Le cumplí sus deseos a un mesero maduro que fue mi

Hola a los miles de lectores de todorelatos, estoy de nuevo con ustedes para contarles mi cuarta y última aventura con maduritos peluditos, el plato fuerte y debilidad para un servidor, y todas experiencias cien por...

Le cumplí sus deseos a un mesero maduro que fue mi vecino.

Hola a los miles de lectores de todorelatos, estoy de nuevo con ustedes para contarles mi cuarta y última aventura con maduritos peluditos, el plato fuerte y debilidad para un servidor, y todas experiencias cien por ciento reales como las que han vivido muchos de ustedes pero que quizás no se atreven a escribir.

Soy Joaquín y como recordarán ustedes, si dieron lectura a mi tercera participación, les conté que terminé de arrendatario de la casa de Miguel Ángel, el madurito eléctrico de 52 años con el que todavía salgo y que es la tercera relación gay de mi vida sexual.

Pues bien, después de cuatro años de rentar su casa del 93 al 97, que fue nuestro lugar de calientes encuentros sin la sospecha de su mujer, decidí comprar mi propia casa. Seleccioné un fraccionamiento a donde me cambié a finales de año. Eso no impidió seguir teniendo sexo con Miguel Ángel.

La casa de junto, de quien sería la familia vecina, estuvo desocupada el resto del año como muchas otras que todavía no se habitaban. Para el 98, en el mes de abril, recuerdo por ser semana santa, tiempos de ir a la playa a llenar el ojo, llegaron a ocupar la vivienda. Era una familia integrada por la pareja y un hijo de cuatro años. El un hombre maduro de 42 años, atractivo que atrajo mi atención de inmediato y en mis pensamientos alabé mi suerte de tener a un vecino así y envidié a la dueña de ese macho, una mujer quizás cinco o seis más joven que él.

Resultó ser una familia tranquila y de poca comunicación con los escasos vecinos que había en el fraccionamiento, iban y venían a su trabajo y se encerraban en casa. Habían pasado ya varias semanas, más de dos meses creo yo.

En una ocasión acudí con unos amigos a comer a un restaurant y el mesero que nos atendió resultó ser él, yo nunca me imaginé que el trabajara en ese lugar, pensé que tenía otra profesión pues siempre salía con vestimenta normal al trabajo, debo imaginar que el uniforme lo llevaba siempre en el carro.

Nos reconocimos de inmediato y el saludo fue igual que por las mañanas por fuera de casa y se dedicó a atendernos, la comida de desarrolló y al final, después de una generosa propina, ya nos despedimos con un fuerte apretón de manos, con la cortesía de su parte "aquí estamos para servirte", sin imaginar lo que significarían esas palabras días después.

Una mañana de sábado, salí a hacer la limpieza al patio de mi casa, me encontraba regando y minutos salieron los tres, nos dimos los buenos días, pensé saldrían de casa pero fue su mujer y el niño quienes subieron al carro y se fueron, Él regresó al interior de su casa y después hizo su aparición, al igual que yo salía a realizar el aseo en casa.

Se había despojado de su pantalón y la camisa que traía, vestía ahora un short o pantalones cortos, sin camisa, dejando ver un cuerpo delgado y completamente peludo al igual que sus piernas, nada fuera de este mundo pero que de inmediato atrajo más mi atención que antes.

La plática fue inevitable. Ahora nos presentamos. Lo identificaré como Alfredo, ya lo sabía yo pues su nombre estaba en una pequeña placa pegada a su camisa mientras nos atendía en el restaurant. Me dijo que tenía varios años trabajando de mesero en ese lugar.

Entre el trabajo que nos ocupaba a ambos y la charla, era inevitable para mí sacar la vista de semejante machito y más me atrajo el bulto que se marcaba en su entrepierna que semejaba una pequeña erección, quizás la tradicional parada de verga mañanera que su mujer no se había encargado de bajar esa mañana antes de partir fuera de casa.

Eso provocó en mí una erección que disimulé bien en mi pantalón y la camisa desfajada que traía puesta.

Yo no se si era intencional, pero en contadas ocasiones llevaba su mano a la entrepierna y se sobaba el bulto mientras regaba con la manguera, él estaba de espaldas pero yo me daba cuenta de ello cuando lo hacía. En una de esas miradas que le dedicaba me sorprendió, se volteó frente a mí y siguió su tarea de regar el pasto pero ahora con cierto descaro, sin importarle mi presencia se llevaba la mano libre a su entrepierna y se sobaba lo que era ya una inminente erección que me estaba ofreciendo.

