Le llevé desde un bar a visitarme en la carcel
Como una chica conoce a un chico en un bar y los años posteriores juntos
Aquella noche había salido con un grupo de amigas del trabajo, llevábamos ya un par de bares cuando entramos en Bamboo que como siempre estaba a reventar. Mi amiga Mercedes después de unas copas se puso a hablar con un chico y poco a poco nuestro grupo se fue uniendo al del chico. La verdad es que entre las copas y lo divertidos que eran la noche fue pasando rápido. Pasaron las horas y poco a poco la gente se fue despidiendo o simplemente yéndose acaramelados del brazo de unos y unas. Como por selección natural me vi sentada en una banqueta enfrente de Rober, un monumento de chico. La verdad es que habíamos hablado bastante y era realmente simpático además de tener un polvazo.
Me quedé de piedra cuando Rober me propuso irnos a echar un polvo. Yo que a mis 30 años tenía menos experiencia sexual que mi sobrina de 18, de repente me veía con una propuesta tan fría delante. Vamos a follar. Sopesé la propuesta durante unos segundos y pensando que un día es un día le bese acarameladamente. Estaba en realidad en shock, las cuatro veces que anteriormente lo había hecho siempre había habido un galanteo, unas atenciones, una duda, un dar un paso. Este guapito de cara simplemente me lo soltó a bocajarro.
Le llevé a mi casa que quedaba a un par de manzanas. La casa no estaba como para invitar a nadie pero el alcohol a una le hace ser una inconsciente.
Entramos en casa y después de unas pequeñas explicaciones de por que me encontraba así, de que si llevaba de obras en casa todo el mes y que si en tres semanas acababan, que si me iba 15 días a Cádiz que si… Rober empezó a desnudarme. Al principio me daba un poco de palo, se de sobra que no soy mona, no tengo un cuerpazo y ni siquiera unas tetas grandes que pudiesen sustituir todo lo que me falta.
Estaba realmente mojada cuando Rober se tumbó en mi cama y acercando mi cuerpo sobre el suyo hice que me la metiese de un tirón. Ni me acuerdo cuando fue la ultima vez que me follé a un tío por lo que tenía el coño estrecho como el de una niña de 12 años. Me reventó por dentro soltando por mi parte un gritito de dolor. Me estaba matando por dentro y sus movimientos de cadera dentro de mi no aliviaban mi dolor. Pasaron muchos minutos antes de empezar a sentir un poco de placer.
Rober me folló esa noche en posturas que nunca me había ni imaginado. Me dio en todas las posturas, maneras y formas. Me hablaba al odio mientras su polla invadía mi intimidad y sus manos recorrían mi cuerpo. Después de horas de sexo sacó su polla de mi coño y agintándosela con el cuerpo en tensión me baño de caliente lefa. Nunca nadie se había masturbado delante mía, y menos corrido de arriba debajo de mi cuerpo a modo de surtidor de gasolina.
Rober se quedó dormido en mis brazos, el cabrón roncaba, pero para mi era toda una experiencia que alguien se quedase a dormir conmigo.
Me levanté sin hacer ruido, me encontraba pegajosa por el sudor de la noche y la lefa seca sobre mi cuerpo. Me puse un bikini y salí al balcón a pasarme un agua. Me sorprendió verle mirándome desnudo cuando salí totalmente empapada de la terraza.
Intercambiamos un par de la palabras ya ante mi sorpresa metió la mano en mi braga y pasó el dedo por toda mi raja.
Nunca me había comido el coño y Rober lo hizo esa mañana. Nunca, pero nunca en mi vida había disfrutado tanto del sexo como esa mañana. Rober sencillamente jugueteaba con mi sexo con su lengua llevándome al paraíso. Me montó cuando yo creía que no podía recibir más placer y volvió a acabar sobre mi cuerpo La verdad es que estaba buenísimo.
Rober me dejó su teléfono cuando se despidió. Como decía no era yo muy de follar, y esa mañana me quedé muy sola en casa pensando si había hecho mal o había hecho bien.
