Lecciones de oficina (2)

La pobre perrita continúa siendo humillada por su cruel amo. Ella debe obedecer ante la amenaza de peores torturas y decide ser una putita sumisa, aún con el culo perforado.

Las 2:00 de la tarde, dijo Él en voz alta, qué rápido se va el tiempo cuando uno se divierte, no, mi perrita? Le decía a Ella, inclinado tomando su rostro con ambas manos, qué bueno que te portas bien o de lo contrario, me obligarás a colocarte un bozal algo incómodo, oye no estarás esperando perritos, verdad? Se burlaba de ella mientras jugueteaba con sus chichotas que se bamboleaban al estar en cuatro patas. Ella ya no quería derramar una sola lágrima más por su situación, de hecho, estaba segura de que eso quería Él, pues si solamente deseara violarla ya lo hubiera llevado a cabo, pero no, era obvio para Ella que ese era el menor de los males por venir.

A ver, tírate panza arriba! Dijo, empujándola con el pie, Ella obedeció mecánicamente y hasta encogió los brazos y las piernas, como lo haría si fuese una perrita de verdad. Te rascaría la panza peeeeeeero, hum, me gusta más sobarte las tetas, no me canso de ellas! A ver, muéstrame las chichis, perra maleducada, alza las patitas! Dijo, mientras le alzaba los brazos, Ella cerró los ojos y miró hacia la pared. Vaya con mi perra! Tiene pudor! Habrase visto! Entonces me vas a decir que nunca has ido al veterinario a que te examine la pepa? Ella no lo miró. Pues eso se arregla fácil, a ver, abre bien las patas que te voy a revisar concienzudamente la panocha.

Ella era una muñeca inmóvil, flácida que simplemente se dejó acomodar para tan vergonzoso examen. La colocó sentada sobre una mesa de trabajo, recargada contra la pared, tan desmadejada como derrotada, dónde había quedado su altivez? La improvisada correa le colgaba entre sus pechos, la obligó a sujetarse las piernas por la parte de atrás de las rodillas para mostrarle su vagina en todo su esplendor. Él lucía de lo más divertido, sacó un bolígrafo del bolsillo de su camisa y procedió a examinar a su perrita.

Ella emitía suaves gemiditos que Él ignoraba cada vez que le pasaba la punta tapada del bolígrafo por los labios vaginales, pareciera que realmente la auscultaba como un experto y lo disfrutaba, llegó a ensartarle la punta del improvisado espéculo en la entrada de su cuevita virgen y lo retorcía un poquito, después fue más adentro, pero sin llegar a su telita inmaculada, eso lo reservaba para su verga.

A ver, sucia cachorra, te voy a asear y blandiendo la manguera entre sus piernas, como si de una verga gigante se tratara, abrió la llave de paso y bañó a su deliciosa perrita de pies a cabeza; Ella se quitaba el enmarañado cabello de la cara y Él, carcajeándose, le echaba el chorro directo a su rostro, Ella se ahogaba y tosía, tragando bastante agua, tiritando; en un esfuerzo inútil, trató de correr al fondo de la bodega, pero Él la alcanzó de dos zancadas y la azotó con la manguera, sin piedad alguna. Sus nalgas estaban rojas, sus grandes tetas, magulladas, Él no discriminó parte alguna de su exuberante anatomía para castigarla, Ella no atinaba qué parte cubrirse, estaba siendo azotada brutalmente, completamente desnuda y empapada.

Caray, ya son las 3:30 de la tarde y mi pobre perra no ha comido, a ver camine mi putita, decía mientras le pellizcaba las nalgas desnudas, mueva bien el culo como debe de ser, ah no, caminas rápido? Necesita entonces que le ayude, y diciendo esto, le metió dos dedos en el culo, como quien escarba un pozo, Aaaaaaaaay, gritó Ella y de inmediato apresuró el paso todo lo que le permitía el andar en cuatro patas, como la perrita obediente que estaba destinada a ser.

La llevó andando con sus dos dedos en el culo hasta una de las oficinas vacías del fondo del local y una vez dentro, se los sacó de golpe, olfateándolos, Mmmmh, culo de perra en celo, mira qué delicado aroma, maldita, y le plantó los dedos oliendo a su propio culo en la boca, Ella, adivinando su intención, los lamió fervorosamente, ya no quería ser golpeada de nuevo.

