LESBOS - Noche asiática en Londres
En un viaje relámpago a Londres, a mi amante china se le presenta la oportunidad, no rechazable, de cumplir su fantasía de caer en unas manos experiementadas en el terreno lésbico. El torbellino de sensaciones es indescriptible y maestra y alumna quedan rendidas exhaustas una sobre la otra.
LESBOS - Noche asiática en Londres
Llegamos a Londres a un hotel sencillo, de esos que a una hora determinada se cierra la recepción y nos esperabas ya que enviamos un mensaje advirtiendo que llegaríamos bastante entrada la noche.
- "Buenas noches, soy Martha" , nos dijiste nada más acceder al hall y añadir a continuación, entre afimación y pregunta - "supongo que sois Kate Maad y Willy Bear...?"
- "Pues sí" - te dije casi sin mirarte ya que controlaba que nuestras 'trolleys' no emprendieran el camino de retorno a la calle aprovechando que el suelo estaba ligeramente inclinado. - "Gracias por esperarnos un poco más de la cuenta. El taxista no atinaba con la dirección"
Nos haces el checking y ambos nos percatamos que, de manera muy sutil, pero con un cierto descaro, nos parecía que tratabas de seducir a Kate, mi... dejémoslo en mi esposa.
- "En este hotel se hospeda mucha gente de origen asiático, principalmente chinos, pero es difícil encontrar entre las clientes de esa raza alguna tan guapa como tú" . Con esto nos reconfirmabas que quizás teníamos razón al creer que Kate te había impactado.
Nos diste las oportunas instrucciones en cuanto a horarios y protocolo de uso del hotel y añadiste "que disfrutéis de una agradable y... sensual noche" . Esto último acompañado de una leve pero sugerente sonrisa.
Subimos a la habitación y nada más entrar me dice:
- "¿Te has fijado como me miraba las tetas la muy puta? ¿No te ha parecido muy descarada?"
Y le digo:
- "¡Serás cabrona! ¡Cómo si no hubieras parado tú de mirarle el canalillo.
Ya estará a punto de cerrar. ¿Le pido que suba con alguna excusa? , añado. - "quién sabe si hoy es tu día de suerte y te comes por fin un rico coño"
A lo que Kate me responde -"Uhmmm, si eso te excita... hazlo. Yo estaría encantada"
Le dije que se quedara solo con el tanga, sus tacones y su ridículo sujetador que mínimamente cubría sus enormes pectorales.
Te llamé a recepción y me dijiste: "Ya he cerrado y casi me iba. ¿En qué os puedo ayudar?
- "Mi mujer se quiere duchar, pero no sale agua caliente. ¿Podrías subir? , casi fue una súplica antes de que en tono de chiste te dijera: - "Seguro que algo hacemos mal o realmente somos muy torpes"
Cuando subiste ya no tenías puesto tu uniforme
Al abrir me quedé alucinado y embobado con tu falda tan corta, pero tus ojos se fueron a ella.... además aún no se había quitado sus enormes tacones.
Te pidió pasar al baño para enseñarte como abrir el agua caliente, comentando que quizás había un problema con el grifo.
Mi mujer no te prestó atención ya que el agua caliente funcionaba correctamente y con total picardía, sin ningún rubor me dijo, sabiendo que lo ibas a escuchar perfectamente:
- “Cariño, te estás poniendo cardiaco mirándole las piernas. Se te cae la baba”
Sólo le dije: – “Más se le está cayendo a ella, por la manera que te mira”
En ningún momento diste la sensación de sentirte incómoda con nuestros comentarios. Más bien, al contrario.
Una vez que empezó a salir el agua caliente y darte cuenta de que no había ningún problema empezaste a sospechar que todo fue una excusa para atraerte a nuestro terreno.
Lanzándote una sonrisa pícara, mi china, se quitó el sujetador, sin esperar que salieras del baño.
Te quedaste bloqueada ante esa primera visión de sus tetas al desnudo. Sólo volviste en ti cuando te dijo...
- “No pasa nada. Si te apetece…” – A la vez que te guiñaba un ojo
Tu mirada se fue de nuevo a sus tetas y su boca a la tuya, dándote un suave beso, eso sí, atrayéndote primero hacia sí por tu cuello ya que, aún elevada sobre sus tacones, la diferencia de altura entre las dos era considerable.
Cuando notó que el agua estaba a su gusto, se quitó el tanga sin darte tiempo a que tú salieras del baño
Esta vez tus ojos se dirigieron a su coño totalmente depilado
Te quedaste un poco de piedra. Sin saber qué hacer.
