y brillante, sus ojos oscuros en mí, su cabello rizado y alborotado como la primera vez que la conocí, “Hola”, dijo solo que mi mente no podía hilar ninguna idea. Delante de ella estaba mi novia diciendo algo sobre si podía quedarse unos días en lo que encontraba donde podía vivir ya que comenzaría a estudiar, solo pude asentir, decir que si, se quedaría bajo el mismo techo que yo, ¿Sería una tortura? Quizá, pero sería la más hermosa de todas.
De ese día no recuerdo más, solo que me quede ahí como idiota sin saber cómo conversar con ella, mi novia acaparaba toda mi atención y aunque mi mente estaba en otro lado le respondía lo que quería saber y hacia lo que quería que hiciera. Suena cruel lo sé pero era su títere, ¿Qué me importaba eso?
De ese día no recuerdo más que la neblina que comenzó a crearse a mi alrededor, una neblina tan espesa que parecía ser que mis pensamientos se perdían entre ella.
Los siguientes días pasaron entre escuela, novia, mujer hermosa, estaba cansada ¿De qué? Podrían preguntarse, quizá de fingir, quizá de mentir, quizá de soñar pero lo estaba y valentina no ayudaba, me sumergía en una sustancia demasiado viscosa para ser agua y demasiado maloliente para ser una fragancia. Durante las noches dormía poco, abrazaba a valentía pensando en alguien más.