Leyenda 2
El miedo desvía mi atención hacia mi madre, a la que empieza mirar con otros ojos.
La ansiedad que sentía en mi interior al pensar en las consecuencias que podría haber sufrido en mi vida si se llegaban a enterar mis padres de aquello era asfixiante, sobre todo me aterraba como hubiese reaccionado mi padre, era un buen hombre de 1,80 de estatura, muy bien parecido, de contextura fuerte, trabajador, buen marido, pero sumamente estricto y no le temblaba la mano para disciplinarnos, principalmente a mí ya que con mi hermana las expectativas respecto al rendimiento escolar eran menores, aun se pensaba que las mujeres se casarían con hombres que deberían mantenerlas, por lo que si la animaban a estudiar lo más que pudiese, una carrera universitaria incluso, pero no era fundamental, por eso y muchas cosas más estaba claro que ella era su ojito derecho. En cambio, en mi caso era distinto, como son los hombres los pilares de la familia, no solo debía conseguir un título universitario de alguna buena carrera. Por ello el nivel de exigencia era mayor y como se pensaba en aquellos tiempos que "la letra con sangre entra", cada vez que las calificaciones descendían un poco me "animaba" a superarme a base de ostias, a medida que fui creciendo las ostias eran mayores y llegados a este momento ya echaba mano de lo que tuviese cerca para zurrarme. Pero a pesar de ello era un buen hombre, nunca mostro violencia hacia ninguno componente más de la familia, mi madre lo hubiese castrado en caso de haberla agredido, a pesar la diferencia de estatura, ya que ella solo media 1,58 mt, era muy dominante, simpática y abierta de puertas hacia afuera, el centro de todas las fiestas, pero en casa era la que mandaba. Si bien muy contadas veces nos puso una mano encima y solo lo hizo a mi hermana, tampoco freno mucho a mi padre cuando lo hacía, aunque estaba de acuerdo con el fondo, no debía estarlo mucho con las formas, porque cuando se producían las palizas siempre intentaba consolarme compensando de alguna forma el mal trago. Yo era claramente su preferido.
Me mantuve alerta a cualquier signo que indicara que nuestro secreto había sido revelado, gestos, palabras, miradas, cualquier indicio que me permitiera estar preparado. El seguimiento que hice a la conducta de mis padres fue muy revelador, me aprendí sus horarios, sus rutinas, hasta sus horarios de follar, los podía escuchar los sábados tarde en la noche cuando pensaban que dormíamos y nadie los escuchaba, poniendo atención se podía escuchar los gemidos de mi madre y sonido de la cama. Eran reservados en cuanto a la desnudez, siempre se cambiaban de ropa en la intimidad de su habitación, mi madre jamás iba sin sujetador en casa, sin bragas si era frecuente, se notaba mucho su culo libre bajo la bata o vestido que llevase puesto, si era muy fina la tela se hundía entre las nalgas notablemente permitiendo apreciar sus dos cachetes o al ver como mi cacheteaba las nalgas como muestra de cariño se podía notar el movimiento oscilante de estas.
Una mañana de domingo me desperté antes que cualquiera, al salir de la habitación no vi a nadie, pero la claridad indicaba que no era muy temprano, extrañado fui a la habitación de mis padres para comprobar si me encontraba solo en casa, no me extraño ver la puerta cerrada porque en casa las habitaciones siempre se dejaban de esta forma, cerradas o a lo sumo entornadas. Aun no me había despertado completamente, somnoliento abrí la puerta encontrándome a mi madre desnuda subida sobre mi padre. La puerta está al lado del cabecero de la cama por lo que la visión que tuve fue el rostro de mi madre mirándome, de rodillas sobre mi padre, con el camisón enrollado en la cintura dejando sus tetas colgando totalmente expuestas. Fueron fracciones de segundo, pero es una imagen que permanecería en mi retina, grito y trato de cubrirse, en ese momento acabe de despertarme y cerré corriendo la puerta huyendo a refugiarme en mi habitación. No salí de ella hasta bien entrada la mañana, a pesar de escuchar ruido fuera no me atrevía a hacerlo, estaba seguro que ese día recibiría otra paliza. Solo salí cuando mi madre toco a la puerta llamándome a desayunar, después de tocar abrió y asomando la cabeza me miro y sonriendo me dijo, - ¿ves? esa es la forma correcta de entra a una habitación ajena- pude ver el rubor en sus mejillas, pero no dijo nada más sobre aquello. Fui a desayunar receloso aun de la respuesta de mi padre, pero lo único raro es que al principio no me miraba a la cara, o me evitaba la mirada o se cubría con el diario, pero extrañamente no se produjo ni regaño, ni paliza, ni charla, ni nada, no se habló más del asunto. Pero para mí algo si había pasado, si bien es cierto que haber contemplado a mi madre desnuda durante el verano me había dado otra perspectiva, verla en aquella postura me mostro una hembra con una sexualidad que desmitificaba la imagen de mama asexual, la virgen María había tenido su milagro, pero mi madre no, ella no solo estaba buena, también follaba.