Si bien esto lo hacía en el patio donde se veía todo porque las casas no tenían barda, las calles estaban prácticamente sin gente, era temprano y las casas todavía en su mayoría estaban desabitadas como dije al principio por lo que permitía a él iniciar con el acercamiento conmigo.

Caliente uno y que le hagan cosquillas no dejé pasar la oportunidad. De frente a él yo no despegaba ahora la vista de ese espectáculo, los dos esbozamos una sonrisa de complicidad, la invitación estaba hecha sin decir palabras y la aceptación no fue rechazada, de inmediato recordé sus palabras en el restaurant, "aquí estamos para servirte".

Con un leve movimiento de cabeza señalando a su casa me invitó a pasar, el dejó de regar, cerró la llave y yo hice lo mismo, entré a mi casa, tomé las llaves y cerré la puerta, de inmediato me dirigí a la casa de mi vecino que con la puerta abierta me esperaba, al entrar inmediatamente cerró poniendo el seguro.

El procedió a poner agua para el café que acompañamos fumando un cigarrillo y empezamos de nuevo una charla, ahora con un tema muy diferente a lo que abordamos afuera, ustedes se imaginarán, sí, sobre el sexo, y se desarrolló más o menos en estos términos.

-Sabes, te he estado observando estas semanas que llevamos viviendo aquí he decidido hacer lo que he pensado durante varios años. Como tú sabes soy casado y llevo una relación bien con mi mujer pero tengo deseos de experimentar el sexo con un hombre y te he elegido a ti porque ahora he comprobado que no te soy indiferente, me dijo, mientras disfrutaba su café y el cigarrillo.

-La verdad es que tu también me gustas, a mi me atraen los hombres y más como tú maduros. Te había observado en varias ocasiones, creo que de manera discreta sin que te dieras cuenta, pero nunca pensé que esto se pudiera dar entre nosotros, primero por tu condición de casado, además de que no demuestras para nada tengas inclinaciones por los hombres.

-Tú tampoco lo demuestras pero creo que siempre intuimos algo en las personas y en mi caso no pasó desapercibida la forma en que me miras cuando nos encontramos por las mañanas por eso hoy que se fue mi mujer a visitar a su madre y regresará hasta mañana decidí dar este paso.

-En eso tienes razón, le contesté. Y bien, que es lo que buscas en mí, continué con la plática, acercando mi silla un poco más a él rozando levemente mis rodillas a sus descubiertas piernas cubiertas de espeso vello oscuro.

Olvidando por completo el café que con el paso de los minutos entraba a su estado frío y el cigarro se consumía en el cenicero, él más animado por la confianza que habíamos tomado, se acercó más a mí colocando sus manos en mis piernas mientras las acariciaba lentamente.

-Quiero que me cojas, quiero sentir por primera vez una verga en mi culo, quiero que me desvirgues mi culito con esta verga que tienes, fue su respuesta mientras sus manos llegaban a mi erección y la tomaba sobre el pantalón.

Yo no me quedé quieto, mis manos fueron directamente a su pecho peludo y lo acariciaba lentamente perdiendo mis dedos por eso bosque de pelos que cubrían por completo su cuerpo.

Sus manos trabajaban en mi pantalón que poco a poco desabrochó los botones y me los bajó lentamente dejándome solo en boxer en donde se notaba mi erección que me había provocado.

Yo procedí a quitarme los zapatos y el pantalón. Sus manos seguían con su labor y tomando mi holgada camiseta me la quitó. Estábamos ya de pie y ahora fui yo, quien caliente a cien por ciento por el macho que se me ofrecía, lentamente recorrí mis manos a su entrepierna donde encontré su verga que se encontraba bien parada.

Lo acaricie lentamente sintiendo su dureza y su grosor. Tomé sus short o pantalones cortos y se los bajé lentamente dejándolo igual que yo en boxxer que ya demostraban manchas de ese líquido común en los hombres cuando nos encontramos exhitados.

Mientras él con sus pies terminaba de sacar su short, estando prácticamente pegados piel con piel, lentamente mis manos recorrieron de nuevo su cuerpo, acerqué mi boca a sus tetillas y una por una les pasé la lengua y poco a poco se le pusieron duras, con mis dientes se las mordía levemente, sin hacer daño, casi imperceptible y él respondía a las caricias recorriendo con sus manos mi espalda pasando sus manos por encima de mis hombros mientras de su boca brotaba un leve quejido de placer.

-Ahhh, que rico, decía levemente.

Levanté lentamente mi cabeza dejando sus tetillas. Quedamos frente a frente, él con sus manos por entre mis hombros entrelazando sus manos como para no dejarme ir, algo que yo tampoco quería hacer.

