Le puse los cuernos a mi novio.
Este pequeño texto, relata el como llegué a ponerle los cuernos por primera vez a mi novio. Pido disculpas mi manera de escribir, ya que es la primera vez que lo hago.
Escuché el sonido del timbre. Rápidamente salí de la ducha, me puse el albornoz y bajé las escaleras para abrir la puerta. Apareció Jose, mi novio desde hace año y medio, listo para irnos a cenar y a dar una vuelta con los amigos.
Hola, me llamo Lucía, tengo 21 años y os voy a relatar la historia que me ocurrió cuando aún iba al instituto. En aquél entonces quedaba poco para empezar el último curso antes de la universidad. Soy morena, tanto de pelo como de piel, tengo los ojos marrones, mido poco menos 1,60 y peso 49kg. No es por presumir pero siempre he tenido muy buen culo y en el último año me han crecido los pechos un poco más, así que ahora tengo una talla 90. Como ya dije tengo novio, hace año y medio que empezamos a salir, cuando él llegó nuevo al instituto. Tiene dos años más que yo, los ojos verdes, pelo moreno, mide 1,80 y es delgado tirando a normal.
Esa noche habíamos quedado con dos amigos del instituto con los que siempre salíamos, Carlos y Luis.
A Carlos le conozco desde que empezamos el instituto ya hace 5 años y siempre nos hemos llevado muy bien, casi se podría decir que es mi mejor amigo. En cambio Luis llegó nuevo hace 8 meses y desde el principio nos llevamos muy bien, por eso muchas veces salimos a cenar o al cine los 4.
Después de la salida, Jose se venía a mi casa a dormir, ya que mis padres estaban de romería y mi hermano vivía con su novia.
- Jose: Aún estás así, hemos quedado con esta gente dentro de 20 minutos.
- Yo: Estaba hablando con mi madre. Entra, vaya a ser que me vea algún vecino.
Tras cerrar la puerta subimos a mi habitación para vestirme. Elegí la ropa que iba a ponerme, un sujetador y un tanga negro, un pantalón normal y un polito que no me abroché entero, siempre me gusta enseñar un poco de escote. Jose no paraba de mirarme, pero sabía que no iba a intentar meterme mano, ya que hacía dos semanas le negué sexo porque me encontraba mal y desde entonces no intenta nada… Es muy rencoroso.
Al cabo de media hora de él llegar nos fuimos a recoger a nuestros amigos en el coche de Jose. La noche transcurrió con normalidad, hasta la hora de irnos. Luis tenía que irse a dormir pronto, porque a la mañana siguiente tendría que levantarse pronto para ir a su entrenamiento matutino. En cambio Carlos no tenía ganas de volver a su casa y como su familia se estaba mudando a la casa de verano en el pueblecito de al lado, pues tenía todo por medio y no quería que su madre le mandara a recoger nada.
- Jose: Pues nosotros íbamos a ver la última de Indiana Jones, que se la he descargado. Vente si quieres.
Me quedé sorprendida, ya que pensaba que esa noche, al no estar mis padres, íbamos a hacerlo, pero supuse que seguía cabreado y no dije nada. Tras Jose insistir un poco, Carlos aceptó y vino a mi casa.
Al llegar nos fuimos al salón. Se sentaron cada uno en un sofá. Y me tocó a mí poner la película. Al agacharme para poner el DVD noté como se me bajaban los pantalones por detrás y se me asomaba el tanga bastante, pero ninguno de los dos dijeron nada. Los miré por el reflejo de la televisión y vi perfectamente como los dos me miraban el culo.
- Yo: Me voy a poner algo más cómoda, ahora vengo.
No dijeron nada y me fui a mi cuarto a ponerme el pijama. Mi pijama es bastante ajustado y es blanco, así que cuando me lo puse y me miré en el espejo noté perfectamente como se trasparentaban el tanga y el sujetador negro, pero no me importó. Al llegar al salón los dos pararon de hablar y me miraron. Cuando lo hizo Carlos vi como abría más los ojos y es que a pesar de que somos muy amigos desde hace un año o dos sé que me devora con la mirada.