A partir de ese momento me obsesione con mi madre, forzaba situaciones para poder observarla. Cuando se ponía camisones más vaporosos la rondaba esperando a que se pusiese a contraluz y poder ver su silueta a través del tejido, podía apreciar con claridad la forma de sus piernas, su culo redondo y respingón, incluso se podía ver el matojo de su coño de perfil, podía ver los mullidos pelos al final de la pequeña curva de su bajo vientre. Me pajeaba con aquella imagen y solo me apenaba no poder ver más frecuentemente sus gloriosos pechos, sin duda alguna, donde se centraba mi atención, pero muy difícil de espiar, solo en una ocasión pude gozar de ello, fue muy morboso, pero también vergonzoso. Ella solo se quitaba el sujetador para dormir, pero un domingo mi padre debía salir de madrugada por un tema laboral. Como se volvería a acostar al marcharse mi padre, mi madre estaba sin sujetador. Me desperté por el ruido con ganas de orinar, al acabar fui a la cocina donde me encontré a mi padre apurando el ultimo sorbo de café y a mi madre a su lado, vestía un camisón de nylon amarillo, lo despidió en la puerta con un bezo y entro a la cocina a recoger los pocos trastos que quedaban en la encimera. Paso a mi lado que me encontraba con la puerta del frigorífico abierta bebiendo agua, se detuvo a mi lado para sugerirme que me fuese a dormir de nuevo, aún era muy temprano, pero en ese momento que se puso frente a mí, la iluminación de la cocina y del frigorífico sumadas provocaron que el camisón que la cubría desapareciese ante mis ojos. Los ojos se me salieron de las orbitas al mirarla completamente desnuda frente a mí, no solo se veían sus pezones a través de la tela, pude ver hasta la textura de los ensortijados pelos que adornaban su entrepierna. Tal seria mi cara ante el espectáculo que ella al darse cuenta de mi expresión se cubrió disimuladamente y salió a toda prisa hacia su dormitorio. Como siempre nunca me recrimino nada, al día siguiente como si nada seguimos con toda naturalidad.
Tiempo después entraría en nuestras vidas Alma, una chica latina, muy joven, morena. Ocuparía el puesto de la señora Jacinta en el cuidado de nosotros y de la casa. A pesar de tener cierto atractivo no despertó en mi mayor interés, la musa de mis frecuentes pajas seguía siendo mi madre, en cambio sí nació una amistad entre alma y mi hermana, pasaban mucho tiempo juntas, era algo natural la diferencia de edad no era mucha. Esa nueva amistad y el miedo que aun sentía por el susto que nos habíamos llevado impidió que tuviésemos la tentación de retomar nuestros juegos, además yo solo tenía cabeza para los estudios y para mi madre. La llegada de Alma también produjo otro cambio en la rutina de la casa. Mi madre comenzó a caminar durante las mañanas. Se levantaba temprano, se ponía el chándal y salía a caminar una hora. Al volver ya mi padre se había marchado a trabajar, ella se iba a su habitación se quitaba el chándal y se iba al baño cubierta con el albornoz a ducharse. Al volver lo hacía solo cubierta con el albornoz, saber que estaba desnuda bajo aquel trapo era excitante, pero también lo era ver en ocasiones el canalillo profundo de sus tetas cuando se le aflojaba el cinto. No podía irme a clases sin antes hacerme una buena paja después de haber estado esperando a que saliese de la ducha.
