Leonor (02)
Culmina la relación y termina la historia.
Ahora ustedes, queridos lectores, son concientes de todo lo que sufrí esperando que dijera
-¿Donde estás? Vos sabeés adonde vivo. ¿Es lejos de mi casa?
-No es cerca, mucho más de lo que te imaginás.
-¡¡¡Dale!!! Que estoy desesperada, ¿adonde vivís?
-Baja por la escalera al departamento debajo del tuyo, te espero con la puerta abierta. dije y corté rápidamente para no dejarla reaccionar.
Fuí hasta la puerta y abrí una rendija. Cuando escuche que venía bajando la abrí totalmente.
Entró como una tromba y apenas cerré la puerta me empezó a besar sin decir palabra. Cuando sintió en su cuerpo la dureza de mi pija, la agarró y comenzó a chuparmela desaforadamente. No me dió respiro y sólo se detuvo cuando estuvo segura de que toda la leche que había en mis bolas estaba en su boca. Se la tragó paladeandola y me arrastró al dormitorio, se desnudó, me sacó el calzoncillo que era lo único que tenía puesto y pretendió montarse en mi pija un poco fláccida por la acabada.
-Dame un poco de tiempo para recuperarme.
-Bueno, pero mientras, chupame la concha.
Se la comencé a lamer suavemente dandolé unos golpecitos de lengua en el clítoris que la hacían estremecer. Ella con su boca consiguió que la verga retomara su dureza. Cuando la sintió bien dura y luego de acabarme en la boca dos veces me montó y comenzó a cabalgar desaforadamente. Tuvo una serie de orgasmos encadenados y cuando me disponía a llenarle la concha de leche me pidió que le hiciera el culo.
-Que grande la tenés, me gusta porque no sos mentiroso. La siento divina, ¿te gusta hacerme el orto?
La verdad que yo también lo sentía barbaro. Era un ojete ávido que continuamente pedía más. Se la enterré toda y se la dejé adentro y luego de ayudarla a hacerce una paja, le acabé adentro en el mismo momento que ella desencajada me pedía leche.
Quedamos exhautos y plenos recuperando el ritmo de nuestra respiración.
-¿Y las sábanas de seda negra?
-Te las debo para la próxima, no me diste tiempo a nada.
-¡Ay! Disculpame, normalmente no soy así lo que pasa es que estaba tan caliente. Me pusiste loca con tu jueguito telefónico.
-O sea que ya develado el misterio, se acabó la magia.
-Al contrario, me encanta el tubo que tenés dijo agarrándome la verga y me gusta más tenerlo adentro que en la oreja.
Se vistió porque estaba por llegar el marido y tenía que arreglarse un poco porque estaba en un estado calamitoso luego de la batalla sexual librada en la cama.
-Mañana cuando se vaya a trabajar mi marido, bajo. Pone las sábanas negras. tuvo un pequeño escalofrio ya me estoy calentando de sólo pensar.
Me dió un fuerte beso en la boca y se fué
Eran las nueve de la mañana cuando sonó el teléfono.
-Hola, abrime la puerta que ya bajo.
Yo había puesto las sábanas de seda negra. El sentír su roce en el cuerpo la hacía delirar y empezamos a cogernos.
Cumplí paso a paso todo lo que le había prometido por teléfono. Retomamos el estado conciente recién a las dos de la tarde.
Como consecuencia de nuestras cogidas las sábanas quedaron blancas y almidonadas de tanta leche y flujo que recibieron, la pija me quedó entumecida, casi negra, de inflamación. Leonor tenía los labios de la concha enrojecidos y una aureola marrón le servía de marco al negro ojete.
A pesar de todo no se quería ir. Tuve que echarla porque tenía que terminar un trabajo y llevarlo antes de las seis a la redacción.
Seguimos así descontrolados durante tres semanas, hubo días en que bajó dos veces. Luego entramos en un ritmo más humanamente normal pero con la misma intensidad. Uno, a lo sumo dos polvos y quedabamos satisfechos.
A veces los fines de semana cuando el marido estaba de guardia, era médico, directamente se mudaba a mi departamento que se convertía en un cogedero contínuo.
Una vez me preguntó si tenía un amigo de mucha confianza. Le dije que tenía un hermano en el que confiaba plenamente y me pidió que lo invitara porque tenía ganas de coger con dos hombres al mismo tiempo.
El primer fin de semana que estuvo sola, vino mi hermano y la pasamos genial. Ella estaba plenamente feliz con mi pija en la concha y mi hermano dandolé por el orto. Se comió un montón de acabadas y terminó contentisima a pesar que no podía sentarse porque le había quedado el culo ardiendo de tanto bombeo recibido.
Otro fin de semana, ella trajo una amiga y entre las dos me dejaron de cama. De verdad, durante dos días no me levanté ni escribí una línea. Pero a pesar de eso estaba eufórico porque las dos se fueron totalmente satisfechas con la atención recibida.
Mi relación con Leonor duró cuatro años, hasta que tuve que viajar a España por cuestiones de trabajo. Estuve en Madrid casi dos años y cuando volví se había mudado. Seguramente había encontrado un reemplazante porque no tuve más noticias de ella y no era mujer que se conformara con lo que le daba el marido que según ella, y por lo que le daba yo, era bastante poco.
Como dato curioso, hablando de marido, en todos los años que me la cojí, nunca lo conocí, ni siquiera por foto.
Por suerte cuando ellos se mudaron el departamento volvío a quedar vacío durante años.
Mi vida retornó a la normalidad.