Lección practica de sexo

Hola, me llamo Gabriela, me dicen Gaby, voy a contarles una historia que no es cuento, por el contrario fueron cosas reales que me pasaron.

Hola, me llamo Gabriela, me dicen Gaby, voy a contarles una historia que no es cuento, por el contrario fueron cosas reales que me pasaron.

En un principio parecía que mi destino iba a ser muy desgraciado, pero afortunadamente las cosas lentamente fueron cambiando de tal manera que ahora puedo decirles que vivo un presente muy feliz y todo parece que va a seguir así, aunque a veces recuerdo algunas cosas muy tristes de mi, vamos a decir, corta vida. Actualmente tengo 19 años, aunque aparento menos, por mi cara, no por mi cuerpo, estoy en primer año en la Facultad de Arquitectura. Mido 1.70 de altura, muy blanca de cutis, cabello ondulado, a la altura de los hombros, muy negro, peso 55 kg., ojos marrones, me han dicho muchas veces que tengo labios muy lindos, jugosos, creo que mi cuerpo es muy hermoso; cuando me miro desnuda frente a un espejo veo una colita con dos nalgas muy redonditas, respingadas, mi piel es muy suave, debido a mi juventud, en mi zona genital no tengo casi vellos, son muy finos, ralos y pegados a mi pubis, tiene bordes gordezuelos, muy cortos, la entrada de mi vagina es muy pequeña, cuando la abro con mis dedos frente a un espejo veo que es rosada, brillante, por mis jugos y me encanta pasarme los dedos mojados con saliva en mi clítoris.

Me gusta masturbarme desnuda frente a un espejo mientras miro la cara de puta que pongo, me miro los senos, mas bien pequeños, pero duritos y parados, mis piernas son largas, dicen que son muy hermosas, mi nalgas, como les decía, son bien redonditas y separadas, estando arrodillada me puedo ver el ano perfectamente sin necesidad de separarlas.

Paso a contarles mi vida. Tengo entendido que mi padre cuando yo tenía dos años nos abandonó a mí y a mi madre, la que tuvo que ganarse la vida como empleada doméstica para poder mantenernos. Pero ella murió cuando yo tenía 5 años y como no tenía otros parientes fui a parar a un asilo. A los pocos meses un matrimonio joven me adoptó y fue cuando pude tener un verdadero padre que me dio un apellido y una madre muy hermosa y muy bella que me cuidaba en todo momento

Cursé primaria y cuando estaba por terminar secundaria comenzaron a pasar cosas que puedo decir sin ninguna clase de prejuicios que fueron maravillosas y que dieron comienzo a una vida llena de placeres sin límites. El año pasado mis padres adoptivos compraron una casa más grande, más lujosa de dos pisos con dormitorios y baños en el piso superior y con las demás comodidades en el piso de abajo.

Debo confesarles que desde muy jovencita fui muy ardiente disfrutando de la masturbación desde los diecisiete años. Desde adolescente me daba cuenta de la manera en que me miraban los hombres, mis compañeros de liceo, algunos profesores en forma disimulada y ni que hablar las cosas que me decían en la calle los muchachotes e incluso hombres maduros. Les confieso que si bien lo disimulaba mucho, en el fondo eso me gustaba y me excitaba, tanto es así, que de noche, acostada, me acordaba de las barbaridades que algunos me habían dicho durante el día y me calentaba tanto que terminaba masturbándome.

En el piso de arriba hay tres dormitorios que dan al fondo de la casa, uno es el de mis padres adoptivos, otro, el que se encuentra en el medio tiene una especie de oficina, con biblioteca, PC, sillones, etc. y en el otro extremo viene a estar el mío con un ventanal y un balcón igual que los otros dormitorios que da a un fondo con césped y muchas plantas, flores, arbustos y una piscina, todo muy bello.

Cierta noche, me desperté con sed y me dirigí al comedor a buscar algo para beber. La escalera para bajar está frente al dormitorio del centro y cuando me disponía a descender siento un murmullo proveniente del cuarto de mis padres adoptivos. Picada por la curiosidad y sabiendo que en la casa estábamos solamente ellos dos y yo, me acerqué con mucho sigilo a la puerta y pegué mi oreja en ella. Evidentemente estaban cogiendo, se sentía una especie de gruñidos que parecían salir de la boca de él y quejidos, no de dolor sino de placer que los emitía ella. Luego se produjo un silencio total. Temiendo que abrieran la puerta y me pescaran espiando " in fraganti" volví rápidamente a mi dormitorio. Después de media hora fui al comedor y aplaqué mi sed. Volví a mi dormitorio pero no pude dormir más.

