Le como el coño a Alicia

Inés se lo ha contado a todas, ahora cada una quiere que le coma el coño

La cabrona de Inés se lo contó a todas las tías de la pandilla, y ahora todas ellas quieren que les coma el coño. No sé que les diría, ni cómo lo adornaría, pero lo seguro es que ahora todas quieren probar. Y eso es un problema para mi, porque con las solteras no tengo reparo pero ¿ayudar a ponerles los cuernos a mis amigos? Las mujeres siempre hablan entre ellas de sus aventuras sexuales, cosa que nosotros no hacemos, y si se menciona el tema, es siempre para fardar. Porque no me puedo imaginar que, por ejemplo, me acostara una noche con Sara, descubriera que la chupa de campeonato y corriera a decírselo a todos los amigos para que todos le pidieran a Sara una chupadita.

Pero aquí estoy yo, con Alicia. La mujer de Sebas. Con la de aventuras que hemos pasado Sebas, los demás y yo. Y ponerle los cuernos, es como para pensárselo. Claro que Alicia está buenísima, alta, un culo redondo, vientre liso, un pecho de escándalo, guapa. Lo que más llama la atención de ella son sus labios. Unos labios perfectos, bien dibujados, un poco carnosos, deseables. Los acabo de besar y son como un sueño. No me acordaba de cómo besan porque ya hace mucho tiempo que tonteé con ella.

Inés me prometió, más bien juró, para convencerme de que les hiciera una buena comida de coño, que los chicos de la pandilla nunca sabrían nada, y, si a mi no se me escapaba, estarían gustosas de repetir. Es decir, se me ofrecían todas ellas a cambio de mi silencio. ¿Quien se iba a negar? Dejé todos mis prejuicios a un lado y acepté el trato.

A la semana siguiente, es decir en este momento, tengo a Alicia en mi piso, a mi disposición. Ha tenido que inventar algo para que Sebas le deje pasar la noche fuera de su casa. No he preguntado, supongo que es cosa de ellas. Lo cierto es que me llamó el jueves.

  • ¿Daniel? Soy Alicia.

  • ¡Alicia! ¿Cómo estás?.- Sabía que las chicas vendrían a mi, pero no sabia en qué orden.

  • Bien. Inés nos lo ha contado todo.

  • ¿Y?.- Ya lo sabía, y también que ayer se vieron todas ellas, seguro que sortearon el orden.

  • El sábado voy a tu casa.- Alicia siempre fue muy directa.

  • Te estaré esperando.

  • A las ocho si te parece bien.- Y seguro que será puntual.

  • Perfecto.

El plan está claro, cenaremos para ir creando ambiente y luego, al placer. Así que iré pensando una cena ligera y preparando el piso para recibirla. En el día convenido, Alicia se presenta con una botella de buen vino. Yo tengo la cena, ensalada y un poco de pasta, con un postre dulce. La veo espectacular, como siempre por otra parte. No creo que haya salido así de su casa, pero no preguntaré por si acaso.

  • Estás muy guapa.- Le digo cuando entra en casa tras los besos de rigor.

  • Tu también estás interesante.- Como para no haberme arreglado a conciencia.

  • Entra al salón y siéntate, ¿te apetece una copa?

  • Abre el vino.- Voy a la cocina a abrir el vino, vuelvo al cabo de poco con una bandeja, el vino, dos copas y algo para picar.

Nos sentamos. Ahora que la miro bien, el matrimonio le ha sentado muy bien, está espectacular con ese vestido corto muy escotado, creo que se dice tipo barco, la falda corta deja ver sus bonitas piernas. Ha calzado unos tacones que le estilizan la figura, viene maquillada lo justo, nunca necesitó demasiado porque es muy guapa, melena negra, larga, ojos azules, bien delineados, nariz perfecta y la boca, ¡ay! Cuantos hemos soñado con esa boca, perfecta de labios, sugerente de color.

  • Alicia.- le digo.- no hablemos de lo que luego haremos, sino de cualquier otra cosa.

  • Perfecto, Daniel. Ambos sabemos a qué he venido, no hace falta hablarlo más.- Y nos ponemos a charlar de la pandilla, de ellos, de trabajo, hasta de Lorena. Su marido apenas sale, ambos sabemos que es un tema que más vale no tocar.

Luego traigo la cena, y seguimos charlando. No hacemos nada para calentarnos, pero el tema está ahí, sólo estamos retrasando lo inevitable. Cuando terminamos, recojo los platos y demás, para despejar el salón. Decidí que lo haríamos aquí, aunque seguramente acabemos en el dormitorio.

Al volver monto el numerito de crear ambiente: una música suave en el equipo, enciendo unas velas y apago la luz. Finalmente me siento al lado de Alicia. Es tiempo de empezar.

  • Alicia, he pensado que podemos quedarnos aquí, al menos al principio, luego ya veremos.

  • Perfecto, Daniel. Yo había pensado que te podía hacer un striptease, ya nos contó Inés el desnudarla que hiciste, pero me apetecía desnudarme yo. Si no te parece mal.

  • Al contrario, además ya es hora de empezar.- Digo y me acerco para besarla. Nos besamos y ya me pongo en marcha. Ella se levanta.

Un striptease no es fácil, pero veo que Alicia tiene experiencia. Incluso con la música suave que puse, ella ha encontrado el ritmo para contonearse provocativa. Y no sólo contonearse. El baile es sencillo, pero hacerlo con erotismo no. A la luz de las velas, las sombras se mueven al compás de la música, Alicia se me acerca y aleja, pasa sus manos por mi cuerpo, hasta me besa. Se acerca y se aleja, aún sin desnudarse. De repente gira con sus brazos abrazándose, pero lo que ha hecho es descorrer la cremallera del vestido. Lo he notado porque, de repente, el vestido se le ha caído por delante.

