Leche de hombre

Un joven conoce lo que significa esta expresión...

LECHE DE HOMBRE

No sé bien porque después de tantos años, cuando recuerdo estos sucesos todavía me corree una electricidad por la sangre y la piel y me enloquece como si todavía fuera un chico adolescente y caliente como en aquellos años en que ocurrieron tales cosas.

Conocía desde mucho tiempo a don Tito. Iba siempre a casa del abuelo. Allí conversaban largas horas, jugaban a las cartas y bebían demasiado. Yo los escuchaba susurrar y reírse a carcajadas, a veces. No sabía bien que decían , pero se ve que les causaba gracia porque reían a carcajadas. Abuela andaba con cara de pocos amigos, cada vez que el hombre merodeaba la casa. Creo que nunca le cayó en gracia.

El pueblo era chico y se comentaban cosas, como me enteraría algunos años después. Pero en ese entonces mi inocencia no veía más allá que un juego de cartas.

Pasaron un par de años, y cada vez que volvía a casa del abuelo, el don Tito siempre andaba por allí. Nunca habíamos cruzado mas de dos palabras pero aquel año iba a ser distinto.

Don Tito era un hombre que andaría en los cincuenta. De abundante cabellera renegrida. Parecía ser muy coqueto o esa impresión me dio, y debo decir que nunca lo había notado. De estatura alta y esbelto, parecía guardar un régimen estricto, me parece que le gustaba guardar sus formas. Los brazos eran fuertes y las manos delgadas pero siempre con las uñas recortadas y limpitas.

__¡Como estas muchachito!__ saludo una tarde en que llegaba a casa del abuelo

__¡Hola don Tito!__ dije yo

__¡Has vuelto a pasar una temporada en casa del abuelo!__ dijo como sabiendo

__¡Sí, me quedaré unos cuantos días!

__¡Tus abuelos estarán muy contentos!

__¡Creo que sí!__ dije mientras observaba su altura

__¡Bueno puedes venir a ver mi quinta cuando quieras, es la mas linda de todo el pueblo!

__¡Que bien, no sabía!__ comenté

__¡Sí, todo el mundo compra mis verduras!__ en eso apareció mi abuelo y dando un grito llamó a don Tito y este sonriéndome desapareció tras la puerta.

Después de aquel primer diálogo de mas de tres palabras con el hombre, me fui al arroyito que pasaba a dos cuadras de allí. Anduve vagando por el borde de aquel hilo de agua, todo estaba solitario. Los pájaros cantaban a placer, eran libres y felices en aquel lugar y la verdad que yo también me sentía muy feliz.

De paso entre pensamiento y pensamiento me di cuenta que tenía una erección urgente y allí mismo saque mi verga al aire libre y me di una paja violenta y riquísima.

Pasaron unos días y una tarde andando en bicicleta pase por la quinta enorme de don Tito. Ahí lo vi con la manguera en su mano regando las hortalizas. Me detuve, no sé bien porque, pero me detuve y me fui acercando cautelosamente.

El giro su cabeza y me vio.

__¡Hola, porque no entras muchacho!__ gritó en medio del silencio de la tarde.

__¡Hola don Tito!

__¿Como estas jovencito?

__¡Bien andaba dando vueltas!

__¡Me parece muy bien, deja la bici por ahí, aquí nadie te va a tocar nada, entra, ven, ven!!__ yo avance mirando todo lo vereda que se veía por allí. El olor a verdura fresca era muy fuerte. Casi embriagador. Eran pasillos inmensos de verduras, cañas y olor a humedad, a tierra recién mojada.

__¡Mira, mira estos tomates!__ decía con admiración y la verdad era que se veían enormes y rojos furiosos. Me dio una recorrida por la inmensidad de los almácigos. Colores verdes, amarillos, violáceos. Se notaba el orgullo de aquel hombre maduro en mostrar sus hortalizas y verduras.

Al rato entre aquella selva prolija y bien cuidada apareció una pequeña casilla montada entre todo aquello.

__¡Ven quieres tomar algo!__ dijo don Tito y entramos en aquella casucha que olía a limpio.

__¡Esta casita la fui armando de a poco, tengo todo lo necesario!__ y era verdad, había una mesita, un radio, todo muy cuidado y ordenado, una pequeña heladerita. El abrió y saco una botella de agua y sirvió en un vaso que saco de una repisita, sin un gramo de polvo. Mas allá había una camita con un colchón muy alto, parecía muy cómoda. El piso estaba impecable, pensé en aquel momento que era una persona muy prolija y limpia. En una pequeña puertita estaba un bañito pequeño y por supuesto brillaba.

__Mientras bebes voy a pasar al baño!__ advirtió

__¡Si, si por supuesto!

__¡Siéntate donde quieras, ponte cómodo!__ se retiró de mi presencia. Seguí observando con mas tranquilidad. Oteaba aquí y allá, de pronto observé, una pila de revistas, las tomé. Allí vi con enormes ojos, por primera vez en mi vida, imágenes de chicos y hombres desnudos, con sus penes al aire, erectos, besándose y chorreando sus líquidos por todos sus cuerpos. Lentamente o no me puse tan caliente como es posible. Rápidamente mi mete fue a la cara de la abuela cuando veía a aquel hombre en su presencia. Tal vez abuela sabia de las costumbres de este señor. Y a ella por supuesto les parecerían mal.