Me senté de lado junto a Jose, dándole la espalda a Carlos y de tal forma que él viese mi culo. Pusimos la peli y como no me gustaba estuve acariciando a mi novio que ni se inmutó. Con mi dedo le estuve haciendo cosquillas en el cuello y bajando por el pecho hasta llegar al límite donde empezaba los pantalones. Giré la cabeza y me di cuenta como Carlos giraba rápidamente y miraba la TV, es decir, que me estaba viendo lo que le hacía a mi novio.
Me puse un poco más cómoda de tal forma que el pantalón del pijama se bajase un poco para mostrar el tanga, no sé porque, pero me excité bastante al saber que Carlos me estaba mirando. Seguí jugando con el dedo por el vientre de Jose y tras muchos minutos que no hizo ni un gesto, me levanté.
- Yo: Me voy a la cama, la peli me aburre, buenas noches. Hasta mañana Carlos. – Nos despedimos con dos besos.
- Jose: ¿Ya te vas? Pero si quedan 30 minutos.
- Yo: Paso, no me gusta. Te dejo ahí las llaves, cógelas para que puedas entrar cuando llevas a Carlos. – Le di un beso en los labios y me fui.
Cuando llegué a mi habitación estuve muy cachonda, después de juguetear por el cuerpo de Jose y que Carlos me mirase. Así que me quité el sujetador para dormir, cosa que nunca hago, me miré al espejo. Me di cuenta que mis pezones se marcaban y que el color de mis aureolas se transparentaban. Como aún estaba cachonda y quería sexo fui al salón con la excusa que se me había olvidado el móvil. Al estar la luz encendida, Carlos pudo observar lo que mi camiseta blanca escondía. Me miró a los ojos, me mordí el labio inferior sonriendo un poco y me marché de vuelta a mi habitación moviendo de más el trasero. Le di un buen espectáculo para una rica paja.
A los ¾ de hora más o menos oí como Jose entraba en mi habitación. Se quitó la ropa y se metió en mi cama, acariciándome. Poco pude resistirme, porque no me había masturbado, a pesar de lo cachonda que estaba, y al final estuvimos 2 horas dale que pego.
Pasaron los días. Si empecé los juegos provocativos con Carlos, los continué con Luis. Cuando estoy con ellos soy más descarada, me sigo poniendo la misma ropa, ya que es muy provocativa y me gusta, pero me meneo más y se hay algún descuido como que se me vea el tanga o muestro un poco más de pecho no le doy importancia.
Entró junio y como empezaban los trimestrales no volvimos a quedar los 4. Al cabo de dos semanas acabamos todos los exámenes excepto Jose que le quedaba uno, que tenía que recuperar. Así que quedamos todos para pasar el día a la playa el mismo día del examen. Quedamos nosotros tres antes y cuando acabase llegaría Jose.
Era las 11 cuando llegué al lugar donde habíamos quedado y allí ya me estaban esperando tanto Carlos como Luis. Los dos estaban únicamente con un bañador por encima de la rodilla. Se notaba que Luis hacía mucho deporte, de lo cuadrado que estaba, y encima estaba moreno. En cambio Carlos estaba más normal, no hacía nada de ejercicio, mas alguna vez quedar para jugar al futbol y estaba un poco blanco.
En cuanto llegué le saludé con un par de besos a cada uno. Ellos se sentaron, mientras yo extendía la toalla. Me quité la camiseta y el pantaloncito que llevaba y me quedé con un bikini pequeño que realzaba más mi figura y sobre todo mis pechos. Además ese bikini es perfecto para tomar el sol, ya que la parte de arriba se puede ajustar por si quiero que me de el sol en más o menos pecho.
Me acerqué a la orilla para probar el agua y rápidamente me di la vuelta y me fijé como los dos se quedaban embobados mirándome. Desviaron sus miradas y continuaron hablando. Me fui a la toalla junto a ellos.
- Luis: Me voy a acercar al bar a comprar una botella de agua. ¿Alguno quiere algo?
- Yo: Cómprame una coca y después te la pago.
