Lecciones muy privadas

Por curioso, husmeando en su móvil, me enteré, que había quedado con Ángel para repasar la lengua, yo me esperé un buen rato quieto en la habitación contigua

Sofía, es una profesora de idiomas, que  a ratos, da clases particulares en nuestro domicilio, siempre con un horario abierto  y con mi permiso, claro; por cierto, me llamo Juan y soy el cornudo de la historia.  Ella a sus 25 años, es sensacional, abierta, piel suave, voz dulce, cintura estrecha, pelirroja, de momento y con unos pechos que me recuerdan a unos  limones grandes y puntiagudos, un poco oscuras las aureolas  y con los  pezones  muy abultados.

Yo, trabajo en una agencia de seguros  todos los días, mañana y tarde, al regresar a las seis, a veces ella, está en el salón dando clases, a  algún alumno o alumna, domina perfectamente el inglés, el francés y el alemán. En la academia donde imparte inglés, son todo mujeres de 25 a 45 años, siendo ella la más joven y desde mi punto de vista, la más atractiva.

Somos jóvenes, yo tres añitos más que ella, y nos gusta salir, jugar y colocarnos un poco con la bebida y al regresar, practicamos las fantasías sexuales, casi siempre en privado.

Anoche, coincidimos en un Pub con una compañera, Nuria,  la soltera, que estaba triste  y le daba el coñazo a Sofía, que si el chico la había dejado, que si sólo quería eso, y  bebió más de la cuenta, la tuvimos que llevar  a nuestra casa, a pasar la borrachera, entre los dos la desnudamos y la acostamos en la habitación de invitados.

Estaba dormido y noté,  a alguien que se abalanzaba sobre mí, no era mi esposa, la oía dormir a mi lado, me besó, iba desnuda, me acarició  los genitales y se acostó en medio de los dos, mi mujer se arrimó al borde de la cama y Nuria me tapo a boca, al tiempo que le metió mano a mi mujer y a mí, ella no se extrañó, en muchas ocasiones la excito y me excita cuando estamos acostados, jugó un rato con los dos y paró cuando yo había mojado la cama, ella acerco su otra mano a mi boca y probé el sexo de mi esposa, me pasó por encima y se marchó, al despertar no quedaba ni rastro de ella, yo no me atreví a comentarle nada a la bella durmiente, de lo ocurrido.

Ayer, a las seis regresé y estaba ella, con una pareja practicando el francés, yo me  duche mientras terminaban las lecciones, al terminar, ella  se metió en la ducha sola, yo me puse cómodo y la esperé  viendo una película de ladrones. Encima de la mesa, tenía el móvil, cosa rara, los dos los cuidamos con celo, no es que no me fie de ella, que va a ser que no, pero la curiosidad mato al gato y yo lo cogí  y leí sus mensajes, la contraseña es la de siempre, saludos, agradecimientos por encontrar trabajo, de sus amigas y uno de Ángel, en el  que le decía. Iré solo  a las cinco, por favor, acepta. Quiero que me enseñes ingles. Y en los  mensajes enviados por mi esposa, ella le contesto .Te espero  en el salón cariño.  Te enseñare ingles.

Yo me quede de piedra, más que clases, parecía una cita para  divertirse, sería mañana  y yo debería estar trabajando.  Puse una excusa  y  a las  cuatro llegué a casa, ella terminaba  a la una y media, comía y trabajaba de  3 a 4,30 h. y luego remataba la docencia en  casa.

Oí el timbre desde la habitación medio abierta, era un estudiante de segundo de bachiller, repetidor y quería practicar el francés con ella, ya le había dado clases en otros cursos, ahora llevaba el pelo engominado, lo observe por la ventana dela habitación y se preparaba para una entrevista.

No pasaron  ni tres minutos y él le pidió  que se soltase  que le dejase hacer, y le preguntaba  por la vez anterior y todo eso; estuve a punto de salir y  montar  el gran número, me contuve, incluso cuando el leía en voz alta un texto y ella arrodillada, le sacaba la leche, luego invirtieron los papeles y él comía chocho, así le enseñaba ingles, y ella recitaba un poema en francés. Fue oral pero me jodió mucho.  Un rato antes de  que yo llegase, en teoría,  él se despidió con un beso y un alago a los  pechos, seguro que se los tocaba, el muy cerdo.