La expectativa de que llegase el verano y volviese a poder espiarla me mantenía centrado en mis estudios, no quería unas bajas calificaciones pusiese en riesgo el verano. Eso impidió que notase los cambios que se venían produciendo tanto en lo físico como en la conducta de mi hermana. Me percate de ello fue por los comentarios de mis compañeros de clase. Los colegios de ambos estaban uno frente al otro, desde chicos al salir de clases, yo la recogía en la puerta de su colegio y marchábamos juntos a casa. A estas alturas volvíamos juntos pero cada uno lo hacía con sus compañeros. Fueron ellos los que comenzaron a destacar lo buena que estaba mi hermana, pidiéndome permiso para cortejarla, eran muy comedidos en sus comentarios porque todos éramos los típicos empollones, también era notorio el interés que despertaba en los mayores y menos aplicados, los gamberros. Su conducta también cambiaba, se arreglaba más, se mostraba más abierta y se comenzaba a arremangar un par de dedos el bajo de la falda del uniforme al salir del colegio, era el único momento donde podía hacerlo ya que mi madre controlaba mucho su forma de vestir lo que constituía la principal causa de riñas entre ellas. Todos esos cambios pasaron desapercibidos para mi yo estaba centrado en los cambios de mi madre.
Termino el curso escolar, como se esperaba de mi obtuve excelentes calificaciones lo que relajo mucho el ambiente en casa y me permitió aventurarme a tratar de volver a ver desnuda a mi madre antes marchar a veranear. Cuando escuchaba que mi madre volvía de caminar y mi padre se había marchado al curro, esperaba a que entrase a su cuarto a vestirse y en ese momento entre en dos ocasiones de forma intempestiva agudizando la vista para tratar de pillarla desprevenida. La primera no dio muchos frutos, ya tenía puestas sus bragas faja que usaba asiduamente y el sujetador, esas bragas le torneaban cintura y el culo de manera deliciosa pero no permitía ver mucho, solo se vio sorprendida, pero ni siquiera hizo ademan de cubrirse, se sabía bien tapada. La segunda fue distinta, estaba acabándose de subir las bragas de espaldas a la puerta inclinada hacia adelante, pudiendo apreciar los laterales de sus pechos colgando, esta vez si dio un grito cubriéndose con el brazo, se giró hacia mi pudiendo ver parcialmente sus tetas, el brazo cubría la zona de los pezones, pero aún quedaba buena parte visible por debajo y por encima. Me formo un follón por el atrevimiento, yo no escuchaba nada solo estaba absorto con el espectáculo, tuvo que cogerme del brazo y hacerme salir, en ese momento fue cuando fingí arrepentimiento y vergüenza, y apelando a su comprensión pedí disculpas a sabiendas que al tratarse de algo sexual no se hablaría más del asunto. Pero aún no estaba satisfecho cada vez era más descarado y osado, el estado de excitación constante en que hallaba día tras día me mantenía elucubrando formas de poder verla y tocarla, de hecho, desde siempre mi madre nos saludaba con un beso, un pico en los labios cosa que a medida que fui creciendo fui evitando, aunque ella se encargaba de recordármelo, si el beso se lo daba en la mejilla ella se encargaba de recordarte que ese no es el que esperaba haciéndome dárselo en los labios. Debió notar que repentinamente no fuese tan remolón a la hora de saludarla con su respectivo piquito de saludo. Así fue como fingí estar aun durmiendo en mi habitación cuando llegase de caminar y me escondí en el tercer cuerpo del ropero de su habitación, era de tres cuerpos, uno para cada uno de mis padres y el tercero sin gavetas era una especie de trastero con las puertas de celosías por lo que tenían una rendija entre una y otra. Estaba ya escondido cuando llego de correr, la vi quitarse el chándal y coger el albornoz para irse a bañar. La ansiedad me mataba estuve a punto de descartar aquella locura, pero pudo más la obsesión. Espere hasta que entro y cerró la puerta, ya no había vuelta a atrás. Se aflojo el cinto dejando que la bata quedase apenas abierta, por las rendijas no tenía una visión completa, pero subiendo y bajando el ángulo podía ver la curva de sus turgentes pechos y el resto de su cuerpo desnudo. Tomo un bote de Jean Nate y comenzó a frotárselo por sus piernas, subió una pierna al banco de la peinadora y se esparció la colonia primero por una y luego por la otra, la imagen era espectacular, todo aquello con el coño al aire y las tetas asomando por la abertura de la bata. Luego toco despojarse de ella y realizar el mismo masaje por la parte de arriba, tetas, brazos, culo, cada centímetro de su piel fue masajeado ante mis ojos. Trataba de aguantar la respiración porque estaba yo tan concentrado que me parecía que podía escuchar mi exhalación. Acababa vistiéndose con la ropa habitual y se marchaba al trabajo. Era ese el momento que salía de mi escondite y sentía que volvía mi alma al cuerpo, el miedo era grande pero la excitación lo vencía de largo.