- Luis: A ti siempre te invito, guapa. – Menos mal que no estaba Jose, porque odia que Luis me trate de ese modo.
Cuando vi que Luis iba en dirección al bar, me puse bocarriba en la toalla y saqué la crema de mi bolsa. Me empecé a echar por las piernas, me di cuenta que Carlos miraba como lo hacía, así que lo hice con más morbo. Iba subiendo las manos por mi pierna derecha, hasta llegar al bikini y me rocé un poco la parte central del bikini. Pasé a la otra pierna e hice lo mismo, subiendo lentamente y cuando llegué arriba del todo, volví a rozarme el bikini con la mano. Estuve tocándome un segundo o dos, sabiendo que Carlos no paraba de observarme. Me volví a echar crema en la mano y éste lo restregué por la barriga. Cuando llegué al pecho, me detuve bastante tiempo ahí, sabiendo que la parte de arriba del bikini se ajusta, me lo puse pequeño, sin que se me viese más de lo debido. Me eché crema de forma sugerente y de vez en cuando metía algún dedo por debajo del bikini para rozarme los pezones. Cuando terminé miré a Carlos, me di cuenta que se había empalmado y enseguida le miré a los ojos.
- Carlos, ¿Me puedes echar un poco de crema en la espalda, please?
- ¿Eh?... Sí, sí, claro.
Me di la vuelta y Carlos cogió el bote de crema y vertió un poco sobre mi espalda. Carlos estuvo restregando la crema de arriba a abajo y haciendo círculos. Cuando llegó al final de la cintura paró, aunque sin quitar las manos de mi espalda.
- Ya está, ya no te quemarás.
- Gracias, pero te quedan las piernas que por detrás no me he echado.
Volvió a coger el bote de crema y me echó un buen chorro a lo largo de las piernas.
- ¡Ups! Creo que me he pasado.
- Pues extiéndela, que no se quede nada blanco.
Que decir tiene que la parte de abajo de mi bikini me tapa la mitad del culo y él lo tenía todo a su vista. Poco a poco me estaba excitando como el último día que vino a mi casa. Estuvo extendiendo la crema por las piernas e iba subiendo cada vez más hacia el culo, aunque sin llegar a tocarlo. Instintivamente abrí las piernas y como él estaba justo detrás, tuvo plena vista de mis labios marcados en el bikini. Cuando sus manos llegaron arriba del todo, sus pulgares tocaban mis ingles depiladas esa misma mañana. Como no me atrevía a seguir más, giré la cabeza y le di las gracias con una sonrisa picarona.
Luis volvió con el agua y la Coca-Cola cuando Carlos se tumbó en su toalla bocabajo para que no se le notara que estaba empalmado. Estuvimos toda la mañana hablando y bañándonos sin ningún “jueguecito” más. A la llegada de Jose, estábamos los tres callados tomando el sol. Éste nos saludo y su puso su toalla junto a mí.
Carlos y Luis se fueron al agua y Jose se tumbó a mi lado.
- ¿Qué habéis hecho?
- Nada, tomar el sol, bañarnos y jugar a las palas y a las carta. ¿Y tú que tal el examen?
- Mal, tengo que ir a septiembre. Creo que me apuntare a la academia este verano. Por cierto cuando estás así, bocabajo, y te levantas un poco se te ven las tetas.
- A lo mejor es que las quiero enseñar. – Dije picaronamente.
- ¿Ah, sí? Pues entonces quítate el bikini y haz topless. –
Y con un gesto hábil me deshizo el lazo del nudo del bikini. Menos mal que nuestros amigos aún seguían en el agua, porque si no me las hubieran visto perfectamente.
- ¿Qué haces, tonto? Abróchamelo, que van a venir y me van a ver.
- ¿No querías mostrarlas? Pues ahí tienes, además, dudo que ellos pongan algún inconveniente.
- ¿Me lo quieres abrochar ya?
Cuando llegaron los que estaban bañando, Jose ya había terminado el nudo.
- Yo: Hemos pensado en ir a mi piscina después de que comamos, que se está mucho mejor. Allí que no hay nadie y hace más fresco con el césped y los árboles. ¿Qué decís?
