Lazos Prohibidos 3: Noche de confesiones

Nerea pasa la noche en casa de su amiga María, y entre juegos y caricias le revela el amor por su primo Luis.

Lazos prohibidos: Noche de confesiones

Hola de nuevo, éste es el tercer relato de una serie de siete. Como comenté en el anterior una amiga mía y yo nos hemos propuesto escribir un relato en cada categoría y he decidido agruparlos en cuatro series y dos relatos sueltos. Recomiendo leer Lazos Prohibidos: El primer amor y Lazos Prohibidos: Remordimientos para entender este relato, sin más espero que os guste.

Nerea salió de la casa ensimismada en sus pensamientos, no podía dejar de darle vueltas a la cabeza pensando en lo que había estado a punto de suceder aquella noche con Luis. Se había dejado llevar por la excitación del momento y lo que había empezado como un juego para provocar a su primo casi se había convertido en el mayor error de su vida. Tal era el grado de confusión que tenía que caminaba por la calle sin advertir lo que sucedía a su alrededor, como si fuera completamente ajena al mundo que la rodeaba, hasta que finalmente llegó a su destino sin saber muy bien cómo.

Habían quedado frente a una cafetería cercana a una tienda donde María había visto un par de bikinis que le habían encantado, y había convencido a Nerea, a pesar de su habitual reticencia a ir de compras, para que la acompañase a comprarlos antes de empezar su día de chicas. Al parecer Nerea iba más distraída de lo que pensaba ya que ni siquiera vio a María quien tuvo que tocarle en el hombro para que volviese en sí.

Ambas se sentaron en una de las mesitas de la cafetería para desayunar mientras esperaban a que abriesen las tiendas. María no paraba de comentar ilusionada todos y cada uno de los detalles de los bañadores que tenía pensado comprarse, y mientras Nerea simplemente la miraba y asentía. Finalmente, tras pagar la consumición, María cogió a Nerea de la muñeca y salió corriendo como alma que lleva el diablo hacia la tienda.

  • Ya verás, te va a encantar. Ya verás es muy sexy, tendrías que probarte alguno ¿no?.

  • Sí, supongo.

  • Que sí, además que tu lo luces mejor seguro. Mira, es este.

María había corrido a través de la tienda hasta llegar a la zona de lo bikinis tirando de Nerea. Durante cerca de media hora estuvieron comparando formas, telas y colores hasta que finalmente se decidió por el primero que había venido a buscar.

  • Mira que eres tonta, ¿por qué no te pillas alguno? Mira que todavía estás a tiempo.

  • No, no importa...

  • Desde luego, que sosa eres... luego te quejas de que ningún tío se fije en ti.

Tras comprar el bikini las chicas estuvieron deambulando por las tiendas sin ninguna intención real de comprar nada, más por falta de recursos que de ganas. Nerea nunca había sido admiradora de ir de compras pero al menos aquel ajetreo hacía que no pensase en su primo. Sin embargo estaba más rara de lo habitual y aunque María en principio lo achacó a que no le gustase salir de compras no tardó en intuir que ahí pasaba algo más, aunque por el momento lo dejó correr.

A la hora del almuerzo, cuando el calor apremiaba por las calles, decidieron que ya era hora de subir a casa de María y encargar unas pizzas. Sus padres habían salido para una boda y no regresarían hasta el día siguiente, por lo que podrían pasar toda la noche juntas viendo alguna película de terror y contándose sus cosas sin que nadie las molestase.

En cuanto estuvieron en la casa decidieron ponerse algo más cómodas aprovechando que tenían la casa para ellas solas y que hacía calor María decidió probarse el nuevo bikini que se acababa de comprar. Mientras tanto Nerea se cambió también poniéndose un top y un culote deportivo que había traído para la ocasión.

  • ¿Qué tal me queda? ¿No me hace el culo demasiado gordo? - Dijo María dándose la vuelta para que Nerea le observase el trasero.

  • No sé, está bien ¿no?

  • ¿Está bien? ¿Sólo eso? - Dijo con una indignación fingida. - Tía espabila ¿qué te pasa hoy?

  • Nada.

  • Venga, no se está así por nada... a ti te pasa algo, estás tela de rara.

  • Que no en serio, no es nada.