A mi me causaron enorme calentura y curiosidad. En ese instante el hombre maduro entró en la habitación. Sentía calor. Deje la revista. Don Tito no hizo ningún comentario. Fue como si nada hubiese visto, pero mi verga estaba por reventar.

__¡Asi que este es mi refugio!

__¡Es cómodo!

__¡Si y es muy intimo, muy personal…aquí me siento libre!__ dijo el maduro, y ahí fue que note que estaba con el torso desnudo. Un pecho lampiño y las tetillas gordas y erectas.

__¡Me parece muy bien!__ dije bebiendo un sorbo de agua fresca

__¡Y tu , digo, tienes alguna amiguita, una noviecita o algo así!

__¡No, no!__ la verga me estaba saliendo por la panza, dura

__¿Y algún amiguito, tal vez?__ dijo mientras se acariciaba la panza, no muy protuberante.

__¡No no tampoco!

__¡Pero tienes deseos, claro!__ afirmo

__¡Sí, sí!__ dije dudando

__¡No tengas miedo conmigo, soy muy bueno guardando secretos y proporcionando placer!__ dijo y levantó mi barbilla conmocionada.

__¡Soy experto en dar placer!!__ aclaró sin rodeos. Mi corazón y mi sexo se agolpó. Dio saltos y la velocidad ganó el ritmo.

__¿Te ha gustado lo que has visto?__ preguntó acariciando mi mejilla con sus dedos y pasándolos por los labios

__¿Donde?__ pregunté haciéndome el tonto

__¡Vamos…ya eres grande! ¿Quieres que te de placer y a la vez tu darme placer?

__¡Ehh, don Tito, yo…no sé!!__ mientras yo balbuceaba el maduro hombre saco de su pantalón una verga brillosa, gorda y larga, palpitante.

__¡Te daré leche de hombre!¿Quieres?__ dijo acercándome aquel hermoso bocado. Me acerqué intuyendo que era lo que aquel hombre maduro deseaba. Olí la herramienta. El la paso suavemente por mis mejillas y luego por mis labios húmedos y deseosos. Abrí la boca y el fue metiendo aquella poronga en mi boca libidinosa, caliente, necesitada, hambrienta.

__¡Ohhh siii, que boquita tragona tienes, siii, sabía que tenías ganas de una buena pija en tu boca!!!__ la metí entera, ahogándome, la saliva bañaba aquella barra de carne, dura, venosa, muy linda, le daba pequeños besitos, lo que hacía que don Tito gimiera de forma salvaje, gutural, casi primitivo. La saliva caía al piso y el pantalón de don Tito también. Las bolas grandes de aquel maduro aparecieron ante mi y con mis manos, guiadas por el instinto, las fui tomando y acariciando, jugando con ellas, lo que hacía que aquel macho se retorciera de placer y gusto.

__¡Ahhh si diablilla, eres una putita sabrosa, hecha y derecha, me encantan tus manitas, ahhh que linda putita eres!!__ era la primera vez que alguien me llamaba así, la verdad es que me calentó mucho más, sentí mi cola hormiguear como tantas veces, cuando urgido metía alguna zanahoria o algún pepino en mi ojete que bufaba, pero ahora tenía en mi boca, chupando, una pija de verdad. Masajeaba las bolas gordas y llenas, las movía, casi retorciéndolas.

Besaba aquel pedazo que me ofrecía. Lo lamía recorriendo cada centímetro de piel y los gemidos de don Tito crecían en intensidad y agonía.

En un momento recuerdo que sacó de mi boca el pedazo de carne y conmovido y agitado, sudando, me pidió que me quitara la ropa de una buena vez, a lo que obedecí al instante. Quedé completamente desnudo ante alguien por vez primer. No sentí vergüenza, solo era una persona que volaba de calentura.

Me acostó de espaldas en la camita y subiéndose encima hizo que tragara su pedazo nuevamente. Pero rápido se metió en la boca mi pija que estaba a punto de reventar. La mamo de forma exquisita. Nunca nadie me había tocado de esa forma y además me masajeaba  y con la lengua rozaba mis huevos calientes y llenos de semen. Yo ardiendo metía a fondo su vergón, lo comía y no tarde mucho tiempo en largar mis líquidos, don Tito los tragó primorosamente, mientras yo estaba envuelto en llamas. Retorciéndome de gusto entre las piernas de aquel sabroso macho.

