Lexis, ayuda mutua . . .
Este relato es de un lector que me envio los siguientes detalles: Mi hermana Lexis me sorprende. Luego, terminamos en mutua ayuda.
Todo comenzó hace algunos años cuando tenía 15 años y mi hermana, Lexis, tenía 16 años. Nuestros padres se habían ido de compras, y pensé que se habían ido con mi hermana; quedándome solo. Hacia ya meses que disfrutaba del placer de la masturbación. Me encantaba el jugar con mi verga, imaginándome que las chicas del colegio me la mamaban.
Yo estaba en mi cuarto y me encontraba desnudo, ya que había aprendido que si no me desvestía, mi leche mancharía mi ropa. Había aprendido a hacerlo con cuidado. Siempre usaba toallas de papel donde echaba mi leche. Así, estas terminaban en el bote de basura. No dejaba huella de mis corridas.
Yo estaba sobando mi verga, acariciándola suavemente. No era muy grande pero si dura como una piedra. De tamaño, diría que era igual que la de los demás chicos del colegio. Después de nuestras clases de educación física, terminábamos bañándonos en las regaderas del gimnasio y allí podíamos vernos unos a otros. Mi verga era normal.
Mientras me meneaba mi verga, la puerta de mi recamara se abrió. El susto que me lleve. Era Lexis. Estaba allí, parada, viéndome en mi desnudez.
- Pensé que te habías ido de compras con nuestros padres
- Yo también creí que tú te habías ido con ellos, dije al tiempo que cubría mi verga con ambas manos.
Para mi sorpresa, Lexis no se dio la vuelta. Sus ojos se fijaban en mi verga parada.
- Así que eso es una verga parada. En la escuela solo hablamos de ello pero casi nadie ha visto una. Creo que se lo que estabas haciendo. Yo también lo hago y siento rico.
- No sabes lo que dices. Y mejor que no le digas a nadie de esto.
- No te preocupes, hermanito, nadie lo sabrá si me dejas que te la toque.
Me sentí comprometido. No quería que mis padres se enteraran que me masturbaba a seguido. Quería que mi secreto se mantuviera como tal.
- Está bien, puedes tocar mi verga. Pero ninguna palabra de esto.
- Ninguna palabra, contesto Lexis.
Se acerco a mí y con su mano envolvió mi verga que seguía dura. Comenzó a mover su mano y las sensaciones de placer invadieron mi cuerpo. Que delicia el sentir una mano que no fuera la mía jugando con mi verga.
- Despacio, Lexis. Sabes lo que puede pasar?
- No, de que hablas?
- Que me puedo venir. Mi verga echara chorros de leche.
- Leche? De veras?
- Si, Lexis. Es más, deja de menearla. No es correcto que este yo desnudo pero tu no. Si quieres seguir, tendrás que desvestirte. Así estamos iguales.
- Quiero ver tu leche. Así que me desnudare yo también. Lo hare en mi cuarto y regreso. Así, mi ropa estará allá, en caso de que lleguen nuestros padres. Simplemente corro a mi cuarto y listo…
- Bien. Hazlo pronto.
Lexis se retiro a su cuarto y regreso dentro de un par de minutos. Yo seguía meneando mi verga para mantenerla dura.
Al ver a Lexis desnuda, casi me corro. Estaba allí, parada frente a mí con sus tetas firmes, tamaño mediano, pezones rosados y duros. Sus caderas pronunciadas formaban un corazón que terminaba en una panochita depilada. Sus labios vaginales estaban hinchados y su rajita brillaba con jugos que indicaban que ella también estaba excitada.
- Te gusta lo que ves?
- Si Lexis, me gustas mucho. Eres la primera chica que veo desnuda.
- No es cierto, yo he visto las revistas que escondes.
- Sí, pero ellas no son tan bellas como tú. Tú eres real. Ellas son solamente fotografías.
- Bueno, puedo seguir con tu verga. Me dejas jugar?
- Si Lexis, acércate y deja que yo te guie.
Se puso junto a mí y extendió su mano. Tomo mi verga y comenzó a masajearla. La miraba intensamente, como estudiando cada pulsación. Como si de instinto, se arrodillo frente a mí y beso la cabeza de mi polla. Luego, abrió su boca y comenzó a mamarla.
- Ahhh, que delicia. Como sabes hacer esto?