  • Ya... y por eso me traes la cara de mustia que llevas todo el día puesta. Tía que nos conocemos, a ti te pasa algo... y si no me lo quieres contar no me lo cuentes, me da igual... pero a ti te pasa algo.

  • Que no, en serio... será el calor.

María aceptó a regañadientes la excusa propuesta por Nerea, estaba claro que algo escondía y si no quería decírselo seguro que era algo gordo, pero no se rendiría tan fácilmente. El resto de la tarde pasó sin demasiadas novedades: Coquetearon un poco con el repartidor de pizzas, comieron y pasaron la mayor parte de la misma escuchando música hasta que oscureció, entonces María propuso ver la película que habían alquilado.

Habían elegido la película por recomendación del dependiente del videoclub, pero la verdad es que no les sonaba el título demasiado. Al principio les decepcionó un poco, la película era española y parecía que la habían grabado los reporteros de algún programa de televisión, pero decidieron darle una oportunidad. No se arrepintieron.

Salvo por un pequeño respiro al inicio de la misma, las chicas se mantuvieron en tensión durante la duración de toda la película. Juntas y con los hombros encogidos a penas se atrevían a levantarse para apagar el televisor que hacía tiempo había vuelto a mostrar el menú del DVD. Lo peor era sin duda que el edificio donde rodaron la misma tenía cierto parecido con el de María, y ambas se habían sugestionado lo suficiente como para no intentar si quiera moverse, al menos mientras siguiera la luz apagada.

  • Nere... ¿por qué no vas y enciendes la luz?

  • No, ve tú mejor...

  • ¿Y por qué yo? - Contestó María.

  • ¿Porque es tu casa?

  • Bueno vale, pero si voy yo luego me cuentas lo que te pasa.

  • ¡Que no es nada pesada! - Replicó a la defensiva.

  • Vale... entonces ve tú.

  • No, no... vale... ahora te lo cuento.

María se levantó esperando que aquello que le pasase a Nerea fuese lo suficientemente importante como para que mereciera la pena ir a encender la luz. Caminó unos pasos titubeantes antes de salir corriendo hacia la pared y encender la luz de golpe, respirando de forma agitada debido a la excitación producida por el miedo.

  • Uff, a ver quien duerme esta noche Nere...

María se acercó de nuevo al sofá donde estaba Nerea con las piernas encogidas y agarrándose por las rodillas y se sentó junto a ella, realmente parecía estar preocupada por algo y luchaba interiormente para sacar fuerzas para contarlo. María se enterneció con la mirada de cordero degollado que tenía y con un gesto amable le quitó un mechón de pero que tenía delante de su cara pasándoselo por detrás de la oreja.

  • Venga Nere, somos amigas... ¿no? Puedes contarme lo que sea.

  • Ya... pero es que... no sé por donde empezar.

  • Bah, no será tan grave... seguro que lo cuentas y te desahogas.

Realmente María se moría por dentro por escuchar qué era lo que le pasaba a su amiga pero no quería presionarla. Puso la mejor de las sonrisas que tenía y le cogió de ambas manos para intentar que se sintiera mejor.

  • Bueno... es, hay un chico...

  • ¿Un chico? ¡Lo sabía! Es que lo sabía... ¿Quién es?, ¿le conozco?, ¿está bueno?

  • Tía... ¿te lo cuento o no?

  • Sí, perdón, perdón... sigue.

  • Pues eso... he conocido un chico, y bueno... ufff... es complicado.

  • Ni que fuera pecado... - Nerea se quedó mirando a María intensamente, sin saberlo su amiga había dado en el clavo. - Un momento... ¿no lo habrás hecho ya, no guarrilla?

  • ¿Qué? No, no que va... no es eso... la cosa es, bueno... algo sí.

  • ¡Serás cerda! Y no me cuentas nada, ¿como es eso de algo sí? ¿Se la has tocado? - Nerea asintió enrojeciéndose. - ¡Qué fuerte! ¿Y cómo es él? ¿Seguro que no le conozco?

  • Seguro... es bueno, se llama Antonio y es nuevo en el barrio...

  • Qué suerte niña, pero entonces... ¿dónde está el problema?

  • Pues que... él... - Nerea se quedó callada unos instantes, realmente estaba pensando qué excusa dar pero no hizo falta.

