Le doy por el culo a mi vecina para ayudarla (3)
Empiezo el chantaje a mi vecina, la cuál tendrá que pasar una serie de pruebas por ser tan puta...
Antes de leer este relato se recomienda leer antes la primera y segunda parte: Le doy por el culo a mi vecina para ayudarla y Le doy por el culo a mi vecina para ayudarla (2)
Me encontraba en mi trabajo un martes por la mañana, las imágenes del vídeo grabado con mi móvil venían una y otra vez a mi cabeza, por lo que no podía concentrarme en mis tareas.
Le había dado muchas vueltas a que hacer con aquel vídeo y ya tenía un plan trazado que iba a empezar a materializarse esa misma mañana. Me levante de mi sitio y me fui a desayunar, cuando acabe con mi necesario café y regrese a la oficina le escribí con el ordenador una nota a Susana que decía lo siguiente:
Para la morenaza más guapa y zorra del mundo.
Que adolescentes te follen el culo a conciencia me parece muy bien, lo que no me parece tan bien es que el resto de mortales no puedan disfrutar de tus atributos cada vez que les apetezca.
Envía un mensaje desde tu móvil a este número (618523695) e indica tu dirección.
Ya tendrás noticias mías.
Ya tenía el mensaje escrito, solo faltaba hacérselo llegar a Susana cuanto antes, pero debería hacerlo de una forma anónima, no quería que ella sospechara de mí.
La jornada de trabajo toco a su fin y me fui hasta mi barrio, allí me senté en un banco del parque que hay enfrente de mi bloque de pisos y me puse a esperar por si veía a mi vecina.
Ya llevaba un rato allí cuando por fin ella apareció saliendo del bloque y entrando en un supermercado que había en esa misma calle. Era la oportunidad perfecta para hacerle llegar la nota. Eche un vistazo alrededor mío encontrándome con un chaval que estaba jugando con la pelota, me acerque a él y le propuse que colase una nota en el bolso de la mujer que yo le dijese, pero que lo tenía que hacer de forma que no se diera cuenta y que entonces recibiría una buena recompensa.
El chaval al escuchar lo de la recompensa acepto al instante, los dos nos fuimos hacia el supermercado y yo desde fuera y a través de los cristales le indique cual era la víctima en cuestión. Yo estaba nervioso, una vez entregada la nota ya empezaría todo, desde fuera observaba como el chaval se acercaba a mi vecina sin llamar la atención, iba detrás de ella por todo el supermercado intentando buscar el momento para colarle la nota en el bolso.
En esos momentos, empecé a fijarme más en mi vecina, ya que estaba guapísima ese día con ese vestido rojo que dejaba a la vista la mitad de sus muslos y con sus zapatos negros de tacón alto. Esa no era forma de ir a comprar al supermercado, pero desde nuestro encuentro Susana se había vuelto más provocativa al vestir y en su forma de actuar.
El chaval no encontraba la manera de colar la nota y de vez en cuando echaba un vistazo al culo de mi vecina, el cual meneaba de forma cadenciosa al andar.
Yo ya empezaba a pensar que no sería capaz de hacerlo, mi vecina estaba en la caja para pagar y justo detrás estaba el chaval buscando el descuido de ella. En un momento dado la cajera le indico algo a mi vecina y ella empezó a buscar en su bolso sacando una especie de tarjeta que le entrego, pero en esa operación mi vecina dejo el bolso en la cinta de la caja donde se coloca la compra y se distrajo hablando con la cajera no se de que; aprovechando el chaval para, con mucho disimulo, colar la nota dentro del bolso.
No lo podía creer, el muchacho lo había conseguido, era fantástico mi plan empezaba a coger forma. Me senté de nuevo en el banco y cuando el chaval salió le di 20 euros por el trabajo bien hecho. Ya solo quedaba esperar para ver la contestación de mi vecina, que seguro encontraría la nota ese mismo día.
De noche en mi piso no dejaba de mirar mi móvil, estaba impaciente, cuando a eso de las once de la noche recibí un mensaje de un número que no conocía, ¿sería ella?. Con el corazón latiendo a mil me puse a leerlo:
No se quien coño eres, desgraciado, pero tu no conoces nada de mi vida y si sigues molestándome llamaré a la policía.
