Leia entre asteroides.

Luke notaba como sus huevos hormigueaban de deseo al ver como Leia se acariciaba de forma impúdica su cuerpo desnudo... Pero, ¿Era verdaderamente aquel el camino de un Jedi?

Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana...

LEIA ENTRE ASTEROIDES

Ayudados por el caballero Jedi Obi Wan Kenobi. Han Solo, Chewbacca y Luke Skywalker logran rescatar a la princesa Leia Organa de las garras de Darth Vader.

Durante la operación, Darth Vader logra derrotar a Obi Wan, que desaparece antes de que el lacayo del Emperador consiga darle la estocada final.

El pequeño grupo rebelde huye en un viejo carguero corelliano aprovechando que el rayo tractor de la estrella de la muerte está temporalmente inutilizado, perseguidos muy de cerca por varios Tie Fighter imperiales...

Mierda de Rancor. Estaba totalmente jodida. Huía en un montón de chatarra de los cazas imperiales en compañía de un zumbado que se creía un caballero Jedi, el contrabandista más cotroso y poco confiable de toda la galaxia y un enorme y peludo Wookiee.

Un nuevo impacto en la cola hizo temblar aquella lata interespacial haciéndola temerse lo peor.

—Princesa, apártese y no moleste demasiado. —dijo Han Solo dirigiéndose a uno de los turboláser mientras indicaba a Luke Skywalker que ocupase el otro.

—De eso nada, —replicó Leía dando un empujón a aquel chico medio tonto— Tu eres piloto, vete a la cabina y sácanos de aquí. Yo necesito matar a alguien.

La sesión de sexo con su padre y la destrucción del planeta Alderaan la habían puesto de un pésimo humor. Tenía ganas de matar a alguien. Habían logrado escapar  por los pelos de las garras de Darth Vader,  pero cada vez estaba más convencida de  que albergaba una nueva vida en su seno. Llevaba la semilla de su padre en sus entrañas.

Se sentía perdida. Como princesa no podía presentarse ante la causa rebelde como la mujer que llevaba la semilla del mal en su cuerpo. Pero no pensaba renunciar a su hijo así que tenía que conseguir un padre para él antes de que su embarazo se hiciese patente. Y la perspectiva no era muy halagüeña. Si sobrevivían lo suficiente para no ser desintegrados, tendría que elegir entre un yogurín con ínfulas y un gilipollas al que media galaxia quería ver muerto. El único que parecía tener algo de sesera era Chewbacca, lástima que los Wookiees estuviesen totalmente descartados.

—Espero que tengas tanta puntería como mal genio, princesa. Necesitamos quitarnos a esos hijos de puta de encima. —dijo Solo sentándose y activando el armamento.

El láser era un viejo modelo KTTO de doble tubo y mira GH. Lo activó y se puso los auriculares para poder escuchar al otro artillero. Antes de que estuviese en posición, dos Tie Fighters pasaron aullando peligrosamente cerca mientras dejaban un nuevo rastro de explosiones en el maltrecho escudo de energía de la nave.

—Ya puedes darte prisa encanto si no quieres que acabemos como pedacitos de escoria estelar. —oyó decir a Han en el auricular.

—¿Por qué no te callas  y disparas a esos dos que se te acercan por la izquierda?

—¡Mierda! Se me han escapado y vuelven a la carga por tu lado. Dales duro, cielo.

—Como vuelvas a llamarme cielo, babosa de azufre, te arranco la cabeza. —dijo Leia dejándose llevar por la intuición y apretando el gatillo.

El doble cañón laser escupió una ráfaga que acertó a uno de los cazas imperiales en pleno centro. La explosión fue tan brusca y cercana que Leia tuvo que cerrar los ojos para no quedar deslumbrada. Un instante después llevada por un nuevo impulso abrió los ojos y apretó de nuevo el gatillo arrancando de cuajo una de las alas de otro Tie Fighter que se alejó dando tumbos sin control hasta estrellarse con un pequeño asteroide  unos par de segundos luz más allá.