- Luis: ¡Que va! Yo no puedo, tengo entrenamientos a las 5.
- Yo: ¡Bah! Excusas, ¿y tú, Carlos?
- Carlos: No se me ocurren excusa alguna y aquí hace ya demasiado calor. Así que sí.
Tras terminar la mañana y comer en la playa nos despedimos de Luis y nos fuimos los tres a la piscina de mi comunidad. Cuando llegamos, no había nadie, así que pusimos las cosas debajo de un árbol y nos metimos en la piscina. Al salir yo me puse a leer un libro que traía y los dos hombres a jugar a cartas. Después de 3 horas de piscina decidimos dar una vuelta por el paseo marítimo, quedar allí con Luis y cenar en cualquier barecito de la playa.
Cuando llegamos a mi casa, me fui directa a duchar, dejándolos en el salón con el portátil y la TV. Cuando acabé me puse el albornoz y me metí en mi cuarto. No sabía que ponerme, así que de momento me puse un tanga celeste semitransparente y un sujetador. Escuché como Jose me llamaba, me volví a poner el albornoz y bajé a ver que pasaba.
- Jose: Me acaba de llamar mi hermana, que dice que como me he llevado el coche que vaya a buscarla y la lleve a no sé donde, que trabaja esta noche.
- Yo: ¿ahora? Pero si vamos a salir.
- Jose: Va a ser poco tiempo. Mientras tú te arreglas, llego a mi casa, llevo a mi hermana vuelvo a mi casa, me ducho y vengo… y seguramente aún no estés lista.
- Carlos: ¿y yo?
- Jose: Tú, como eres hombre, no vas a tardar tanto así que cuando estemos nosotros listos, te llevo a tu casa, te arreglas y vamos pa’ la playa. ¿ok?
- Yo: Venga, va, pero no tardes mucho.
Mientras volvía a mi habitación, escuché como Jose se iba con el coche. Seguía sin saber que ponerme y oí la melodía de mi móvil. Fui al salón, donde estaba Carlos, vi que simplemente era un mensaje de Luis diciendo que iba a llegar más tarde. Mientras lo leía me masajeé el cuello, ya que después de estar toda la tarde tumbada leyendo me dolía.
- ¿Te duele el cuello? Eso te pasa por leer, en vez de jugar a las cartas con nosotros.
- Ya me aburrí de las cartas y era más interesante el libro. Además ya llevo varios días con contracturas en la espalda y en el cuello.
- Que mal novio que tienes, que no te hace masajes.
- Tienes toda la razón. La última vez que me hizo un masaje en condiciones fue antes de los exámenes. Mi madre compró el otro día aceite y que va muy bien para hacer masajes y se lo iba a pedir esta noche a Jose. Pero me duele mucho ahora.
- ¿Quieres qué te haga uno? Alguna que otra vez se lo he hecho a mi madre… y nunca se ha quejado, creo.
- Mmmm… Bueno, vale, pero un poco solo. El aceite está arriba.
Entré a mi habitación y saqué el aceite del cajón. Al darme la vuelta estaba Carlos en el marco de la puerta.
- Ah! Que susto, creía que te habías quedado abajo.
- Pensé que me habías dicho que subiese, bueno vamos para abajo.
- No, ya da igual.
Quité los cojines y me tumbé en mi cama. Me quite el albornoz de la espalda, pero seguía tapando mi trasero. Le di el aceite a Carlos y él me echó un poco sobre la espalda. Tal y como hizo por la mañana con la crema, lo extendió por la espalda y empezó a masajearme el cuello. Lo hacía bastante bien, aunque no eran las manos de Jose. Como noté que se iba tropezando con el tirante del sujetador, me lo desabroché, sin que él viese nada.
Siguió varios minutos por el cuello y espalda, a veces en vez de hacerme un masaje me acariciaba. Volvió a echar aceite, pero esta vez se pasó.
- Hay papel al lado del armario. – Se levantó a por él.
- No hay.
- ¿No? Entonces lo puse aquí.
