Lecciones

Lecciones que da la vida.

Lecciones

Me llamo Jorge, aunque tuve una infancia difícil, conseguí ser feliz. Mi madre falleció al poco de darme a luz. Padecía una grave enfermedad y el parto la dejo demasiado débil, mi padre siempre se opuso. Decía que si no tenían hijos, ella podría vivir un poco más. Mi madre insistió y al final mi padre cedió, ella le dijo que ese era su último deseo antes de morir, ser madre.

A mi padre la muerte de mi madre lo dejo hecho polvo, yo era un bebe así que no sé si me quería o me odiaba, pero por lo que me han contado. Constantemente me dejaba en casa de sus mejores amigos para irse a beber, en una de esas noches de borrachera. Sé salió de la carretera muriendo en el instante. Yo fui criado por los amigos de mi padre, un matrimonio italiano que tenían una empresa textil en la ciudad.

Sus nombres eran Piero y Alessia, tenían una hija de mi misma edad. Su nombre era Isabella, esa familia me crió como un hijo y un hermano. Para mi Isabella no solo era mi hermana, sino mi mejor amiga. Fui al primero al que confeso que le gustaban las mujeres y fui yo el que le acompaño muerta de miedo cuando se lo contó a sus padres. Estos decidieron apoyar a su hija.

Isabella y yo íbamos al mismo instituto y en este estaba la mujer de mis sueños, su nombre era Andrea y era un cuerpo esculpido por el mismísimo Miguel Ángel. Ella salía con Gonzalo el tío bueno del instituto, la verdad es que no sé cómo ese chico entraba en el planeta con el ego tan monstruoso que tenía. Isabella se reía de mí cada vez que me veía mirando a Andrea embobado, Isabella sin embargo no mostraba interés alguno y eso me tenía intrigado y se lo pregunte.

• Isabella, como es posible que a ti gustándote las mujeres, no hayas terminado embobada con Andrea como las demás.

• No sabría decirte Jorge, tiene algo que no me termina de gustar, no sabría explicarlo.

La conversación se quedó ahí, la verdad es que Isabella no tenía nada que envidiar a Andrea, para mí era mi hermana y además no le gustaban los hombres. De no haber sido así, es muy posible que de la mujer que estaría enamorado seria de Isabella. Ese año de instituto acabo sin pena ni gloria, lo único destacable fue que Andrea y Gonzalo habían cortado porque los padres de este se tenían que mudar pues al padre de Gonzalo le habían contratado en una empresa de otra ciudad.

A mí ese día se me abrió el cielo, sabía que lo tenía difícil, me llevaba bien con ella, pero sabía que tenía detrás de ella a otros chicos que estaban mucho mejor que yo. Yo no estaba mal, tenía un rostro atractivo y un cuerpo cuidado pues hacía deporte. El problema era que era muy tímido y no me sabía sacar partido, Isabella lo intento de todas las maneras posibles y fue imposible.

Cada vez que había ligado era porque ella me había presentado una chica que conocía, una vez me dijo que me espabilara que se le estaban terminando las amigas y que después tendría que buscarme la vida, que verdad es la frase que dice que la suerte ayuda a los tontos. Una noche que salí a dar un paseo, pues estábamos en verano y hacía mucho calor. Decidí pasarme por la zona donde todos salían de marcha, de un bar vi salir a una chica dando tumbos y apoyándose en un coche para poder vomitar. Al fijarme bien me di cuenta de que era Andrea, me acerque a ver como se encontraba y termine lleno de vómito. Menuda forma de saludarme pensé yo, me pidió que me quedara con ella que estaba muy mareada y no quería quedarse sola. Eso hice, no hablamos nada, la verdad es que no entendía ni una palabra de lo que me decía.

Andrea tenía una lengua de estropajo de la ostia, poco a poco se fue quedando dormida y decidí que lo mejor seria llevarla a casa. Mi casa quedaba más cerca de esa zona que la de Andrea, cuando llegue a casa con ella en brazos, Piero y Alessia seguían despiertos. Isabella bajo de su habitación, mientras ella se la llevaba a la ducha, Piero llamo a los padres de Andrea para avisarles que pasaría la noche en casa, para que no se preocuparan.

Esa fue la noche que lo cambio todo, desde ese momento Andrea empezó a quedar más conmigo y a mostrar interés en mi persona, poco a poco fuimos quedando y al final terminamos como pareja. Todavía recuerdo la primera ver que follamos los dos, yo no era virgen, pero tenía muchos nervios y miedo a cagarla. Estábamos los dos en la habitación de Andrea, sus padres habían salido al teatro, fui desnudando torpemente a Andrea, me temblaban tanto las manos que era incapaz de desabrocharle el sujetador.