Al ver como insistías en mirar sus pechos , con una mirada cómplice te dijo:
-“Te apetecería tocarlas ¿verdad?
Respiraste profundamente y sólo le dijiste....
- ¡“Wow, yesss, cómo no!!!
En ese momento... ella te dijo secamente: - “Disculpa... pero quiero ducharme!
Tú pensaste que ya había terminado todo. Que solo había sido un juego burlesco y con un “sorry” .... pensaste en marchar.
Saliste del baño y sin apenas mirarme, lanzaste, con un tono de cierto enfado, un "good night" . Antes de abrir la puerta de la habitación para irte, te tomé por la cintura.
- “¿Te quieres quedar?.....puede ser tuya si la deseas” – te dije.
Sin que me respondieras añadí: “Mientras se ducha la chinita, quizás te apetezca un poco de macho...” . Y sin decirte nada más te fui desabrochando los botones de tu blusa.
Te dejaste atraer hacia mí por tus caderas mientras me decías: - "Pues la verdad es que nunca he follado con ninguna asiática y realmente me gustaría. Además, casi te puedo decir que ni siquiera he follado con una mujer con esas pedazo de tetas"
Una vez tu blusa estaba abierta del todo saqué tus tetas del sujetador y las apreté con fuerza
Tu respiración iba a 100, pero no me repudiabas. Más bien al contrario. Te arrimabas más a mí.
Metí mi mano por debajo de tu falda y acariciando tu coño lo sentí totalmente mojado. La humedad había traspasado tus bragas y tus gemidos provocaban un efecto ardiente en mi pene.
Salió mi china del baño totalmente desnuda, con sus enormes tacones como única vestimenta y en ese momento vio como te estaba mordiendo un pezón. Con dureza, pero sin un daño excesivo
Mi mujer se apretó contra tu espalda y te dijo al oído, metiendo la punta de su lengua en tu oreja:
- “Me parece que mi hombre me está calentando la cena” - a la vez que me sonreía maléficamente.
Se acercó a mi. Me dio un beso en los labios y me dijo:
- “Gracias, cariño, pero ya me puedes dejar a solas con mi putita” y añadió - “te dejo que te desnudes y te sientes en la silla a mirar, seguro que te excitas”
Os empezasteis a besar apasionadamente. Te quitó la blusa y la minúscula falda, tus bragas, tu sujetador y tus zapatillas deportivas y tomándote de la mano te llevó a la enorme cama “king size”.
A partir de ese momento la unión de tu, más que probable, experiencia lésbica, con las ganas de experimentarla por parte de Kate, provocaron una compenetración digna de elogio.
No había palabras que ordenaran, por parte de ninguna de las dos, que hacer en cada momento. Los movimientos fluían de manera acompasada y simétrica.
Si en lugar de una enorme cama de un sencillo hotel londinense, hubierais estado en una piscina olímpica, sin duda lograríais un diez en la prueba de natación sincronizada por parejas..
Nada más acceder a la cama y sin ningún comentario previo por parte de ninguna de las dos, os lanzasteis a realizar un sesenta y nueve de una asombrosa plasticidad, donde las palabras habían quedado sustituidas por gemidos y ligeros gritos totalmente al unísono.
Y yo más que sentado, recostado, en la silla del escritorio contemplaba atónito, casi aturdido y desde una posición de privilegio, la mágica escena inicial. Mi pene que, desde el momento en que mi esposa china te arrebató de mis brazos para tomarte para sí, había perdido parte de su dureza, abandonó la casilla de salida para seguir avanzando y dejarse acariciar por mi mano derecha de manera suave, sin prisa, para no anticipar el resultado final. Mi mano izquierda apretaba mis testículos y mis ojos no perdían detalle de esa primera escena inicial con que estaban siendo deleitados.
La lengua de Kate hacía brillar con su saliva tus labios vaginales y el corto y bien arreglado vello de tu pubis. La tuya saboreaba su estrecho coño, donde solo se divisaba la raja del mismo y relamías su pubis totalmente depilado.
Los pequeños gritos mutuos iban 'in crescendo' y yo tenía que parar de vez en cuando la presión de mis manos sobre mi pene y mis testículos para no adelantar los acontecimientos..
