Le puse los cuernos a mi novio (parte 2)

Tras varias semanas de haberlo hecho con el amigo de mi novio, Carlos, nos vamos los 4 de discoteca una noche caliente y por la mañana de compras, aún más caliente.

Esta es la continuación del relato “ Le puse los cuernos a mi novio. ”, recomiendo leerlo antes de leer esta segunda parte. http://todorelatos.com/relato/91442/


Habían pasado más de dos semanas después del “incidente” con Carlos en mi casa. Desde aquel día me sentía muy culpable tras lo sucedido, así que decidí complacer a Jose en todo lo posible y con respecto a Carlos no volvimos a hablar del tema ni hacer sugerencias ni nada por el estilo.

Los días siguientes se volvieron un poco tensos entre Carlos y yo, pero poco a poco se fue relajando la cosa, aunque sin mencionar nada. Jose me notaba rara y me lo hacía saber, yo negué estarlo y por supuesto no le mencioné nada, puesto que al haberlo hecho hubiera supuesto el fin de nuestra relación, cosa que yo no quería.

Los cuatro, Jose, Carlos, Luis y yo; volvimos a quedar el viernes para ir a las discotecas cerca de la playa del pueblo de al lado. Como siempre fuimos en el coche de Jose, tras aparcar hicimos botellón dentro del coche, ya que dentro de las discotecas cuestan demasiado las copas. Después que entre los cuatro nos bebiésemos dos botellas de Ron nos metimos en la primera discoteca que no cobrase entrada.

Al entrar en la discoteca nos fuimos a la parte de fuera dónde había mejor habiente y dónde dos gogos, una chica y un chico, bailaban en plataformas diferentes. Claro está que las miradas de mis acompañantes fueron directamente al cuerpo de la chica, en cambio yo me deleité con el cuerpo del hombre, que bien parecía un bombero, pero éste en vez de apagar fuegos los estaba creando.

Después de los primeros minutos mirando a los bailarines, Jose se puso a bailar conmigo. Al ser la música del estilo reggaeton bailamos bien juntos y calentándonos. Él llevaba una simple camisa celeste y unos vaqueros cortos, yo en cambio llevaba una camiseta roja con escote y una minifalda roja a cuadros.

El alcohol que tomamos empezaba a hacer su efecto y poco a poco nos fuimos desinhibiendo. Nos empezamos a morrear en medio de la pista sin parar de bailar, él me metía mano por debajo de mi minifalda, aunque intentando que la gente que estuviese alrededor nuestra no viese nada más de lo debido. Jose y Luis se fueron al servicio, así que me quedé a “solas” con Carlos. Nos acercamos uno al otro y nos pusimos a bailar juntos.

Carlos me rodeó y puso una mano en mi espalda, mientras que poco a poco la iba bajando llegando a mi culo, al que bien lo palpó. Yo me di la vuelta y seguí bailando. Acerqué mi cintura a la suya, mi trasero a su delantera. Puso sus manos en mi cintura y pegó más, si es que podía, su polla a mi culo. Yo llevé mi brazo izquierdo a su cuello y puse mi cabeza sobre su hombro. A punto estuvimos de besarnos si no fuese porque Carlos vio que se acercaba Luis.

Nos separamos un poco, aunque no paramos de bailar juntos. Cuando Luis llegó a nosotros nos dijo que Jose se iba a pedir otra copa. Así que Luis se unió a nosotros, poniéndose delante de mí.

Al minuto Carlos se fue, dejándome con Luis. Caliente como estábamos Luis y yo, nos acercamos aún más y continué el baile que había empezado con Carlos. Me volví y coloqué mi culo en su polla, él me rodeó y acercó su mano derecha a mi vientre, aunque sin llegar a mi coño. Nadie nos miraba, todos los que estaban en la discoteca o miraban a las y a los gogos o se miraban entre sí bailando. Así que me agaché un poco y seguí perreando con Luis. Él puso una mano en mi cintura y la otra en mi culo. Poco a poco fue subiendo mi minifalda y aunque no me la levantó entera, sé que pudo ver parte del tanga que llevaba. La mano que antes estaba en mi cintura, la puso en mi culo, que en ese momento no estaba tapado por la minifalda. Caliente y borracha como yo estaba, le dejé hacer.

Al ver que yo no me oponía a nada, él siguió acariciándome y metiéndome un dedo por la raja del culo. Todo esto sin dejar de bailar, por supuesto.