Intenté estirarme para llegar a la mesita sin levantarme mucho para que no se me viesen los pechos. Al hacerlo se me calló el albornoz al suelo, dejando a la vista mi culo y como el hilo del tanga se iba metiendo entre los cachetes. No intenté recuperar el albornoz y le di el rollo de papel. Él me secó un poco la espalda y noté como clavaba sus ojos en mi culo. Siguió haciéndome el masaje, hasta llegar a la tira del tanga.
Le dije que me lo hiciese también en las piernas, que me dolían desde el tobillo hasta el culo. Él empezó por los pies y subió poco a poco hasta llegar a donde empieza el culo. Pasó un momento y al yo no decir nada, siguió por el culo. Lo noté bastante nervioso y a mí me estaba gustando lo que hacía. Se recreó en el masaje del culo y siguió por medio, aunque con más suavidad. En ese momento, ya no hacía un masaje sino acariciaba encima del hilo del tanga, incluso introduciendo sus dedos en medio de los cachetes. Bajó muy lentamente, pasó por encima de mi ano y llegó a los labios del coño. Cuando los rozó, me incorporé un poco, me tapé con el sujetador y me di la vuelta. Cerré los ojos, esperé unos segundos, pero él ni se movió.
- ¿Qué haces? Sigue con el masaje que aún me duele el cuello.
Se acercó a mi cuello y siguió masajeándolo, los hombros, los brazos. Cuando iba por una axila, levanté el brazo para que lo hiciese mejor y ese movimiento hizo que el sujetador se cayese un poco, dejando una teta al aire, mejor dicho a la vista de sus ojos. Él no paró y yo me quité el sujetador por completo y lo tiré al suelo. Se iba acercando cada vez más a uno de mis pezones, hasta que lo rozó. Lo acarició con mucha suavidad hasta que se puso duro. Sin parar de hacerme un masaje, pasó al otro, que hizo lo mismo que el primero. Los tenía tan duros que podía rayar cristales.
- No te desvíes del tema, te siguen faltando las piernas.
Al decirle esto, se fue directamente a los muslos y fue subiendo hasta llegar al tanga. Me siguió masajeando en las ingles y como yo no decía nada, fue hundiendo sus pulgares por debajo del tanga. Como ya os estaréis imaginando, yo estaba chorreando, algo que él noto. Acariciándome mis labios mayores y menores, empezó a quitarme el tanga. Yo no puse ninguna resistencia, es más, colaboré. Cuando lo hubo quitado, miró mi coño y vio que me había depilado todo excepto un trocito muy pequeño en el monte venus. Se acercó a mi sexo y empezó a besarme, a chuparme, a comérmelo. Me encantaba como su lengua jugueteaba con mi clítoris y mientras que lo hacía me iba acariciando las piernas, hasta llegar a la entrada de mi coñito. Cuando llegó introdujo un dedo, que a pesar de estar seco, entró con bastante facilidad y porque yo estaba muy húmeda, como ya dije antes, chorreando.
Como yo veía que el seguía sin parar, así que le paré yo. Hice que se acercase a mi boca y nos dimos un beso. Un beso en el que me bebí mis propios jugos junto a su saliva. Mientras que nos morreábamos le fui desvistiendo. Primero la camiseta, después el bañador y por último los calzoncillos. Cuando estaba palpando me encontré una polla bien erecta, era de talla normal, unos 17cm, aunque era más pequeña que la de mi novio. Él hizo un movimiento para introducirla dentro de mi coño, pero lo paré. Lo tumbé en la cama y yo me puse de costando. Mientras que le hacía una paja le fui besando por el cuello, bajando pos su pecho y barriga, hasta llegar a su miembro. Me la metí directamente en la boca y se la fui chupando mientras que le miraba a los ojos. No pudo contenerme la mirada y los tuvo que cerrar del placer. Me la saqué de la boca y le seguí haciendo una paja, jugueteando mi lengua con la puntita de su polla. Fui bajando por el tronco, hasta llegar a uno de sus huevos, que me lo metí. Lo iba chupando lentamente pero tanto él como yo estábamos disfrutando cada milisegundo. Sin que él se diese cuenta y mientras que me la volvía a meter en la boca, deslicé la mano bajo la cama. Encontré lo que buscaba, una caja de preservativos. No los necesito, pues me tomo la píldora, pero sólo lo hago “a pelo” con mi novio.