Era de esperar ese tipo de contestación, debía ser más persuasorio, por lo que le envíe un mensaje multimedia con un fragmento del vídeo que había grabado y con el siguiente texto:
Me gusta que seas una zorra orgullosa, pero si no quieres que se entere tu marido deberás hacer todo lo que yo te diga, así que déjate de tonterías y dime donde vives para poder empezar con el juego.
Ya recibirás instrucciones mías. Estate atenta.
Ante este mensaje mi vecina se derrumbaría y aceptaría mis exigencias. Además seguro que no tenía ni idea de quien le estaba haciendo esto, esa era una parte muy importante de mi plan, no debía sospechar que era alguien cercano a ella.
Pasaron un par de horas cuando oí de nuevo el zumbido del móvil, como un poseso lo agarre y lo leí:
Eres un enfermo retorcido, y no vas a conseguir lo que te propones. Voy a ir a la policía para que localice tu número de móvil y se te va a caer el pelo.
La verdad es que me sorprendió su respuesta, era una dura negociadora, pero llevaba las de perder y ella lo sabía. Así que con el siguiente mensaje decidí desmontar de una vez su farol:
Si en cinco minutos no recibo un mensaje tuyo en el que declaras tu sumisión ante mí y me dices donde vives, le enviaré el video a tu marido, padres, amigos, compañeros de trabajo…
Tengo mucho tiempo libre y dedicaré todos mis esfuerzos a ello. Conseguiré destrozarte la vida como sigas provocándome.
Con este mensaje di justo en el clavo ya que al poco tiempo me contesto ya sin tanta chulería:
Vivo en la calle Azorín nº 34 4ºB. ¿Que quieres de mí?
Había picado el anzuelo, ella sin saberlo acababa de meterse en la boca del lobo y ya no podría dar marcha atrás. Había vencido su resistencia y por lo difícil que me lo había puesto se lo iba a hacer pasar canutas nada más empezar.
Ahora solo me faltaba buscar a la persona que se aprovecharía de mi vecina en su primera prueba. Por remilgada le iba a buscar a algún cincuentón asqueroso para que así aprendiera que conmigo no se juega.
Al día siguiente por la tarde salí a la calle a buscar a mi candidato, me acerque a un parque que había a un par de manzanas de mi piso, y allí me senté en un banco en el que estaba un hombre ya mayor con semblante triste y apagado. Al rato de estar sentado leyendo mi libro observé que cada vez que pasaban mujeres guapas por delante nuestro lanzaba unas miradas deseosas a sus pechos, trasero, piernas….vaya que las desnudaba con la mirada.
Yo.- Hay que ver que buenas están las cabronas, además se visten de una manera que van provocando.
Vejete con suerte.- Ni que lo digas, quien pudiera hincarle el diente a alguna de éstas, pero uno ya a mi edad solo se puede conformar con mirar.
Yo.- Pues no te vayas a creer, que muchas mujeres se vuelven locas por los maduritos entrados en años, que les da mucho morbo follar con ellos.
Vejete con suerte.- Eso que dices no me lo creo yo, será una leyenda urbana, como tantas que circulan por ahí.
Yo.- Que va, te puedo hablar de un caso real, yo he oído hablar de una mujer de trenita y pocos que esta como un queso que le encanta hacer mamadas a señores mayores. Y no solo eso, es que además lo hace gratis, dicen que es una viciosa de las pollas, pero de las que ya tienen unos años.
Vejete con suerte.- No me creo que una tía buena le haga mamadas gratis a abueletes. Te estas quedando conmigo.
Yo.- Hombre yo no he ido a comprobarlo porque no doy el perfil, pero se de muy buenos amigos míos, más mayores, que han ido y les ha hecho una buena mamada. Tú podrías intentarlo.
Vejete con suerte.- No se que decirte, no me lo creo mucho, de todas maneras ¿como habría que hacerlo?.
Yo.- Por lo que me han dicho mis amigos debes presentarte en la calle Azorín nº 34 4ºB los viernes a las doce de la noche y tocar al timbre llevando una gorra roja puesta en la cabeza. De esta manera ella sabe a lo que vas y te hace una felación de campeonato.
Vejete con suerte.- Joder, todo esto suena a cachondeo, esto no pasa ni en las mejores películas porno. Ojala fuera verdad lo que cuentas.
Yo.- Mis amigos no me engañarían en esto, además tu que puedes probar no tienes nada que perder. Yo si tuviera tu edad lo intentaría sin dudarlo.