Así es, mi perra, lame tus porquerías anda, que pronto lamerás mi verga cuando te la retaque por ahí y más te vale que no me la ensucies o te vas a enterar quién es tu amo realmente. Ella se estremeció de terror, iba a ser penetrada por todos sus agujeros.

Pero no esperarás que estando así de mojada te dejaré subir a mi regazo, verdad, puerca? Sacúdete primero! Ella, como en trance, obedeció y se sacudió tan fuerte así, a gatas, que sus chichotas se balancearon de una forma que provocó otra gran erección para él. Pareciera que no se le había bajado desde que empezó su jueguito y por el contrario, su verga amenazaba con romper el frente de sus pantalones. Ahora sí, pendeja, dijo, sentándose en el sillón para invitados de esa oficina y palmoteando en sus piernas, la invitó a subirse a su regazo.

Ella, adolorida y entumecida por el frío, con la golpiza y la deshumanización a que estaba siendo sometida, solamente atinó a encaramarse en sus piernas, como todo un cuadrúpedo consentido. Párame bien el rabo, animal, quiero acariciarte, dijo Él. Ella acató la orden de su amo y le puso las nalgas en su cara, mueve la cola, pendeja! Le gritó Él y le propinó una sonora nalgada a su ya castigada retaguardia. Ella meneó su colita y recibió otro manoseo por parte de Él, que golosamente le apretaba las nalgas, se las sobaba y dibujaba la raya de su culo con la mano, como si de cuchillo se tratase.

Ahora, pendejita, frótame las chichis en la cara, pero ya! Ella cambió de posición y quedó sentada a horcajadas de él, frente a frente, él la acomodó a dos manos, a su gusto, para que sus grandes ubres le quedaran justamente en la cara. Yo no pienso moverme, estúpida y jaloneó sus endurecidos pezones. Ella comenzó un vaivén delicioso, meneándole su hermoso torso en la cara a Él. Pon las manos en la nuca, infeliz, le dijo Él, Ella obediente lo hizo; Él tomó sus pechos a dos manos y refregó la cara entre ellos, luego los agarraba sin ninguna delicadeza y los soltaba para que la gravedad los lastimara. Ella se mordió los labios para no quejarse.

Ya va siendo hora de que alimente a mi perra, pero te va a costar la comida, pendeja, Él se levantó y la arrojó al duro suelo. Se sacó la verga del pantalón y con señas obscenas le indicó que pegara la boca en ella. Vas a tener que ordeñarme, porque esta lechita será tu único alimento por hoy, maldita y me lo vas a agradecer, escuchaste? Y le tiró de las orejas, como a una perrita malcriada.

Ella se acomodó la verga en la boca y comenzó a succionar torpemente, como la primera vez, aunque ya estaba entendiendo un poco más. Lengüeteó la cabeza y siguió hacia la raíz del pene, pensó en agarrarlo, pero las perras no hacían eso, así que Él la dirigió tomando su cabeza y le metió todo el pene de un solo empujón, Ella tenía la boca completamente llena de su verga, sus mejillas se inflaron y se dejó llevar. Los gemidos de Él eran insoportables para Ella, realmente se comportaba como una perra y lo peor, una perra puta y lame vergas, a eso la habían rebajado.

Se siente deliciosa tu boca, pendeja, mmmmh, huuuuuy, ya va siendo hora, aaaaah, trágate esto, estúpida perra, mmmmmmh! Le decía, sin soltar su cabeza se vino dentro de su boquita y no le permitía respirar, Ella se vio obligada a tragar cada gota de sus calientes mecos, incluso sentía que se le saldrían por la nariz. Relativamente sentía que esa asquerosa verga intrusa le taladraba la garganta. Tontamente le llegó el pensamiento de que respiraría ese olor tan desagradable para ella, de por vida, que se le quedaría por siempre el amargo sabor de su semen.

La pobre perrita no paraba de llorar y como consecuencia, su nariz escurría y no tuvo más remedio que sorber lo más que pudo para no despertar la ira de su amo. Él, engolosinado con su boquita, refregó nuevamente su verga en los labios de Ella. Limpia bien mi verga, pendeja! Es la que te ha dado de tragar, mueve la cola en agradecimiento! Y la azotó nuevamente con la mano abierta en sus ya castigadas nalgas. Ella lamió con diligencia desde la punta de su verga, hasta los huevos de su cruel amo. Hasta llegó a lametear la base de su verga e increíblemente, esto la estaba complaciendo. Notó que su panocha estaba húmeda y caliente otra vez.

