Le escondieron su bikini en la arena

Una visita a una playa nudista desata la imaginación.

La chica a la que le escondieron su bikini en la arena

Ese día transcurría como cualquier día soleado en la playa nudista. Una alfombra de cuerpos desnudos se dibujaba en la arena y mis ojos inquietos recorrían las formas manifiestas. Esperaba encontrar algo fuera de lo cotidiano para estimular la imaginación pues después de ver varios cuerpos en su estado natural ya poco queda para darle oportunidad a la mente de crear fantasías.

En situaciones como estas, llaman más la atención aquellas personas que recién llegan a la playa aún vestidas. Verlas desvestirse y anticipar las formas que la ropa cubre es toda una experiencia de sensaciones placenteras. Es muy excitante ver el traje de baño que se desliza perezoso desde las caderas hasta el suelo y ver surgir los senos redondos, las nalgas tersas o los triángulos descendentes a veces talados como un bosque u oscurecidos por una maraña de vellos que se revuelven dormilones cubriendo el misterio de un clítoris oculto o unos labios de alborozo.

Estaba yo contemplando los cuerpos que surgían del desprendimiento de ropas cuando llegaron tres mujeres acompañadas de un hombre. Una mujer era de unos cuarenta años aproximadamente y las otras dos mujeres eran jóvenes de 18 ó 20 años. El varón era de unos treinta años. La mujer de 40 se sentó en la arena pero en todo el tiempo que estuvieron nunca se desnudó. La más joven de las otras dos mujeres llevaba un bikini que le sentaba muy bien haciéndole resaltar las redondas formas del pecho juvenil y unas nalgas en su justa medida y proporciones. La otra joven fue la única que quiso sentir el abrazo del sol cubriendo cada centímetro de su piel. Sin pensarlo dos veces se desprendió completamente de su bikini.

Su cuerpo blanco se presentaba ante mí como un tributo a la vista. Sus senos eran pequeños y los pezones que los adornaban me lanzaban sus rosadas y puntiagudas miradas. Verla correr desnuda hacia el agua ofreciéndome su espalda que terminaba en la redondez de sus caderas y sus nalgas fue todo un espectáculo digno de recordarse.

Antes de meterse al mar se inclinó para tocar el agua y al hacerlo pude ver sus labios ocultos y no sé si fue el murmullo de las olas o la excitación de ese momento que casi puedo asegurar que de esos labios carnudos coronados con un clítoris abultado y cubiertos de un vello suave pude escuchar una voz con un tono orgásmico que me decía: "llevo dentro una profundidad ardiendo y puedo abrirme para recibir dentro de mí lo que quieras darme".

Obviamente mis oídos no escucharon esta voz pero mi pene sí y cuando menos lo esperaba lo tenía apuntando hacia las nubes y si hubiera sido elástico seguramente hubiera corrido para penetrar esa caverna oscura que se mostraba insinuante en la distancia.

Verla en el agua fue toda una delicia también. Las ondas del mar se convirtieron en mis aliadas para producir un vaivén que hacía que sus senos se mecieran en un bamboleo insinuante, como si se preparara una ofrenda redonda para mis ansias. Me imaginé corriendo hacia ella y en un vuelo redondo empecé a recorrer con mis manos sus senos deliciosos y aprisioné con mi lengua sus pezones, chupándolos una y otra vez y sintiendo su dureza anidando en mis labios.

Me abracé a ella y sentí su espalda húmeda en mi pecho mientras que mi pene hurgaba la caliente entrada de su universo femenino. Otras veces mi pene endurecido abarcaba entera la división de sus nalgas e iba y venía en el juego de las nalgas y la cueva. Un juego muy placentero para un pene inquieto como el mío. Mientras tanto, su voz y sus gemidos me envolvían tanto que nació en mi alma cantora un poema dedicado a este momento y se lo musité al oído:

"Enamórame con tu canto apasionado,

y sumérgeme en el mar de tus caricias

para convertirme así en el amante

que anhelante está de tus misterios.

Quiero envolverme en tus senos marinos

y probar la profundidad de tu sexo

al tiempo que mis manos envuelven

tu espalda hasta tus piernas y tus nalgas.

Quiero habitar la profundidad

incansable de tu vientre húmedo

con el mástil de mi sexo que

ansioso te busca y te desea.

Circundados con las olas intensas

de este mar que nos envuelve.

no sabré si es el orgasmo

lo que mi cuerpo ahora siente,

o es el movimiento incansable

de un mar agitado y celoso

que se inquieta al vernos

enlazando nuestros cuerpos.

No quiero ser el Ulises griego,

quien cubriera sus sentidos

para escapar del hechizo

musical de las sirenas.

Quiero mis sentidos abiertos,

para apreciar así el encanto

que prodiga tu presencia

en el mar de las pasiones.

Quiero mis ojos abiertos

para mirar el contorno

de tus senos en flor

y el pezón que los adorna.

Quiero el tacto en mis dedos

para recorrer los misterios

de tu pubis floreciente

y el botón que lo corona.

Quiero el gusto en mis labios

y en mi lengua palpitante,

para envolverme en los tuyos

y disfrutar de tu sabor.

Quiero mis oídos abiertos

para envolverme en tus gemidos;

y en la inmensidad de un orgasmo,

ser uno contigo y para ti.

La humedad de un mar contigo

se me antoja irresistible.

"¡Sí, sí, sí!", decía ella, y su voz era un gemido cargado de expresiones orgásmicas que saturaban mis oídos…"sí, sí, sí"…..¡qué rico sonaba a mis oídos el eco de su voz! ….

"¡No, no, no!", le decía el hombre que las acompañaba, "no te voy a decir dónde está tu bikini". "Sí, sí, sí….dime donde está", le decía ella con un tono enardecido.

Es que tan envuelto estaba yo en mis propios pensamientos que en realidad nunca vi cuando ella salió del agua y cuando quiso vestirse se encontró con la sorpresa de que su bikini ya no estaba. Se lo habían escondido en la arena.

(© Todos los derechos de autor reservados. Si desean hacer comentarios a esta fantasía erótica pueden escribirme a phalorico@msn.com o a phalorico@yahoo.com )