—Joder con la princesita. No sé si te rescatamos a ti de las tropas imperiales o le hemos salvado a esos pobres de una muerte segura. —dijo Solo soltando un grito de triunfo.

En ese momento pasó un nuevo caza por su lado y evitando de nuevo los disparos del contrabandista, volvió a realizar dos nuevos disparos que alcanzaron la nave.

—¿Podrías dejar de hacer el payaso y cargarte el caza que queda? ¿O voy a tener que hacerlo yo todo?

El tiempo se les acababa. Si no se libraban del caza restante, el sacrificio del viejo encapuchado no serviría de nada. Afortunadamente, cuando estaba a punto de sacar a patadas de su puesto a aquel jodido inútil, Han Solo estornudó en el momento en que disparaba una nueva ráfaga, consiguiendo un tiro perfecto y haciendo volar el último Tie Fighter en pedazos.

—¡Has visto, nena! ¡Un tiro perfecto! Sí señor.

Leia bufó por toda respuesta y se dirigió hacia la cabina para ver cómo le iba a los otros dos idiotas.

—¿Cómo va eso? ¿Cuándo alcanzaremos la velocidad de la luz? —preguntó.

—Cuando Chewbacca consiga arreglar los impulsores. —dijo Luke dejando que Solo tomase los mandos— Este trasto es un montón de chatarra.

—Y mientras tanto, ¿qué hacemos? ¿Esperamos a que uno de esos destructores imperiales nos alcance y nos convierta en un montón de carbón intergaláctico?

—No, nos esconderemos. —dijo Han con una sonrisa.

—¿Qué demonios dices? ¿Dónde... —un frío sudor corrió por la espalda de la princesa al darse la vuelta y ver por las pantallas el campo de asteroides.

—Sí, cariño vamos allá —dijo Solo ignorando el grito de angustia del wookiee que trasteaba todo lo rápido que podía con los impulsores.

Nada más entrar en el campo de asteroides supo que no sobrevivirían. Aquel inútil en vez de evitar los asteroides parecía que quería jugar al billar con ellos. Afortunadamente Luke le apartó de los mandos y demostró lo que el Halcón Milenario era capaz de hacer.

El instinto de aquel chico era impecable. A pesar de evitar los pedazos de roca y algún que otro tiro lejano de un destructor, que era lo suficientemente estúpido para seguirlos por aquel laberinto, el chico parecía estar divirtiéndose. Han permanecía con de brazos cruzados observando con aire de entendido cómo su nave pasaba limpiamente entre los apretujados asteroides sin llegar a rozarlos.

Leia aprovechó la concentración de ambos para compararlos. Era evidente que Han Solo era un perfecto idiota, pero esa era su principal atracción; estaba segura de que no le costaría hacerle creer a aquel pánfilo que el niño era suyo. Además tenía que reconocer que ese pelo castaño  y esa sonrisa de gañan le atraían irremediablemente.

Luke sin embargo, a pesar de ser evidente que estaba un poco pa allá con el rollo ese de los caballeros Jedis y esos cuentos de vieja sobre la Fuerza,  parecía bastante más espabilado y  más capaz de liderar la causa rebelde a su lado. Además sus increíbles dotes como piloto y esas miradas tímidas pero cargadas de deseo que le lanzaba eran la mar de excitantes.

—Ese destructor imperial se acerca. Creo que va a conseguir alcanzarnos. —dijo Luke.

—Esos gilipollas se están arriesgando a perder una nave como esa por alcanzarnos... Debemos gustarles un montón. —dijo el bocazas de Han.

En ese momento vio a su derecha un gran asteroide con un agujero en el que cabía la nave. Solo hizo falta señalárselo a Luke para que este diese un largo rodeo detrás de otros dos planetoides para salir del campo visual del destructor y maniobrando con elegancia girar la nave ciento ochenta grados y meterse en el oscuro agujero.

El Halcón Milenario aterrizó suavemente en el fondo del orificio. Tanto el wookiee como Han Solo y los dos androides salieron de la nave para terminar de reparar los impulsores mientras Luke y Leia se quedaban descansando.