Coloque mis manos en su cintura mientras nuestras vergas se restregaban buscando entrar en acción. Yo estaba en la mejor disposición de cumplir los deseos de ese macho pero también quería disfrutar de ese lindo cuerpo que se me ofrecía y hacerlo sentir para que su primera vez fuera lo más placentera posible.

Acerqué mi boca a la suya la cual únicamente rocé para dirigirme a su cuello el cual recorrí lentamente mientras él se ofrecía elevando su cara permitiendo besarlo sin problemas. Su barba apenas crecida raspaba mi cara pero eso me exhitaba. Mi lengua recorrió su oreja y sentí como se estremeció, su respuesta fue un abrazo más fuerte y un leve quejido que lo escuché muy cerca de mi oído.

Mi vecino mesero se había abandonado al momento. Fue entonces que nuevamente acerqué mi boca a la suya en espera de una respuesta que me indicara que podía continuar.

-Bésame, quiero ser tuyo, enseñame a sacar mi lado homosexual, hoy quiero hacer realidad mi gran fantasía de sentir el calor de un hombre para que después me rompas el culito, me dijo con voz entrecortada por la exhitación.

Nuestras bocas se unieron en un beso prolongado, mi lengua buscó la suya que respondía con leves movimientos produciéndonos más exhitación, tragábamos nuestra saliva sin mostrar ninguna molestia o asco. Han sido para mí los mejores besos que he tenido con un hombre que duraron más de dos minutos comiéndonos la boca.

Después de esos calientes besos fue él quien ahora tomaba la iniciativa. Sus manos bajaron mi boxer dejando libre mi vega en completa erección.

-Quiero sentir tu verga en mi boca, me dijo de una manera muy cachonda.

Bajó su cabeza recorriendo con su boca mi pecho, pasó por mi ombligo hasta sentir que llegaba a mi dura macana.

Sin tocar mi verga con sus manos, acercó su boca y pude sentir su calor. Pasó su lengua por la cabeza roja y sensible a las caricias que recibía.

Era la primera vez que me sentía distinto, diferente al tener sexo con un hombre. Con los anteriores era el satisfacer las ganas de sexo tanto para mí como para ellos. Si bien lo que estaba pasando entre nosotros en ese momento era con las mismas intenciones, la situación era diferente, sentía como este macho se entregaba a esta nueva experiencia para él.

Lo hacía sin prisas, no era la mamada y la metida de verga como con los otros, estábamos realmente gozando los dos dejándonos llevar por el momento como si ya nos conociéramos de hace tiempo, era una entrega de dos hombres haciendo el sexo de una manera sutil, suave, sin brusquedad, como normalmente es el sexo entre los hombres que se conocen por primera vez en busca de saciar sus deseos de sexo, este placer que el me estaba dando era diferente.

Su lengua recorría lo largo de mi verga como con un poco de temor de meterla a su boca. Eso era comprensible para mí tomando en cuenta que era su primera vez pero con deseos de aprender.

Recuerdo que me incliné hacia él y le di un leve beso en la boca. Me levanté de nuevo y tome mi verga con mi mano y se la pasé por la boca, él abría la boca y sacaba su lengua que la sentía caliente.

-Mámala, le dije.

Él abrió su boca y lentamente se fue metiendo la verga, metía y sacaba más allá de la cabeza, segundos después tenía metida más de la mitad, hacía esfuerzos en complacerme y complacerse, estaba tomando el gusto y el sabor de una verga. Pornto estaba dándome la mejor mamada que he recibido, como un experto (CREO QUE MAMAR UNA VERGA SE APRENDE RÁPIDO, SIEMPRE LO HEMOS HECHO).

La sacaba y la metía a su boca de una manera exquisita, ahora hasta se había atrevido a meter por completo los 17 centímetros de mi caliente verga produciéndole horcajadas que él controlaba y leves lágrimas salían de sus ojos, normal para quien por primera vez lo hace, eso me pasó a mí cuando por primera vez mi vecino madurito me la dio a mamar.

-Así chiquito, asiiiiiiiiiiii, mámala rico, sigueeeeeeeeeeeeeeee, lo haces bien, que sabroso siento tu boca caliente en mi vergaaaaa, ahhhhhhhhhhh, el macho primerizo me tenía en el cielo.

No quería vaciarme todavía, me faltaba su culito que me había ofrecido, así que retiré mi verga de su boca y le dije que se levantara, ahora fui yo quien le correspondería el placer que me había dado.

Me agaché y bajé su boxer, su verga salió disparada, estaba completamente dura, era gruesa, al menos más que la mía con un largo respetable, 18 centímetros sería quizás la medida de ese animal que por primera vez tenía cerca de mi boca y que hace bastantes días que había deseado mamar.

