Lei en sus labios
Pude leer en sus labios todo lo que quería.
Los rayos del sol de otoño me daban de lleno en los ojos. Miré por el ventanal del autobús de linea y la ciudad corría delante mía.
Volvía de la facultad y comencé a dirigir por aburrimiento la mirada por los pasajeros del autobús. Eran pocos, pero al fondo con gorro blanco estaba ella. Me miró. Yo ya la había visto antes, en la facultad, en alguna clase que teníamos en común, pero nada especial sentía de momento por ella, la verdad. Pero esa mirada de reojo fue distinta. La sonreí y me dijo algo con los labios algo que no distinguí, “emura, es bajo eche”, creí entender, ¡imposible!. Le hice el gesto de no entender nada y ella me hizo con la mano el de que me acercase...—!No si al final ligas¡—me grité interiormente.
—Hola—le dije. —¿Vas a clase conmigo en el pabellón 2, a las nueve?—le pregunté. —Sí, estamos juntos y es que mira te quería preguntar una cosa....yo te he visto que estás en clase y es que sabes que tenemos que preparar un trabajo, que es eliminatorio. Y he visto que le caes bien al profesor, te gusta la materia y...bueno que veo que podríamos hacer un buen trabajo—me explicó.
No sabía que decir. Sí, era cierto, que me gustaba la materia y caía bien al profesor...pero había algo más....no era tan bueno. —Será que le molo y no sabe cómo iniciar algo— pensé. —¡Vale!, quedamos cuando quieras y planeamos el tema y cómo lo vamos a enfocar, asignamos un esquema y vemos como nos lo repartimos...—le dije.
—¡No!, yo quisiera ya empezar hoy...no vaya a ser que la gente se adelante. Hizo una pausa y miró para todos lados.—¡Madre mía!— pensé.
Fui con ella hasta su piso. Vivía en uno compartido. En el trayecto hablamos de las clases y la facultad, le hacía gracia mis comentarios...—Estaba buena la verdad—pensé.
Entramos en su piso y me sentó en la mesa del salón. Hizo que me pusiera cómodo y me preguntó si quería algo. Algo de refresco creo que le comenté, digo creo, por que todo a partir de entonces fue como en una montaña rusa. Vino con las bebidas, las puso sobre la mesa pero al inclinase para servirlas dejó entrever en su jersey unas tetas inmensas que disimulaba increíblemente. Estaba impresionado, no se correspondían con la edad que tenía, eran grandes, largas y voluptuosas...—!Donde cojones miraba cuando la veía!— me reproché duramente. Se me tuvo que poner “esa” cara cuando miramos los tíos con vicio y al subir la vista sus ojos me habían cazado...del todo. Luego miré su boca...estaba sonriendo y pasaba por sus dientes su lengua. Tragué saliva.
Miró al canal de la mancha que tenía debajo construido—¿Me estás mirando algo?—Preguntó. Me cogió la mano y la metió en aquel “tremendo” hueco y yo iba a estallar.
Me volvió a coger la mano y chupó mi dedo índice, estaba absorto en lo que hacía sin darme cuenta que mientras lo hacía, se había agachado y estaba desabrochando mis pantalones, reconozco que la ayudé poco, ella hacía todo increiblemente bien. Empalmó el chuparme el dedo, con la de chuparme la polla, estaba en un momento que de morcillona iba a estallar a roca pura con geiser inmediato, ella lo sabía, era como si....le encantase, no sé si mi sabor o el tamaño porque no paraba de chupar sin sacársela ni un momento, es como si quisiera tragarse todo todo todo lo que iba a venir...y además yo llevaba casi dos semanas sin descargar porque habían sido muy duras y tensas, de modo que....llegó el final. Me tiré varios segundo corriéndome y echando lefa como un loco, ella tenía los ojos cerrados y no hacía más que tragar como si estuviese bebiendo, tragaba y respiraba, tragaba y respiraba.
Se me quedó como un pececillo escurridizo al que seguía chupando y chupando. La cogía con los dedos y rebañó todo lo que se había quedado cerca de las pelotas, se metió con el dedo lo que le quedaba por las comisuras. —Me encanta tu sabor.—Decía mientras se chupaba los dedos. —¿A que no sabes que te dije en el autobús?.—Me preguntó ella.—No—. Contesté...—En una hora me trago tu leche—. Dijo
Igualito que lo que leí en sus labios.
FIN