Lésbico
Paseando por la playa la encontré, húmeda, bella, mojada, solo tenia puesta una transparente falda o pareo y yo únicamente mi breve bikini.
Paseando por la playa la encontré, húmeda, bella, mojada, solo tenia puesta una transparente falda o pareo y yo únicamente mi breve bikini.
Dos triángulos de tela, breves y diáfanos sobre mis senos y un tanga rojo sobre mi pubis. Y a mí que me gustan las mujeres no pude resistir tanta belleza e inmediatamente inicié un rito de cortejo casi sin palabras.
Sentadas juntas en la arena con las olas y el agua salada mojando nuestros pies y a veces nuestros vientres. Mi mano cogía la suya y besé sus dedos, luego se juntaron nuestros labios y se buscaron nuestras lenguas.
Ella besaba mis hombros mientras yo acariciaba sus pechos. Mi lengua lamió la sal de sus pezones y costillas marcadas bajando por su vientre hacia su ombligo.
Ella comenzó a desnudarme, no lo tenia difícil. Mi sujetador olvidado junto a un montón de algas cuando comenzó a besarme las tetas.
Hasta el tanga me quitó ansiosa para poder meter su rubia cabeza entre mis muslos en busca de los labios de mi vulva. Que recibieron ansiosos los de su boca y mi clítoris salado con el que jugaba su lengua.
Mil orgasmos en la arena entre el agua del mar y el flujo de nuestras vaginas.
La poca ropa olvidada a nuestro lado, como si fueran algas arrastradas por la marea. Piel con piel, boca a boca, las lenguas juntas y el sexo entre las dos fue maravilloso.
Las horas que pasamos sin importar los paseantes que pudieran vernos. Mirones de nuestra ardiente pasión del gozo lúbrico del sexo lésbico sin inhibiciones de ningún tipo.