- No los sé. Creo que he oído a chicas hablar de esto, pero yo nunca lo he hecho antes.
- Lo haces muy bien. Sigue, sigue…
Y así lo hizo. Chupaba lo más que podía mientras su mano se movía lentamente sobre el tronco de mi verga. Sabía que no duraría mucho.
- Sóbame los huevos mientras chupas, le dirigí.
Con su mano tomo mis huevos y comenzó a masajearlos. Y a estaba duros, casi listos para soltar toda mi leche.
- Lexi, me voy a correr. Te voy a dar mi leche. Tómatela.
Ella no comprendía lo que estaba por ocurrir. Al soltar mi primer chorro, este se estrello en su garganta. Esto causo su boca soltara mi verga. El segundo chorro se estrello en su cara y el tercero en sus tetas. Ella estaba sorprendida.
- Arghhh, casi me ahogo. Cuanta leche!
- Mmmm., dije. Que delicia el acabar así. Gracias hermanita. Me encanto.
Lexis veía en mis ojos el placer total. Comprendió que me había llevado a un lugar placentero y no se quejo más de la leche que le eche en su boca. Al contrario, dijo:
- Fue más que una sorpresa, pero sabe bien. Este algo dulce. Con sus dedos se limpiaba la leche de sus tetas y lambia sus dedos, tomándose toda mi leche. Quieres probarla tu también>
- Si Lexis, déjame probarla.
- Bueno, ahora que ya terminaste, quieres tu ayudarme a masturbarme también?
- Claro que si, Lexis. Me encantaría. Dime lo que tengo que hacer.
Se acostó en la cama, dejando que sus piernas cayeran hacia el suelo. Su panochita estaba allí, sus labios abiertos y su clítoris frente a mí, invitándome a jugar con él.
- Toma un dedo y mételo allí, en el agujerito. Luego mételo y sácalo despacio. Yo te guio.
Le metí un dedo y su cuerpo se arqueo. Comencé un mete y saca lento y ella se derretía de placer. Mientras yo hacía esto, note como ella jugaba con sus tetas. Con sus dedos se apretaba los pezones. Su otra mano llego hasta su clítoris y note como lo frotaba, lo apretaba, lo pinchaba.
- Así, sigue, sigue, sigue. Ahhh, Ahhh, Ahhh.
No dejaba de gemir. Con mi mano libre tome una teta y empecé a masajearla también. Me acerque a ella y comencé a chupar su pezón. Al mismo tiempo, no dejaba de jugar con su panochita virginal.
- Ahhh, Ahhh, Ahhh. Me vengo hermanito, que rico. Me vengo.
Su cuerpo se tenso y con sus manos me apretó la cabeza junto a su teta. Casi me asfixia. Esto duro por, no sé cuanto segundos. Al final su cuerpo se relajo por completo y quedo rendida. Mis dedos, que estaban dentro de su panochita, estaban completamente mojados por sus jugos. Los saque y los chupe.
- Mmmm. Saben deliciosos. Quieres probar?
- Si, hermanita, déjame probar.
Metí mis dedos en su boca y comenzó a chuparlos como si fueran mi verga.
- Si que saben deliciosos. Me encanto lo que hicimos. Crees que podamos repetirlo?
- Claro que si, Lexis. Lo haremos cuantas veces quieras. Claro, es nuestro secreto…
- Si hermanito, es nuestro secreto.
Nos vestimos y bajamos a la sala. Nuestros padres aun no regresaban. Nos sentamos en el sofá y encendimos la televisión. Juntos, esperamos la llegada de nuestros padres como si nada hubiese pasado.
El resto del día fue normal. Charlamos, preparamos la cena, comimos. Ya tarde, nos despedimos y cada uno se marcho a su recamara. La noche era un poco cálida así que decidí tomarme un baño antes de acostarme. Me dirigí al baño al final del pasillo. Abrí la perilla del agua y esta comenzó a correr por la regadera. Ajuste la temperatura hasta que estaba al punto. Ya desnudo, me metí en la regadera.
Mientras me enjabonaba, jugaba con mi verga. Comencé un vaivén y cerré mis ojos. Seguía meneándola cuando de repente sentí que otra mano me agarraba los huevos. Abrí mis ojos y baje mi vista. Era Lexis que estaba allí, dentro del baño, a solo metros del cuarto de nuestros padres…
Continuara. . .