__¡Mmmhhh que rica miel me has dado putita!!¡¡Eres una ricura cariño, te voy  dar leche de hombre, sigue, ahhh, así, ohh, si, mi nena, siii, ohhh eres increíble, tu boquita es salvaje, mi perrita, ahhh, quieres que tu macho te de la leche de hombre, ehh, ohhh, uhhh, siii, siii, hasta ahora nunca te han dado leche de macho, ohhh, sigue, si, si, ahhhhh!!!!__ esos gemidos y palabras hacían que mi sangre se enloqueciera y quería que acabara en mi boca de una buen vez. Apuré los masajes y succionaba con más velocidad y fuerza, tratando de arrancar una buen acabada. Sentí que los músculos del hombre se tensaron un poco mas, sus gruñidos fueron mas intensos, como al pasar rocé su anillo con uno de mis dedos y eso hizo que explotara de forma descomunal. Llenándome la boca, las mejillas, la nariz, el cabello de leche blanca, potente y pegajosa.

Tragué lo que pude de aquella abundante cantidad que me ofreció el pervertido maduro. Quedé relamiendo por largos minutos aquella poronga salada y gorda. Exquisita para mi. Escuchando los gemidos de don Tito, que resoplaba, mientras su pedazo nunca se desinfló del todo.

Se colocó al costado mío y me dio un largo beso, profundo, haciendo que mi boca se abriera de forma grande, se extasió con mi lengua largo rato, proporcionando un placer desconocido para mi hasta aquel día.

__¡Tiene una cola preciosa amorcito!!__ dijo mientras me acariciaba las redondas nalgas. Lentamente se metió entre las cachas sin deja de besarme y meter su lengua al fondo de mi garganta.

Orilló mi anillo suavemente, yo explotaba y lloriqueaba como perra que era en celo y caliente a punto de que mi verga no se dormía tampoco. Su propio garrote chocaba con mi panza duramente. Una roca. Aquel macho era insaciable y feroz. Me mordía los labios y el cuello. Hundiendo un dedo en mi cerrado culito.

__¡Ohhh que apretadito!¡Me gusta tanto cariñito, mi preciosa putita!!__ hundía el dedo y recorría mi túnel virgen para cualquier pedazo de carne. Yo gemía y lloriqueaba deseando. Se corrió de donde estaba y fue en busca de mi anillo salvaje y presto. Metió la lengua sin demora. Escupió, masajeando mi arito de manera constante, abriéndolo, agrandándolo, dilatándolo de forma que ya eran tres dedos en un momento que tenía dentro. Mi gozo era permanente.

Su lengua hacía maravillas en la hendidura prieta y primorosa.

__¡Ohh nena ese agujero pide a gritos una buena carne!!

__¡Ohh si si claro, estoy tan caliente!__ gemía emputecido y hambriento

__¿Quieres que te de leche de hombre por la cola?

__¡Siii!

__¿Quieres que llene de leche tu culito precioso?__ diciendo eso me mordía las cachas firmes y fibrosas y volvía a meter su lengua en mi agujero cada vez mas abierto.

Se colocó con su herramienta al borde de mi entrada. La rozó, en tanto besaba y mordía mis hombros, yo gemía y lloriqueaba y le ofrecía mi culo, el orillaba con su pedazo la entrada, empujó, suave, gruñendo de deseo. Mi agujero se fue abriendo y el fue poseyéndome gloriosamente. El dolor paso de inmediato y sol fue fuego consumiéndome enloquecido. Era su putita, ahora de forma definitiva, me lo susurraba al oído mientras iba y venía por mi canal ensanchado.

Me serruchaba con control, mesurado, pero ardiendo, transmitiendo fuego. Los jugos hacían que la serruchada fuera tenue, lubricada, controlada, sublime. Me penetraba hasta el largo de su pedazo. Jugaba con mi anillo explotado. Mordía mis orejas, las mojaba, las llenaba de saliva. Eso hacía que yo sintiera que moriría de placer, tal es así que volví a largar mi semen casi sin tocarme, chorreaba jugo por delante y por detrás.

Me dio vueltas el cuerpo joven y levantando mis piernas por sobre sus hombros y así de frente me volvió a clavar su aguijón y yo largaba mis jugos y mis susurros, mis gemidos, el así de frente iba y venía sudando y sus pesadas gotas de sudor caían sobre mi afiebrado cuerpo, haciendo que el goce fuese aún superior.

Sus bolas chocaban mis nalgas. Gruñía. Y eso me volvía mas voluble, mas putita, era su hembrita, me sentía la mas puta de todas las perras.

__¡Que ricura eres cariño, ohhh me encanta tu culito así abierto, ohhh dámelo, te lo llenaré de leche de hombre como nunca has tenido en tu interior, te voy a llenar, ya viene, amorcito, ya viene, ohhh, ahhhhh, ohhhh, Siiii!!!__ gritaba  cuando me lleno de leche el ojete caliente. Sentí que me llenó con una avalancha de semen, que bajó rápidamente como en catarata, sentía que me chorreaba por todas partes. Abierto, ardiendo de calentura. Busco mi boca, mis labios y metió su poderosa lengua, yo lo dejaba hacer entregado por completo a los goces con aquel macho potente que se repitieron todos los días hasta que tuve que regresar a la ciudad.

Cuando volví al año siguiente don Tito había abandonado el pueblo por no que problemas con algún vecino. Nunca más lo volví a ver.-