Después de una semana viviendo entre los escombros de la obra de reforma de mi casa el viernes a las seis, cogí el tren con rumbo a Cádiz a pasar 15 días con mi hermana. Afortunadamente a mi vuelta mi casa estaría acabada y lista para ser vivida.
No habían pasado ni tres horas de viaje cuando un sms entró en mi móvil. Era Rober que me invitaba a cenar esa noche, he de confesar que me jodió de lo lindo no poder decir que si, pero estaba ya lejos de Madrid.
Las vacaciones fueron maravillosas, estaba claro que yo estaba desatada y ante el asombro de mi hermana hice topless por primera vez en mi vida. Salimos mucho, bebimos mucho, e incluso no puse mala cara cuando una noche mi hermana me dijo que se iba a dar una vuelta con un chico que acaba de conocer. El amigo del amigo de mi hermana me entró a mi también pero prefería irme al hotel y masturbarme pensando en Rober y su cuerpo.
Aquella noche y estando sola en el hotel recorrí mi cuerpo con mis dedos llegando a un tremendo orgasmo. No pude contenerme y aun siendo las seis de la mañana escribir un sms a Rober. Llevaba desde el segundo día escribiéndole sobre vanidades, pero esa noche le escribí un “esta noche me he acordado de ti” y me quedé dormida.
La noticia del constructor me dejó bien jodida. El mamón me había llamado para indicarme que la obra acabaría una semana más tarde que lo esperado. Estaba bien jodida pues debía de buscar un hotel donde hospedarme en mi primera semana de vuelta en Madrid.
Mientras buscaba algo barato, le comenté a Rober mi problema y ante su sorpresa me invito a quedarme en su casa. Al principio lo rechacé, pero ante su insistencia finalmente acepté.
Estaba realmente inquieta en el viaje de vuelta, Rober iba a recogerme y todo. Mi hermana que se iba directamente a su casa desde la estación ya que vivía en otra ciudad, la tía se hizo la loca y salió a ver como era el Don Juan que me recogía.
Rober estaba mucho más bueno de lo que recordaba. Guapo, simpático, un bombón. Ana, mi hermana me mandó un escueto sms “para comérselo”, yo sonreí.
La casa de Rober era muy coqueta. Me instalé y después de ducharme cuando salí de mi habitación ya tenía preparada la cena. Nos acostamos pronto. Yo no pude evitar masturbarme soñado que Rober entraba en mi habitación y me tomaba y hacia gozar. Esto no ocurrió y me quedé dormida con la respiración agitada y después de un agradable orgasmo.
Me levanté pronto, volví al trabajo. Trabajaba como directora de producto de una de las principales empresas de chips de Europa. Fue un día realmente duro ya que además del día a día tuve que recuperar mil y un marrones que se habían ido acumulando durante las ultimas dos semanas de ausencia.
Cunado volví a casa de Rober este me esperaba con la cena hecha. Nos bebimos una botella de vino y una copa antes de pasar al salón a ver un poco la tele. Yo le cogí el pie y empecé a masajeárselo. Me quedé de piedra cuando este metió su pie desnudo por la pernera de mi short y empezó a acariciar mi sexo con el dedo gordo de su pie. La verdad es que no me lo esperaba y he de confesar que fue una sorpresa muy agradable. Estaba literalmente masturbándome con el pie y aunque al principio me dio mucho corte no pasaron ni dos minutos cuando ya echaba mi cabeza para atrás y disfrutaba del buen hacer del chico.
Rober tiró de mi brazo y me tumbo sobre él. Apartó mi ropa y me la metió poco a poco. Esa noche me jodió con dureza, no recuerdo la hora en la que acabamos, pero me quedé dormida entre sus brazos bañada en semen.
Nos pasamos 15 días de ensueño. Dormí con él todas las noches después de una siempre agradable cena por ahí o en su casa y una larga sesión de sexo. Los dos fines de semana fueron un no parar de follar. Nos sinceramos el uno con el otro. Yo le conté mi vida. Ni corta experiencia sexual, mi trabajo, mis amigos, mi familia y todo lo que se pudo ocurrir.
Me fui de su casa con el alma rota una vez acabada mi casa.