De lado y con las piernas totalmente abiertas, vuestras caras atrapadas en los muslos de la otra, con el espacio suficiente para que las lenguas succionaran labios y clítoris y vuestros dedos empezaran una ligera penetración en vuestros coños, los sonidos guturales se abrieron paso entre los tibios gemidos con todo descaro y sin importaros las posibles molestias o no tan molestias, que pudierais ocasionar a los huéspedes de las habitaciones vecinas.
Vuestras lenguas abandonaron vuestros coños cuando, tras una pausa para recuperar aliento y tras los alaridos que exhalaron vuestras gargantas y que denotaron la consecución de vuestro primer y conjunto orgasmo, se dirigieron al otro agujero que hasta ahora se había mantenido intacto. Vuestros anos.
Los dedos continuaron en vuestras vaginas, impregnándose de los fluidos y salivas recibidas, para darles la lubricación que permitirían allanar los agujeros, de los que vuestras lenguas habían empezado a dar ya buena cuenta.
Empezasteis con suaves lamidos y poco a poco las puntas de vuestras lenguas giraban alrededor de vuestros esfínteres. Una no copiaba a la otra. Como en la escena anterior, todo derivaba de manera simultánea.
Cuando la entrada de los anos había alcanzado un cierto diámetro en su dilatación aparecieron, para formar parte del juego, los dedos que, brillantes,, abandonaban ya las cuevas de vuestros coños para introducirse sin piedad y sin pausa en los vecinos agujeros
Ahora sí, gritos, quejidos, lamentos se confundían con susurros, gemidos y el sonido de vuestras respiraciones entrecortadas. El siguiente orgasmo, más que acercarse, se adivinaba.
Yo, contemplando de nuevo usa escena casi surrealista por lo novedoso en mi china, hacía esfuerzos para no sucumbir y tenía que dejar libre mi pene para no forzar una corrida que esperaba llegara cuando vosotras hubierais terminado definitivamente la fantástica sesión que me estabais ofreciendo.
A mi lado, sentada en el brazo de la silla y con su brazo estirado sobre mis hombros, Safos, la poetisa de Lesbos, se recreaba vibrante y emocionada ante su nueva creación. Ni en sus mejores obras había soñado en plasmar unas escenas tan elocuentes y sensibles, con una carga erótica tan descomunal entre una mujer experimentada y otra que, aunque novata, podría ser su maestra.
Las escenas entre Martha y Kate sobrepasaban para la mayor de las ficciones lésbicas que, ni alguien como ella, hubiera podido imaginar jamás.
Un nuevo y breve descanso, tras la monumental corrida que acabáis de acontecer os hizo tomar el aliento justo para acometer lo que ya se adivinaba, el último tercio de la madrugada, al menos entre vosotras y reposar brevemente la mezcla de placer y dolor que ambas os habíais regalado.
De un sesenta y nueve labios-coños y su posterior réplica labios-anos y de nuevo sin algo premeditado, os fuisteis desplazando conjuntamente para empezar un sesenta y nueve bocas-pechos.
Al menos tú, absorta desde el primer momento con las generosas tetas de mi mujer, era algo que no podías perdonar.
Vuestras bocas quedaban perfectamente colocadas sobre los pezones y aureolas. Los mordíais, chupabais y mojabais de la poca saliva que ya podíais emanar. Las únicas palabras que se oyeron desde que os colocasteis sobre la enorme cama, las pronunció mi esposa: - "Muérdeme más fuerte las tetas, pedazo de puta! - añadiendo a continuación - "no tengas miedo, la silicona no se sale" .
Kate te mordió también las tuyas, no excesivamente grandes, pero sí totalmente naturales y tú sí que reprodujiste un grito más por la sorpresa que por el dolor recibido.
Querías terminar de la misma manera en que la habías conocido, al igual que ella deseaba lo mismo de ti. Mirándoos a la cara. Con la inclinación que vuestros cuerpos necesitaban, vuestros muslos se convirtieron en dos tijeras que permitieron que vuestros coños quedaran dispuestos uno contra el otro. Os apretabais los pechos, os acariciabais las caras, penetrabais vuestras bocas con vuestros dedos y todo eso mientras el movimiento de vaivén de vuestros pubis iba haciendo que vuestras vaginas produjeran el mismo calor que dos ramas al rozarse provocan las chispas previas a un incendio y que en vuestro caso estaba aconteciéndose en esos momentos.
Caísteis rendidas la una junto a la otra. El sudor resbalaba por vuestros pechos, caras y abdomen y vuestras respiraciones eran tan necesarias como trabajosas.