Una vez conseguido, vi por primera vez uno de los pechos más bonitos que vería en mi vida. Cuando se terminó de desnudar y pude ver su coñito rosadito y mojado, se me puso como el palo de la bandera. Mi tamaño era normal, ni grande ni pequeña, a Andrea pareció gustarle por como la miraba y fue cuando se la introdujo en la boca, no era la primera vez que me hacían sexo oral, pero os prometo que jamás había sentido lo que estaba sintiendo con ella en ese instante.

Tuve que pararle para no correrme en ese instante, quise devolverle el placer que me había dado. Cuando abrió sus piernas y pude ver su coñito en todo su esplendor, el aroma que desprendía me embriago, me esmere en darle placer y sus jadeos sumado a como frotaba su coñito contra mi boca, parecía que lo estaba logrando. Andrea no pudo contenerse y termino corriéndose en mi boca, no pude tragar todo y parte resbalo sobre mi barbilla.

Habíamos llegado al momento que más había esperado, tenía mi polla enfundada en un condón apuntando al coñito de Andrea, cuando ella me lo indico fui introduciéndola poco a poco. Su coñito era caliente y muy estrecho, nuestros jadeos se entremezclaban. Una vez la tuve toda dentro, empecé a meterla y sacarla acompasándome con ella. El placer era indescriptible, Andrea también lo estaba sintiendo y lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Al preguntárselo me dijo que eran lágrimas de felicidad, al final terminamos corriéndonos los dos a la vez.

No volvimos a repetir esa noche por miedo que sus padres volvieran del teatro y nos descubrieran, esa fue la primera vez de muchas que siguieron mientras duro el instituto. Ella se matriculó en empresariales y yo en periodismo, el periodismo me gustaba, pero mi verdadera pasión era la escritura. Llevaba tiempo escribiendo un libro, pero como no tenía tiempo casi. Aprovechaba los puentes y algunos fines de semana que Andrea quedaba con sus amigas, para irme a una casita que hederé de mis padres en la montaña.

En coche se tardaba una hora y la verdad es que allí conseguía concentrarme y mi imaginación se disparaba, pudiendo adelantar mucho de la historia. Todo iba perfecto hasta que una noche Andrea quiso que saliéramos a cenar y después a una nueva discoteca que hacía poco que habían abierto, entonces apareció el Gonzalo. Él era el dueño de la discoteca, empecé a pensar que no habíamos ido por casualidad a ese local y que Andrea sabía perfectamente quien era el dueño,

Hice de tripas corazón y nos introdujimos en la guarida del lobo, La mirada, nunca se me olvidará la mirada de Andrea cada vez que miraba a Gonzalo. Si de algo estoy seguro es de que a mí jamás me había mirado así, esa noche no paso nada más, pero yo me fui con una incomodidad y mal estar tremendos. No quise hablar nada con Andrea, en ese momento estaba demasiado caliente y enfadado y prefería hablar con ella cuando estuviera tranquilo y sereno.

Con quien si hable fue con Isabela y su novia Maria, Maria era enfermera y se conocieron el día que Isabella empezó a hacer el ganso, se tropezó y termino estrellándose contra una mesa de cristal, se clavó algunos cristales y fue Maria la encargada de coserle las heridas. Creo que Isabella se enamoró en el mismo momento que poso sus ojos en los de Maria y viceversa.

• Jorge, siento decírtelo, pero para Andrea eres un clavo – dijo muy seria.

• No digas eso Isabella, ella me quiere.

• Lo siento Jorge, pero estoy de acuerdo con Isabella, si estuviera realmente enamorada de ti, no Miraría a otro hombre de esa manera.

• ¿Qué pretendéis decirme?

• ¿Tú has visto como nos miramos Maria y yo? – pregunto Isabella.

• Sí.

• Andrea te mira así, ¿mejor alguna vez te ha mirado de esa manera? – pregunto Maria.

Tuve que rendirme a la evidencia, Andrea jamás me había mirado de esa manera. Yo no soy un hombre celoso, pero cada vez que salíamos Andrea se empecinaba en terminar la noche en la discoteca de Gonzalo y poco a poco pudo sentir mi incomodidad y enfado.

• ¿Qué ocurre Jorge? – pregunto Andrea.