Ellos son muy jóvenes, ella tiene 37 años y él un poco más de 40. Es lógico que tengan relaciones sexuales, pero si bien siempre pensé que eso deberían hacerlo, como siempre eran muy discretos nunca había tenido oportunidad de sentirlos de esa manera y menos aún verlos. Y una idea fija, muy morbosa, se instaló en mi mente: verlos cogiendo.

Un sábado de madrugada, poco después de lo sucedido, llegaron luego de concurrir a una fiesta que daba una amiga de ella. Los sentí llegar, me hice la dormida, hacía mucho calor y morbosamente puse a un costado la sábana que me cubría. Quería que ellos me vieran, conciente de mis atributos, sólo de tanga y sin sostén (no uso) tirada displicentemente en la cama. Sentí cuando ellos abrieron la puerta de mi dormitorio y prendieron la luz.

-Está dormida -dijo Mariana, así se llama ella- Ven a ver!!

-Guauu!! Qué lindo cuerpecito que tiene!! -Oí que exclamaba Roberto.

-Mira que eres degenerado -respondió ella, pero no había enojo en su voz, al contrario, lo dijo alegremente.

Luego cerraron la puerta. Al cabo de media hora y como lo había planeado me puse una bata oscura y salí al balcón. De antemano ya había dejado el ventanal entreabierto para no hacer ruido al abrirlo. No había luna y era una noche calurosa, sin luna. Calculé hasta eso para que no vieran mi sombra en la ventana. Atravesé un murito bajo que había entre los dos balcones y me acerqué muy despacio, entre unas plantas, al borde de la ventana en donde me puse agachada. La cortina no estaba totalmente corrida, el ventanal estaba abierto y había una franja de 2 o 3 cm. entre la cortina y el marco de la ventana. Lo que vi me sobresaltó, me tuve que tapar la boca para ahogar una exclamación que estuvo a punto de hacerme quedar en evidencia en pleno espionaje. Ambos estaban completamente desnudos. Ella abierta de piernas y la cabeza de Roberto entre sus muslos, chupándole la concha. En la mesita de luz una veladora con luz mortecina iluminaba sus cuerpos. Veía claramente el rostro de Mariana, con los ojos entrecerrados, con los labios entreabiertos y los dientes apretados, exhalando suspiros de placer mientras que con sus manos aferraba la cabeza de su marido.

-No puedo más Roberto, dame tu leche!!!

-Si mi amor!! -respondió él y con movimientos rápidos se puso de rodillas a su costado con su pìja, enorme y gruesa, sujeta con la mano derecha.

Se la acercó al rostro que ya la estaba esperando con la boca abierta. Roberto soltó su verga y esta quedó balanceándose frente al rostro de Mariana, que a su vez la miraba con la lujuria reflejada en su rostro. Desesperadamente, con prisa, la tomó con su mano izquierda y se la engulló todo lo que pudo. La verga además de gruesa era muy larga, tanto es así que a pesar de haberse engullido una buena porción de la misma podía aumentar el placer de Roberto con una masturbación simultánea. El desenlace sobrevino pronto. Mientras miraba esa escena alucinante casi sin darme cuenta acariciaba mi conchita por debajo de mi tanga. Sentí el ruido cuando la verga escapó de la succión de la boca de Mariana. Estaba con la boca abierta esperando los chorros de semen que estaban a punto de caer en su rostro. Roberto se masturbaba frenéticamente y un fuerte quejido anunció el comienzo de su orgasmo. Dos o tres chorros de esperma cayeron dentro de la boca de Mariana, cuando la cerró a punto de ahogarse, otros chorros golpearon contra su cara, su frente, su mejilla, y aún de entre sus labios surgió semen que rodó por su mentón. Con el rostro inundado de semen tomó la enorme verga de su marido y refregó el glande, grande y rojo como una manzana, embadurnando todo su cara de semen.

Sentí envidia de ella pensando en todo lo que estaba gozando en ese momento, me olvidé de lo que ellos representaban para mí y deseaba estar en el lugar de ella. Me recosté en la pared tratando de asimilar todo lo que había visto. Comenzaron hablar.

-Mi amor, qué caliente que estabas. Me parece que sé lo que te pasó -dijo ella.

-A vos no se te escapa nada, ya sé que te diste cuenta.

-Te dejó caliente ver a Gaby casi en pelotas, no es cierto?