  • No me digas más... intentó ir a más y tu no quisiste. - Nerea encogió la mirada dando a entender que era eso lo que había sucedido. - Nere en serio, no te preocupes... si ese tío no te respeta es que no merece la pena. ¿Y por eso estabas así?... venga no le des más vueltas y vamos para la cama.

María tomó de la mano a Nerea y ambas se fueron hacia la habitación de esta tras apagar el televisor. Como era habitual, María había sacado la cama supletoria y las habían pegado para dormir juntas como solían hacerlo desde que eran pequeñas. Ambas se tumbaron cada una en una cama quedando rostro contra rostro de forma que casi podían sentir el aliento de la otra, ninguna tenía la intención de dormir todavía y menos tras haber visto la película.

Por un lado Nerea se sentía aliviada de haber revelado en parte su secreto, pero por el otro tenía un pequeño resquemor de culpa por haber mentido a su amiga. María sin embargo no dejaba de darle vueltas a lo que le acababa de contar su amiga, iba a ser la primera del grupo que consiguiera ligar de verdad... bueno, ambas habían tenido sus pequeños tonteos con chicos pero esto era diferente. La verdad es que había provocado en ella un sentimiento de curiosidad bastante importante, e incluso había conseguido excitarla un poco por lo que tras un par de conversaciones insulsas intentó reconducir de nuevo el tema.

  • Oye Nere, ¿tu primo sigue por Madrid?

  • ¿A qué viene eso? - Preguntó extrañada Nerea.

  • No.. bueno, es que estaba pensando... y quizás podríamos quedar con él... y con Antonio.

  • ¿Eh? No.. mejor no, no creo que sea buena idea. - Respondió nerviosa.

  • ¿Y por qué no? Así me lo presentas y mientras tú te entretienes con él, yo me entretengo con tu primo. La verdad es que está muy bien. - Dijo de forma pícara.

  • ¡¿Qué dices tía?! Ni hablar... además, creo que no se llevarían bien.

  • ¿Y por qué no? Nere no seas así... que no te lo voy a quitar ni nada de eso.

  • No es eso, sólo es que prefiero no hablar de ello.

  • Vale, vale...

María no entendía la reacción de su amiga, una cosa era que no quisiera contárselo antes pero si ya se lo había dicho ¿qué problema había en que le presentase al chico? Por otro lado, desde que había visto a Luis le había llamado la atención y pensaba que sería una buena ocasión para ver si podía hacer algo.

  • Nere... - María no parecía querer rendirse.

  • ¿Qué quieres ahora?- Nerea empezaba a cansarse.

  • ¿Y si quedamos solo con Luis?

  • ¿No te he dicho ya que no? Además, Luis no es tu tipo...

  • ¿Y por qué no? ¿Es que sabes algo que yo no sepa? - María se incorporó ligeramente en la cama.

  • No, es sólo que no eres su tipo... conozco a mi primo y tú no le gustarías.

  • Ya, pues en la piscina bien que se pegaba a mí.

  • ¡Qué te he dicho que no! No tienes nada que hacer con él, olvídalo. - Nerea empezó a elevar la voz realmente molesta.

  • ¿Se puede saber qué te pasa? Ni que fuera...

María se quedó callada de golpe mirando a los ojos de Nerea, ambas se conocían lo suficientemente bien como para casi poder leerse los pensamientos. La insistencia de Nerea en no querer contarlo podía pasar, pero su actitud y su repentina aversión a quedar con Luis empezaban a cobrar sentido. Nerea empezaba a mirar aterrada a María, sabía que no debía haber contado nada y ahora su secreto estaba en grave riesgo de ser descubierto. No hacían falta palabras, ambas sabían que lo que la otra sabía.

  • No puede ser Nere... dime que no es él.

  • ¿Que no es quién? - La voz de Nerea estaba temblorosa.

  • Que Antonio... que él... ¡¿Se la has tocado a tu primo?!

  • Yo... - Nerea agachó la cabeza avergonzada. - Por favor no se lo cuentes a nadie.

  • No, claro... es sólo. Me has sorprendido mucho, no me lo esperaba.

  • Ufff, tía no sé qué hacer. - Nerea volvió a mirar a los ojos de su amiga esperando que de alguna forma ésta la ayudase a decidirse.

