LB.01x03 Dirigiendo sexo

Encontre un lugar donde todos realizaban actos de perversion, estaba sola y necesitaba un desahogo, contrate los servicios de un chico y una chica sexoservidores para verlos y dirigirlos mientras los veia llena de morbo...

Había pasado tres semanas desde la última vez que Art28 y yo habíamos copulado, yo me sentía muy, pero muy (lo que se dice muy) ansiosa, mi cuerpo comenzaba a necesitar el miembro firme de Art28 dentro de mí, para colmo, el internet de la casa sufrió una avería por culpa de una vecina estúpida que ignorando completamente las reglamentaciones de llevar a sus hijos pequeños sentados en los asientos de atrás de su camioneta y con el cinturón de seguridad, por ir peleando con ellos termino incrustando su Suburban en el poste de la compañía de teléfono que nos brinda el servicio de internet, así que gracias a mi vecina me quede sin porno.  Me preguntaran como es que se los detalles de este acontecimiento, tristemente debo confesar que la colonia donde vivo las personas son un tanto chismosas, así que es difícil que alguien haga algo sin que toda la colonia sepa.

Para mí eso no es problema, me eh mantenido al margen de todo, además la chochera de la casa no permite que se vea hacia adentro de nuestra intimidad, además, los vidrios de mis automóviles (en ese tiempo mi querido Jetta) son polarizados, lo suficiente para que no se vea hacia adentro, aunque bueno,  los últimos años tuve que retirar el polarizado a consecuencia de la inseguridad en la ciudad.

Eso, me provoco conflictos a la hora de tener acceso a llevar a alguna de mis amistades a la casa, tuve que dejar de hacerlo, ya que todo el mundo comenzó a saber quien llegaba conmigo a casa y quien salía y a qué horas.

En fin, dejare de desvariar, discúlpenme nuevamente, a veces me pasa.

Como último recurso tuve que hacer uso del material pornográfico guardado en una vieja memoria USB, en la cual tenía unos videos, sin embargo era porno vieja, de la que te aburre con el tiempo, debo admitirlo me gustan las cosas nuevas, no me importa si veo a una chica en posición de perrito siendo penetrada por un sujeto y después veo la misma posición en otra película, lo importante es que cambien los actores, pues eh descubierto que el sexo es casi siempre lo mismo en las películas porno, unas chupaditas después una agasajada y a penetrar por atrás, anal o vaginal, o en su defecto la chica la chupa hasta que el sujeto se viene en su cara o le deposita su semen en la boca (lo cual a mí en lo personal no me gusta, pues considero que es denigrante), otra opción es que el sujeto en cuestión se venga en los pechos de la chica.

El punto es el siguiente, toda la porno es básicamente lo mismo, y después de un tiempo incluso deja de excitarte el mismo video con los mismos actores.

Fue por ello que recurrí a algo que ahora descubrirá que tengo. Había comentado que en internet conocí a las personas más enfermas que había conocido en mi vida, una de esas personas era Samanta, una mujer que conocí de esa manera también. Todas esas personas las tenía en un registro muy especial, una Libreta de Contactos que hice en formato de Excel, con los datos de mis contactos, obvio con su contraseña y un nombre de archivo que no tuviera algo que ver con lo que realmente era.

Bien, Samanta era la dueña de un local que acá llaman “Video Cabinas”, yo estaba aburrida así que la llame para saber si podría ir a su negocio a ver alguna nueva película, lo interesante del negocio de Samanta era que mientras tuvieras dinero podías comprar prácticamente lo que quisieras, es decir, si pagabas podías alquilar una de esas cabinas para tener sexo con quien fuera mientras veías una película XXX (o no), supe de personas que realizaban actos de lo mas degenerados, desde sexo con menores, (ya se, dirán que no me queda el reprochar eso, no lo hago, solo expongo un punto), en mi defensa solo diré que aunque Art28 en efecto copulaba conmigo siendo menor de edad, no se comparan los 13 años que él me lleva contra los 28 o treinta años que le llevaban a los jovencitos y jovencitas que asistían a esas video cabinas. Todos ellos así como yo por su propio pie, y llegaban a ese lugar a venderse a sí mismos, según Samanta, sus clientes pagaban una buena cantidad por ese tipo de servicio, por eso era común ver sexoservidores(as) alas afueras de lugar.

Algo que debo aclarar es que yo nunca conocí a Samanta en persona, no sabía cómo era, ni si realmente era Mujer, y jamás lo supe del todo bien, porque en su negocio cada dos meses a lo mucho tres cambiaba de encargado, y este encargado nunca sabía nada de su supuesta patrona, y estaba vigilado siempre por una cámara y un sistema muy complejo (al menos para mí) de vigilancia, lo cual hacia difícil (mas no imposible) que el empleado robara.