• ¿Tú estás enamorada de mí?

• Claro, ¿a qué viene esa pregunta? – dijo confusa.

• Que cada vez que salimos me traes al local de tu ex, centrándote en él exclusivamente hasta que nos vamos a casa.

• No estarás celoso, verdad, no me gustan los celosos – dijo una enfadada Andrea.

• Sabes que yo no soy celoso, pero no me gusta lo que veo Andrea y me gustaría que fueras sincera conmigo.

Andrea entró en el local enfadado y yo me quede en la entrada, preguntándome si esta relación tenía algún sentido una vez habiendo vuelto su ex a su vida. La repuesta a esa pregunta la tuve en muy poco tiempo, una noche de sábado pasadas unas semanas. Andrea me dijo que esa noche tenían fiesta de chicas, yo no tenía ganas de salir con mis amigos y decidí llamar a Isabela.

• ¿Isa, que vais a hacer Maria y tú esta noche?

• Pues quedarnos en casa viendo una peli, Maria tuvo doble turno y no le apetece salir, ¿quieres venir?

Esa pregunta fue un salvavidas en medio del océano, le dije que si y como compensación cocine para las dos, no lo he dicho, pero después de escribir este es mi segundo hobby, cocinar. Maria e Isabella se pusieron las botas, lo que ocurría es que empezaron a jugar entre ellas y se calentaron de lo lindo. Yo viendo el percal, les dije que estaba cansado y me marcharía a casa.

Cuando llegue a mi casa, vi más coches aparcados de lo habitual, pero como esa noche había partido lo achaque a eso. Sí que había partido si, pero en mi casa, cuando abrí la puerta vi a tres de las amigas de Andrea follando en el salón con tres tíos que no eran sus novios. Ni se dieron cuenta de que pase a su lado, no tenía ninguna duda de lo que me iba a encontrar. Saberlo no alivia en nada el dolor de verlo con tus propios ojos.

Al abrir la puerta vi a Gonzalo tumbado boca arriba y Andrea cabalgándolo dándole la espalda y mirando hacia el techo, mientras alababa sus artes amatorias y a mí me ponía a parir de forma cruel. Se me hincharon las pelotas y le espeté a Andrea.

• Joder Andrea, veo que la noche de chicas está siendo productiva, ahora entiendo el dolor de cabeza que llevo teniendo toda la noche.

Andrea paro en seco y se me quedo mirando con un gesto de incredulidad y tristeza.

• Pensé que pasarías la noche con Isabella y Maria – dijo con un hilo de voz.

• ¡Pues ya ves que no!, ¡Andrea ya estás recogiendo todas tus cosas y desapareciendo de mi vista y mi vida desde ya!

Andrea empezó a llorar y entonces fue cuando un colérico Gonzalo se levantó de la cama y me cogió desprevenido, su puño se estampó en mi cara haciendo que terminara golpeándome contra la pared y quedándome sentado por el aturdimiento. Le dio tiempo de darme una patada que me dejo sin respiración antes de que Andrea se metiera por medio y empezara a increparle, eso me dio tiempo de recuperar el aliento, apartar a Andrea y darle una patada en todos los huevos a Gonzalo que clavo sus rodillas en el suelo.

• Ahora me voy a ir Andrea, volveré mañana por la mañana y no quiero ver rastro alguno de que algún día viviste en esta casa – dije muy enfadado.

Salí de esa casa dando un portazo y estuve dando vueltas por la ciudad, menos mal que era verano y no hacia frió. Sobre las nueve llamé a Isabella y le conté todo, me dijo que fuera a su casa. Para cuando llegue estaban preparando el desayuno para darme tiempo a ducharme, estaba totalmente hundido. De no ser por la compañía de Isabella y Maria hubiera hecho una locura, pase un buen día junto a ellas dentro de lo que cabe. Cuando regrese a casa, Andrea había recogido todas sus cosas y desaparecido de mi vida.

Mira que Isabella y Maria me lo habían avisado, pero no hay más ciego que el que no quiere ver, pero como iba a ver si estaba locamente enamorado de esa mujer. Me encerré en mi mismo, solo los días que pasaba en la casa de la montaña escribiendo eran un bálsamo para mí. Me cambié de universidad para no tener que volver a ver a Andrea y me convertí en un solitario mientras duro la carrera, las únicas personas que dejaba que se acercaran a mí eran, Piero, Alessia, Isabella y Maria. Corte todo contacto con mis amigos, ellos sabían lo que estaba pasando y no fueron capaces de decirme nada, preferían callarse y aceptar las invitaciones de Gonzalo. Conseguí trabajo en un periódico como chico en prácticas o más bien en esclavitud. Lo único que hacía era sacar fotocopias y llevar cafés, el sueldo era irrisorio, pero por lo menos me servía para no pensar en el daño que me había hecho Andrea.