El se dejó hacer, aunque quizás no esperaba que yo se la mamara pues él quería entregarme solo su culito. Tomé con una mano su dura herramienta e inicie una rica mamada. Su gruesa cabeza desapareció en mi boca. Sacaba y metía ese animal, le pasaba la lengua a lo largo, sintiendo su grosor cubierto de exaltadas venas que le daban una visión exquisita, brillaba por la cantidad de saliva que tenía.

El estaba entregado al placer que recibía, sus ojos cerrados y su expresión en la cara me indicaba que no la estaba pasando nada mal ese machito caliente.

Suspendí la rica mamada para que no se vaciara, quería que siguiera con esa calentura para el momento en que me entregara su culito.

Me levanté recorriendo su ricos pelos de su cuerpo con mi boca, alcancé de nuevo la suya y nos fundimos en un rico beso rozando nuestros cuerpos y la verga como al principio, el cachondeo había terminado y era el momento de cumplir la fantasía de mi macho, quitarle la virginidad como lo hice con Miguel Ángel, el madurito de 52 años.

-Estás preparado, le comenté mientras nos comíamos la boca en ese caliente beso.

-Sí, quiero hacerlo, quiero sentir tu rica verga en mi culito, me dijo exhitado.

El me condujo a la recamara. La cama todavía se encontraba sin arreglar, donde la noche del viernes había dormido con su mujer y que ahora usaría para entregarme ese culito que había cuidado por 42 largos años.

Nos metimos a la cama ambos con la verga completamente paradas. Ya no hubo entremes. El se colocó boca arriba mientras yo me colocaba un condón que el sacó del buró. Coloqué sus piernas en mis hombros de modo que elevara sus ricas nalgas lo más que pudiera. Me dio también un aceite para niños que vacié en su culito virgen el cual trabajé sin prisas estimulándolo con mis dedos.

Lentamente fue introduciendo uno de mis dedos, el aceite estaba haciendo su efecto pues poco a poco su esfinger se fue dilatando permitiéndome meter dos dedos de mi mano, todo de manera lenta, suave, tratando de no hacerle daño lo cual estaba logrando con su completa complacencia.

Cuando sentí que estaba listo coloqué mi dura herramienta en su culito mientras él daba leves quejidos al sentirla en su orificio.

Yo tomé mi verga y le daba leves golpes en su culo. El hacía leves movimientos circulares y daba empujoncitos hacía mi señal de que ya la quería adentro y así me lo hizo saber.

-Ya quiero que me la metas, hazlo despacio por favor.

Tome una posición firme, puse la cabeza en su culito y empecé la penetración. Lentamente la punta de la verga empezó a meterse, lento, muy lento para no lastimarlo, siempre la primera vez es doloroso, lo digo por experiencia y yo quería que él disfrutara y no que sufriera en su primera vez.

-Despacio chiquito, métemelo despacio, así, sigue, sigue, me duele, ahhhhhhh, sigue así, lo siento.

Lo que había logrado meter, casi los primeros diez centímetros, sentía como me apretaba la verga, el contraía su culito como impidiendo que el pedazo de verga continuara su camino, después aflojaba, lo que permitía que la verga siguiera entrando cada vez más.

Cuando estaba más de la mitad adentro de él me detuve para que su estrecho culo, que emitía expulsaba leves hilillos de sangre, se acostumbrara al invasor que por primera vez se metía en su interior.

Casi a los dos minutos de estar prácticamente inmóvil los dos, él empezó a hacer movimientos hacia mi pelvis buscando meterse un poco más la verga.

-Quiero que me la metas toda ahora, quiero tenerla completa en mi culo, fue su indicación mirándome a los ojos.

Yo tomé sus piernas que tenía en mis hombros y las hice hacia delante. Tomé una posición que me permitiera tener un movimiento de mis caderas. Estiré mis piernas hacia atrás y me incliné de modo que mi cara quedara junto a la suya.

Besé su boca y al mismo tiempo inicié un movimiento lento y empujé sin parar hasta que la verga la había metido hasta el fondo. Él ahogó un grito en mi boca. Respondía a la penetración que le estaba dando besándome en la boca de manera más acelerada mientras que iniciaba leves movimientos circulares con su culito lo que me indicaba que estaba disfrutando la culiada que le estaba dando.

Yo empecé un movimiento entrando y saliendo en ese culito que ahora era mío, me lo había entregado y ahora gozaba tal y como lo había soñado.