Ella no paraba de tiritar de frío y Él, complacido, le señaló un rincón de la oficina, donde alguien había dejado tirados algunos periódicos viejos en el piso. Échate ahí pendeja, yo tengo hambre y necesito reponer fuerzas para tratarte como la puta regalada que eres. Ella, sin emitir sonido alguno, se fue gateando hasta su improvisado jergón y se dejó caer de lado, derrotada, cansada, con el orgullo tan herido como su maltrecho cuerpo. Cuándo acabaría esta humillación? Qué necesitaba Él para dejarla ir?

Sonriendo perversamente, Él se acercó a Ella y tomando su improvisada correa, la amarró a la pata del escritorio, no sin antes pegarle una buena bofetada y decirle: Regreso pronto, putita, no te desesperes, ni trates de morder tu correa, escuchaste? Quiero encontrarte en esta misma posición cuando vuelva, de lo contrario, me obligarás a dejarte encadenada afuera de la bodega todo el fin de semana, te imaginas? Quedarías a merced de todo el que pase por aquí, es más, se me ocurre que podría atarte de manera que quedaras ofreciendo tu culo a todos los transeúntes, eso te gustaría, maldita? Ella desorbitó los ojos y meneó la cabeza, horrorizada, claro que lo creía capaz, de eso y más.

Bueno, ya lo veremos puta maldita. Ve pensando qué estarías dispuesta a hacer para que tal cosa nunca te suceda. Me voy a comer, mi perrita chichona, le dijo, mientras pellizcaba sus pezones con dureza. Para que no me extrañes, te dejo un regalito, guárdalo bien porque cuando regrese, lo quiero en esta misma posición, mojado y calientito. Me complacerás, verdad, estúpida perra?

Y dicho lo cual, la tiró de espaldas por sorpresa y tomando un rollo de cinta para embalar, procedió a atarle las muñecas y los tobillos, uniéndolos con más cinta por la mitad de su cuerpo, dejando su panocha totalmente expuesta, Ella seguía atada del cuello a la pata del escritorio y estaba totalmente maniatada e indefensa. Gemía sin control, espantada, adolorida, por lo que Él la abofeteó nuevamente diciendo, odio a las perras chillonas! Te vas a quedar quieta y calladita de una buena vez, y le encintó la boca con 2 vueltas de rollo, selló esos labios que lo habían hecho correrse minutos antes. Observó su obra con deleite y tomó un tubo de lápiz adhesivo grande, bastante grueso que utilizaban para pegar las órdenes de embarque, con sádica mirada, lo frotó en la entrada de su panocha virgen, comprobando lo que ya sabía, su perrita tan puta ya estaba húmeda hasta la médula; bueno, perra en celo, dijo, guárdame esto mientras regreso y pobre de ti si se te cae! Y comenzó a introducir el tubo por el hoyo de su culo, Ella forcejeaba inútilmente y su captor comprendió que su ojete estaría aún más cerrado que su puchita, por lo que lamió dos de sus dedos y le hurgó el culo hasta donde su resistencia se lo permitió. Pensó mejor y tomó 3 lápices nuevos del cajón del escritorio, sin mediar palabra, se los ensartó al mismo tiempo por el ano, del lado del borrador, no hasta la mitad pero sí lo suficiente para asegurarse de que permanecerían incrustados en su lugar hasta que él los retirara de su putita. Ella sintió los objetos extraños, pero espantada por la terrible amenaza, se prometió a sí misma que soportaría eso y más. Mejor ser humillada y gozada por él, que por un hato de desconocidos más tarde. Recordó con escalofríos que por esa zona se reunían personajes bastante peligrosos a beber cerveza y armar alborotos por las noches, qué harían con ella, encadenada a la puerta de la cochera de la bodega? Desnuda, indefensa. No, sería mejor soportar y en este caso, concentrarse en no soltar los tres lápices con su esfínter anal. Él los retorció un poquito y Ella, muy a su pesar, gimió de placer, sintió riquísimo el contacto de los nervios sensibles de su ano con lo rugoso y duro del material de los lápices.

Ya quedaste a gusto, puta? Bueno, te dejo, con tus juguetes. A ver cómo me recibes y dependiendo de tu comportamiento, será el trato que te dé, maldita zorra.

Él se fue, dejándola encerrada, ya pasaban de las 5 de la tarde y el clima comenzaba a cambiar. La pobre perrita se quedó sola, abandonada a su suerte, con el culo penetrado por tres intrusos de madera, muerta de miedo, pero con la panocha escurriendo….qué sería de ella?