Pero la vida esta llena de cambios y uno de esos estaba a punto de cambiar mi vida, una noche Isabella y Maria me invitaron a cenar con ellas, fui con desgana y lo hice porque eran ellas. Cuando llegue al restaurante, en la mesa con ellas se encontraba una mujer. Era la mujer más hermosa que hubiera visto en mi vida, creo que mi maltrecho corazón volvió a latir de nuevo. Era una mujer de ojos claros y pelo rizado hasta media espalda, pero lo que más me gusto fue su sonrisa, era una sonrisa llena de calidez y alegría.

Me senté en la mesa todo nervioso y estuve tan torpe que me tropecé y derrame el vino sobre el vestido de esa mujer, menuda forma de empezar la noche. Pensé que desde ese instante esa mujer me crucificaría, pero para mi sorpresa no fue así. Se empezó a reír con tanta fuerza que todos los comensales se dieron la vuelta para mirarla, se levantó para intentar limpiar el estropicio mientras Isabella me daba una patada debajo de la mesa.

• ¿Pero qué haces animal? – pregunto Isabella.

Maria intentaba taparse la boca para que Isabella no la viese reírse.

• No lo he hecho queriendo Isabella.

La mujer volvió con esa sonrisa cálida y se presentó, me dijo que se llamaba Chiara y era la prima de Isabella, me había hablado mucho de ella, pero como yo estaba tan embobado con Andrea no le puse atención. Se sentó a mi lado y estuvimos hablando toda la noche, después fuimos los cuatro a tomar una copa y fue cuando me dijo.

• Mi prima me ha hablado mucho de ti, y muy bien.

• Pues te habrás llevado una impresión de mí esta noche, la tintorería corre de mi cuenta.

• Por el vestido ni te preocupes, la verdad es que me he llevado dos alegrías esta noche, he vuelto a ver a mi prima y feliz al lado de una gran mujer como Maria y por fin te he conocido a ti.

• ¿A mí?

• Isabella y yo éramos uña y carne cuando éramos unas crías, después sus padres se mudaron y nosotras seguimos en contacto, siempre me hablo tan bien de ti que tenía que comprobar si era verdad o exageraba.

• ¿Y el veredicto es?

• No exageraba, me gusta lo que veo por fuera, pero más lo que estoy viendo por dentro.

La verdad que desde la traición de Andrea no había estado tan a gusto con alguien que no hubiera sido, mi familia y Maria. Isabella y Maria se retiraron aludiendo cansancio, Chiara y yo seguimos la noche y terminamos en un hotel dando rienda suelta a nuestros instintos. Que me había enamorado de esa mujer lo sabían todos, pero tenía mucho miedo a que me harían daño, Chiara lo intento todo para que me abriera del todo con ella, pero fue imposible. Al final Chiara una vez terminadas todas las gestiones que tenía que hacer en la ciudad se volvía a Italia, sé que ella se hubiera quedado a mi lado, pero no en estas condiciones. Ella me decía que me quería y yo sintiendo lo mismo era incapaz de decírselo, eso ocurrió el día que se volvía para Italia, quiso quedar conmigo para darnos una última oportunidad.

Pero entraron por medio mis miedos e inseguridades y una decepcionada Chiara se marchaba por la puerta de la cafetería con lágrimas en los ojos. Me maldije a mi mismo, por ser un cobarde, pero el daño sufrido por Andrea había dejado cicatrices profundas en mí. Cuando llegué a casa de Isabella, esta y Maria me esperaban hechas unas furias.

• Jorge, se va a ir y es posible que no vuelva en mucho tiempo, una mujer como ella pasa una vez en la vida – me dijo Isabella.

• No seas idiota ostia, si la dejas marchar te arrepentirás toda tu vida – dijo una enfadada Maria.

• A que tienes miedo Jorge a que te hagan daño, eso ya lo haces tú con tu cobardía – dijo Isabella.