Poco duró, pues otra vez me tuve que separar de mi bailarín, ya que, esta vez yo, vi como mi novio Jose salía de dentro del local y nos estaba buscando. Me bajé la falda y me incorporé, me separé de él y me di la vuelta y seguimos bailando. Finalmente Jose se acercó a nosotros y me ofreció su copa fría de la que bebí, pues estaba sudando y bastante caliente. Tras refrescarme, empecé a bailar con Jose aunque yo no hacía los mismos movimientos que con Carlos y Luis.

Al cabo de una media hora, observé como Luis y Carlos bailaban con un grupo de 4 mujeres. Jose se acercó a Luis y le dijo algo al oído, me cogió un brazo y me llevó hasta la salida de la discoteca de la playa. Nos metimos en la arena y nos dirigimos a la orilla, alejándonos de la entrada y de la luz.

Llegamos a la zona donde había unas hamacas apilonadas. Sin decir nada Jose me estampó contra ellas y me besó. Nos estuvimos besando y metiéndonos mano un rato. Él se bajó los pantalones y los calzoncillos sin yo enterarme, me quitó el tanga y me embistió sin previo aviso. Pegué un grito, de placer, que si no hubiese sido por las músicas de las discotecas, se hubieran enterado en el resto de la playa. Me quitó la camiseta y me besó por el cuello y por el escote. Se tumbó en la arena e hizo que me sentase encima de él.

Estuvimos unos minutos así, hasta que a lo lejos vi aparecer a Luis. Cuando él nos vio se paró y se escondió detrás de un contenedor de basura que había cerca de las sombrillas y de donde estábamos nosotros. Pese a que él estuviese a unos 50 metros, con la poca luz de las discotecas pude verle bien y saber que era él, pero aunque él quisiese no nos podía ver con claridad a nosotros, puesto que estábamos en las sombras creadas por las hamacas. Además yo llevaba aún el sujetador y la minifalda. Así que solo pudo ver nuestros movimientos e imaginarse el resto. A todo esto, yo no paré ni dije nada, ya que me daba mucho morbo la idea que alguien nos viese.

Con el efecto del alcohol, la noche tan caliente que viví y sumando a nuestro voyeur, no pude contenerme mucho más y tuve el primer orgasmo. Al tenerlo chillé un poco, únicamente para que nuestro observador lo escuchase. Aunque yo me corriese, Jose aún no lo había hecho, así que me levanté e hice que él se levantase y se apoyase en las hamacas mientras yo se la empezaba a chupar. Poco duró él en terminar en mi boca.

Se lo limpié todo lo mejor que pude, nos vestimos y nos dirigimos a la discoteca. Cuando íbamos en camino nos encontramos a Luis que iba viniendo, desde la discoteca, hacia nosotros con el pretexto que no sabía dónde estábamos. Cuando los dos hombres se pararon uno frente al otro a hablar, Luis no paraba de mirarme. Sabiendo yo, que no me había limpiado la cara bien, me relamí los restos poniendo cara de placer y con Luis observando.

Aunque fuese aún temprano nos tuvimos que ir, puesto que Jose tendría que ir a la academia a la mañana siguiente.

- Luis: Lucía tengo que pedirte un favor. – Me dijo tras subirnos al coche.

- Yo: Sí, dime, ¿qué pasa?

- Luis: Pues tengo que pedirte a ver si me acompañáis mañana por la mañana a comprarle el regalo a mi hermana, que es su cumpleaños.

- Jose: Yo lo llevo chugo, tío. Mañana tengo academia desde las 9 hasta las 2 de la tarde. Si es por la tarde te acompaño.

- Luis: ¿Qué va! Tiene que ser por la mañana, que le daré el regalo a la hora de comer.

- Yo: Bueno pues si quieres te acompaño yo sola. Nos vamos al Corti que hay unas cuantas cosas que creo que a tu hermana le valdrá. – dije yo, sin ninguna mala intención ni con doble sentido ni nada parecido.

Así pues quedamos en ir al corte inglés poco después de que éste abriera.

A la mañana siguiente, nos encontramos en el autobús que iba dirigido al centro de la ciudad. No comentamos nada de lo que sucedió la noche anterior, más que nada porque yo estaba un poco arrepentida por mi comportamiento. Lo achaqué todo al efecto del alcohol.

Al entrar al centro comercial, nos fuimos directamente a la planta joven, nos separamos en una pequeña zona y buscamos una camisa o un pantalón que le pudiese gustar a la hermana de Luis. Al cabo de unos minutos encontramos una camisa la cual a los dos nos gustó.

- Yo: Supongo que esta le gustará, a mí me gusta bastante. Por cierto ya que estamos aquí vamos a dar una vuelta a ver si encontramos algo para mí.