En esas me levanté, le di una pequeña palmadita en el hombro y me despedí de él, dejándolo con la duda reflejada en su cara.
Ya por la noche recibí otro mensaje de mi inquieta vecina, que decía:
No habrás enviado el vídeo a algún conocido mío, ya te he dado mi dirección, acabemos con esto cuanto antes.
Que ingenua si pensaba que esto iba a acabar pronto, no se hacía ni idea de lo que le esperaba, por lo que decidí hacerle un adelanto por medio del siguiente mensaje:
Me encanta saber que mi zorrita esta deseosa por empezar.
No te preocupes que si cumples tu parte nadie tiene porque enterarse de nada.
Para este viernes por la noche estate preparada porque seguramente empiece la función.
Ya recibirás instrucciones más detalladas.
Ya estaban puestas todas las cartas sobre la mesa para propiciar el primer encuentro de mi vecina. Todo dependía de la desesperación y el deseo de aquel viejo del parque. Si él se decidía a dar el paso, iba a recibir una mamada de campeonato de mi guapa vecina.
Yo por mi parte seguía con mi vida normal, el miércoles me encontré con mi vecina en el ascensor, ella todavía no me hablaba pero su rostro reflejaba la preocupación y la incertidumbre que vivía en esos momentos. Si embargo yo me encontraba como flotando, tenía a mi completa merced a mi vecina Susana y ella ni se lo imaginaba, era más de lo que nunca hubiera podido soñar.
Por fin llegó el día clave, era viernes por la mañana, y desde el trabajo mandé el siguiente SMS a Susana:
Llegó el día de tu revalida, tendrás que hacer lo que te diga a continuación si no quieres que tu vida se desmorone.
Esta noche sobre las doce, recibirás una visita en tu casa, si al sonar el timbre ves por la mirilla a un hombre mayor con una gorra roja en la cabeza, tendrás que abrirle la puerta y hacerla la mejor mamada de su vida.
Tendrás que ir vestida con un conjunto de lencería muy sexy y le harás la mamada en la misma puerta, no lo hagas dentro del piso.
Ya sabes lo que dicen: la que no arriesga no gana.
Seguro que lo disfrutarás. No me defraudes.
Por parte de Susana no recibí contestación al mensaje que le había enviado, me lo tome como que acataba mis órdenes, por lo que me puse a cenar pensando en el espectáculo que podría verse esta noche a través de la mirilla de mi puerta, ya desde ésta, tenía visión directa de la puerta de mi vecina.
Tenía un hormigueo en el estómago que no me dejaba comer con tranquilidad, los nervios me estaban jugando una mala pasada. Así que me levante y me puse a dar vueltas por el piso esperando que llegara la hora.
A eso de las doce menos diez cogí un taburete y se senté delante de la puerta con el ojo clavado en la mirilla, los minutos caían muy lentamente y ya eran las doce pasadas y todavía no había movimientos. Miraba mi reloj y la aguja ya marcaba las doce y diez, empecé a pensar que todo se iba al garete, pero entonces la luz de la escalera se encendió y acto seguido se oyó tocar al timbre.
Estaba confuso, había oído tocar al timbre pero no era en la puerta de mi vecina. Me vino de nuevo el bajón pero de pronto apareció en mi visual el vegete del parque con su gorra roja colocada en la cabeza. Seguro que se había equivocado y había tocado en la puerta de Amparo, una señora mayor que vivía también en esa planta. Menos mal que en estos días estaba visitando a su hija y no había nadie en el piso.
Pero lo importante es que se plantó delante de la puerta de mi vecina y tocó al timbre. Pasados unos segundos se abrió la puerta y apareció mi vecina con su conjunto de lencería puesto.
¡Madre mía!. Estaba espectacular, tenía puesto un corsé negro transparente con pequeños bordados que dejaba ver fácilmente sus estupendas tetas, medias de encaje negras a medio muslo, zapatos altos de tacón y su sexo era débilmente disimulado por una tanga negra.
Yo la verdad, que solo al verla, ya me empalme, aunque también ayudo el morbo de la situación. Mi vecina no perdió el tiempo, se agacho flexionando las rodillas y empezó a buscar en la bragueta del viejo su sucia polla.
Susana estaba puesta de lado por lo que me dejaba una visión perfecta de la escena, ella se echó el pelo hacia atrás y sin decir nada se metió la polla ya morcillona del viejo en la boca.