-Así, le haz quitado la virginidad a mi culito, que rico lo has hecho, siempre lo quise hacer así, sin mucho dolor y disfrutar una verga dentro de mí,ahhhhhhh, que sabroso, métemela toda, hazme sentirla adentro, chiquito, tómame que soy completamente tuyo.

Mientras recibía los embates finales que le estaba proporcionando con mi dura herramienta, él se estimulaba la verga, se estaba masturbando de manera deliciosa, podía ver como su mano subía y bajaba por los 18 centímetros de carne dura que tenía, la estimulación que recibía en su culito con mi verga y el masaje que se daba lo llevó al climax y empezó a eyacular chorros de leche.

-Me vengo chiquito, me vengooooooooooooo, ya, ahhhhhhhhhhhhhhhh, decía mientras largaba la leche caliente en su pecho. Me sorprendió la cantidad de leche que echó y eso provocó en mi que llegara el momento de vaciarme.

Le di los últimos bombeadas y la sensación en la parte baja de mi verga anunciando mi corrida hizo que sacara la verga de su culo, me quité el forro y expulsé la leche en su pecho. Nuestros mecos se revolvieron en sus pelos negros resaltando de manera cachonda. Nuestras vergas perdieron su rigidez y casi sin fuerzas me acosté encima de él sintiendo como la leche se pegaba a nuestros cuerpos, nos besamos para después descansar así, abrazados, disfrutando todavía nuestro primer encuentro.

Estuvimos en cama como media hora, disfrutamos un cigarro y después nos metimos en al baño para limpiarnos nuestros cuerpos con leves cachondeo. Cuando terminamos de bañarnos, me vestí y me despidió con un rico beso en la boca. Regrese a mi casa. Tome una leve siesta y desperté para continuar con la tarea de la casa. Al lado mi vecino mesero maduro escuchaba una música romántica acompañando al artista, cantaba la canción, estaba contento mientras yo pensaba que mi visita a su cama era uno de los motivos de su estado de ánimo.

Pasaron varios días sin que el momento se volviera a repetir pero finalmente ocurrió ahora fue en mi casa en una ocasión que lo invité a tomar unas cervezas en la noche cuando él regresaba de trabajar. La relación entre nosotros todavía continúa, ya no es tan seguido como antes pues la familia de él creció en estos ocho años y se vieron en la necesidad de cambiarse de casa un poco retirado de donde yo vivo.

Ahora cuando me visita después de salir de su trabajo él se queda a dormir en mi casa y pasamos una noches deliciosas. Él sabe de mi otra relación pero no hay ningún problema entre nosotros y aunque se conocen nunca hemos tenido una relación entre los tres, tampoco la he buscado ni ellos tampoco, preferimos gozar estando solo dos.

Estas son mis cuatro relaciones que he vivido, aunque actualmente hago las funciones de activo en la relación no me puedo quejar, ambos maduritos me gustan y me exhitan mucho, la situación no me desagrada para nada, sin embargo, creo que ya es tiempo de sentir en mi culito una rica verga que ellos no me pueden dar no se por qué teniendo ambos unas ricas herramientas

Más de diez años sin sentir clavado en mi culo un pedazo de carne creo que ya tengo derecho a eso, he hecho mucho sacrificio, no creen?, quien se anima, gay o bisexuales maduritos y peludos, no obvios, de cuarenta en adelante, mis nalgas y mi culito están disponibles….y mi verga también si así lo desean, escriban a mi correo al final de este relato, si son de Sonora mejor, o si alguien está dispuesto a viajar como ya me lo han propuesto algunos, tengo una madriguera particular para recibir a ricos osos como tú.

Finalmente quiero agradecer a quienes se han tomado la molestia de contactarme lo que han permitido iniciar una amistad aunque sea a larga distancia y compartir experiencias y a quienes les dedico este relato.

Hilario (eres especial) y Daniel de España, Ferdinad de Puerto Rico, Ronald de Costa Rica, Roberto, argentino caliente que vive en Panamá, Roberto M. Eduardo R., José Manuel de Veracruz, Francisco o Paco de QRoo (espero hacer tu sueño realidad), AlbertoG. Y José Luis de Aguascalientes.

Espero seguir escribiendo para ustedes, espero encontrarme a un nuevo madurito en mi camino para tener que contar, fantasías o mentiras no va conmigo, todo basado en la vida real es mejor, sería como engañarse uno mismo.

PD.

Las fotos las he dejado en el archivo, aunque a muchos le gustan los gráficos decidí no hacerlo en este relato, así me lo sugirieron también varias personas que se contactaron conmigo, hay que dejar trabajar la imaginación.

Espero sus comentarios.

Adiós o hasta pronto, depende de mi suerte.

Sanpatricio1812@yahoo.com.mx