- Luis: Vale, pero no tardes mucho que a las dos tengo que estar en casa.

- Yo: Tranquilo, faltan aún tres horas y media.

Tras él pagar su compra, nos fuimos a otra zona un poco más cara, por la marca, donde yo normalmente me compro la ropa. En cuanto llegamos, Luis me ofreció un minivestido azul semitransparente con escote corazón. Al cogerlo y verlo, me gustó y me dirigí a los probadores.

- Yo: ¿Cómo me queda? – dije tras cambiarme y abrir la puerta, ya que él estaba en frente.

- Luis: Muy bien. A ver date una vuelta. – Sabiendo que era semitransparente y que se me vería el tanga negro que llevaba, me di la vuelta. Ya que me excitaba un poco la situación. – Te queda muy bien, pero al ser el sujetador negro se ve y queda mal, además se te ven los tirantes y la espalda es descubierta y se te ve el broche del sujetador

- Yo: Bueno, pero es que este vestido es para ir a la playa, así que no llevaré sujetador sino un bikini. Que por cierto, quiero comprarme alguno.

Sabiendo yo lo que él quería, que me quitase el sujetador, desvié la conversación por otro lado. Entré otra vez en el probador y cuando me quité el vestido volví a oír a Luis en la puerta.

- Luis: Lucía, encontré este bikini, mira a ver si te gusta.

Cuando me lo pasó por encima de la puerta, vi que el bikini era tipo brasileño, es decir muy pequeño por arriba y de hilo por abajo. Por supuesto no me lo puse y se lo devolví. Me vestí con mis vaqueros y mi polito rojo que llevaba al principio y salí de los probadores. Estuve mirando varios bikinis y cogí unos cuantos y volví a los probadores.

El primero que me puse era el de toda la vida, la parte de arriba atada al cuello y la parte de abajo tipo braguita. Aun sabiendo como me quedaba y que no me gustaba, salí a saber la opinión de Luis. Más bien quería calentarlo un poco, ya que me gustaba esa idea, olvidando todo el arrepentimiento de lo sucedido con Carlos y de lo de anoche.

- Yo: ¿y bien? ¿Cómo me queda?

Me miró unos segundos y solo pudo balbucear algo parecido a un bien. Aunque ya habíamos estado en la playa juntos, llevando yo un bikini muy parecido al que llevaba en ese momento, no era lo mismo que estar en un centro comercial en unos probadores los dos solos. Al ver que decía poco y que no paraba de mirarme, decidí volver a entrar a probarme otro bikini. El siguiente era un bikini que me realzaba aún más los pechos y que la parte de abajo era medio braguita y medio tanga, es decir que a la mitad del culo se convertía en un tanga. Así como el anterior, cuando me lo puse, salí.

- Yo: ¿y este?

- Luis: Ese sin duda que te queda mejor. – me dijo sin parar de mirarme los pechos y el culo. Me di cuenta que se le empezó a empalmar.

- Yo: Ya veo. Bueno voy a probarme el siguiente. – Volví a entrar, cerrando la puerta y poniéndome un bikini tipo tanga por abajo y que realzaba por arriba. No llegaba a ser un brasileño. – ¿Mejor éste?

- Luis: Sin duda ese.

- Yo: ¿pero no crees que éste enseña demasiado? – le dije, mientras que me daba media vuelta y le enseñaba el culo.

- Luis: Para nada, enseña lo justo, además te queda de maravilla.

- Yo: Bueno, pues voy a ver el siguiente. – Me dirigí a la puerta y observé tras el espejo como su empalme se hacía cada vez mayo y él se la acomodó.

Cuando entré, no cerré la puerta, sino que la entorne, dando a ésta la espalda. Me desabroché la parte de arriba del bikini y la tiré al suelo. Vi a través del espejo como la puerta se había abierto un poco más y como Luis me estaba mirando el culo sin que se diese cuenta de que yo lo había pillado. Con la escusa de que el bikini estaba en el suelo, me agaché, sin doblar las rodillas, a cogerlo y por supuesto dando una buena imagen de mi culo y posiblemente de los labios de mi coño marcados en el bikini.

Al levantarme, me di la vuelta y abrí la puerta tapándome con un brazo los pechos

- Yo: ¿Qué se supone que haces?

- Luis: Perdón Lucía, no pretendía mirar.

- Yo: jajaja ¿Que no pretendías mirar? Yo no digo nada si miras o no, lo que me refiero es que si quieres mirar entra, si no cierra la puerta.