Me miraste justo en el momento en que mi pene recibía toda la fuerza de mi mano y Safos abandonaba la estancia totalmente satisfecha. Al verme tocarme con ansias me pediste: - "Para, amor" - me soltaste de manera imperativa, para continuar - "te has portado como un campeón y te mereces un premio mucho más suculento que una mísera paja" y mirando a tu compañera de juego le preguntaste, pero solo por cortesía, ya que no ibas a aceptar un 'no' por respuesta: - "Tampoco tú deseas que mi maridito desperdicie, tirando al suelo, toda ese leche que ha acumulado pacientemente ¿verdad?"
A modo de respuesta positiva solo le ofreciste un leve parpadeo que tu asumiste como un 'of course! Ahead!'
Kate te tomó por las caderas y sutilmente, pero con tu ayuda, te puso a cuatro patas con tus rodillas en el borde de la cama. Separó tus piernas y hizo lo mismo con tus nalgas. Dejó caer una cierta cantidad de saliva sobre tu ano y introdujo, sin mucho esfuerzo, su dedo índice en él. En ese momento me hizo un gesto para que me acercara. -
"Amor, tu polla ya tiene a punto su lugar favorito de acogida" - me dijo mientras me veía con mi pene totalmente erecto y cerca del objetivo.
Se sorprendió cuando vio que en lugar de tu ano, mi polla se deslizaba en tu coño sin ninguna pausa. - "No es correcto desaprovechar los restos de jugos que quedan aún aquí dentro" - te expliqué con una sonrisa, a lo que añadí - "ya verás que bien entra ahora en ese estrecho agujerito" . Una vez la tuve bien lubricada y mientras mi mujer separaba todo lo que daban de sí tus nalgas, la coloqué en justo a la entrada, rozando tu esfínter. Kate dejó caer entre tu ano y mi glande una porción de saliva y en ese momento, si ningún tipo piedad te la clavé, de manera continua hasta lo más profundo de tu ser. Gritaste, no sé si más de placer o de dolor, pero la mezcla de ambas hizo que tu espalda se arqueara totalmente ayudada por mi mano tirando de tu pelo. Fueron solo tres o cuatro embestidas las que sirvieron para que tu colon quedara inundado de un semen que llevaba muchos minutos deseando escapar de su prisión.
Cuando lo notaste, te dejaste caer bruscamente sobre la cama y yo, sin salir de ti, sobre tu espalda.
Mi mujer se acercó a tu boca y con un beso muy húmedo de saliva y salado de sudor, te agradeció el regalo que le habías hecho, mientras tú acariciabas su cara y su pelo negro.
Al día siguiente, bien temprano, hicimos el checkout en el hotel, pero dejamos en su consigna nuestro equipaje para recogerlo ya por la tarde antes de ir al aeropuerto.
Teníamos todo el día para visitar Londres, pero en ambos permanecía en nuestras mentes el recuerdo de la noche vivida,
Nos pediste nuestros números de móvil por si volvíamos a esta ciudad en un futuro, aunque en pleno paseo, nos dimos cuenta que todo fue una excusa ya que el reencuentro se iba a producir mucho antes.
Llamaste directamente a Kate: - "Amor, hoy tengo el día libre y ya he despertado ¿qué os parece si vais al hotel a recoger el equipaje y venís a mi casa y almorzamos juntos y volvemos a celebrar la reciente amistad? . Ese 'celebrar' sonó al plato fuerte que, principalmente y sin prisas le quería preparar a mi mujer.
Aceptamos tu proposición con la condición de que tras el almuerzo y el 'postre' serías nuestra guía durante unas horas para seguir viendo la ciudad. Aceptaste encantada.
Nada más llegar a tu casa se empezó a dibujar el mismo argumento de la víspera, solo que esta vez, eras tú la que nos esperabas totalmente desnuda.
La misma sincronía, la misma lascivia, los mismos gemidos y gritos, pero esta vez, variasteis el guión lo suficiente para que yo participara en vuestro juego desde un principio, aunque hasta casi el final, solo fui un convidado de piedra al que usar en los momentos en que únicamente necesitabais una porción de carne con venas para satisfacer algún juego acordado por vosotras.
Es mi segundo relato. Al ser una temática más especial y más dirigida a un perfil concreto de mujeres, no sé si tendrá la misma y gran aceptación que el primero. Me daría por satisfecho si al menos, a las mujeres de esta orientación sexual, les pudiera haber llegado a motivar su lectura.