LEON - segunda parte
Fantasías cumplidas. Nada mejor que encontrarte alguien con tu mismo vicio.
Llegamos a León aquella tarde. En el reencuentro ya habíamos profanado la puerta de la entrada, la mesa de la cocina americana y el sofá.
El pacto era cumplir una de nuestras fantasías cada vez que quedáramos, pero se nos fue de las manos con su “castigo” por no cogerle el teléfono.
Pensaba con qué sorprenderle cuando nos fuéramos de vinos mientras iba caminando hacia la ducha. Era grande y lo suficientemente espaciosa para entrar los dos y poder movernos. Pongo unas velas y apago las luces.
Oye, voy a la ducha, ¿vienes a frotarme la espalda?
Pfff.. es que tengo sueño.. prefiero una siesta…
Luego duermes siesta, si es sólo una ducha. - le pongo cara de gatito de Shreck a ver si cuela.
Se levanta y se viene al baño donde ve que tengo preparadas las velas. Todo está en penumbra; lo único que se ve son nuestras sombras. Abro el grifo del agua caliente.
¿Vienes?
Entra en la ducha, y le doy el gel para que me enjabone. La espalda, los pechos, los frota, me los agarra. Uffff....
Date la vuelta le digo. Empiezo a frotar la espalda, el pecho, voy bajando, se la agarro. Le voy masturbando, despacio, arriba, abajo... Otra vez dura.
Se da la vuelta y me levanta a horcajadas contra la pared de la ducha. Me agarro al grifo para poder tener un punto de apoyo y ya de paso para cerrarlo y que el agua deje de caernos mientras me la va metiendo.
Estaba deseando estrenar la ducha desde que había entrado en el apartamento y ahí estábamos; agarrada a la grifería mientras me empotraba contra la pared. Se espera al primer orgasmo para bajarme y empotrarme contra el lavabo de espaldas a él. Me pasa los dedos por la espalda, y me va lamiendo hasta que le pido que me la meta de nuevo. El espejo refleja mi imagen apoyada contra el lavabo mientras se va moviendo cada vez más fuerte.
Sigue.. más fuerte - le digo mientras gimo.
Me levanta del suelo con la siguiente embestida y gimo en alto. Los vecinos me van a odiar pienso. Como si me importara…. El baño huele a vicio, a sexo y a sudor.
¿Así zorra?
Así…… sigue,....
Noto la marea bajando por los muslos.
Joder, ahora sí que te has corrido.¿Ya me dejas dormir la siesta?
Sí. Y ahora me voy a la ducha de verdad.
Dos horas después mientras él dormía la siesta yo preparaba mi fantasía de aquella noche; vestido corto de vuelo, sin ropa interior, liguero, medias de liga y zapato de tacón. Maquillaje, labios rojos..
Eh Dormilón, vamos por unos vinos o qué.
Salimos a la calle dirección bares del Barrio Húmedo. Conocía aquella zona de memoria y aún así tras 3 años, León había cambiado mucho.
Tras el tercer vino yo ya tenía ganas de hacer alguna fantasía.
Escucha, no llevo nada debajo - le susurro mientras le da un sorbo a la cerveza.
A ver que lo compruebe - y me mete mano por debajo del vestido.
Mi putísima vida!! - Nada, nada? Ni sujetador?
Nada.
Abre la boca.
¿En mitad del bar?
Sí, qué pasa, ¿no te atreves?
Abro la boca y me mete dos dedos. Se los chupo.
Abre las piernas.
Le miro con los ojos como platos mientras noto como me va metiendo los dedos en mitad de la barra del bar. Carraspeo. Me está excitando sobremanera y se me empiezan a notar los pezones tiesos por debajo del vestido.
Hay un parque por aquí cerca - le digo - ¿te apetece estrenarlo de la que vamos al apartamento?
Salimos del bar mientras nos miraban tres personas de la barra con cara de estupefacción.
Llegamos al pequeño parque, un poco alejado de la zona de bares pero cerca de todo el centro de León y se sienta en un banco. Abre las piernas y me pongo encima, de espaldas a él. Me voy restregando despacio mientras se la voy notando crecer.
¿Cumplimos otra fantasía zorra?
Cumplimos perro.
La saca por fuera del pantalón y me alzo un poco para metérmela; por ahora no pasa nadie por el parque. Como estén mirando por la ventana se iban a poner la botas. Él espanzurrado en el banco del parque y yo moviéndome arriba y abajo. La notaba durísima; me agarra los pezones. Me corro.
Vamos al apartamento que te voy a dar, pero bien. La tengo a punto de explotar.
Nunca me pareció tan largo un camino como el del parque al apartamento. Ibamos besándonos y metiéndonos mano por todas las calles oscuras que nos encontrábamos.
Llegamos al portal del apartamento y entramos en el ascensor. En el segundo piso, me mete los dedos mientras me roza los pezones con la otra mano. Tercer piso y me sube a horcajadas para metérmela. Casi nos cargamos el espejo; me agarro a la barandilla del ascensor mientras me empotra. Me saca del ascensor sin sacármela mientras sube las escaleras para apoyarme contra la pared.
Quiero chupártela - le susurro para que me baje.
Me baja y empiezo a lamerla; la tiene húmeda, mezcla de sus fluidos y los mios; durísima; tal y como me gusta. La meto en la boca hasta la arcada, la inundo con mi saliva. Tiene razón; está a punto de explotar. Me apoyo contra la barandilla y me levanto el vestido.
Perro.Dame sin compasión.
Me da dos palmadas en el culo. Otro moratón que va a salir. Y le noto entrar hasta el final, ese golpecito entre dolor e inmenso placer.
Más vale que no entre ningún vecino porque no tengo pensado parar.
Ni se te ocurra.
Empiezo a gemir lo más bajito que puedo; uno, dos, tres… no cuento los orgasmos, para qué.
Le escucho suspirar. Me inunda. Bajamos las escaleras para entrar en el apartamento mientras su corrida me va bajando por las pantorrillas manchandome las medias.