Le puse los cuernos a mi novio (2)

Esta historia es la continuación del relato le puse los cuernos a mi novio y es la narración de lo que sucedió al día siguiente. (con fotos)

Esta historia es la continuación del relato "le puse los cuernos a mi novio" y es la narración de lo que sucedió el domingo. El resumen de lo ocurrido fue que el viernes discutí con mi novio y el sábado por la noche tuve una aventura con un desconocido con el que me había citado para vernos aquel domingo por la tarde.

Aquel día libré una batalla interior entre la cordura que me decía que no debía ir a la cita con Mario porque era el tipo de hombre que seguro que hacen sufrir a una mujer, y por otro lado el deseo de volver a sentirle dentro. En mi mente se mezclaban la escenas de la noche anterior, el cuerpo musculoso de Mario, su sonrisa de dientes perfectos, su voz calida, sensual y su miembro... no sé cuanto le mediria pero calculando que no lo podía coger con las dos manos debían de ser seguro más de 20 cm y de un buen calibre. Hacia unos 6 meses que tomaba con regularidad la pildora, y en ese aspecto me sentia segura. Por otra parte habia cumplido una fantasia que era la de tener una noche loca y hacerlo con un desconocido. Ahora bien, el volver a verlo podía dar lugar a que me encoñase o peor todavía, que me enamorase. Pero él en ningún momento me habia dicho que me amase, seguramente para él solo representaba un polvo con una chica que se lo había puesto fácil.

Según se acercaba la hora el morbo y la excitación pudo más y finalmente decidí dejarme llevar por mis sentidos. Me arreglé de una forma sencilla, me puse un sujetador y una blusa combinado con una falda negra que me llegaba dos dedos por encima de la rodilla y unos zapatos negros de tacón. Era la primera vez que iba a salir a la calle sin ropa interior y aquella idea me producia un cosquilleo en el estomago mitad miedo, mitad excitación. En el coño sentia unos picores y un calor que necesitaban ser apagados.

Llegue al pub y le vi en la barra. Sonrió al verme y sus dientes iluminaron el local. Me estrelló entre sus brazos y nos dimos un beso de película. Nos sentamos en el interior uno en frente del otro. Su primera pregunta fue "¿Has venido como te pedí?". Le sonreí picaramente y asentí con la cabeza, "Demuestramelo", fue más una orden que una petición. Me incorporé un poco en el asiento y recogí la falda hacia arriba con ambas manos, me volvi a sentar justo en el borde. Apartó la mesa lo suficiente y le ofrecí el espectáculo de verme como separaba mis rodillas lentamente todo lo posible y las volvia a juntar. En el momento de máxima apertura podía ver perfectamente mi coño abierto. Repetí el juego un par de veces hasta que vi aproximarse al camarero y me bajé rápidamente la falda. Una vez que el camarero nos hubo dejado la bebida, Mario se puso a mi lado. Puse una pierna encima de la suya y nos dedicamos a acariciarnos el uno al otro. Me estrujó las tetas por encima de la blusa todo lo que quiso para perder su mano por debajo de mi falda, la palma de su mano subia y bajaba por mi muslo hasta que sus dedos se concentraron en mi chocho mojado, llegando a meterme dos dedos. Por mi parte le mordia el lóbulo y le pasaba la lengua por dentro de la oreja, despues de humedecerla le susurraba al oido "Mario me tienes loca, llevame a otro sitio, quiero sentirla dentro, que me la vuelvas a meter toda". Sonrió y me dijo que iriamos a su apartamento.

Salimos y fuimos en su coche. Por el camino me contó que el apartamento lo tenia alquilado con un amigo, Juan, amigo desde la infancia y que eran como hermanos. Yo supuse que le habría hablado de nuesto encuentro y que el tal Juan se habría ido al cine o a paseo y que no estaría cuando llegasemos dejándonos el terreno libre. Pero he aquí que cuando entramos le veo sentado en el sofá, con un pantalón corto y viendo la tele. Después de las presentaciones se aprestó a preparar unas copas y actuar como si fuera un anfitrión. Bueno, pensé, un poco de charla, y se marchará. Pero nada, al contrario parecian los dos la mar de agusto contandome sus pericipecias y lo bien compenetrados que estaban.... y yo pensando "os van a dar por culo a los dos y la que se va a ir voy a ser yo"... en estas que la conversación tomó un giro más picante y Mario empezó a decirle a Juan lo suertudo que era por haber conocido a una chica tan abierta y liberal, contó nuestro encuentro en la disco y lo bien que que se la habia chupado, cómo le habia pasado la lengua por los huevos y el conejito tan estrecho y caliente que tenía. Yo escuchaba su relato y notaba que estaba poniendome colorada por la verguenza, pero por otro lado sentía el calor de la excitación.