Rober iba y venia. La verdad es que durante años estuvimos muy unidos. Cenábamos muy a menudo, follábamos igual de a menudo. Viajábamos juntos, íbamos al cine y por épocas hacíamos vida casi de pareja.
Yo sabía que había otras tías en su vida, incluso me enteraba cuando tenia novias, novias que duraban un suspiro por lo que simplemente esperaba su llamada una vez libre. He de confesar que en más de una ocasión nos fuimos a la cama yo sabiendo que tenía novia, pero a veces es mejor no preguntar.
Rober me gustaba muchísimo, me atraía todo de él. Un figura en la cama, un líder fuera de ella, un tío gracioso y de muy buen ver. En más de una ocasión le propuse oficializar aquello pero el tío siempre contestaba que no quería novias.
Un día después de un gran polvo y aun jadeante me confeso que una de las cosas que menos le atraía de mi era mi falta de vida pasada. Cuatro polvos rápidos pero aparte de con él no había vivido. Después de discutirlo me propuso que si me follaba a diez tíos él lo intentaría conmigo. Lo que hace el alcohol pensé.
El tío se quedó de piedra cuando se enteró que me estaba follando a otro tío y que no podía quedar con él. No me recriminó nada, pero se lo vi en la cara.
Desde ese momento y durante muchos meses empecé a meter en mi cama gente que iba conociendo y que en otros tiempos ni me hubiese insinuado ni me hubiese dejado engatusar.
Disfrutaba del sexo y viendo los parados que algunos eran en la cama empecé a llevar la voz cantante en mi polvos. Rober había sido un buen maestro, pero yo mejor alumna
He de reconocer que follarme al primero por despecho me costó un poco, pero la segunda vez que me folló disfrute bastante y aunque mi cuerpo y mente eran para Rober. Me había costado mucho irme follando uno a otro a los hombres que habían pasado entre mis piernas, pero realmente Rober se follaba a otras y ¿por qué iba a ser yo menos?
Disfrutaba siendo montada por tíos, me gustaba como sus manos pasaban por mi cuerpo, como sus lenguas recorrían mi coño y pezones y como cuan poderosa ninfa les hacia correrse presas del placer que mi bien entrenado coño les proporcionaba.
Me indigno que este cabrón no cumpliese con su palabra y estando casi a punto de follarme al decimo tío el desgraciado se hubiese echado novia y estaba rompiendo nuestro pacto.
Como decía estaba que mordía y en un viaje de la alta dirección de mi empresa nuestro presidente Blas me hizo un caso especial. Después de una larga jornada de reuniones y una cena un poco formal de más, alguno nos pasamos por el bar de hotel a tomarnos una copa. Yo me hubiese ido a la cama pero Blas me insistió que me quedase. Era un hombre culto, amable, elegante y de muy buen ver para su edad, además del que mandaba allí.
No tuvo que insinuarse mucho para que le escribiese en una servilleta “452” antes de despedirme de mis compañeros y subir a mi habitación.
Blas llegó a mi habitación 10 minutos después. Directamente se lanzó sobre mi, me subió la falda y con su mano invadió mi peludo chichi. El hombre desde luego sabia como masturbar a una mujer y sin siquiera darme tiempo a disfrutarlo me tiro sobre la cama, levantó mi falda, me bajo las bragas y se abalanzó con su boca a mi coño. Me lamió durante muchos minutos hasta que ruidosamente me corrí en su boca. No tuvo que esperar mucho para levantarse y meterme su dura polla en mi rojo coño. Me impactó en ver que tenía todo el pelo del pubis blanco, nunca antes había visto algo así. Me folló con ganas, no me podía imaginar yo que un hombre de esa edad podría tener esa virilidad. Me pellizcaba mis pequeños y rosados pezones, me hacía cambiar de postura, me flotaba el clítoris hasta que ambos nos corrimos casi a la vez.
Blas volvió a visitar mi habitación la noche siguiente y volvió a darme un espectáculo de sexo. No es que follase mejor que Rober, ni mucho menos, pero sabia lo que hacía y como dar placer a una mujer, algo que yo apreciaba en un hombre.
