Lazos de sangre

El incidente SL9 ya se cerró hace 9 años pero las hermanas Skye aún tienen una cuenta pendiente con el abogado Phoenix Wright

Hace 9 años

11 de Junio, 10:40 – Tribunal del distrito. Sala de acusados Nº 3

  • A la vista de las pruebas presentadas y los testimonios recogidos creo que no quedan dudas de lo que pasó aquella fatídica noche. – Decía el juez mientras levantaba su mazo. – Condeno a Ema Skye

  • ¡Protesto! – Dijo Phoenix Wright alzando su dedo índice.

  • ¿Cómo que protesta? – Dijo el juez impresionado. – los hechos son claros, su defendida Ema Skye empujó accidentalmente a Neil Marshal contra la espada que le causó la muerte. Las huellas dactilares están en el trozo de chaqueta de la victima. Prueba que ha sido usted el que la ha mostrado a este tribunal.

  • Precisamente por eso. Esa prueba la encontré en la caja fuerte del despacho de Damon Gant, prueba que se guardaba para poder chantajear a la hermana de la acusada, Lana Skye. Pero acabo de darme cuenta de que en esta perfecta historia tiene un fallo, hay algo que no me cuadra. – Tras decir eso miró a Damon Gant a los ojos que sonreía en el estrado. – Ahora quiero hacer una pregunta a la sala. – Phoenix tragó saliva. - Si fue Ema la que empujó contra la espada a Neil, ¿Por qué no hay ni rastro de sangre en el pedazo de tela? – Todo el mundo comenzó ha hacerse preguntas, la pregunta de Phoenix tenía razón. – Yo les explicaré lo que pasó aquel día, es sencillo, Ema empujó a Neil dejando sus huellas en la chaqueta de este, tras eso se desmayó. Neil estaba exhausto tras la pelea y quedó tumbado en el suelo. Esa situación la aprovechó Damon Gant para empujar a Neil contra la espada y poder chantajear así a Lana con la excusa de que su hermana había matado a Neil

Habían pasado nueve años de aquel caso, afortunadamente, todo había salido bien. Ema quedó en libertad y Damon tuvo que pagar por todo el daño que había hecho. Tanto por el asesinato de Neil Marshal como por los años que había pasado chantajeando a Lana

Skye.

Phoenix recordaba con alegría aquel caso, lo había pasado mal pero la verdad acabó saliendo a la luz. Ema ahora era una prestigiosa inspectora científica pero había perdido la pista de su hermana Lana. En aquella época era la fiscal general pero cuando terminó aquel juicio lo dejó todo y no la volvió a ver por allí.

Phoenix se levantó del sofá, dejó en la mesa la carpeta que estaba leyendo. Era la carpeta con todos los datos del juicio, de ella cayeron dos fotografías. Las recogió y las miró detenidamente, eran las hermanas Skye. Ema por aquel entonces tenía 15 añitos y su cara de niña lo reflejaba. Lana en cambio tenía 29, cinco años más que él, ahora tendría 38 años. En ese momento las tripas de Phoenix sonaron, miró su reloj, eran más de las 2 de la tarde y aún no había comido. Guardó las fotos en la carpeta y salió corriendo del bufete Wright & Co.

Cogió un taxi al centro y se metió en el primer restaurante que vio. Estaba muy hambriento, no había desayunado y llevaba varias horas leyendo el caso de las hermanas Skye. Se sentó en la mesa que le indicaron y comenzó a mirar la carta, tenía bastante claro lo que quería así que no tardó en comentárselo al camarero. Una vez había pedido, comenzó a mirar alrededor. El restaurante estaba bastante lleno, apenas quedaban dos mesas vacías. El lugar no era lujoso, pero tampoco podía ir cualquiera a comer. La gente que comía estaban perfectamente vestidos con traje y corbata, parecían ser altos ejecutivos ya que todos parecían ocupados con sus teléfonos móviles. De pronto la mirada de Phoenix se paró en seco. Dos mesas más a su derecha había una hermosa mujer que hablaba con el camarero, acababa de entrar por lo que parecía. Vestía con unos pantalones vaqueros bastante ajustados, una chaqueta blanca que no se quitó aún habiendo un calor bastante importante dentro del local y en el cuello llevaba un fular rojo.

Una sensación extraña recorrió el cuerpo de Phoenix, no sabía bien lo que estaba pasando. De pronto, todo cobró sentido, la mujer giró la cabeza hacia el lado de la mesa de Phoenix y éste pudo identificar quien era aquella atractiva mujer.

  • ¿Qué hace Lana Skye por aquí? – Se preguntó a si mismo. – Habrá que hacerle una visita.

En ese momento se levantó y se dirigió hacia la mesa de Lana.

  • Buenas tardes. – Dijo sentándose frente a ella.

Lana se quedó bastante sorprendida ya que no vio llegar a Phoenix. Miró al hombre que tenía en frente a la cara y no pudo adivinar quien era.

  • ¿Nos conocemos?

  • ¿Se acuerda del caso SL9?

  • El SL9… - Dijo intentando recordar todo aquello. – Usted debe ser el abogado Phoenix Wright.

  • Exacto, ¿le importa que comparta mesa con usted?

  • Para nada y por favor tutéame, hace mucho que dejé de ser tu superiora.