Leia vio la oportunidad y se acercó a Luke acariciando su pelo rubio.

—Has estado muy bien. Eres un piloto extraordinario. —dijo Leia acercándose aun más  para que Luke pudiese oler el aroma de su cuerpo.

—Yo... esto... no es nada... un caballero Jedi no...

La timidez que mostraba el joven la estaba poniendo aun más caliente. Acariciando la mejilla del joven, acercó su cabeza e interrumpió sus balbuceos con un beso. El chico, al principio se quedó como helado, pero cuando la princesa introdujo la lengua entre sus labios inundándole con su sabor reaccionó devolviéndole el beso con ansia.

Por la torpeza de sus besos era evidente que aquel chico nunca había estado con una mujer, eso la excitó aun más. Tomando la iniciativa, Leia deshizo el beso y empujando al joven contra el casco de la nave  se arrodilló frente a él.

Con una sonrisa traviesa, acarició el interior del los muslos a la vez que dejaba caer una de las mangas de su vestido enseñándole una buena porción de su escote. Luke se quedó quieto dejando que ella le acariciase el miembro a través del tejido de los pantalones, mirando hipnotizado el cremoso escote de aquella desconocida.

—¡Joder! —dijo Leía en un susurro al ver crecer una mancha de humedad en la entrepierna de Luke.

—Lo siento... —fue todo lo que acertó a decir el chico con el rostro rojo como la grana.

—No importa. —dijo  ella sacando el miembro de Luke aun goteando semen.

Observó aquel miembro un instante  mientras lo sostenía entre sus manos. Tenía algo en su forma y tamaño que le resultaba vagamente familiar. Le hubiese gustado escarbar un poco más en su mente, pero el miembro de Luke estaba empezando a menguar. Fingiendo acariciarla quitó los restos de semen de su superficie y se la metió en la boca.

Aquella mujer era una diosa. A pesar de que aparentaba tener la misma edad que él, parecía mucho más experimentada. Los labios de la princesa se cerraban en torno a su miembro mientras su lengua jugaba con su glande y su boca chupaba haciendo que la polla creciese y palpitase amenazando con volver a reventar de un momento a otro.

No sabía si era la Fuerza, pero con un par de chupadas el miembro del chico volvía a estar como una piedra. Cuando se dio cuenta, Luke le estaba agarrándola por las trenzas  e hincándole profundamente el miembro en su garganta.

Con un empujón apartó la cabeza. El miembro de Luke brillaba cubierto de una espesa capa de su saliva. Con una mueca lasciva acercó la lengua a la punta del miembro y cogiendo un hilo de saliva jugueteó con él dejando finalmente que cayese entre sus pechos.

Luke soltó un gemido y le arrancó el tenue vestido de un tirón. El cuerpo de la mujer era tan atractivo y rotundo que  tuvo que contenerse para no empujarla contra la pared y follarla sin contemplaciones.

Leía estaba tan caliente que lo único que deseaba es que aquel parado la empujase contra la pared y la follase sin contemplaciones. Reprimiendo un gesto de contrariedad se levantó y poniendo la cara más sucia posible se acarició las caderas y se sobó los pechos, pellizcándose los pezones hasta que se pusieron duros mientras le indicaba que se desnudase.

Luke notaba como sus huevos hormigueaban de deseo al ver como Leia se acariciaba de forma impúdica su cuerpo desnudo... Pero, ¿Era verdaderamente aquel el camino de  un Jedi?

Leía no le dejó terminar el hilo de sus pensamientos. Acercándose a él le abrazó pegando su pubis contra la polla erecta y caliente de Luke.

Por fin aquel paleto campesino de Tatooine reaccionó y levantándola en volandas la penetró. La polla de Luke llenó su sexo embargándola con un placer indescriptible.  Agarrándose a su cuello comenzó a balancear sus caderas mientras el joven  hundía la cara entre sus pechos lamiendo y mordisqueando su piel.

El coño de la princesa era cálido y estrecho y todo su cuerpo vibraba y se estremecía con sus empeñones. Deseando tomar el control, Luke se separó  y empujó a la joven contra la mesa de ajedrez galáctico.