Volvimos a Madrid y la verdad esperaba que la aventura con Blas, mi noveno amante, se hubiese acabado en ese hotel, pero ante mi sorpresa me invitó a cenar ya la primera noche y de nuevo volvimos a disfrutar de nuestros cuerpos esta vez ya en mi casa.
Rober no me llamaba mucho en aquella época, a lo mejor algún whatsapp perdido pero estaba claro que la zorra con la que salía le tenía atado en corto. La falta de Rober hizo que mi relación con Blas se fuera instutionalizando y rara era la noche o incluso mediodía en el que no acabábamos en mi casa o un hotel siendo penetrada por mi jefe.
Un día el whatsappa de Rober fue más cariñoso de lo normal, deseaba verme y yo sinceramente a él. Me senté a la mesa del restaurante sin saber si iba a aguantar o no. Me contó su vida, se quejó de su novia, me hizo mil y un halagos y cuando después de cenar y tomando una copa en Bamboo me propuso ir a mi casa le solté lo de Blas. Por su cara no se lo tomo mal, no es que le emocionase no acabar la noche con el rabo húmedo, pero no insistió mucho ante mi decepción. En tono paternalista me aconsejó no follar con un hombre casado y menos siendo este mi jefe, pero personalmente Blas me daba lo que él no me aportaba y nunca me iba a aportar. Dedicación exclusiva.
Pasó más de un año en el que por todos los medios Rober intentaba llevarme a la cama, cenas, copas incluso alguna propuesta de viaje, pero no quería liar más mi vida. Sabía que cada vez que Rober abandonaba mi cama sabía que no iba a volver a saber nada de él por un tiempo y eso me mataba.
Mi excusa generalmente era que ya me habían follado el día antes o me reservaba para día después aunque en general Blas me follaba cada día. Un día cuando me despidió en la puerta de casa y me propuso subir, le confesé que Blas me esperaba arriba y que difícilmente aceptaría compañía aparte de la suya. Esa noche el cuerpo de Rober no desaparecía de mi cuerpo mientras Blas me penetraba hasta el orgasmo.
Se produjo una pequeña tempestad en la empresa cuando la mujer de Blas entró en las oficinas al grito de donde esta esa puta, mis compañeros me arroparon ante ella y me llevaron a un despacho hasta que la bruja se fue. Aquella noche Blas de mudó a mi casa ante el disgusto de mis amigos, familia y probablemente Fran.
Sabía que lo de Rober era historia por lo que seis meses después y con Blas ya divorciado acepte su propuesta de matrimonio y en un pequeño juzgado de la sierra madrileña y sin grandes fastos nos convertimos en marido y mujer.
El viaje de novios fue espectacular, todo en primera clase, Hoteles, aviones, limosinas aquello fue a todo trapo. Es increíble lo que el dinero puede comprar sobre todo si una nunca lo ha tenido.
Al la vuelta en Madrid nos dedicamos durante 2 semanas a ver chalets en Puerta de Hierro hasta que dimos con la casa adecuada. 600 metros de planta y 6000 de jardín. ¿Dónde quedaba mi piso de 70 metros cuadrados?. Blas pagó a tocateja y en unas semanas después de unas reformas no mudamos.
Llevábamos una vida a tope, el sexo con él seguía siendo magnifico, desde luego no como el de Rober, pero para un hombre de 68 años Blas lo daba todo. La verdad es que no entendía de donde coño salía todo ese dinero. La casa, los viajes, los coches, mi visa inacabable. El sueldo de Blas no daba para tanto, de acuerdo que era el presidente de una empresa de éxito, pero eso nos justificaba nuestros viajes en jet privado, nuestras suites en los mejores hoteles y las propinas de 100 euros que repartía como si no hubiera un mañana.
Un día pude ver como mi marido copiaba unos archivos de mi portátil de la oficina a un pen drive, me extraño mucho y le pregunté por que lo hacia. En principio y aunque él era el presidente era documentación confidencial y altamente sensible. Chips validos para la industria armamentística, solo vendibles por ley a países de la OCDE y no a todos. Al principio Blas se sintió apurado pero después de declárame su amor incondicional me confeso que llevaba años vendiendo nuestros prototipos al gobierno chino.
