Le dolian los labios de tánto chupar...

Un encuentro casual con un hombre completamente apetecible le hace a Marcos llenarse la boca de leche....

Marcos nunca entendió porque le atraían los hombres maduros. Muchos se empeñaban en pensar que era por la ausencia de su padre. Su madre fue violada cuando tenía diecisiete años y él, era el fruto de aquella repudiable acción.

Ella se lo contó todo.

Trabajaba en una oscura pensión. Limpiaba habitaciones para ayudar a su familia. Nunca tuvo problemas hasta ese día. Cuando llamó a la habitación no contesto nadie, así que entró, como siempre, dispuesta ha realizar su trabajo. Abrió la puerta y al girarse un golpe en la cara la lanzó contra el suelo arrancando la pequeña cofia que adornaba su cabeza y destrozando el gracioso moño que con tanto esmero se había echo al levantarse.

Lo siguiente que recuerda era algo caliente y duro, un cuerpo carnoso que empujaba sus labios intentado abrirse paso hacia su garganta, mientras unas manos la cogian de ambos lados de la cara impidiéndole girar la cabeza. No podía gritar. No podía moverse.

Notaba en su cuello algo peludo, rugoso y húmedo. Lo huevos de aquel señor golpeaban una y otra vez la blanca piel de la madre de Marcos.

No quería tragarse aquello.

Una voz la incitaba a hacerlo –"¿No te gusta limpiar?, pues límpiame el capullo zorra¡¡¡" -

Con aquella inmensa mole sentada sobre su pecho no podía respirar. Abrió la boca intentando tragar una bocanada de aire, pero su boca se lleno con una enorme verga que violentaba su garganta una y otra vez. Después perdió el sentido. Nunca supo quien fue. A los ocho meses nació Marcos.

A Marcos siempre le habían atraído los hombres maduros y fuertes. Desde niño siempre se fijo en esos señores que caminaban por la calle acompañados de sus barrigas, prominentes y duras, con esas camisas que dejaban entrever unos pezones puntiagudos y apetecibles.

Siempre pensó que el hombre que abuso de su madre debió de ser así.

  • Sucedió un verano en el parque dónde Marcos solía hacer deporte. La segunda vez que lo vio, tuvo que detenerse.

Sentado en un banco de piedra, a la sombra de un sauce que dejaba caer sus ramas sobre una pequeña laguna, descansaba Manolo.

Tendría cerca de sesenta años. Llevaba el pelo revuelto y lucía un pequeño bigote como único adorno. Era guapísimo, o al menos, eso pensaba Marcos

La camisa, empapada por el sudor, se le pegaba al cuerpo. Los botones parecían que iban a salir disparados con cada respiración. Los pantalones cortos, se le arremolinaban en la entrepierna dibujando un hermoso paquete. Era imposible mirarlo y no imaginarlo desnudo, sudoroso y jadeante.

Marcos se detuvo y se sentó a su lado. También sudaba.

Marcos era atlético, sin llegar a ser musculoso. Tenía 19 años, un bonito cuerpo y una cara agradable. Al menos eso le decía la gente.

Con la respiración acelerada por el esfuerzo físico y las pulsaciones a mil por lo atrevido de la situación Marcos decidió descansar al lado de aquel señor maduro que hacia que se empalmase con sólo oler su sudor.

No hablaron, intercambiaron una mirada. No hizo falta nada más.

Dejaron pasar el tiempo y cuando el parque se quedo desierto la mano de Marcos se apoyo sobre el muslo de Manolo. Éste a su vez, paso su brazo por la nuca de de Marcos. Un escalofrió recorrió su espalda y una tremenda erección empezó a empujar en la pantaloneta de deporte.

La mano empezó a moverse y encontró lo que deseaba, la polla de Manolo, una polla enorme, carnosa, caliente y dura. Un par de venas del tamaño de pajitas de sorber recorrían toda la extensión del tremendo miembro. Su cipote era impresionante, rosado en un principio iba adquiriendo una tonalidad violácea conforme la sangre se amontonaba en él.