-Si Mariana, es cierto, no te lo puedo negar ¿qué quieres que le haga? Yo la quiero mucho pero tienes que reconocer que no es mi hija y está que rompe las paredes. Aparte fuiste tu la que me llamaste para verla.

Una sonrisa maliciosa me pareció ver en el rostro de Mariana.

-Lo hice precisamente para que la vieras -le dijo ella- ¿Si yo te dejara, te la cogerías?

-Me encantaría, pero no es sólo que me dejes, hay que ver si ella quiere.¿No te parece?

  • Yo los sentía hablar, muy asombrada de lo que decían y pensando para mis adentros si supieran que tengo unas ganas bárbaras de acostarme con ellos y empezar a gozar.

-Mariana, tu sabes que nunca te oculté nada y tu a mi tampoco -sentí decir a Roberto- Dime una cosa, Mariana ¿te gustaría verme coger con ella en esta cama estando los tres juntos?

-Roberto, ya hemos hecho muchas cosas indecentes en esta vida, somos dos degeneraditos y sabes que me va a gustar, que me encantaría hacer lo que acabaste de decir!!!!

Las cosas que oí en ese momento cambiaron el sentido de mi vida. Fue como dicen... una vuelta de tuerca inesperada. Si bien ellos no sabían que yo los estaba escuchando fue como si me hubieran hecho una propuesta que yo estaba dispuesta a aceptar de muy buen grado. Tenía que buscar la manera de hacérselos saber. En un momento pensé afrontar la situación y decirles, a la mañana siguiente, lo que había hecho y todo lo que pensaba al respecto, pero la verdad es que no me daba el coraje para hacerlo y decidí esperar para ver como se iban a desarrollar los acontecimientos futuros.

A partir de aquella noche mi actitud o más bien el modo de sentirlos cambió. Si bien no dejé de quererlos y saber que ellos me querían ya no los miraba como mira una hija a sus padres. Miraba a mi padre como hombre y debo reconocer que me gustaba a rabiar y me gustaba porque era muy apuesto, alto, yo apenas llegaba a sus hombros, cabello con algunas canas en sus sienes lo que lo hacía más interesante todavía, pero lo que más me atraía era el recuerdo de su enorme verga y envidiaba a mi madre por tenerlo a él todas las noches compartiendo la cama. Después de aquella noche volví a espiarlos por la ventana y lo que hicieron aquella memorable noche no fue nada comparado con lo que los vi hacer después. Hacían todo lo que puede hacer una pareja en la cama, ella era penetrada por la concha, por el ano y por la boca en las poses más variadas.

Me enteré por sus conversaciones que eran swinger, que en las fiestas a que concurrían hacían orgías con matrimonios amigos. Vivían en un mundo de lujuria, un mundo al que yo a partir de aquel momento deseaba entrar pero no sabía como hacer para lograrlo.

Un día fuimos a la playa, yo estaba acostaba sobre una toalla de baño, tomando sol. Al igual que Mariana uso tangas muy diminutas. No sé, pero me volví muy observadora y así como ya no los miraba como padres me di cuenta que ellos, sobre todo él ya no me miraban como una hija y eso en el fondo me gustaba. Comencé a adoptar poses provocativas en forma disimulada. Lo cierto es que ese día en la playa vi como en el short de Roberto su bulto se incrementaba de una manera escandalosa. Mariana se levantó y se dirigió al mar, y ahí me la jugué, miré en forma descarada el bulto de Roberto y luego lo miré fijamente a la cara, sonreí maliciosamente como diciéndole mira que me di cuenta de lo que te pasa y me fui a bañar con Mariana.

Con eso intenté comunicarle a él que yo no era una niña ingenua y que sabía que me tenía ganas. Debo aclararles que no pensaba en tener novios, pues estaba obsesionada con la posibilidad de acceder al mundo de lujuria de ellos. Por otra parte los chicos de mi edad o aún un poco mayores no me atraen. Me gusta ir a bailes con chicas compañeras, tengo amigos, incluso con algunos de ellos me he besado y me he dejado manosear pero no me excitan lo suficiente como para ir a la cama. Prefiero masturbarme sola en mi cama viendo videos porno o haciendo cibersex en chats o mirar fotos porno en Internet. Sin tener ninguna experiencia tenía en mi mente sólo ideas de sexo duro como en las películas porno, con orgías, lesbianas y hombres con pijas enormes.