  • ¡Mario, por favor!, qué va a pensar Juan.

  • No te preocupes, dijo Mario, Juan es mi amigo del alma, nos lo contamos todo y lo compartimos todo.

El tono y la mirada que me lanzó cuando dijo la palabra "compartirmos" me hizo darme cuenta de golpe que quizá todo esto estaba tramado de antemano y que el llevarme a su apartamento era una encerrona. Juro que fue en ese momento cuando pensé que podía tener sexo con los dos. Era otra de mis fantasias y la podia realizar ese día. Pero por otro lado todo parecia ir muy deprisa: ponerle los cuernos a mi novio, hacer el amor con un desconocido y luego con dos tios ... ¡muy fuerte!. Inocente de mi todavía albergaba la esperanza de que Mario sintiese algo especial por mi, asi que me puse encima de él y le susurré al oido:

-Pero Mario, ¿qué pretendes?

-Tú dejate llevar por tus sensaciones que vas a flipar...

-Entiendo... sólo me quieres para follar

-Claro, bonita ¿qué pensabas?

-De acuerdo, si es lo que quieres... pero disfrutame bien porque no me va a volver a ver.

Dicho esto, me dejé caer en el sofá pero esta vez en medio de los dos. Miré a Juan

  • Y tu qué ¿has estado con muchas chicas?

  • La verdad es que con ninguna.

-No me lo creo

Y Mario añadió:

-Pues sí, el bueno de Juanillo todavia no se ha estrenado. Los únicos coños que ha visto son los de las películas porno.

  • Bueno, pues esto hay que arreglarlo, dije mientras sonreia picaramente.

Me puse de pie delante de ellos y mientras hacia la música de striptease con la boca, con las dos manos me iba subiendo la falda lentamente

-Tarara ... rarara... ra!.

Y mi coñito peludo apareció a la vista de la concurrencia. Juan tenia los ojos como platos y balbuceaba "no me lo puedo creer, va sin bragas la tia".

Mario se levantó y me cogió por detrás, sobándome las tetas para a continuación quitarme blusa y falda y con las dos manos abrirme el conejo de forma que Juan tuviera una vista de mi intimidad en toda su magnitud.

-Mira que coño. Cómetelo

Juan se arrodilló ante mi y yo apoyé una pierna en una silla para facilitarle la labor. Se notaba su inexperiencia y resultaba gracioso porque lamia como si fuera un perrillo, con la lengua plana y dando lenguetazos, pero aquello me estaba gustando... eran cuatro manos sobandome por todas partes, lamiendome el cuello, las tetas, el coño... mis gemidos aumentaban...

Mis dos machos se despojaron de sus ropas y pude apreciar la diferencia de calibre entre la polla de Mario y la de Juan, más pequeñita y normalita. Me arrodille y empezé a chuparselas, mientras le hacia una paja a los dos, cada vez que cambiaba de polla y cogia la de Mario tenía que abrir más la boca, pero también me gustaba la de Juan, su capullo en mi boca era como tener un caramelo. Les pasé la lengua por el glande y mientras una mano movia la polla con parsimonia, con la otra les acariciaba los huevos, y asi seguí alternado hasta que Juan dijo que si seguía se iba a correr.

  • Para, colega, dijo Mario que llevaba la voz cantante, se las vas a meter ahora.

Juan se sentó en el sofá y me puse encima de él. Le dí un morreo cariñoso. Temblaba de la emoción. Su polla la tenia dura a punto de explotar. Me di la vuelta, le cogi su polla y la retregé por mi clitoris, la pase por mis labios para finalmente introducirme la puntita, apoye mis manos en sus rodillas y empezé a mover el culito tratando de dibujar un ocho, me dejé caer un poquito y ya la tenia por la mitad, Juan gruñia, pero estaba muy quieto, intentaba no correrse muy pronto. Miré a Mario, quien sonreia, saqué mi lengua y me la pasé por los labios, despues me mordí el labio inferior, acudió enseguida con su enorme tranca y le pegé unas lametazos a su polla, aumenté el ritmo del movimiento de mis caderas y senti la corrida de Juan en mi interior. El pobre no habia durado 5 minutos.