Pasé esa noche en la habitación de invitados entre lagrimas, pero un desayuno en la cama y un buen polvo me hicieron entender que todo aquello que teníamos era producto de la ventas privadas de Blas.
Los siguientes fueron años vertiginosos. No solo vivíamos a todo tren sino que además yo ayudaba a Blas a conseguir diseños no solo que pasaban por mis manos sino que tenían otros jefes de producto. Entendía que aquello era por nuestro bienestar y en el fondo tenia que agradecerle que lo hiciese por mi.
Nos compramos casas en Honduras, Miami, Ginebra y una hacienda en Argentina, el dinero no era un problema.
Blas tuvo una crisis coronaria un día cenando en diverXo, restaurante en el que éramos habituales. La cosa no era grave, pero le aconsejaron no tener emociones fuertes y sobre todo dejar de tomar viagra. En cosa de 2 meses lo que era una vida sexual a tope pasó a ser una muy miserable vida llena de alguna paja en común y alguna puntual comida de coño o polla. Al principio no lo eche de menos preocupada sobre todo por su salud, pero con el paso del tiempo recordaba mis grandes sesiones de sexo con Rober por lo que acabe escribiéndole.
Rober seguía igual, casado con la zorra que me lo había quitado, pero igual de sensual, igual de guapo e igual de simpático. Al principio era solo whatsapps pero con el paso del tiempo empezamos a vernos.
Un día comiendo le comenté que el inquilino de mi vieja casa se me iba. La verdad es que estuve tentada de dejarla vacía, pero me daba pena. Me fastidiaba que tener que preocuparme de buscar nuevo inquilino, asegurarse que me pagase, atender sus demandas por cosas que se rompían, etc, pero no me había vuelto tan pija como para no hacer ese mínimo esfuerzo.
- Rober, se me ha ido el inquilino.
- ¿qué inquilino?
- El de mi piso de soltera.
- Que putada.
- Acompáñame a ver como me lo ha dejado, aun no lo he visto – rápidamente dije que si pues me apetecía ver aquel piso donde todo empezó – nunca se sabe como dejan los pisos los inquilinos, le puntualicé.
Fue entrar en la casa y acabar en la cama. Los dos nos deseábamos y estando en igualdad de condiciones por primera vez desde que nos conocimos y follamos con bestias sobre ese colchón desnudo. Me dio por todos lados hasta que ambos nos corrimos a la vez. Deseaba a ese hombre, deseaba su cuerpo, deseaba volver a sentirme mujer, deseaba ser amada, deseaba ser follada. Volver a sentir su polla en mi boca, sus cojones en mis manos, su cara entre mis piernas, sus dedos en mi clítoris, su polla en mi coño y si manos en mis pechos era una recompensa que creía haberme ganado
Desde ese día nos convertimos en amantes, al principio usamos mi piso de soltera pero una vez alquilado y después de haber tirado de hoteles decidimos que era muy arriesgado. Tanto Aurora como Blas viajaban mucho. Yo hacia tiempo que había dejado de hacerlo, es lo que tiene ser la mujer del presidente. Decidimos solo vernos cuando nuestros respectivos estuviesen de viaje y podía ser perfectamente en mi casa.
Los encuentro se espaciaban en el tiempo, pero eso nos daba pie a planificarlos y calentarnos de lo lindo.
Volvimos a recuperar el uso de juguetes, personalmente me dolía que fuesen de un solo uno pues nos deshacíamos de ellos una vez usados pues ni el podía tenerlos en casa ni yo en la mía. Amaba ser empalada por una de esas pollas de gomas mientras Rober manejaba la intensidad a su antojo, o incluso disfrutaba recibiendo descargas de placer con las pastillas vaginales que me metía durante nuestra cenas y que él manejaba con el mando a distancia a su antojo
Rober era el hombre de mi vida, evidentemente yo tenia algún que otro escarceo fuera de Rober y Blas, pero poca cosa, siempre me consideré mujer de un solo hombre y aunque había abierto mi mente a nivel sexo, solo me iba a la cama con un tercero si estaba realmente cerda y necesitaba apagar mi fuego con una buena manguera. Por un momento estuve a punto de tener un segundo amante, pero decidí que fuera de binomio que marcaban mi marido y mi amante mi polvos extras debían de ser con desconocidos.