En su local Samanta alquilaba todo tipo de utensilios sexuales, además, contaba con casilleros que rentaba para que los usuarios pudieran ahí guardar sus objetos de perversión, yo tenía dos casilleros alquilados uno repleto de juguetes sexuales que Art28 me había comprado, y el otro lleno de revistas pornográficas, DVDs y de mas artículos, (les dije que de verdad era adicta a la porno).

Reconocer a los sexoservidores era sencillo, todos ellos tenían una peculiaridad, las mujeres dejaban sus tangas visibles, es decir sus pantalones o faldas a la cadera y sus tangas a la cintura, lo que es más que obvio, significaba que estaban dispuestas a venderse, los varones por su lado usaban sus pantaloncillos o shorts a la cadera y sus bóxers a la cintura, simple moda o no, era la señal para que no fueran arrestados por practicar sexo servicio.

Yo era una de las clientas exclusivas, en este negocio lo importante era la discreción, se sabía que había personalidades y políticos que asistían a ese lugar, pero nunca se sabía quiénes eran, siempre llegaban en autos polarizados como el mío y se estacionaban en garajes contiguos a la cabina, estos eran los accesos VIP que eran alrededor de diez, sobre de estos se encontraban las cabinas comunes, donde asistía gente desconocida.

La mecánica era simple, Samanta tenía una página web donde anunciaba su negocio con bombo y platillo, la contactabas mediante el correo electrónico de ese site, mandabas tus datos, dirección de correo a donde te llegarían tus “accesorios” los cuales te mandarían después de que depositaras en la cuenta de banco correspondiente o realizando el pago en línea con tu tarjeta de crédito, etc.

Los accesorios eran los siguientes: Una credencial VIP con los datos de tu Nick de Usuario, además de una máscara de algún dios romano que eligieras, la mía era de afrodita, por cierto, además de todo eso las instrucciones y reglas para mantener tu identidad real oculta. Cada que llegabas en tu auto este debía estar polarizado de plano o no entrarías al estacionamiento, una vez dentro del estacionamiento debías ponerte la máscara y no quitártela hasta salir en tu vehículo o entrar a la habitación, nunca debías charlar con el encargado de NADA, solo llegar marcar tu tarjeta en el lector del recibidor para registrar tu pase y pagar (porque la membrecía la pagabas en línea, eso era el costo por mantener discreción, pero lo demás debías pagarlo antes de utilizarlo).

Otra cosa del reglamento era que si querías mantener tu identidad a salvo jamás debías quitarte la máscara frente a ningún sexoservidor local, y si alguno de ellos se atrevía a quitártela debías reportarlo, en el negocio había sujetos armados y fornidos, no tengo que decir lo que le hacían a los o las sexoservidoras que se atrevían a hacer eso, pero supondrán que eran una golpizas tremendas y yo quiero creer que ninguna vez tuvieron la necesidad de usar una de esas armas, yo creí que eso era muy extrema pero en cuestión de la identidad de los usuarios VIP el negocio de Samanta cobraba muy bien y no se andaba con medias tintas. Considere que eso era justo, aun así nunca vi que ninguno de los sexoservidores se atreviera solo a tocar la máscara de algún cliente.

Los costos eran variados pero no los diré porque es intrascendente, así que después de más de dos cuartillas y algo más de narrar la introducción de este relato les contare lo que fui a hacer ese día.

Resulta que siempre fui fiel al contrato que tenía con Art28, sin embargo necesitaba algo mas, así que como en el lugar había sexo servidores de todo tipo opte por contratar a dos de ellos, un varón y una chica.

El varón tendría unos 30 años, quizá menos, al menos aparentaba esa edad, era de complexión normal, ni fornido ni delgado, tampoco era gordo ni flaco, es decir era un sujeto común, no muy apuesto a decir verdad, la chica era jovencita, no se pero quizá de mi edad aproximada, sin embargo ambos para mi sorpresa eran mayores de edad, y lo sé porque a todos los sexoservidores jóvenes que contrate les exigí su identificación, cosa que era válida dentro de los reglamentos, pues yo podía exigir la Identidad de quien contrataba era mi derecho VIP, podrán decir que esas identificaciones podrían ser falsas, pero los niveles de precaución de Samanta eran muy altos así que como yo veía era muy derecha en esos aspectos, así que no me preocupaba si eran de verdad o no.

La jovencita era delgada, sus pechos eran pequeños pero bien formados, sus piernas se veían muy suaves, sus glúteos y cadera eran enormes, bueno, exagero, eran grandes, grandes bonitos, sus nalgas estaban muy bien dotadas, y no se veía rastro alguno de imperfección. Pensé que esas sí que eran unas nalgas muy bien trabajadas en un GYM, yo jamás había visto algo similar, de tamaño y perfección, siempre que una chica es muy nalgona o caderona generalmente tiene celulitis o estrías, ella no.