Leia solo tuvo tiempo  de apoyar las manos contra la mesa antes de sentir el miembro de Luke resbalando en su interior y colmándola con su calor. Con un grito de salvaje alegría dejó que el hombre la follara con una fuerza que amenazaba con arrancar de cuajo la vieja mesa.

Cuando se dio cuenta tenía todos los músculos de su cuerpo contraídos y cubiertos de sudor. El joven aprendía rápido y cuando Leia estaba a punto de correrse se separó. La princesa gruñó frustrada y le pidió entre gemidos y jadeos que continuase.

Luke, sin embargo, se dedicó a admirar aquel cuerpo esbelto y jadeante brillando de sudor a la luz de los fluorescentes. Hipnotizado por el espectáculo, acarició el cuerpo de la joven, besando y lamiendo  aquí y allá, impregnándose de su potente sabor.

Dándola la vuelta la sentó sobre la mesa y enterró la boca entre sus muslos. Leía pegó un grito y encogió todo su cuerpo estremecida por el intenso placer antes de que Luke con la boca saturada con el sabor de su sexo y su sudor, le separase las piernas para volver a penetrarla.

Leia pegó un largo gemido acompañando la entrada de aquel poderoso miembro en su seno. Era una lástima que el hijo no fuese suyo... Un nuevo empujón le obligó a dejar de lado cualquier pensamiento que no fuese la pura lujuria. Mirándole a los ojos siguió gimiendo cada vez con más desesperación hasta que una avalancha de sensaciones la derribó. Su cuerpo se descontroló impidiéndole hasta la respiración durante un instante.

—¡Vamos! ¡Fóllame fuerte cabrón! —exclamó presa de un indescriptible placer— ¡Córrete dentro de mí! ¡Hazme tu...

—¡Joder! ¡Basta ya! ¡Mecagüen el lado oscuro! —dijo Obi Wan apareciendo como por ensalmo en el momento que Luke estaba a punto de correrse.

Los dos jóvenes exclamaron sorprendidos. Luke se separó trastabillando y cayendo de culo sobre el suelo de la nave.

—He sentido una fuerte conmoción en la fuerza y he aparecido creyendo que estabas en peligro y te encuentro follando con... tu hermana.

—¿Qué coños dice este viejo? —dijo Leia tapando su cuerpo desnudo con los restos de su vestido.

—Obi Wan me estás diciendo que...

—En efecto le interrumpió el anciano Jedi. Tu y Leia fuisteis separados al nacer por vuestra seguridad ya que la fuerza era intensa en vosotros.

—Joder que puta mala suerte. —pensó Leia—Follarse a su hermano, después de follarse a su padre, no era lo que necesitaba una princesa para parecer honorable. Ahora qué coño iba a hacer. Después de aquel viaje iba a necesitar una buena temporada en un centro psiquiátrico.

Un par de ligeros temblores y ver a Han Solo corriendo precipitadamente camino de la cabina de mandos, hizo que todos sus pensamientos se esfumasen.

—Señores más vale que se ajusten los cinturones, tenemos un problemilla sin importancia. —dijo Solo en el instante en que aceleraba el vetusto trasto para salir del agujero.

Se sentaron todos rápidamente en sus puestos. Solo Obi Wan se quedó de pie al lado de Leia.

—Es conveniente para el equilibrio mental del joven Skywalker que no sepa por ti la identidad de sus progenitores. En este momento tan delicado podría dejarse llevar por el lado oscuro. —susurró el caballero Jedi— Y por el amor de la Fuerza, no vuelvas a tocarle. —añadió desapareciendo en el aire.

Los gritos de Solo y el Wookiee  le devolvieron a la realidad. Parecía ser que el  escondite era la madriguera de un hambriento gusano espacial. Luke se estremeció y prometió no volver a entrar en ningún agujero si se libraba de esa.

Mientras tanto,  Leia no paraba de pensar en qué demonios iba a hacer con el niño que crecía día a día en sus entrañas. Cada vez le quedaba menos tiempo y menos opciones.

Continuará...