Mientras que yo seguía chupándosela, abrí uno y se lo coloqué mientras que me metí el otro huevo en la boca para chuparlo. Me puse de pie en la cama, caminé hasta pararme encima de su cabeza, y lentamente fui bajando. Él entendió lo que yo quería hacer, así que se levantó un poco y volvió a juguetear su lengua con mi clítoris. Me lo chupó todo y lo dejó bien empapado. Volví atrás y de un tirón y sin miramientos, me dejé caer, para introducir su polla en mi interior. Él pego un pequeño salto, de placer, pero yo di un grito, raro es que ninguno de mis vecinos me escuchasen. Comencé a cabalgar, apoyándome en su pecho. Él se incorporó y se sentó. Se intentó meter una de mis tetas en su boca, claramente, no le cabía. Estuvo chupando mis pezones mientras yo no paraba de saltar. Me rodeó con un brazo la cintura y de un golpe cambiamos las posiciones. Ahora, él arriba, comenzó a penetrarme como si no hubiera un mañana.
Estuvimos así un buen rato. Yo tuve un par de orgasmos, pero miré el reloj y sabía que Jose iba a llegar en poco tiempo. Me levante de la mesa, donde ahora estaba yo sentada al borde y él de pie dándome, lo senté en la cama frente al espejo, me puse a cuatro patas delante de él, para que pudiese ver mi trasero en el espejo, le quité el condón y se la volví a chupar. No tardó mucho más en correrse, intentó avisarme, pero me negué a apartarme. Con su polla metida en mi boca, comenzó su orgasmo y yo recibiendo todo y sin perder una gota. Cuando no me cabía más, la tuve que soltar, pero él no paraba de correrse y me echó lo poco que le quedaba en mi cara. Me tragué todo lo que tenía dentro y me levanté.
- Gracias, estaba buena.
- Ufff, gracias a ti. Eres impresionante, nunca te había imaginado así.
- Jajaja Ahora hay que vestirse, pronto llegará Jose. Por cierto, no quiero que esto salga de aquí. ¿Vale? Además, se nos ha ido de las manos y creo que no deberíamos volver hacerlo, ni hablar de ello.
- Ya no te veré de la misma manera, pero creo que tienes razón. Jose es mi amigo y ahora me siento mal por él y te aseguró que no hablare de esto a nadie. Me ha encantado y me he quedado con ganas de probar tu culito.
- Aún nadie me ha penetrado, aunque sí que me lo han chupado.
- ¿Y te gustó?
- Me gustó mucho, me lo hace siempre, pero aún no me he atrevido a que me lo rompan.
Escuchamos como un coche se acercaba por la calle, él se vistió rápido, yo en cambio me metí en el baño para limpiarme. Oí como Carlos bajaba corriendo las escaleras y poco después sonó el timbre. Escuché como Jose se quejaba porque aún no había acabado… sí lo hice, dos o tres veces. Al terminar de lavarme entré en mi habitación, me puse lo primero que vi en el armario, cogí el móvil y llamé a mi madre. Cuando empecé a hablar con ella entró Jose a la habitación.
- ¿Has termin….. – al verme con el teléfono se calló y me susurró – Venga ya que tenemos que llevar a Carlos a su casa.
Cuando colgué el móvil, fui al salón. Me reprocharon, los dos, que tardaba mucho. Carlos me miró como si no hubiera pasado nada. Recogieron las cosas y nos fuimos. Jose salió primero por la puerta, después iba Carlos, pero me dejó pasar con un “las damas primero”. Mientras pasaba por delante de él, me agarró el culo diciendo “delicioso”.
Aquí os he relatado la primera vez que le puse los cuernos a mi novio, con su amigo y la única… ¿o no? Eso lo descubriréis más adelante.
Pido disculpas por mi escritura, ya que es la primera vez que escribo y espero que no la última.