Una noche a eso de las 23 hs. ellos estaban vestidos, preparados para ir a una de sus "fiestas", después me confesaron que eran orgías con otros matrimonios amigos, cosa que yo sabía; yo también estaba preparada pero para ir a uno de mis inocentes bailes. Debo confesarles que soy bastante exhibicionista, me gusta vestir en forma provocativa, conciente de mis atributos y ese día estaba con un jean ajustadísimo, sandalias de taco alto y un top que dejaba ver mi pancita. Ligeramente maquillada. Me miré en un espejo y modestia aparte, como le oí decir a Roberto aquella noche, estaba que rompía las paredes. Ni hablar de Mariana. Estaba pronta para la guerra. Un vestido bordó, muy ajustado, con un escote brutal que mostraba buena porción de sus tetas, blancas, grandes como melones, zapatos de taco alto, de color negro, con medias. Qué cuerpazo!!!! Maquillada, una cara preciosa, ojos verdes, cabello rojizo, largo, suelto, ondulado. Una verdadera belleza.

Me senté en un amplio sofá. Habían puesto un CD con música tropical lenta. Mariana a mi lado. Roberto preparó unos vasos de whisky con hielo y los trajo. Puso la bandeja en una mesita ratona y se sentó en un sofá que estaba frente al nuestro.

-¿Viste qué linda que está Gabriela? dijo Mariana

-Ya lo veo, me imagino que los chicos andarán desesperados atrás tuyo -replicó Alberto.

-Si, pero no les doy bolilla. No me gustan.

-¿Y por qué no te gustan?

-Me gustan las personas mayores como Uds. -respondí aprovechando la ocasión para lanzar una velada indirecta.

-Pero no vas a casarte con una persona muy mayor.

-Por ahora ni pienso en casarme, de aquí a que me reciba falta mucho.

-Pero a tu edad casi todas las chicas tienen novio!!! -agregó Mariana

-Y tienen relaciones íntimas, no me cabe la menor duda -continuó Alberto.

Mariana apresuró el desarrollo de los acontecimientos que hace tiempo estaban madurando.

-Dime la verdad, Gabrielita, Alberto te gusta como hombre?

Creo que me puse roja como un tomate.

-Y... sí... es lindo, pero es mi papá.

-Tu sabes que no es tu papá y que yo no soy tu mamá.

Sabiendo por donde venía la cosa y a pesar de gustarme, estaba un poco nerviosa.

-No te pongas nerviosa, chiquita -dijo Mariana tiernamente- nosotros te queremos muchísimo, tanto como podríamos querer a una hija, pero no lo eres y Alberto gusta mucho de ti como mujer y a mí también me gustas mucho y no como hija.

A todo esto Alberto se había sentado en mi lado derecho.

-¿Quieres bailar?

Miré a Mariana y vi una sonrisa de aprobación.

-Bueno… -le respondí.

Comenzamos a bailar muy juntos. Me estrechó de la cintura y me abracé a su cuello. Inmediatamente sentí su verga dura apoyada en mi vientre, su aliento cálido en mi cuello y su tibia mano aferrándome por la cintura. Comenzó a darme besos en el cuello.

-No!!! -dije, y miré a Mariana.

-No te asustes que Mariana no va a decir nada.

Para mis adentros pensaba: Por fin!!! Por fin!!!! Volvimos al sofá. Quedé nuevamente entre los dos.

-Mi amor -dijo Mariana- creo que de ahora en adelante, si tú quieres, va a empezar una vida nueva para nosotros tres.

Yo permanecía callada.

-¿Te gustaría acostarte con nosotros? -me preguntó ella en forma imprevista.

-¿Cómo? -me hice la sorprendida.

-¿Te gustaría tener sexo con nosotros?

Tuve deseos de decir que sí, que fuéramos ahora mismo para la cama pero opté por bajar la cabeza.

-Mi amor, no tengas vergüenza de decirlo. A mi me parece que tienes ganas de coger con Roberto.

-Pero es mi papá.

-Mi amor, no es tu papá. ¿Tienes ganas o no?

No respondí. Sin decir nada, se puso de pie. Se arrodilló delante de Roberto y puso una mano en su bragueta.

-Roberto, dale, vamos a enseñarle alguna cositas. Córrete el cierre.

El obedeció. Mariana introdujo su mano y extrajo la verga. El corazón me saltó dentro del pecho al ver aquella pija tan gruesa, tan larga. Mariana la tomó por la base, cerca de las bolas y la sacudió mientras la miraba con deseo.

-Gabriela, estoy segura que nunca habías visto una pija como esta.

-Quiero que observes atentamente, te voy a mostrar como se chupa una pija.

