Leonor
Echó su cabeza sobre mi hombro y con su mano tocándome el pecho...
LEONOR
Hola, lo primero me voy a presentar, me llamo David y por aquel entonces, tenía doce años. Yo estaba en el colegio estudiando la educación general básica y entre otras clases, tenía la de gimnasia en la cual me lo pasaba bomba pues los vestuarios estaban uno junto al otro, y aunque había una tapia de por medio, los chicos nos peleábamos por mirar por el hueco de ventilación, pues podíamos ver el otro vestuario y por lo tanto, a todas las chicas cambiándose de camiseta y pantalones. A aquel hueco, lo llamábamos el hueco duro, pues todo el que se asomaba terminaba mazo de empalmado. En mi clase, éramos unos veinte tíos, todos en pleno desarrollo hormonal por lo que una vez mirado por el hueco duro, nos íbamos a las duchas y nos la pelábamos pensando en como nos comíamos esas tetas y nos la comía las tías.
Varias veces nos pilló el profesor, pero éste, al ser joven (de unos 27 años), no nos decía nada, más que limpiáramos todo bien antes de irnos.
Un buen día de junio, me dijo mi amiga Leonor que si la ayudaba con los deberes de dibujo, pues no la salían. Así que la dije que después de la clase de gimnasia, quedábamos donde las fuentes. Aquel día, como tenía prisa, no me pajee con los demás.
Cuando llegué a las fuentes allí estaba Leonor esperándome, ella era una chica cuyo pelo era moreno y ondulado, medía 1´65, con unos sus ojos negros y brillantes.
En los vestuarios, casi siempre me la había pelado pensando en ella pues tenía unas tetas no muy grandes y redonditas, su culo era cuidado, bien prietito.
Al llegar la dije, "venga, ¿vamos?", así que empezamos andar calle arriba para llegar a mi casa. El colegio no quedaba muy lejos, a unos veinte minutos andando o así. En el trayecto estuvimos hablando de las clases, de qué iba a hacer ése fin de semana y cómo no, de nuestros amoríos.
Paramos en el puesto de helados que había frente a mi casa, la invité a un Calippo de Limón. Mientras nos lo comíamos subimos a mi casa. Ella se sorprendió de mi portal, pues era grande, con plantas, hilo musical y portero, me comentaba que en su casa, su portal era muy pequeño. Cogimos el ascensor y marqué el 15, en unos segundillos, ya estábamos arriba. Saqué las llaves de la mochila y abrí la puerta, pude comprobar que estaríamos solos en casa.
La llevé a mi habitación y dejamos las cosas. Luego, decidimos que hasta que no acabáramos el helado, no nos pondríamos con los deberes, pues se podrían manchar. Así que la llevé al salón, levanté las persianas para que pudiera contemplar las vistas y puse el aire acondicionado. Me fui hacia la cadena de música y la pregunte qué música la gustaba, ella me contestó que si tenía el disco de Flores Raras, pues hace poco había sido el concierto y la había gustado mucho. La música de Betty y Fran empezó a sonar.
Leonor me comentaba que tenía unas vistas preciosas desde casa, que se veía todo el Parque del Serrado con sus numerosas fuentes y diversidad de gente paseando por sus grandes avenidas. Yo me puse junto a ella, abrí las cortinas, y corrí una de las ventanas para que pudiera asomarse, pues sabía que cuando termináramos el colegio, quería hacer arquitectura y desde mi casa también podíamos ver las Torres Kio, dos torres inclinadas de cristal que hay al final de parque. Ella se quedó atónita mirándolas durante un buen rato.
Los dos estábamos apoyados en el alfeizar de la ventana contemplando el paisaje. Al estar en un piso tan elevado, corría una brisilla muy rica que hacía mover el pelo de Leonor. Yo no podía dejarla de mirar de reojo pues era la chica de mis ojos y allí estaba, junto a mí en mi casa.
Me lo tuve que pensar mil veces, pero al final me atreví a tocarla el pelo mientras la miraba su carita. Ella se volvió y se quedó varios minutos mirándome a los ojos. Leonor se acercó a mí y echó su cabeza sobre mi hombro y con una mano tocándome el pecho mientras yo la acariciaba el pelo. La dije... "¿nos vamos a la habitación?" y Leonor asintió.
