Le Solei

Introduccion a la sumisión. LE SOLEI relata una historia veridica, sobre una mujer común.

“Le Solei”

Escrito por: A.E.M.A.

El sol muestra su poder puesto que es el rey de los astros e ilumina todo aquello que esta bañado por sus rayos, trayendo cosas positivas vida, amor, felicidad.

Después... viene la noche. Y está parecía ser prometedora, la castaña cabeza de esta linda mujer se recostó en el nuevo sillón blanco y cerrando sus ojos negros se sintió satisfecha después de haber cumplido con sus labores. El planteamiento de una tesis psicoanalítica, dos hijas pequeñas y un marido peculiar hacían que el día pasará rápidamente.

Su mente viajo a aquella tarde asoleada donde a sus cortos 16 años fue amada por dos varones de excelente aspecto y una gran fuerza viril. Pudo recordar como las manos de su amante y su amigo rodearon su cuello, jalaron su cintura e invadieron su cuerpo. Un excelente recuerdo para descansar en el, algo que hacia usualmente y así al recordar los olores de esa tarde, recordó que el placer le pertenecía a la noche.

Sus manos que orgullosamente llevaban el anillo de su profesión tomaron sus bragas y se deshicieron de ellas, subir su falda floreada y encender el ordenador al mismo tiempo, parecía una cosa sencilla.

Trató de encontrar algo nuevo por el miedo a que el placer se volviera rutinario, pero cayó en lo mismo que muchas noches, sus ojos posaron sobre la imagen de una rubia mujer desnuda amarrada de las muñecas y tobillos, acostada boca abajo sobre una mesa fría de metal de color dorado, un tubo que pasaba debajo de su cintura alzaba la parte trasera de su espalda. Y facilitaba la visión del pequeño tuvo que se introducía en sus intestinos, llevando a ellos una ofrenda leche tibia.

Mónica regreso a la realidad percatándose de la humedad entre sus piernas, imaginando lo grato que sería que unas manos grandes la tocarán en ese momento, se entrego al placer, el gemido de su garganta fue testigo de cómo su vientre explotó.

Y el rojizo de sus mejillas no desapareció como suele hacerlo en una mujer completamente satisfecha. Sus pupilas regresaron, a la absurda imagen de la pantalla que ahora le parecía grotesca y continuó su búsqueda de un lugar a otro buscando el video perfecto, la imagen atrevida, inocente y cargada de sexualidad que se apoderará de ella.

Como si fuera guiada por el destino encontró algo interesante, decía: Sala de Chat para AMOS y sumisas. Y como si fuera un pequeño trozo de limadura de cobalto atraído por el imán. Encontró aquel lugar surreal, con nombres interesantes de palabras intensas y sabrá Dios que personas detrás de ellos.

Todas las horas parecieron minutos al conversar con todos estos señores. En cada plática entendía algo y pronto descubrió de qué se trataba. Algunos la insultaban, otros la invitaban. Los AMOS con mayúscula sumisos con minúscula le dijo, "Alejandro" añadiendo que él no era ni uno ni otro, sino un esclavo devoto de por vida a su AMA.

Otro señor le explicó, si quieres entrar en este mundo, entrégate por completo, sin ataduras, desnuda.

Al hablar con más de veinte personas al mismo tiempo, la mente puede llegar a confundirse. Pero todas las conversaciones quedaron congeladas, cuando llego el AMOLR, su saludo fue el correcto, cortes, amable, halagador y con ese tono con el que se le habla a una mujer que se sabe, qué se entrega a los placeres del cuerpo.

Mientras transcurrían las horas más oscuras de la noche, el espejo de su habitación fue testigo, de cómo entrego su cuerpo y disposición a un desconocido que la había encantado.

Pero no fue sino al cerrar los ojos a las seis de la mañana y recordar, como acepto ser sumisa de aquel español de edad madura, de aquella voz varonil sin rostro. Por un momento sintió de nuevo el ardor en su espalda baja de aquel cinturón que la azotó con fuerza prendido de su misma mano izquierda.

Recordó el gemido de su garganta al consumar su placer. Pero sobre todo recordó la pena de haberse desnudado, recordó el calor que sintió en su cuello y en su pecho, al sentir la humillación causada por el AMO, su AMO cuando le dijo: Así deberás recibirme con las piernas abiertas.

La mañana recibió al Sol y con ella, la turbulencia del día, envolvió a Mónica en quehaceres cotidianos, besos en la mejilla, apretones de mano, algunas sonrisas y algunas maldiciones no eran mas que parte de su rutina, que de repente corto su ritmo pues al encender el ordenador ingreso a aquella Mazmorra Virtual sintiéndose atraída por ella como si fuera fuego que llama a una luciérnaga.

Buscando aquella voz dura, fuerte y dominante que había logrado controlarla. Encontró una voz coqueta, un tono carismático que no disimulaba la insensatez, la perspicacia y la gran imaginación de su dueño.

Una voz platicadora que no escondía los deseos de verla, un acento familiar que adornaba las palabras como si fueran canticos a la virtud de la obediencia en la mujer, como si fueran himnos a la alegría, que existe en la entrega de una sumisa y la  del hombre que fuere su dueño.

Y admitiendo ante este hombre de tres décadas su devoción al Hedonismo, entibiaron la noche discutiendo sobre la distinción del placer y el goce. Compartieron un vino y algunas sonrisas; con una plática sobre Lacan, que con su reconocimiento del Lust (placer) está del lado de la neurosis y condena al neurótico a una perpetua búsqueda del objeto perdido de la mítica y freudiana experiencia de satisfacción.

Y el Genub  (goce) en cambio que está del lado de la psicosis, representa un intento del sujeto de ir más allá de lo que permite el principio de placer.

Excitaron sus sentidos, maldijeron la distancia que los separaba, las circunstancias que los impedían conocerse en ese momento, declararon el deseo que tenían de tocarse, El  AMO Mok soltó la lengua diciéndole que lamería su cuerpo azotado, marcado, quemado, apretado, amarrado. Que besaría sus labios rojos y mordería sus pechos rosas.

Admitió que gozaría de sus gritos, que encendería su cuerpo con sus lágrimas, que tomaría su placer y la usaría siendo ella de su propiedad solamente.

EL rubor en sus mejillas, los ojos abiertos, la sonrisa tierna, la mirada picara de la futura perra, llevaba a la mente del AMO a los más íntimos deseos. Como un animal que quiere devorar, como una fuerza que no puede ser detenida. Se limito a enseñarle como debía ella de recibirlo.

-“Desnuda, hincada, con los brazos cruzados en la espalda, las palmas extendidas. La mirada sumisa, y las piernas abiertas.”

Continuará…

Como cuando cae granizo en la playa del mar…

Bibliografía: Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiatría “ALCMEON ” http://www.alcmeon.com.ar/11/41/07_ipar.htm