Roberto había puesto un brazo en el respaldo por detrás de mi cabeza. Mariana, que se notaba era experta en mamar me mostraba las cosas que pueden hacer las manos, los labios y la lengua de una mujer cuando se proponen hacer gozar a un hombre. El rostro de Alberto demostraba un placer muy intenso. No podía creer lo que estaba viendo. Que las cosas se hubieran desarrollado en forma tan rápida. Sabía que dentro de pocos minutos yo iba a tratar de hacer lo mismo que estaba haciendo ella.¡ Y lo deseaba!!! Mariana tomó mi mano y me dijo:

-Agarrala!!

Y por primera vez entré en contacto con una pija de verdad. Me transmitió sensación de dureza, de grosor, de pesadez, de elasticidad, de tibieza. Estaba mojada con la saliva de Mariana.

-Hazle la paja!!! -Comencé a hacerlo.

-Así...así... suave... suave... despacito que delicia!! Sigue chupando Mariana. Síguelo chupando vos, Gabrielita, a tu papito degenerado.

-Hazlo como hice yo, -dijo y se levantó para dejarme el lugar.

A esa altura yo tenía una calentura que volaba. Sentía mi tanguita toda mojada. ¡No era para menos!!! Por fin iba a empezar a coger!! A chupar y a ser chupada. Me puse de rodillas, tomé aquel pedazo de carne y comencé a lengüetearla en toda su extensión como lo había hecho Mariana por terminar metiéndome su glande en la boca y succionarlo como queriendo extraer todos sus jugos. Mientras yo me esmeraba en chupar lo mejor posible aquella pija a la que encontraba cada vez más deliciosa, Mariana, detrás de mi, me sacó la chaqueta, como no llevaba sostén, quedé desnuda de la cintura para arriba dejando a la vista mis tetitas que inmediatamente comenzaron a ser sobadas por Mariana. Cuando ella las abandonó el que me las sobaba era Roberto. Me dejaba hacer. Estaba enloquecida ocupada en chupar aquel manjar que me había ofrecido Mariana. Ella me aflojó el cintito que llevaba con mi jean y bajó el cierre del mismo. Trató de sacármelo. Colaboré levantando las rodillas. Quedé con la tanguita, diminuta, transparente, de color rojo, delante un pequeño triangulito y por atrás una cintita que se me metía entre las nalgas. Sentía la respiración de Mariana en la nuca, en los hombros mientras me decía:

-¡Qué cuerpito delicioso que tienes, que culito, mi amor te vamos a hacer gozar como una putita, te vamos a chupar toda y después quiero verte coger con Roberto.

Yo no decía nada. Seguía disfrutando de mi primera mamada pero las palabras que sentía me sonaban a gloria y contribuían a calentarme cada vez más.

-Roberto, voy avisarle a Tatiana que no vamos a ir!!!

Se dirigió al teléfono. Roberto se levantó, me hizo acostar a lo largo del sofá, se desnudó completamente. Su verga seguía dura y daba botes mientras procedió a desnudarse. Se arrodilló entre mis piernas, si era delicioso chupar aquella pija ni que decir el placer que sentí cuando se lengua comenzó a hacer toda clase de malabares en mi rajita, en mi ano y en mi clítoris. Nunca pensé que se pudiera gozar tanto. Mojó su dedo con saliva y con mis jugos y lo sentí rozar mi esfínter. Comenzó a presionar sin dejar de mamarme. Ese trabajo me producía sensaciones maravillosas. Comencé a contonearme y en ese momento la puta que había dentro de mí empezó a manifestarse en forma descarada. Si ellos eran depravados iban a encontrar una compañera igual que ellos.

-AY!! Papito, me está entrando el dedo en el culo, métemelo despacito, así!! Así!!! Qué placer, qué delicia!!!

Mis cadenciosos movimientos eran cada vez más amplios, buscando su lengua y sus dedos.

-Te voy a meter otro dedo. ¿Quieres?

-Sí! Sí!! Quiero!!!! Quiero!!! -le respondía yo.

Mientras escupía mis senos en forma grosera, como una verdadera putona, sobándomelos, apretando mis pezones con la punta de los dedos mientras me contoneaba acompasadamente sin dejar de mirar fijamente a los ojos de Roberto. Mariana terminó su conversación telefónica. La vi venir observando como su majestuoso cuerpo se contoneaba tentadoramente al caminar. Nuestras miradas se cruzaron y en la de ella y creo que en la mía también había una sonrisa de complicidad mezclada con lujuria.

-Por qué no vamos al dormitorio?

-Bueno -dijo Roberto con su cabeza entre mis muslos.