  • Pero a ver... - María se incorporó un poco más sentándose sobre sus rodillas y cogiéndole las manos continuó. - ¿A ti te gusta él?

  • No... no lo sé, bueno... supongo que un poquito...

  • ¿Entonces? ¿Qué más da que sea tu primo? Si yo tuviera un primo así seguro que me lo ligaba también... - María se paró unos segundo. - Oye... que lo que te dije antes de él... que no sabía que a ti...

  • ¿Serás tonta? .- Nerea sacó una pequeña sonrisa y le dio con la almohada a su amiga. - ¿Entonces? ¿No crees que esté mal?.

  • ¿Por qué iba a estarlo? O sea, no es lo mismo que un hermano... y además, por lo que me has dicho, tú también le gustas a él ¿no?

Nerea agachó de nuevo la mirada, no había pensado en ello. ¿Realmente le gustaría a Luis o solo habría sido algo del momento? Además, esta mañana no se había portado muy bien con él y ahora quizás no quisiera verla.

  • Supongo...

  • Venga tía, que no creo que se haya desnudado delante tuya si no le gustas ¿no?

  • Bueno... - Nerea se mordió un labio. - No fue sólo él...

  • ¿Qué me dices? ¿Tú también te desnudaste? ¡Qué fuerte! Nere, tienes que contármelo todo...

Las chicas volvieron a tumbarse en la cama, poco a poco Nerea fue contándole lo que había pasado con su primo. Fue contándole como su actitud hacia él cambió poco a poco al verse forzada a compartir todo su tiempo con él, cómo había descubierto que su primo realmente era un chico simpático, agradable y atento que la había hecho sentir especial.

Al principio María la escuchaba embelesada hasta que poco a poco, casi sin darse cuenta, acercó su mano a un mechón de Nerea y empezó a jugar con él. Escuchaba las palabras de Nerea con una mezcla de envidia y admiración por lo que su amiga había conseguido, realmente parecía enamorada de Luis. Nerea siguió relatando lo sucedido mientras notaba las caricias de su amiga, poco a poco iba cogiendo confianza en sí misma, auto convenciéndose de que lo que había pasado con su primo no era malo, después de todo ella sentía algo por él y eso no podía estar mal.

Para cuando Nerea llegó a la noche en la que casi se acuesta con su primo ambas estaban visiblemente excitadas. María pasaba su mano acariciando suavemente el costado de Nerea dibujando formas aleatorias en su suave piel, mientras Nerea había cerrado sus ojos e imaginaba manos que la acariciaban fuesen realmente las de Luis. Poco a poco el relato de Nerea y las caricias de María fueron intensificándose hasta que, sin saber muy bien cómo, el rostro de Nerea se acercó al de su amiga depositando un tímido beso en sus labios.

El tiempo se congeló durante unos instantes en los que ninguna de las dos chicas hizo movimiento alguno. Durante unos instantes Nerea ni siquiera fue consciente de que había besado a su amiga, estaba tan concentrada en sus pensamientos que lo único que deseaba era sentir los labios de Luis. María sin embargo sí era consciente de lo que su amiga acababa de hacer, pero lo extraño de la situación hizo que se quedara congelada. Por un lado lo que Nerea le estaba contando la había excitado muchísimo, y además no se sentía tan mal.

Ambas abrieron los ojos y se miraron directamente sin separar los labios, María nunca había besado a ningún chico y Nerea tan sólo lo había hecho con su primo. No hizo falta que se dijeran ninguna palabra, ambas eran conscientes de que aquello era sólo parte del momento y decidieron continuar adelante. María fue la que dio el primer paso acercando a su amiga con la mano que aún estaba sobre su hombro, después entreabrió su boca para empezar a besarle siguiendo su instinto.

Nerea tardó unos segundos más, pero al ver que su amiga no la había rechazado y que continuaba adelante decidió hacer lo mismo. Las chicas se fundieron en un abrazo mientras exploraban sus bocas y tímidamente sus lenguas empezaron a jugar. Las manos de Nerea rodearon el cuello de su amiga empezando a acariciar lentamente su espalda.