No sé que estaba haciendo, volvía a ser esa que se acostó con el mejor amigo de su novio. Esa a la que estaba odiando por hacerme ser tan zorra, pero aun así no paré y me hice a un lado para que pasase Luis, que no sabía que hacer hasta que le dije: “¿Entras o no?”

Cuando entró se sentó en la mini silla que había. Yo cerré la puerta y eché el pestillo, me di la vuelta y quité el brazo con el que me tapaba los pechos.

- Yo: Ahora si quieres puedes mirar.

Por supuesto, miró. No apartó ni un segundo los ojos de mis pezones duros como una piedra. Me acerqué a él, le cogí una mano y me la llevé a uno de mis pechos y me empecé a acariciar. Él siguió cuando yo quité mi mano y la llevé a su cabeza. Me acerqué aún más e hice que me chupase un pezón. Me lo chupó, masajeando mi otro pecho, jugueteó su lengua con mi pezón tieso. La otra mano la llevó a mi culo, que empezó a acariciar. Hice que se levantase y le besé en los labios, poco a poco fui bajando por su cuello. Le quité la camiseta que llevaba y le seguí besando. Le desabroché el pantalón y se lo quité. Le acaricié la polla mientras que le volvía a besar en los labios. Cuando noté que estaba bastante empalmado le bajé los calzoncillos. Tengo que decir que calzaba casi unos 20 cm.

Me puse de rodillas y me la metí, sin miramientos, en la boca. Se la chupé despacio al principio y fui incrementando el ritmo lentamente. Él hizo que me levantase, me quitó el tanga y llevó su mano a mi clítoris. Mientras lo rozaba y hacía circulitos, me iba besando por el cuello, bajando por el pecho. Se puso de rodillas y aun así no llegaba con su boca a mis labios por ser tan alto. Así que puso una de mis piernas en su hombro, después la otra, pudiendo así chupármelo mejor. Yo estaba con las piernas en sus hombros, mi espalda apoyada en el espejo y con las manos en su cabeza aplastando su cara contra mi coño.

Él no paraba de chupar, sacando la lengua recorriendo desde el clítoris hasta la entrada del coño. Cuando llegó metió su lengua dentro y aunque no llegase muy hondo sí que me daba bastante placer. Tuve que coger mi camiseta y ponérmela en la boca para no soltar ningún grito. Me levantó y me dejó en el suelo. Hizo que me pusiese espaldas a él y que me agachase. Viendo sus intenciones le dije que no, que nunca lo había hecho por ahí. Él en cambio no dijo nada y se volvió a poner de rodillas.

Me besó por las nalgas, acariciándome con una mano el culo y con la otra el clítoris. Bajó su lengua hasta mi ano, que comenzó a chupar. Me hizo uno de los mejores besos negros de mi vida, acompañado de un dedo que iba introduciendo poco a poco. Me hizo el spiderman introduciendo un dedo en el ano y el otro en el coño, todo esto sin parar de besarme en el culo.

Hizo que me diese la vuelta, me levantó en brazos y puso la punta de su poya en la entrada de mi coño, poco a poco fue bajando. Cuando llegó al final y no podía meter más, comenzó el sube y baja. Poco tardé en correrme. Él se aseguró que no yo no gritase, poniéndome la mano en la boca. Tras yo acabar me volvió a dejar en el suelo, yo me senté en la mini silla y lo atraje a mí. Le cogí la polla y me la puse en las tetas haciéndole una cubana, agachando un poco la cabeza para poderle chupar la punta. Tras hacerle esto, se corrió en mis pechos, me llenó bastante y me salpicó por los hombros y las mejillas.

Tras acabar se dio cuenta lo que había hecho, se había follado a la novia de su amigo. Así que cogió un paquete de clínex que llevaba en uno de sus bolsillos y se limpió. Me dio el paquete mientras que se vestía y se fue hacia afuera sin decir ni una palabra. Yo terminé de limpiarme y me vestí. Cogí los bikinis y el vestido y pagué éste y el segundo bikini que me había probado. Sin dirigirnos ni una palabra y ni una mirada nos fuimos hacia las escaleras.

- Yo: Luis, lo siento, esto no debería haber pasado. Se me ha ido de las manos.

- Luis: Lo siento, aunque eres la novia de mi amigo, desde el primer día te deseo. Es mi culpa que nunca he sabido dónde estaban los límites. No sé cómo podré miraros a ti y a Jose a la cara después de esto.

- Yo: Luis, Luis… no es tu culpa, es la mía y siempre me podrás mirar que yo nunca te echaré ninguna culpa. Y respecto a Jose, mejor no se lo contamos ¿vale? – le dije mientras le miraba a los ojos y le daba un beso en los labios.