Me levanté. Estaba completamente desnuda, lo único que tenía puesto eran las sandalias. Mi cuerpo temblaba como una hoja al viento. Mariana me tomó de una mano y delante de Roberto subimos las escaleras. Adivinaba la mirada de Roberto detrás de nosotras mirando nuestros culos. Me excitaba enormemente el saber que estaban calientes conmigo y que en la cama iba a tener el mismo sexo lujurioso, depravado que había visto en las películas porno y que me habían convertido sin saberlo en una reverenda putona en ciernes.

Llegamos al dormitorio y habiendo abandonado todo tipo de disimulos, tabúes e inhibiciones me saqué las sandalias y fui la primera en acostarme en medio de la cama, boca arriba y con las piernas entreabiertas mirándolos a ambos con la más insinuante de mis sonrisas. Roberto se acostó a mi lado con la pija hecha un garrote impresionante y vimos como Mariana en forma por demás provocativa y sin dejar de mirarnos se sentó en el borde de la cama, se sacó el vestido, los zapatos y las medias en forma deliberadamente lenta mostrando sus muslos largos, blancos, suaves, divinamente torneados. Se puso de pie, desabrochó su corpiño y finalmente la tanga quedando en una maravillosa y completa desnudez.

-Gabriela, ahora me toca a mí chuparte la conchita. ¿sí? -dijo Mariana.

Mi respuesta fue abrir más mis piernas. Se arrodilló entre mis muslos. Se puso un cintillo que había sacado previamente de la cómoda, se inclinó apoyando sus codos en el colchón, le pidió una almohada a Roberto y me la puso debajo de las nalgas. Me tomó de los muslos y acercó su rostro a mi cajetita que se encontraba hambrienta de lengua, de besos y mis fervientes deseos de que me la chupara. Roberto me sobaba un seno y yo el otro. De repente se arrodilló a mi costado con su verga balanceándose sobre mi cara. Refregó su glande en mis mejillas y en mi boca. Mi boca lo buscó golosamente y comencé a mamar aquella deliciosa verga...

Entre el lengüeteo enloquecedor a que sometía Mariana a mi concha y a mi ano y aquella verga metida en mi boca comencé a gozar de una manera tan intensa como no lo había hecho nunca en mis masturbaciones. Pensé que nunca iba a gozar tanto como lo estaba haciendo ahora. Con los ojos cerrados sentía una especie de embriaguez que me transportaba al cielo. Cuando abría los ojos veía en el espejo mi cuerpo contoneándose buscando la lengua y también los dedos de Mariana metidos en mi ano. Para poder verme en el espejo tenía que girar mi cabeza hacia la derecha, lo que hacia que la verga de Roberto saliera de mi boca y la veía en el espejo como él la sacudía y refregaba su glande en mi cara. Perdí noción del tiempo, tuve varios orgasmos encadenados.

-¿Te gusta mamarla, mi chiquitita!

-Sí papito, ¡¡¡me encanta chuparla!!! ¿Me vas a dar la leche? -le dije, pensando en aquella noche en que lo vi hacer lo mismo con Mariana.

-Sí, pero todavía no. Tenemos que hacer algunas cositas antes. Tienes que chuparle la concha a Mariana y después te quiero coger, bien cogida!!!!

Cuando dijo esto Mariana procedió a acostarse a mi lado pero al revés. Me di cuenta que el próximo juego iba a ser un delicioso 69 con ella. Nos pusimos de costado con uno de nuestros muslos levantados. Nos abrazamos mutuamente a nuestros muslos. Su conchita estaba totalmente depilada. Sus labios genitales eran como los míos, gordezuelos, la entrada de su vagina era pequeña y pensé que si ella aguantaba la enorme verga de su marido con tan pequeño agujero, mi conchita podía hacer lo mismo. Su ano era un pequeño frunce y me parecía imposible que también por ahí entrara un pedazo tan grande de carne y pensé lo mismo respecto a mi anito aunque sabía que me iba a doler pero tenía entendido que el placer sobrevendría después y sé que soy era una chica muy aguerrida capaz de hacer cualquier cosa para satisfacer mis deseos de gozar Por otra parte mi ano estaba siendo preparado con la introducción de sus dedos en él, lo que me ocasionaba gran placer y pensaba que con aquel vergajo en mis entrañas el placer tenía que ser mucho mayor.

Estuvimos chupándonos un buen rato y logramos más de un orgasmo, me daba cuenta de los de ella porque su cuerpo se envaraba y sentía su clítoris, grande como un garbanzo, apretado entre mis labios, dilatarse y contraerse acompasadamente dentro de mi boca. Después de uno de nuestros orgasmos ella se acostó a mi lado.