Me quede pensativo, tenían razón, Chiara era lo mejor que me había pasado en la vida, esa mujer me había demostrado que me quería con toda su alma con hechos no con palabras y yo estaba a punto de perderla, sin contestar salí corriendo por la puerta y corrí como un energúmeno para llegar a tiempo al aeropuerto. Por suerte su vuelo todavía no había salido y empecé a dar vueltas por el aeropuerto como un loco, al final la encontré sentada en una mesa de una cafetería del aeropuerto con los ojos rojos de haber estado llorando mucho.

• Por favor perdóname Chiara, te quiero, te quiero con toda mi alma – llorando.

Chiara pego un grito y se tapó la boca con la mano, no me dio tiempo a decir nada. Se abrazó a mí y me beso con una intensidad que tuve que sentarme porque las piernas no me respondían, la pobre no podía dejar de llorar. Al final cancelo su vuelo y decidió quedarse un tiempo más conmigo y las chicas, ella era la jefa de la empresa de los padres de Isabella en Italia, había venido aparte de para ver a su prima, para contestar a una oferta que le habían hecho los padres de Isabella.

Ellos querían pasar más tiempo juntos y la fabrica se lo impedía, querían que Chiara se hiciera cargo de la empresa que tenían en la ciudad, su intención inicial era aceptar, de esa forma estaría cerca de su prima, pero viendo que se había enamorado de mí y yo no reaccionaba. Hablo con los padres de Isabella y rechazo la oferta, no se quedaría en la ciudad donde vivía el hombre del que se había enamorado si no podía estar con él.

Por suerte, tenía dos ángeles de la guarda que me espabilaron y hoy en día Chiara es la dueña de la empresa textil y cada día funciona mejor, yo he conseguido salir del sótano y escribo artículos sin mucha relevancia, pero el sueldo es mejor y sigo intentando terminar mi libro.

ANDREA

He vuelto a la ciudad, marcharme con Gonzalo fue el mayor error de mi vida, no fui capaz de contestarle la pregunta a Jorge, como decirle que lo use para intentar sacarme el clavo de Gonzalo. Si me preguntan si quería a Jorge la respuesta es si, si la pregunta es si lo amaba, la respuesta es un rotundo no. Era un buen hombre y con él me sentía segura, pero volvió a aparecer Gonzalo y todos mis sentimientos por él volvieron, la noche que Jorge nos pilló, pude evitarlo y no lo hice. Hice daño a una persona que no se lo merecía y me arrepiento de ello.

Tengo estos pensamientos mientras estoy sentada en la terraza de una cafetería y veo pasar a Jorge cogido de la mano de una mujer preciosa, la sonrisa de Jorge me indica que es muy feliz a su lado. Una parte de mí se alegra, pero otra parte le gustaría ser esa mujer, la vida me ha dado una buena lección. Gonzalo me mimo durante un tiempo hasta que apareció otra mujer y se olvidó que tenía novia, hacía una semana que le había pillado con dos mujeres en nuestra cama, en ese mismo instante pude sentir lo que Jorge tuvo que sentir y me sentí como una mierda, el karma cobra fuerte y yo he pagado la factura recibiendo de la misma medicina.

Por un momento me he sentido tentada a levantarme y acercarme a saludar, pero me he quedado sentada en mi silla sabiendo que ese tren pasó y no volverá.

EPILOGO

Chiara me acaba de hacer el mejor regalo de cumpleaños, vamos a ser padres. No queremos saber su sexo hasta que nazca, pero estamos eligiendo nombres de chico y chica, Isabella y Maria están encantadas y Piero y Alessia más, sabiendo que van a ser abuelos.

Isabella y Maria, siguen tan enamoradas como el primer día y siguen siendo una apoyo muy grande para mí, pero también para Chiara. El otro día nos dijeron que quieren tener un hijo y que estaban decidiendo quien se inseminaría de las dos, saber eso me hizo feliz porque si algo tengo claro es que serán dos grandes madres.

Piero y Alessia se la pasan viajando, parece que han vuelto a la luna de miel y eso me hace muy feliz, han sido buenos padres y me tendrán para lo que haga falta.

Sé que Andrea está en la ciudad, no he hecho el intento de verla y no lo are, no le guardo rencor y espero que encuentre a un hombre que le haga feliz. También me han llegado noticias que Gonzalo ha acabado en la ruina y debiendo dinero a gente muy peligrosa, por lo que parece ha desaparecido, quien siembra vientos recoge tempestades.

Por lo demás mi historia acaba aquí, pronto Chiara y yo seremos padres y comenzará otra etapa nueva pero muy feliz de nuestra vida.

FIN.