Lencería para caballeros

Quería renovar mi ropa interior y pensé acercarme a una tienda de un Centro Comercial cercano.

Me llamo Paco, tengo 42 años, os cuento una situación que me ocurrió el año pasado.

Quería renovar mi ropa interior y pensé acercarme a una tienda de un Centro Comercial cercano.

Era media mañana de un día entre semana, no había mucha gente y vi una tienda que vendía ropa interior para caballeros, shorts, slips, tangas…

Estuve mirando el escaparate y había de todo tipo, pero me llamaron la atención unos tangas de lycra que estaban puestos en un maniquí.

Así que entré y vi al dependiente, un señor de unos 50 años, alto y delgado. No había ningún cliente en la tienda y me acerqué al mostrador, le pregunté por los tangas que estaban expuestos en el maniquí del escaparate. Le dije que quería comprar tres, uno rojo, uno azul y otro negro. Le pedí la talla mediana.

Al momento el vendedor me trajo uno de cada color y le comenté la posibilidad de poder probarme uno de ellos, el negro para ver qué tal me quedaba.

Me dijo que no había ningún problema, podía pasar al fondo y había un pequeño probador.

Cogí el tanga negro y me dirigí al probador, éste tenía una cortina y en el interior las tres paredes eran de cristal, pensé que era perfecto pues así podía ver cómo me quedaba.

Me quité la camisa, los pantalones y los slips que llevaba y los dejé en un taburete que había dentro. Así que una vez desnudo me puse el tanga negro.

La verdad es que una vez que me lo puse me quedaba bien ajustado, dada la situación en la que me encontraba, allí desnudo pensaba que en cualquier momento me podría ver el dependiente estaba bastante excitado, empecé a sobarme la polla y observar en el espejo como me veía. Si me la colocaba hacia abajo el tanga bajaba un poco y se me veían los pelos y al ponérmela hacia arriba se me salía el glande por la parte superior del tanga.

Así estaba en esas cuando no me había dado cuenta de que la cortina estaba un poco abierta y que el vendedor se había acercado y me preguntaba que tal me quedaba.

Le dije que bien, aunque quizás un poco pequeño, descorrí la cortina y allí estaba él, inmediatamente se fijó en que la polla me salía por arriba del tanga y me dijo, ya veo que se te sale un poco y se acercó más estirando su mano y tocándome la polla. Ésta estaba ya al máximo de su erección y ayudé bajándome el tanga y liberándola por completo. Empezó a mover arriba y abajo acercándose aún más, como estaba desnudo me dio un par de lametones en los pezones reaccionando éstos endureciéndose también. Con la otra mano me cogió el culo y lentamente empezó a meter un dedo entre los cachetes buscando el preciado agujero.

Así que con una mano me estaba masturbando la polla y con la otra me estaba acariciando el culo, era lo máximo. A todo esto él seguía vestido así que aproveché y le bajé la cremallera del pantalón e introduje mi mano buscando lo que escondía tras él y saqué una polla de tamaño mediano totalmente erecta, empecé a acariciarla arriba y abajo, mientras tanto el hacía lo propio y me introdujo un dedo en el culo empezando a moverlo. El placer era indescriptible, eso unido a la paja que me estaba haciendo creía desfallecer pero faltaba aún algo más, se agachó y se metió mi polla en la boca, empezó saboreando el glande con la lengua recorriendo con ella todo el contorno del mismo. Siguió un poco más y fue recorriendo todo el tronco de la polla para irse metiendo más y más la polla en la boca.

A continuación se la sacó de la boca y empezó a masturbarme lenta pero rítmicamente, el placer era sublime. Le tuve que decir que parase que quería corresponderle pero me dijo que no era el lugar adecuado por si entraba algún cliente, se metió la polla en el slip y se subió la cremallera del pantalón.

Acto seguido empezó a darme lametones en el cuello y volvió a cogerme la polla continuando con la lenta pero firme paja, otra vez comenzó a meterme de nuevo un dedo en el culo, yo estaba a reventar le dije que parase porque de un momento a otro me iba a correr, me dijo que tranquilo, que me dejase llevar así que saltaron tres trallazos de leche que fueron a dar en el espejo del probador. Se agachó y empezó a chuparme la polla para dejarla limpia de restos de semen.

Cuando terminó me dijo que no me preocupara, que me vistiera que él limpiaba después el espejo. Le hice caso, me vestí y salí del probador, me dirigí al mostrador para decirle que me quedaba con los tres tangas y que volvería otro día pues había más modelos para probarme en una próxima compra.

Me dijo que sería fantástico y que volviese otro día, a la hora del cierre que no habría público y de esa manera estaríamos más cómodos. Por supuesto que acepté la invitación y volvería.