-Ahora vas a ver lo delicioso que es coger con un buen macho arriba tuyo. Dale, Roberto, dale que quiero ver como te la cojes.

El estaba de rodillas en la cama manoseando su pija. La acercó nuevamente a mi cara.

-Chupámela un poco más!! Quiero ver esa carita preciosa chupándome la pija!!!

Le hice caso, con mi mano la acerqué a mi boca y comencé otra vez con tan deliciosa tarea. A partir de ese día me convertí en una adicta a chupar pijas y conchas. Es algo que me encanta abrazarme a unos lindos muslos de una mujer y hundir mi lengua en una vagina, chupar sus clítoris y ver como se retuercen de calentura y me dicen cosas indecentes. De igual manera me encanta llenar de saliva una buena pija, masturbarla, ver como mi mano se desliza a lo largo, produciendo ese ruido tan excitante de pija mojada con saliva, y luego succionarla sintiendo los suspiros de placer de un macho gozando, sentir como se acerca al punto de eyaculación, abrir la boca y sentir esa sensación deliciosa del semen en mi boca. Gozo de una manera inconcebible sintiéndome una hembra gozadora, bien, pero bien putona!!!!. Al escapar su pija de mi boca en el momento en que estaba en plena succión se produjo una especie de chasquido.

-Bueno mi amor, vamos a coger!!! -dijo Roberto.

Había llegado el momento de coger como una verdadera hembra. No sentía ninguna clase temor. Sabía que iba a gozar. Expectante me abrí de piernas y Roberto se arrodilló entre ellas. Lo miraba provocativamente mostrándole mi lengua, mientras me acariciaba los senos. Me sentía una puta dispuesta a coger con el marido de Mariana en la misma cama de ellos. Yo misma aferré su verga gruesa, dura y larga y la acerqué a mis labios genitales que estaban empapados por la saliva de Mariana y mis jugos. El empujó pero su glande, rojo y del tamaño de una manzana resbaló y se deslizó hacia arriba.

-Ay, -dije yo- no entra!!!! ¡Es muy gruesa!

-Espera un poquito, no te pongas nerviosa!!

Yo no estaba nerviosa. Estaba desesperada por sentir como aquel vergajo se enterraba lentamente en mis entrañas. ¡¡¡¡ Qué puta me sentía en ese momento!!!! Tomé nuevamente su verga y la coloqué otra vez entre mis labios genitales. Pero no la solté a efectos de dejarla enfilada y que no resbalara nuevamente. Sentí como su glande hirviente presionaba mi vulva. Sentí una mezcla de dolor y placer cuando por fin la cabeza de su pija dilató al máximo la entrada de mi vagina dando comienzo a la penetración. Miré hacia abajo y al verla tan gruesa y tan larga pensé que tal vez no pudiera entrar toda. Pero también pensé que si a Mariana le entraba toda a mí también me tenía que entrar.

Comencé a mover mis caderas muy lentamente y fue una delicia la sensación de aquella cosa terrible deslizándose lentamente por mi vagina. Estábamos los dos tan calientes que la pija me entró hasta el fondo, sentía que me rozaba el útero, produciéndome sensaciones nunca vividas en mi vida. No sentí en ningún momento la rotura de mi himen. Sólo más tarde el único indicio fueron unas manchas de sangre en la sábana. Cuando me sentí repleta con aquel pedazo de carne en mis entrañas, Roberto se retiró un poco y ahora sí con un fuerte empujón me la hizo sentir nuevamente hasta el fondo.¡¡¡¡¡Qué delicia!!! ¡Qué lindo es emputecerse!!!!!¡¡Coger!!! ¡¡¡Coger!!!!¡¡Ahhhhh!

-Te gusta coger con tu papito? -exclamó Mariana mientras se masturbaba excitada por el espectáculo que le estábamos brindando.

-¡¡Sí, me gusta!! Me gusta!!! ¡Me encanta coger! ¡Es divino!!

-Eres mi nena puta? -preguntó Roberto

-Sí papito, soy tu nenita puta!!! ¡Cogeme bien cogida!!!¡Quiero ser puta como Mariana!