Quité el la música y fuimos a la habitación, cerré la puerta y la dije que se pusiera cómoda, encendí el aire de mi cuarto pues hacía mucho calor y me senté junto a ella en mi cama.
Nos volvimos a quedar mirándonos un buen rato hasta que ella empezó a tocarme mi cara con sus manos de ángel, yo hice lo mismo, acariciándola lentamente su mejilla, con mucha ternura. Al cabo del rato, me acerqué a ella y la empecé a besar, poco a poco, nos fuimos recostando en la cama hasta que quedó completamente tumbada sobre mi. De vez en cuando parábamos para mirarnos a nuestros ojos brillantes y fundirnos en un gran abrazo.
Leonor me empezó a quitar la camiseta así que la ayude y luego se la quité yo a ella, se quedó con el top. Nos dimos la vuelta y la puse a ella debajo pues así podía acariciarla mejor mientras la daba besitos por su carilla y cuello. Ella me acariciaba mis abdominales y mi espalda hasta que llegó a la cadera e intento quitarme los pantalones del chándal. Yo me puse de rodillas sobre ella y me desabroché el cordón y me los quité quedándome sólo los boxer marcando mis huevos y rabo bien duro.
Me puse sobre ella pero sin llegar a acostarme y mientras la acariciaba los brazos con mis labios la quité el top, besé sus senos hasta que llegué a los pezones, los cuales me los comí mordisqueándolos un poquito, ella empezó a gemir. Después, bajando por la tripilla con mi lengua hasta llegar a su ombligo, el cual mojé con mi saliva, la desabroché los cordones del pantalón y se los bajé lentamente mientras mis labios se confundían con sus piernas. Al llegar a los pies, la quité los calcetines, mostrándome sus pies blanquitos y dulces. Me los metí en la boca poco a poco y subiendo por su empeine la fui dando besitos hasta llegar a su entrepierna, con las manos, la fui bajando sus braguitas blancas hasta llegar a quitárselas por completo, ahí estaba, Leonor desnuda ante mi. Creo que nunca he visto una cosa tan bella como ella.
La di un besito en sus labios carnosillos y la dije susurrándola al oído, espérame, ahora vuelvo. Me levante y me fui a la habitación de mis padres, abrí el cajón de la mesilla de mi padre y le cogí un preservativo.
Cuando regresé a la habitación, Leonor estaba con los ojos cerrados y con sus manos sobre su vientre. Creo que no me oyó así que con mucho cuidado la besé la tripita hasta llegar a su vagina, la cual la fui saboreando poco a poco mientras acariciaba sus senos con mis fuertes manos. Sus gemidos me desconcentraban y hacía que mi pene palpitara con fuerza. Leonor me cogió de la cadera y me puso sobre ella besándome dulcemente mientras metía sus frías manos bajo mi boxer y me acariciaba lentamente mi pene mientras me lo bajaba la prenda. Hubo un momento que creía estallar pero no sé como lo hice que me contuve y seguí a pie de cañón.
Leonor abrió el preservativo y me lo puso con mucho cuidado, como si de un tesoro se tratase a cuidar. Ambos estábamos muy nerviosos pero a la vez ansiosos por convertirnos en uno. Con mucho cariño y cuidado, la fui introduciendo mi pene mientras la daba besitos en su cuello y en su boquita de piñón. Sin darnos cuenta, mis 13cm la entraron enteritos. Ambos nos quedamos mirando y sonriendo, con los ojos brillantes, nos fundimos en un beso.
Empecé a moverme, ella se abrió un poquito de piernas y mientras me acariciaba la espalda, gemía de placer. Al cabo del rato la dije "Leo, dentro de nada me voy a correr", ella me besó apasionadamente y me susurró al oído "¿quieres salir conmigo?", mi respuesta coincidió con mi orgasmo y sin poder retenerme grite "siiiiiiii". Después se la saqué y me fui quitar el preservativo, pero ella me dijo "no, déjame a mi", así que con sus manos me cogió el pene y mientras nos besábamos me lo retiró.
Después estuvimos hasta la noche besándonos desnudos, el uno junto al otro.
Actualmente tengo 18 años y seguimos saliendo y teniendo la misma pasión que aquella tarde de junio.
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