  • Mira y aprende, le dijo Mario. ¡Ponte a cuatro patas que te voy a follar por detrás!, me ordenó

Rápidamente le obedecí, por fin le iba a sentir otra vez dentro de mi. Mario me agarró por detrás y me la clavó de un certero golpe. Di mi primer grito, su polla me dilataba, me abria en dos, me la sacó y volvió a introducirla lentamente para a continuación bombearme con ritmo y a tocarme el clitoris. Mis tetas se movian adelante y atrás por la fuerza de sus empujones. Estaba tan mojada que sus pollazos sonaban PAF PAF PAF y notaba cómo sus gordas pelotas rebotaban sobre mi trasero. ¡Qué delicia, madre!. De repente me dió dos cachetes en el culo...

  • Anda puta, dime que quieres rabo, dilo o paro y te dejo a medias

No me esperaba este juego de dominación-sumisión, pero a estas alturas no quería que aquello se parase, asi que volví la cabeza y le miré con ojos encendidos de deseo

  • No pares cabrón, dame rabo, DAME RABOOO!.

Mis gemidos se estaban convirtiendo en gritos y notaba la proximidad del orgasmo.

  • ¿Has visto Juan? Ya te dije que a esta tia nos la ibamos a follar los dos. Toma puta, dijo dandome otro cachete, te la vamos a meter hasta por el culo.

Cuando dijo estas palabras me corrí como una bestia, con un temblor que me llegó hasta las uñas de los pies. Mario la sacó, me dio la vuelta y de una sacudida soltó un chorro que me embadurnó toda la cara y las tetas.

Me limpió con una toallita humeda mientras me daba besitos cariñosos.

-No te molestes por lo de puta -dijo- es solo por el morbo y la excitación.

-Claro que no tonto. En circunstancias normales no lo toleraría, pero hoy es especial, único e irrepetible.

Los dos se quedaron tirados en el sofa y yo la verdad es que me entraron muchas de hacer cosas asi que me levanté y fui para la cocina. Allí me puse un delantal que me tapaba solo por delante y me puse los zapatos de tacón. Con estas pintas les puse lleve un cubata y unas almendras. Cuando me vieron silbaron, le dejé la bebida y fui a por el cristasol y me puse a limpiar un poco la estancia porque se notaba que no lo habian hecho en 15 días por lo menos, cada vez que pasaba cerca de ellos me daban un cachetito y me decían lo buena que estaba.

Y allí estaba yo metida en un papel de sumisión light que no me disgustaba en absoluto. Los dos me hacian comentarios a cual más obsceno: "tengo ganas de metertela por el culo", "te vamos a follar los dos a la vez" "vas a saber lo que es bueno, te vas a ir con el coño escocido", al final de tanto provocarme me encontraba muy caliente y con ganas de experimentar nuevas sensaciones asi que les pregunté que si solo sabian hablar.

Se rieron y nos fuimos al dormitorio, Allí me tumbé y me abrí de piernas empezando a acariciarme mi conejito mientras les miraba con cara de vicio. Los chicos se pusieron a mi lado y comenzaron a lamerme por todo el cuerpo. Yo volvía a encontrarme en una nube y muy caliente. Les dije que se tumbasen y volví a chuparselas con ansia.

Finalmente me puse encima de Mario y comencé a cabalgarlo con furia hasta que me sujetó y me hizo poner mi mejilla sobre su pecho. En esta posición me separó con sus manos mis nalgas y le dijo a Juan:

Clávasela en el culo a esta zorra. Coge vaselina y dale caña, colega

Es la posición en que me encontraba me sentia abierta, esperando la embestida. Temblaba con una mezcla de emoción, excitación y miedo por el posible dolor. Afortunadamente la polla de Juan era más pequeña. Si hubiesen cambiado de posición, creo que no hubiese podido resistirlo, pues con el coño lleno del pollón de Mario ya me sentia llena. Extendió una generosa capa de lubricante y me metió un dedo, luego otro y finalmente sentí el glande de Juan abrirse camino a través de mi ano. Aquello fue demasiado. Por primera vez experimentaba un sándwich, me quedé muy quieta hasta que nos acoplamos y los chicos comenzaron a moverse acompasadamente. Creo que mis gemidos debieron oirlo en todo el bloque porque fueron una cadena de orgasmos los que sucedieron. Perdí la cuenta, sólo recuerdo que al final el semen me resbalaba por todos mis agujeritos y que como bien dijo Mario, acabé aquella tarde con el coño escocido pero feliz.