A Rober le di mi culo una noche de otoño y desde entonces me arrepentí de no haberlo usado más por que los orgasmos por ahí eran de campeonato. Desde luego que lo largo de los años Rober me había metido uno, dos e incluso tres dedos mientras me follaba o me torturaba con un vibrador, pero a pesar el tremendo dolor inicial, tener una polla dentro es algo totalmente distinto y mucho más placentero
Blas tenía que visitar Paris, comprobé con Rober y esos mismos días la bruja tenia que ir a nosedonde a noseque. Quedamos en vernos.
Nos fuimos calentando uno al otro con whatsapps subidos de tono. Yo le decía lo que quería que me hiciese y lo que le iba a hacer, él me llamaba perra y me decía que miedo es lo que debía de tener.
Salí temprano del trabajo con la excusa de acompañar a Blas hasta el aeropuerto, una vez pasó el control volví al coche y circunvalé Madrid por la M40 hasta llegar a mi casa. Me duche, me puse un precios conjunto de la perla. Cuando me llamó para decirme que estaba en la puerta me puse una bata de andar por casa, bajé, le abrí el portalón y le hice meter el coche en la cochera junto a los juguetes de Blas.
Le besé con pasión, Rober seguía poniéndome como el primer dia, bruta.
Le hice subir hasta mi habitación y sin importarme la alfombra que tenía bajo mis pies, cogí una botella de Champan y empecé a vertérmela por mi cuerpo mientras Rober miraba extasiado mi cuerpo. Mis pequeños pechos poco a poco se fueron marcando en el picardías de raso que había descubierto debajo de la bata que me acababa de quitar y tirar al suelo. Poco a poco y mientras mis pezones eran más que evidentes bajo la tela, mi negro bello púbico empezó a marcarse en mi entrepierna, Rober babeaba. No me pudo resistir, me puso la mano en mi mojado coño y dándome la vuelta contra la pared empezó a mordisquearme la oreja mientras sus manos frotaba mis pechos por encima del picardías y mi coño levantándolo.
Poco a poco fui acelerando mi respiración y como si fuese un baile ensayado me llevó a la cama, me puso a cuatro patas, abrí mis piernas y poco a poco empezó a lamerle el coño y culo hasta que me tuvo totalmente mojada y dilatada. Sin cambiarme de posición, cogió sus muñecas y las esposó a mi espalda, la larga cadena con las esposas para los tobillos caían por mi espalda provocándome escalofríos. Cogió su polla con la mano derecha y sin necesidad de humedecer mi ano poco a poco empezó a metérmela. Yo reaccionaba a la penetración con gritos que de no ser aquello un chalet hubiese alguien llamado a la policía.
Me corrí por el culo, me dio la vuelta y aplico el cierre de las esposas a mis tobillos quedándome de rodillas ante él totalmente entregada.
- las pinzas.
No dije más, él no lo necesitaba. Saco de la bolsa del sexshop las pinzas recién compradas y me los cerró con fuerza en mis pequeños y sensibles pezones que cada vez estaban más duros. Eché la cabeza la atrás. Bordeó la cama, me abrió las nalgas y a pesar de la incomoda postura me metió en mi abierto culo en super plug recién adquirido. Me cambio la cara por el dolor y la lujuria. Me agarró por el pelo y bruscamente como a ambos nos gustaba, de un golpe de cadera me metió su polla en mi boca. Me salían lagrimas de los ojos mientras él se afanaba en meterla salvajemente. No quería correrse por lo que saco su polla de mi boca y empujándome hacia detrás me metió la polla en mi peludo coño. Mis ojos se pusieron en blanco y abrió la boca, ni siquiera pude gemir mientras me follaba al borde de la cama.
- Me están matando las muñecas y los tobillos, pero sigue cabrón – pude decirle.