El culo de Marcos se estremeció con solo pensar en meterse aquel tremendo mango, pero sabía que hoy no era el día. Hoy sólo podría comérselo.

La erección de Marcos era de escándalo, jamás había tenido en las manos algo tan apetecible, ansiaba metérselo en la boca y recorrerlo con la lengua de arriba abajo, de dentro a afuera. No veía el momento de empezar, no quería parecer hambriento de polla, aunque en realidad lo estaba.

La mano que Manolo paso por el cuello de Marcos empezó a empujarlo hacia abajo. Antes de darse cuenta estaba de rodillas delante de aquel tremendo pene y metiéndoselo en la boca, al principio con suavidad y luego con violencia.

Que placer, que bueno estaba aquello. Los gemidos ahogados por lo público del lugar impidieron que Marcos se excitase aún más, pero al poco de estar como un pájaro carpintero picoteando la polla de Manolo, noto que había mojado la pantaloneta.

Manolo estaba apunto de estallar también. Marcos quería beberse toda la leche de aquel tipo, quería que se corriese como un toro en su cara, quería que le llenase de semen. Deseaba tragar y tragar, que saciase la sed que sentía. Sed de leche de macho, de un buen macho como aquel.

Joder, con sólo mirarle el capullo le reventaban los cojones, nada mas con sentir en su boca la carne de aquella hermosa verga estallaba de placer….Manolo empujaba y hundía su tremenda asta hasta la boca del estomago de Marcos, las arcadas se repetían una y otra vez pero no podía dejar de chupar

La respiración se acelero, se acercaba el momento de la corrida tan esperada y Marcos aparto la boca de la polla de Manolo pero siguió meneándosela frenéticamente. Le dolían las rodillas pero el premio estaba apunto de salir. Vio como se le contraían los huevos y como las venas del miembro empezaban a hincharse más. La tremenda polla latía en sus manos y el morado capullo quería empezar a escupir leche sin parar.

Volvió a metérsela en la boca, deseaba sentir el sabor, el calido sabor de la esencia de aquel macho.

La frente de Marcos se apoyo en la barriga de Manolo y este empujo con fuerza su miembro hasta el interior de Marcos, fue entonces cuando algo salado, caliente, húmedo y delicioso inundo su boca. No podía tragar tal cantidad de leche y ésta se derramaba por la comisura de sus labio y caía sobre los cojones de Manolo. Marcos se la saco de la boca y otra embestida de Manolo hizo que otro surtidor de leche salpicase la cara y llenase el pelo de manolo de semen.

Marcos se dejo llevar por la locura del momento y restregó el pollon de Manolo por toda su cara, sorbió una y otra vez con avidez y desenfreno el miembro de Manolo hasta dejarlo flácido.

Paso la lengua por todos los lados de ese sexo dominador que ahora vaciaba su contenido.

Fue la mejor mamada que jamás le habían hecho a Manolo, Marcos no tenía ninguna duda de eso.

Cansado de mamar, con los labios doloridos y la cara llena de leche, Marcos se sentó en el suelo a los pies de Manolo y se quedo mirando como este guardaba otra vez su increíble aparato dentro de su pantalón, volviendo a rellenar ese bulto que tanto excitaba mirar a Marcos.

Así se quedo, sentado en el suelo, jadeando, con la cara llena de leche y la pantaloneta de deporte mojada. Cansado pero contento de la gran mamada que acababa de gozarse.

Mirando cómo se alejaba Manolo y deseando volver a encontrarse con él.

Nunca volvieron a coincidir. Marcos seguía practicando deporte en ese parque, pero Manolo no volvió nunca por allí.

Le pregunto al jardinero y este le dijo que Manolo estaba casado y tenia dos hijos, le contó que iba al parque a reflexionar y a pensar por que uno de sus hijos era "maricon" y él no podía soportarlo.

Marcos se quedo un poco transpuesto, entonces volvió a pensar en Manolo, en su polla y en la mamada que le había pegado y noto como volvía la excitación a apoderarse de él….y decidió no pensar mas