Como yo no podía tener sexo, les ordene que tuvieran sexo ellos para mí mientras yo me penetraba con uno de los dildos que Art28 me había regalado para que me entretuviera mientras él iba de viaje. Ambos sabían su trabajo, les ordene que debieran ser salvajes y dejarse llevar por sus instintos, mientras más duro fuera el sexo que tuvieran sería mejor. Cuando se desnudaron lo hicieron con gran frenesí, el dejo ver un miembro largo y delgado, le pedí que se acercara para verlo de cerca, lo tome con mis dos manos y casi sobresalía su cabecita, me agrado, no era un miembro feo, su prepucio lo cubría completamente tal y como el de Art28, con la diferencia quizá que el miembro de Art28 era grueso y creo que hasta más jugoso. Mientras lo tocaba le pedí a la chica que lo comenzara a chupar, ella accedió rápido y comenzó a chupárselo, yo entonces comencé a masturbarme penetrándome con mi dildo mientras observaba como ella chupaba el glande del sujeto que se comenzó a retorcer de placer, entonces les ordene que se pusieran en posición de 69, a manera que yo pudiera ver como se daban placer mutuamente, yo estaba a uno de sus costados y veía como el lamia su vagina con desesperación, ella chupaba su miembro también con mucho gozo. Yo sentía que me venía, cada vez que veía como ella metía y sacaba el largo pene del sujeto yo me imaginaba chupándosela a Art28, entonces me saque el dildo de la vagina y comencé a chuparlo y a chuparlo como si el mismo Art28 me estuviera cogiendo en ese momento, me vine de solo pensar que estaba haciendo algo nunca hecho que tenía mi propia película porno en vivo y que yo era la directora de este cortometraje sexual de dos personas que lo hacían también por dinero y que me causaba tanto morbo.

Después de un rato yo ya me sentía satisfecha, así que me dedique a dirigir mi película porno, le ordene a el que la penetrara  de perrito ellos rápidamente cambiaron de postura y yo me deleitaba viendo como el largo pene entraba por completo en la vagina de la chica que daba gritos de dolor cada vez que él le metía todo el pene de golpe, claro que eso a mí me causaba placer así que le ordene que no dejara de hacerlo, la chica no tuvo más remedio que aguantar las embestidas, pero a mí me gustaba ver como ella gemía cada que el pene del chico la llenaba, tuve la impresión que la chica se había molestado, no parecía estar conforme mas aguantaba porque sabía que debía hacerlo y que si no cumplía con su parte y yo ponía mi queja ella la pasaría mal con los dos tipos de la entrada, eso no fue suficiente para mi, así que decidí darle una lección, y no fue porque hiciera pucheros, si no porque ella se había alquilado para mi durante un tiempo determinado donde yo tenía derecho de ordenarle como esclava lo que yo deseara sin chistar ni hacer gestos, así lo veía yo incluso cuando me vendía con Art28 para darle placer, si yo lo recibía estaba bien, pero si no, yo no tenía derecho de hacer pucheros ni de reclamos como lo hacía esta chica visiblemente.

“Ahora dale por atrás” le ordene al chico, la chica puso los ojos en blanco y trago saliva, él le dijo algo al oído, ella entonces asintió y respiro profundo, el chico comenzó a lubricarle el ano con su saliva y posterior a su pene el cual introdujo despacio; pero eso no era suficiente para mi, quería ver que la montara duro, así que insistí en ello diciéndole al chico que se la metiera sin piedad, el no tuvo más remedio que obedecer, le metió el pene hasta el fondo y ella grito de dolor mientras el comenzaba un mete y saca de su pene veloz el cual sin duda le causo mucho placer, yo también estaba muy excitada, me pare frente a ella para ver su rostro de dolor, para mi sorpresa descubrí que sus gritos y gemidos no eran de dolor, su rostro estaba completamente ruborizado y ella se mordía un labio y gemía y gritaba, pero lo que me convenció de que estaba disfrutando esa penetrada anal fue que su mano derecha estaba masturbando su clítoris y con la izquierda se sostenía muy a penas, al percatarme comencé a acariciar su clítoris como me acaricio yo para que pudiera sostenerse, cuando hice eso ella comenzó a moverse hacia atrás y hacia adelante para sentir una penetración más profunda el chico que por su parte no aguantaba más y en un espasmo largo se vino dentro de ella dejándole ir toda su leche en el ano que parecía tener un nuevo orgasmo al sentir la leche tibia del chico en su trasero. Yo quede satisfecha, sin embargo, las idas al negocio de Samanta fueron muy pocas, porque al siguiente año dejo la ciudad dejando a muchos clientes descorazonados, su cuenta de e-mail desapareció al igual que su página de internet, yo supongo que junto suficiente dinero y decidió retirarse aunque cada año desde entonces recibo un e-mail de un hotel en una isla cerca de Puerto Rico, donde me mandan una felicitación cada que cumplo años, la nota siempre dice: “A mi amada amiga, muchas felicidades, sigo a tus ordenes”, no sé si sea Samanta, no he vuelto a saber nada de ella desde nuestra última conversación en línea y de eso casi más de 5 años…

Alex Bond...