Da una vuelta a la izquierda y, al volver frente a mi, ha sacado el brazo izquierdo de la manga. Ahora veo claramente su sujetador, es de esos sin tirantes, negro y con adornos de encaje. Al dar la vuelta a la derecha, ha sacado el brazo derecho de la manga, con lo que el vestido ha caído hacia adelante, dejando el torso desnudo, a excepción del pecho. Si ya estaba empalmado, ahora la polla quiere reventar el pantalón.

Unos golpes de cadera y ayuda de manos, y el vestido cae al suelo. Ahora baila ante mi en tanga y sujetador, y tacones, claro. Es la imagen misma de la sensualidad. Ahora se acerca a mi, y me levanta para que baile con ella. Pero no es baile sino que quiere ponerme de pie para desnudarme. Yo me dejo. Hábilmente suelta todos los botones de la camisa y me la quita. Siempre siguiendo el ritmo de las diferentes canciones del CD. Luego se quita los zapatos y, con una seña, me indica que yo también me descalce. Cosa que hago. Así puede soltar el cierre del cinturón, el botón del pantalón y la cremallera. Para, una vez suelto todo, dejarlos caer.

Ahora se separa un poco, me indica que me siente. Me siento. Con habilidad se suelta el cierre del sujetador y lo deja caer. Un par de espléndidas tetas se descubren a mi vista. Ahora se quita el tanga en un complicado juego de caderas. Realmente, está espléndida. Yo estoy completamente excitado, pero es ella la que lleva el mando. Baila hasta que acaba el tema que sonaba. Se arrodilla ante mi y me besa el torso, para llevar la boca hacia abajo hasta mi polla erecta que se marca en el calzoncillo. Con las manos en los lados de la prenda, me la baja, yo me levanto un poco, y me la quita. Ahora estamos los dos desnudos. Y ya sé qué va a hacer.

En efecto, su boca besa el glande, para luego abrir los labios y meter mi tiesa polla en su boca. Ya veía que iba a chupármela. Y a fe que sabe hacerlo. Lentamente se la mete hasta el fondo, mirándome. Luego la saca casi hasta la punta para luego volver al fondo. Así una y otra vez. Yo no quiero, pero no puedo evitar correrme. Alicia sigue con el vaivén hasta que acabo. Se ha tragado todo lo que he echado. Pero sigo con la polla tiesa. Ahora es mi turno.

Me levanto y la hago levantarse. Luego hago que se tienda en el sofá que, como es grande, hace que su cabeza quede elevada en un apoyabrazos y las piernas no lleguen a subirse en el otro. Pero mi intención, ahora que paso a llevar la iniciativa, es abrirle las piernas para comerme su coño como yo se. Pero para calentarla aún más le dedico unos minutos a las tetas. Con la punta de mi lengua, apenas rozo, pero rápido y fuerte, las puntas de los pezones. Ya estaban duros, del calentón del desnudo y la mamada, pero ahora se ponen más duros aún. Ya la tengo preparada.

A Alicia le voy a comer el coño desde el lado, por lo menos esta vez, así que me arrodillo en el suelo, inclino mi cabeza sobre su coño sin depilar y lo recorro con los dedos, sólo por los labios mayores, como caricia de pincel. Se estremece. La miro y tiene los ojos cerrados. Luego mis dedos son más atrevidos y separan los labios mayores para llegar a los menores. Está muy mojada, tanto que se humedecen las yemas de los dedos. Eso me permite poner el dedo corazón de la mano izquierda en el clítoris, y el de la mano derecha el el ojete del culo. Moviendo ambos dedos, Alicia suspira y suspira. Si sigo más tiempo, seguro que se corre.

Mi lengua recorre entonces los labios mayores de lado a lado, luego los entreabre para lamer los menores. Cuando encuentra el punto, aprovecho que mi lengua sale bastante y es fuerte, y la penetro todo lo que la lengua me deja. Alicia no lo esperaba y da un hondo suspiro. En ese momento acelero las caricias de los dedos, y se corre. Da un gritito, se arquea, lleva sus manos a mi cabeza como para pararme pero no lo hago. Sigo insistiendo, y ella corriéndose. Luego paro un poco, y repito. Se corre otra vez, pero sólo he empezado. Dejo que se calme un poco.

Un poco para que recupere el resuello, porque no he terminado con ella. Ahora jugaré sólo con la lengua. Mis manos separan los labios del coño. Muevo la lengua de lado a lado, desde el clítoris hasta el ano. Luego me centro en la cara interior del primero. Acaricio y acaricio, con la lengua de lado. Hasta que consigo que se corra otra vez. Eso de que las mujeres sean multi orgásmicas da mucho juego. Porque dejo de acariciar la cara interior, Alicia recupera un poco, pero ataco con la lengua al botón del clítoris hasta que se corre otra vez. En esta ocasión insisto e insisto, manteniendo el orgasmo durante cierto tiempo. Cuando creo que ya está muy agotada, me separo de su cuerpo.

La observo. Tiene los ojos cerrados, los brazos caídos, las piernas abiertas pero caídas también. Respira pesadamente. Pero tiene una expresión de gata satisfecha que hace que me ponga tierno, y me dedique a besarle la cara. Ojos, Frente, Nariz, Pómulos, Boca

  • ¡Ostias Daniel!.- Me dice cuando me separo.- Pensaba que Inés exageraba, pero veo que se quedaba corta. Bendita Lorena, y bendito lo que te enseñó.

  • Ja, Ja, Ja.- No puedo evitar reírme.- ¿Seguimos aquí? Tengo ganas de follarte, y luego si quieres, te lo como otra vez.

Ana del Alba.