Jodiamos entre gritos. Llevábamos mucho tiempo sin follar y los dos deseábamos aquello.
Algo debía de pasar en la calle por que la habitación se llenaba de luces azules y rojas, algo debía de pasar con bomberos o policía fuera de casa. Nosotros seguíamos a los nuestro dándole cada vez más duro buscando el clímax.
Se corrió como un poseso regando mi cuerpo de espesa lefa. No estaba nada mal para dos cuarentones. Yo había tenido orgasmo tras orgasmos y él se había corrido en mi sin necesidad de químicos. Estábamos aun jadeando cuando la puerta sonó abajo.
- ¿Quién coño puede ser?
- Ni idea, suéltame y bajo a ver. A lo mejor ha pasado algo y necesitan cualquier cosa. Mira la de luces que hay en la calle.
- Ni de coña, quédate como estas. Bajo, finiquito lo que sea y vuelvo a por ti. Me gustas como estas.
- Y a mi me gusta gustarte.
Rober salió del cuarto muy gracioso con una toalla a la cintura por la que se le veía medio culo. Yo estaba destrozada, con el plug aun metido en el culo y de rodillas con mis manos y pies esposados entre si y cubierta de lefa.
Ya había pasado más de 5 minutos cuando ante mi extrañeza oí a gente subir a la carrera por la escalera, evidentemente no era Rober o no estaba solo. Sentí pánico, vergüenza, miedo y de no estar atada me hubiese metido debajo de la cama. Dos hombres aparecieron en le umbral de la puerta. Se quedaron parados al verme de esa guisa, detrás de ellos llegó Rober, que fue apartado por un tercer hombre. Después de unos momentos de incomodo silencio el primer hombre habló.
- Silvia Bermúdez, queda usted detenida acusada de robo industrial, espionaje industrial y ayudar a una potencia extranjera – me hubiese cagado literalmente de no tener el plug invadiendo mi culo.
El hombre se acercó, pidió las lleves de las esposas a Rober, aunque finalmente las recogió del suelo y mientras me quitaba las del sexshop me puso las suyas a la espalda, quito los grilletes de mis piernas dejándome tumbada desnuda sobre la cama mirando hacia el colchón.
Hicieron sentar a Rober. Habían pasado más de cinco minutos cuando un agente se dio cuenta que de mi culo salía un artefacto rosa, lo miraron con cara divertida y después de pedir unos guates de látex sin ningún cuidado me lo quitaron y lo metieron en una bolsa de pruebas. Después de empezar a revolver la habitación hicieron vestirse a Rober y lo expulsaron del cuarto.
La revisión de la casa duro más de dos horas. Solo cuando el juez y la secretaria del juzgado, y por indicaciones de ella llegaron, me pusieron una manta sobre mi cuerpo. Cada poco tiempo levantaba la cabeza para ver que pasaban, pero un agente me la bajaba en todo momento.
Me vistieron con un pantalón de chándal de Blas y me cubriendo con una manta. Fui sacada de mi casa casi desnuda de cintura para arriba ante la expectación de mis vecinos que miraban todo aquello alucinando.
Fui conducida a comisaria donde tomaron mis huellas y me arrojaron a una celda. Pasaron más de 12 horas hasta que pude ver a mi abogado. Me comentó que Blas había sido detenido en Paris, la habían pillado con las manos en la masa pasándole unos prototipos a unos diplomáticos chinos. Si no se negaba le extraditarían en una semana.
El juez decreto prisión sin fianza para mi, haciendo lo propio con Blas la semana siguiente una vez llegado a España.
Rogué a mi abogado que pidiese a Rober que me visitase ,pero según las reglas al no ser familiar no le fue permitido. Me enteré por él, que su mujer se había enterado de todo y le había abandonado un par de días después de mi detención.
Paso casi año antes del juicio. Durante las largas sesiones del mismo intenté mantenerme digna y desafiante, pero las pruebas era abrumadoras y a pesar que Blas intentó cargar con todas las culpas, las grabaciones en poder de las autoridades decían lo contrario.