María fue bajando sus manos por la espalda de Nerea hasta posarse en sus caderas, a pesar de que ambas se habían visto desnudas en alguna ocasión era la primera vez que hacían algo así, pero ninguna de las dos parecía sentir ningún rechazo en ese momento. Sus lenguas jugaban ya sin ningún pudor y las manos de Nerea se posaron sobre la parte superior del bikini que aún llevaba puesto María.

En ese momento dejaron de besarse, María asintió con la cabeza dándole permiso a Nerea para continuar y en un movimiento ágil Nerea soltó el nudo que sujetaba la prenda al cuerpo de la chica, dejando sus pequeños pechos libres. María se incorporó empujando de Nerea hacia arriba, haciendo que ambas quedasen sentadas sobre la cama. Una vez sentadas María dirigió sus manos hacia el top de Nerea y tiró de él sacándolo por encima de su cabeza para quedar ambas semi desnudas. Sentadas como estaban se abrazaron de nuevo haciendo que sus juveniles pechos se rozasen y provocando que sus pequeños pezones se estirasen de la excitación. Sus bocas volvieron a fundirse en un beso lleno de ternura y curiosidad mientras sus manos recorrían la piel desnuda de sus espaldas.

María, quien siempre había sido más desinhibida, fue la primera en llevar una de sus manos al pecho de Nerea acariciándolo con ternura. Nerea no pudo reprimir un pequeño gemido y ante la leve presión que su amiga hizo en su hombro se tumbó de nuevo en la cama. María se agachó levemente sobre el cuerpo de la chica observando su cara de placer mientras seguía explorando sus incipientes senos. Poco a poco empezó a descender hasta que finalmente depositó un suave beso en su pezón izquierdo que hizo que Nerea se estremeciese.

En ese momento Nerea no podía pensar en otra cosa que no fuera el placer que le estaba proporcionando su amiga. La boca de María jugaba con su pezón mientras la mano que antes se había depositado en sus pechos bajaba a través de su vientre hasta el borde de su culote. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Nerea cuando sintió que su amiga empezó a retirarle la única prenda que tapaba su cuerpo, y casi sintió el impulso de levantarse.

  • Tranquila Nere... - Dijo María

Nerea no pudo más que obedecer, poco a poco la prenda fue abandonando las piernas de Nerea hasta que ésta quedó completamente desnuda. La mano de María fue subiendo de nuevo mientras recorría lentamente las delicadas piernas de su amiga. Mientras tanto su otra mano y su boca prodigaban caricias de un placer inigualable en los sensible pechos de la chica, cuya boca no podía reprimir más los gemidos que se hacían cada vez más audibles.

La mano de María finalmente llegó a la vulva de su amiga, notando la humedad que la excitación le había provocado. Sus dedos, conocedores de las artes amatorias en solitario, recorrieron los labios de la chica hábilmente. Sus dientes encerraron al erecto pezón de su amiga jugando con él y arrancando de su garganta unos rítmicos gemiditos. Entonces el índice de María se abrió paso entre los labios de Nerea alcanzando su clítoris, proporcionándole el más placentero de los masajes. Durante varios minutos María se entregó en cuerpo y alma a proporcionarle placer a su amiga, quien había olvidado corresponderla cegada por las sensaciones que experimentaba. Cuando el corazón de María se introdujo en el cuerpo de Nerea un orgasmo la invadió por completo.

En cuanto se recuperó Nerea se aproximó a su amiga para besarla de nuevo, agradeciéndole lo que le había hecho sentir. Luego, al igual que había hecho su amiga previamente, la tumbó en la cama y comenzó a acariciar sus pechos. Nunca había imaginado que pudiera hacer esto con otra chica, pero se alegraba de poder complacer a su mejor amiga. Sus labios sellaron con varios besos la piel de sus senos y sus manos descendieron para eliminar la parte inferior del bikini de su amiga, y cómo ésta había hecho previamente la masturbó suavemente hasta que también alcanzó un orgasmo.

Entonces, ambas chicas se besaron, sabiendo que su amistad saldría reforzada de esta experiencia. Al final, abrazadas se tumbaron en la misma cama, y desnudas como estaban se quedaron dormidas pensando cada una en sus propios lazos prohibidos. Por un lado, el amor incestuoso que Nerea sentía por su primo, y por otro el nuevo placer que María había descubierto en las mujeres.