Como siempre la avaricia rompe el saco, después de gozar de aquella visión una vez, quería más. Así fue como el último sábado antes de salir de vacaciones repetí la misma acción, todo marchaba igual hasta que estando mi madre solo con las bragas puestas entro mi padre a la habitación, se me paro el corazón entre en pánico, no sé cómo no notaron nada raro, supongo que fue porque mi padre tenía la mente en otros asuntos. Alegre por ser el último día laboral le explico que se había dejado las llaves del local en casa, pero ya que había vuelto y se le encontraba así que podía aprovechar y desayunar de una vez.
-Shhhhi, calla que aun duermen, cierra la puerta, se va a hacer tarde.
-Por media hora no creo que se muera nadie. Dijo el cerrando la puerta y empujándola a la cama. Cayó de espaldas riéndose, poniendo una dudosa resistencia mientras el cogía los laterales de sus bragas tirando de ellas hacia abajo dejándola nuevamente desnuda. Él se despojó de su ropa rápidamente parándose frente a ella haciendo gala de gran polla y se zambullo entre sus piernas abiertas devorándole afanosamente el coño. Por la forma en que mi madre arqueaba la espalda se notaba que lo hacía bien, se tapaba la boca con fuerza para no hacer ruido alguno, se la veía excitada. Desde mi posición los veía de forma lateral, solo podía ver la cabeza de mi padre entre las piernas mientras ella estaba acostada en la cama, agitándose constantemente con las tetas desbordadas a los lados moviéndose al compás, los casi imperceptibles pezones se habían corrugado de una manera increíble, aun así, eran grandes, pero ya se veían perfectamente. La tomo de las piernas girándola sobre si misma, la puso a cuatro patas y apuntando su polla a su vagina la penetro sin delicadeza alguna, todas sus carnes vibraron con la primera embestida escapándose un gemido obligándola a taparse su boca. Bombeo con ímpetu, atacando su coño fuertemente haciendo que su culo saltara con cada nuevo embate, pero mis ojos se centraban en las bamboleantes tetas que colgaban bajo ella, lucían como campanas tañendo sin control de un lado a otro. Estaba asustado, excitado, absorto, todo junto, una parte de mi quería salir del encierro y unirme a ellos, pero otra pensaba como podría salir de mi escondite cuando acabase todo aquello. Hasta ese momento mi madre había tenido una actitud pasiva, pero se giró y obligo a mi padre a acostarse sobre la cama, se subió de rodillas sobre el cogiendo su polla con una mano lo guio hasta su almeja y se sentó haciéndolo entrar en toda su longitud, dejándome ver como su culo se tragaba todo el rabo dejando apenas visibles los cojones. Se comenzó a mover rítmicamente de adelante a atrás primero, para luego comenzar a subir hasta sacar la polla de su interior y dejarse caer nuevamente, una y otra vez. Cuando se dejaba caer miraba al techo de una forma casi antinatural, ella se notaba desatada. Al rato mi padre le aviso que se iba a correr, cosa que me pareció extraño supuse que ya estas alturas mi madre usaría algún tipo de anticonceptivo, pero era para que ella buscase su orgasmo antes de que él se corriese. Ella se dejó caer sobre su pecho y así abrazados ella comenzó un salvaje movimiento de caderas provocando la penetración y el roce de su coño, se apreciaba claramente toda la gruesa polla doblada hacia su interior enmarcado todo por la pelambrera de ambos. No paro hasta que convulsionando se dejó desfallecer sobre su pecho. Tras algunos momentos de relax ella se descabalgo se puso de rodillas entre sus piernas y bajando la cabeza, levanto su culo, con lo que facilito que observase su coño bañado en flujo y los labios abierto y una protuberancia encima de estos, el clítoris que todavía estaba asomando. Comenzó a comerse el nabo, solo veía su cabeza moverse, pero estaba claro que se encontraba limpiándole el pene. A partir de ese momento solo comencé a rezar para que aquello acabase bien. Se levantaron sin decir nada, se vistieron como si nada y afortunadamente creo que ellos también querían salir de casa antes de que alguien se despertara y los viese recién acabados de follar. Se marcharon y pude salir de mi escondite habiendo envejecido un par de años por el estrés y por haber visto a mi madre gozar del sexo de una forma plena, no se trataba de sexo por procreación ni por obligación conyugal, era otra cosa, era sexo por disfrute y tanto que lo disfrutaba