Blas falleció en prisión, su corazón no aguantó la presión por lo que de la noche a la mañana acabé siendo viuda, una viuda con muchos problemas. Su entierro fue un espectáculo, había más periodistas que famliares, y en contra de la opinión de mi abogado acudí a desearle que la tierra le fuese leve, aunque hube de hacerlo esposada y escoltada por dos policías.
El día de la lectura de la sentencia le pedí a mi abogado mis mejores galas. Me acicalé todo lo que pude, en incluso una dominicana compañera de celda me peinó que ni salida de peluquería.
Entré altiva en el juzgado. Allí estaba Rober en primera fila. Le sonreí. El mundo se me cayo encima cuando el juez leyó la condena de 20 años, intenté protestar aunque mi abogado me paró. Fue indignante ser sacada del juzgado esposada a empujones y con la manga de mi vestido de Gucci rasgada. El policía que me puso los grilletes se ve que no era muy hábil o le importaba un pimiento que a una traidora a España como yo se le rompiese o no el vestido de 2000 euros que llevaba.
Rober se movió lo que pudo para poder venir a verme a Soto del Real. Un amigo juez le dijo que la única manera posible era casarse conmigo convirtiéndose de aquella manera en familiar en primer grado. Otra era hacerse abogado pero eso no le llevaría unos meses sino años.
El día de autos una carcelera me dio la ropa de la ceremonia que mi abogado había hecho llegar. Desde la dirección de la cárcel había orden de que las cosas no fueran fáciles para mi, por lo que la funcionaria me puso unas esposas que iban desde mis muñecas a mis tobillos, algo no usual en este tipo de eventos.
Anduve como pude hasta la sala de ceremonias pasando una y otra puerta de seguridad. Ni una sonrisa, ni un buen deseo, ni una muestra de empatía a pesar de todos los que me cruzaba sabían que me dirigía a casarme.
Rober estaba guapísimo con su traje a pesar de lo poco que le gustaban. Cuando fui liberada de mis ataduras mi chico me abrazó. La ceremonia fue muy corta, simplemente leyeron tres artículos del código civil, nos hicieron firmar y ya estábamos casados. Nadie nos dio la enhorabuena, no hubo arroz, pétalos o banquete, simplemente estábamos casados
Aunque no lo sabía Rober, por ley tenía derecho a dos horas de bis a bis con mi recién estrenado marido. Nos hicieron entrar en una habitación con un solitario catre y una bombilla desnuda en el techo.
Nos abrazamos, nos besamos y lentamente empecé a quitarle la corbata, la chaqueta, la camisa que iba dejando caer al suelo. Bajando hacia sus pantalones libere su polla y me la metí en la boca. Llevaba más de un año sin el sabor de una minga en mi boca y estaba ansiosa. Chupe y chupe hasta que casi Rober se corre en mi boca. Fue él quien me paró y desnudándome me postró en la cama para follarme duramente no pudiendo aguantar su corrida más de 5 minutos. Tenia el coño desacostumbrado y esa penetración me recordó a polvos de hacia muchos años.
A partir de ese momento empezamos a vernos cada dos semanas, siempre a follar como locos. Tuviese yo la regla o no, estuviese el cansado o no. Jodiamos como conejos hasta el momento que nos avisaban quedaban 5 minutos antes de que el funcionario entrase. Con el pasó del tiempo yo le esperaba a cuatro patas desnuda sobre el jergón, de manera que él entraba en la habitación sacando su polla y sin miramientos me enculaba mientras con su cinturón me ataba las manos a la espalda. Me encantaba sentirme dominada por él y a él dominarme.
Se que Rober tiene su vida fuera de estos cuatro muros. Ni estoy en posición ni realmente quiero pedirle exclusividad, yo por mi parte tengo mis cositas con una chica rusa muy mona que tengo en la celda y no me puedo quejar. Rober vive como un Dios gracias a un numero de cuenta de un banco suizo que le di y viene a verme cada 15 días para darme lo mío. A pesar de todo viendo a Rober cada quince días, soy una persona feliz.
No se que haremos en el futuro, pero creo que seremos demasiado viejos para separarnos cuando yo salga.