Lo que dije pareció excitarlo. Comenzó a dar empujones violentos que me hicieron disfrutar de una manera tal que creía que me iba a desmayar de placer. De repente me di cuenta que mi orgasmo se acercaba, quise retardarlo para seguir sintiendo mi vientre removido en sus entrañas y el roce delicioso de su verga en mi vagina, pero no lo pude evitar. Una especie de corriente eléctrica me subió por la espina dorsal, mis músculos genitales se agarrotaron, lo mismo que mis piernas, mi esfínter se contrajo, sentí como las paredes de mi vagina apretaban su pija.

-Estoy acabando!!! –Grité- ¡¡¡Me viene!!!!!¡¡¡¡Aaaahhhhh!!!!!!¡Ay... qué deliiiiicia!!!!!

El siguió reventándome con su verga mientras yo gozaba mi primer orgasmo ensartada por un hombre. Cuándo se dio cuenta que yo estaba derrumbada acercó su pija a mi rostro. Mariana se abalanzó sobre mí como una fiera hambrienta sobre su presa y comenzó a pasarme la lengua por mis zonas genitales y yo comencé a mamar aquella verga empapada por mis jugos vaginales. Qué placer estar de esa manera!!! Con una mujer hambrienta chupándome la concha y yo mamando una pija tan sabrosa!!! Estaba tan caliente que un nuevo orgasmo no demoró. Este se produjo en el momento justo en que del glande de Roberto comenzaron a salir chorros de semen, espesos, tibios. Al abrir la boca algunos chorros me cayeron dentro y fueron tragados, en ese momento otros chorros pegaron en mis mejillas, en mis labios, en mi mentón. Yo me retorcía de placer!!!

Mariana ocupó el lugar de Roberto, se echó encima de mí y nos comenzamos a dar besos de lengua. Lamió mi cara que estaba llena de semen y ambas lo saboreábamos. Nunca había gozado tanto en mi vida, pensé que nunca iba a gozar tanto como gocé esa noche. Roberto me cogió cuatro veces en toda la noche y con Mariana realizamos largos y deliciosos 69 que servían para que Roberto se excitara y con la pija en ristre procediera a cogerme otra vez.

Pero el tiempo me demostró que esa noche fue sólo el comienzo de una nueva vida llena de placeres aún más intensos todavía. Ya más tranquilos empezamos a charlar mientras bebíamos unos whisky’s y fumábamos. Me confesaron que ellos eran muy ardientes, que eran swinger, que conocían algunos matrimonios que eran igual que ellos y que se intercambiaban las esposas y que de vez en cuando sus maridos las compartían con otros machos más para calentarse viéndolas coger con otros hombres, hecho que ellas aceptaban de muy buen grado. Me preguntaron si yo quería que ellos me llevaran a una de sus orgías a lo que les respondí que me encantaría.

Se pusieron muy contentos al darse cuenta que me encantaba coger, pero me dijeron que iban a esperar algunos días. Les pregunté por qué y ellos me respondieron que yo no estaba totalmente preparada, que nosotros tres teníamos que hacer unas cuantas cosas más en la cama para convertirme en una verdadera putita, bien viciosa, como para no desentonar con sus amigos.

-Estás dispuesta? -me preguntó Mariana.

-Seguro que sí, me encantó coger con Uds., chuparlos a los dos, que me chuparan toda y coger con Roberto.

-Me imagino que ya viste algunas películas porno?

-Si, vi unas cuantas.

-Te animarías a hacer todo lo que ve en esas películas? Coger con más de un hombre a la vez y que te la metan por el culo y por la conchita al mismo tiempo, y tragarte la leche de varios tipos, uno después del otro?

-Sí!!!! De sólo pensarlo me empiezo a calentar!!!

-Nos encantaría a los dos verte en plena acción.

-¿Cuándo me llevan?

-Hoy es miércoles. El sábado de noche vamos a encontrarnos con un matrimonio, le decimos que lleven algún amigo más, tenemos casi tres días para terminar de ponerte en condiciones. Pero ahora vamos a dormir y mañana la seguimos.

Me iba a levantar para ir a mi dormitorio, pero Mariana me detuvo.

-No, mi amor no te vayas, nuestra cama es muy grande, de ahora en adelante vamos a dormir los tres juntos. ¿te agrada la idea?

No les respondí. Tomé una sábana, me tapé, ellos apagaron la luz de la veladora y más que a dormir, me dispuse a pensar. Me dormí pensando en las escenas de las películas porno y me veía en ellas como la protagonista y estuve de acuerdo con Mariana en que lo de esa noche había sido una primera lección práctica de sexo, pero que sobrevendrían muchas noches de lujuria, de sexo duro como el que siempre me atrajo. La última imagen que recuerdo de esa noche fue la verga de Roberto balanceándose frente a mi cara.

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