Yo, mientras ella se  metió en la bañera, salí con sigilo y a la hora de siempre entré y como si nada. Que cabrona.

Ya no me podía fiar, así que me acerque a una tienda donde los detectives compran aparatillos de nuevas tecnologías, para grabar lo que ocurre en un recinto, compré una microcámara que era como un boli, la dejé enchufada  en nuestra habitación, una segunda, en nuestro salón y voilà, se repitió la escena con Ángel, esta vez, a medio texto, mientras ella tocaba la flauta,  Sofía salió de la mesa, lo cogió de la mano y lo llevó a nuestra cama y allí  retozaron una hora…

Yo me enteré, al ver las imágenes en el portátil, las guardo con rabia y tesón, puede que me sirvan algún día; a nivel jurídico. A mí regreso, nada, como si nada, hicimos el amor y todo antes de ver yo  la filmación. Estoy pensando, si no me habré casado con una ninfómana.

Yo, puse en medio de la cocina la silla de cuero negra, la bajé del desván en ella, el primer año de casados jugábamos al “quieto, quieta”, el que se sentaba desnudo en la silla, se dejaba hacer.    Era viernes por la tarde y   al salir de la ducha, ella se secó, yo   le cerré  los ojos.

– Cariño, no los abras   y déjate llevar por mí.  Hacía años que no lo practicamos, la senté y al abrir los ojos, sonrió, era inesperado.

Con cinta de carrocero gris, la amarre por los tobillos a las patas de la silla y luego las dos muñecas, quedando sentada con el tronco en  posición horizontal,  la besé y le pedí que abriese mucho la boca.

Me la sacudí un poco y la introduje en la boca, ella succionaba y  al cabo de un minuto estaba al máximo, de morcillona, fue cuando se  la introduje hasta el fondo de la garganta, con fuerza y ella  reaccionó con arcadas, casi, llegando hasta el vómito, yo no paraba, incluso le tapaba la nariz, hasta que ella me  mordió la base del pene, de tan adentro que lo tenía, yo me vi forzado a sacarlo y  en verla como  respiraba ansiosa y me insultaba, me corrí en su cara, regando  la frente, los ojos y las cejas.

–Eres un cabrón de mierda. De qué vas, me pregunto y yo le respondí,  tú lo has dicho , soy un cabrón de mierda, y en esa posición incómoda, le enseñe los videos grabados y,  mientras que los veía , mirando el portátil  apoyado en una silla, me pedía a gritos  que la  soltase.

Yo le puse cinta en la boca y le dije, que quería, que  quedase una vez más  con  Ángel y solo así  la dejaría libre. Al cabo de dos horas de  esa incómoda posición, aceptó.  Quiero que le llames y se lo digas, delante de mí. Quedareis a las cuatro del próximo  lunes. Y se vio obligada a hacerlo, el impresionado, aceptó sin rechistar. Yo le sujetaba el móvil.

La desaté, y ella se encerró en la habitación de invitados, yo me acosté en la nuestra, no dormí nada o casi nada en toda la noche.

Buenos días y  un beso en la mejilla, de sumisión me dio, yo quería y así se lo pedí, que lo  metiera en la cama atado y desnudo y con una  mordaza o cinta puesta en la boca. A continuación, ella tenía que salir, yo le había preparado una sorpresa.

En el barrio había  una vieja prostituta, le ofrecí  200 € si se la chupaba un amigo  mío, sumiso, ya sabéis quien es,  sin preservativo y por cada corrida conseguida, le sumaria diez euros más.  Por supuesto, que gravé la escena.  A las seis,  Sofía lo tenía desnudo, excitado, maniatado y amordazado, esperando a mi sirena;  la cara le cambió al ver  entrar a una señora con un aspecto dejado, que empezó, a mamar y a lamer, lo tenía que  derramar en su cara, lo que sacase, para luego contar, si es que se podía, el número de veces que lo había llevado al paroxismo.

Con un, lo siento cariño pero  hemos terminado, Sofía  liberó  al Don Juan una hora después de que la señora mayor  había salido. Con trecientos  €…

Ella, me ha prometido  fidelidad y ha dejado de dar clases particulares y enseñar ingles. Quizás la perdone.

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