A los dos o tres chupetones ya tenía la polla firme como una estaca por lo que empezó a engullir la polla con brío, deseosa de que acabase cuanto antes, ya que estaba expuesta a ser vista por cualquiera. Susana en cuclillas hacía movimientos de adelante hacia atrás tragándose casi entera la polla de aquel suertudo, propiciando que sus pechos tuvieran un balanceo casi hipnótico.
Aquel hombre miraba como mi vecina, una joven y guapa mujer, le estaba comiendo la polla porque sí. Esto hizo que se creciera ya que agarró del pelo y la cabeza a Susana, empezando a follarle la boca, pero esta vez marcando él el ritmo.
Ahora las entradas de la polla en la boca de mi vecina eran más rápidas y profundas, al mismo tiempo que iban acompañadas de todo tipo de improperios dirigidos a ella.
Vegete con suerte. – Vaya como te gusta chupar polla, ¡menuda guarra estas hecha!.
Vegete con suerte.- Mira que vestirte como una puta, para chuparme la polla en la puerta de tu casa, eres la más grande de todas la putas.
Vegete con suerte.- Y además es que estás buenísima, estas hecha para se follada una y otra vez sin descanso.
El viejo ya estaba completamente envalentonado y fuera de sus casillas, sacaba la polla de la boca de Susana y le daba pequeños golpes con ella en la cara para que comprobara su dureza, dando tiempo a mi vecina a respirar un poco.
La cara de mi vecina era un poema, seguro que estaba deseando que se corriera ya, por lo que apretaba los labios contra la polla todo lo que podía para hacerlo venirse. Pero el viejo vaya aguante que tenía, seguía inundando la boca de ella.
Vegete con suerte.- Seguro que estas bien mojadita, esto te pone mucho ¿verdad?, tienes los pezones de punta guarra.
Vaya festival se estaba dando el cabrón, cuando a todo esto se oyó el ruido del ascensor, alguien estaba utilizándolo, mi vecina también se percato de ello e intento sacarse la polla de la boca para irse, pero el viejo estaba desatado y no la dejo hundiéndole la polla hasta la garganta.
En esos momentos Susana comprendió que si no acababa pronto con esa felación sería su ruina. Olvidándose del ascensor mi vecina se propuso acabar de una vez, por lo se liberó de las manos de su opresor y empezó a menear con la mano la polla del viejo de una forma frenética, sin dejar de mirarle directamente a los ojos.
Susana.- ¡Que cachonda que estoy!. Quiero que te corras en mi boca, necesito esa corrida en mi boca. ¿Me la vas a dar, por favor?.
Susana.- La necesito ya, para poder correrme yo también, no me hagas esperar más que estoy que ardo.
Con la nueva táctica adoptada aquel viejo no pudo aguantar más y soltó un primer lecherazo en la mejilla de mi vecina. Susana rápidamente entonces se metió la polla hasta el fondo de la boca, llegando a tocar con su barbilla los huevos peludos, con esa operación el cabroncete acabó de correrse con la polla completamente metida en la boca de ella y soltando leche directamente en su garganta.
Ella tenía los ojos abiertos como platos mientras recibía las descargas de aquel hombre que ya casi no podía mantenerse en pie. Tras los últimos espasmos de éste, Susana empezó a sacar lentamente la polla de su boca, como recreándose. Al acabar de salir de su boca, restos de saliva y semen resbalaban de sus labios hacia sus pechos ya que necesitaba tener la boca abierta para poder recobrar el aliento.
Mi vecina con una cara de satisfacción, supongo que por haber acabado con el trabajo, le dio un pequeño beso en el prepucio, se levanto, miró a su alrededor y con un fuerte portazo desapareció de mi vista, no sin antes regalarme la visión de su estupendo culazo atrapando ese tanga que llevaba dentro.
El hombre por su parte un poco desconcertado, medio atinó a subirse los pantalones y a salir disparado de allí.
Susana había cumplido a rajatabla las ordenes que le había dado, aún a riesgo de que alguien la hubiera pillado in fraganti, estaba muy orgulloso de ella, a mí solo me quedaba limpiar mi amplia corrida sobre mi puerta y acostarme a descansar. Tenía que pensar en la próxima prueba que debía cumplir mi vecina.
La verdad que en esos momentos me di miedo a mí mismo. Hasta donde estaría dispuesto a llegar en el emputecimiento de mi vecina.
Eso lo sabremos en los siguientes capítulos.
Un saludo.