  • Bien. – Dijo sonriendo. – Voy a avisar al camarero de mi cambio de mesa.

Phoenix se levantó de la mesa y fue a por el camarero, no tardó en volver. Una vez se sentó de nuevo comenzaron a hablar de sus cosas.

Phoenix descubrió que Lana había estado viviendo en el extranjero los últimos 9 años, quería cambiar de aires. El SL9 le había liberado de un gran peso de encima. Llevaba siendo chantajeada mucho tiempo y quería cambiar de aires. En resumen, se había tomado nueve años sabáticos. Acababa de volver hacía una semana de sus vacaciones y se había instalado en casa de su hermana Ema. Lana llevaba bastante tiempo desaparecida y decidió darle una sorpresa a su hermana pasando unos días con ella.

Ya estaban terminando el postre y aún seguían hablando. El tema del SL9 se había aparcado momentáneamente pero no tardó en salir a la luz de nuevo.

  • Phoenix, quería darte las gracias por lo que hiciste aquel día. Plantarle cara a Damon Gant de esa manera merece mis mayores respetos.

La cara de Wright se puso totalmente roja.

  • Muchas gracias, tan solo hacía mi trabajo.

  • ¿Querrías venir a casa de Ema a tomar algo?

  • Bueno, no se… Igual no le parece buena idea a Ema. – Dijo Phoenix confuso.

  • ¿Cómo no le va a parecer buena idea? Tú le salvaste la vida. Además me ha dicho que está trabajando con tu subordinado.

  • Bueno, es verdad, tienes razón.

Terminaron de comer y pagaron la cuenta. Salieron del restaurante y se pusieron rumbo a casa de Ema. Por el camino hablaron de las largas vacaciones de Lana y del futuro próximo que le esperaba. No pasaron ni diez minutos cuando Lana se detuvo delante de un portal.

  • Es aquí. – Dijo introduciendo la llave.

Entraron al portal y empezaron a subir las escaleras, Phoenix iba detrás y desde su perspectiva podía ver el torneado culo de la que fuera fiscal general. Tenía muy buena pinta, aquellos pantalones vaqueros marcaban perfectamente tanto el trasero como las largas piernas de Lana. La señora Skye estaba de muy buen ver aun estando a punto de entrar en los cuarenta. Phoenix se acordó de la foto de Lana que vio a la mañana y la verdad parecía que los años no pasaban por aquella mujer, no le había salido ni una arruga y seguía luciendo aquella larga melena morena. El ruido de la llave abriendo la puerta lo sacó de sus pensamientos.

  • Que raro que esté cerrado con llave, Ema debería estar dentro.

Los dos entraron y encontraron un post-it en la puerta pegado.

  • Es el cumple de Penny, volveré para la hora de cenar. Ema. – Leyó Lana.

  • Pues parece que no voy a poder ver a la pequeña Ema. – Dijo Phoenix un poco apenado.

  • Quédate hasta la hora de cenar. A Ema le va a hacer mucha ilusión verte.

  • Tienes razón, no me importa esperarle un par de horas.

Lana se levantó y fue a la cocina, de allí trajo dos cafés. Phoenix se había sentado en el sofá que había en la entrada. Lana dejó los dos cafés en la mesa y se quitó el abrigo. Tras el se escondía una veraniega camisa blanca de mangas cortas. Llevaba el primer botón desabrochado, pero no dejaba ver nada, cosa que Phoenix estaba deseando. Lana se sentó a su lado y siguieron con su amena charla. Tras tomarse varios cafés Phoenix se sentía bastante acalorado. Se quitó la sudadera que llevaba.

  • Que calor hace aquí, por dios.

  • La verdad es que sí. – Dijo Lana soltándose el segundo botón de su camisa.

Las vistas que ahora mostraba la camisa de Lana eran muy diferentes. Ahora se podía ver en parte los redondos pechos de la ex-fiscal general. Phoenix no pudo evitar fijarse en el bonito escote que mostraba su acompañante y esas discretas miradas fueron haciendo efecto en el miembro del hombre que poco a poco fue poniéndose más y más duro.

Siguieron conversando animadamente cuando de pronto Lana se fijó en el bulto que sobresalía del pantalón de Wright. Entonces notó como todo el calor de su cuerpo se centraba en su entrepierna. Lana cruzó las piernas intentando apagar el fuego que acababa de nacer en su interior pero no fue así, aquel fuego se iba extendiendo poco a poco por todo su ser. Entonces comprendió que solo había una manguera que podría apagarlo.

  • Phoenix, de verdad que me gustaría agradecerte todo lo que hiciste tanto por mi hermana como por mí.

  • Tranquila muj… - No pudo terminar la frase ya que los labios de Lana tapaban los suyos.

Entonces ambos se fusionaron en un pasional beso. Las lenguas de ambos se entrelazaban mutuamente y la saliva iba moviéndose de boca en boca. Las manos de Phoenix se entrelazaron con el pelo de Lana mientras que las manos de ésta masajeaban la espalda del ex-abogado.

Ambos se pusieron de pie y comenzaron a desvestir a su pareja lentamente. Phoenix iba desabrochando los botones de la camisa mientras que Lana bajaba la cremallera del pantalón del ex-abogado. No tardó en caer la camisa de la mujer al suelo revelando tras de si un sujetador blanco que escondía dos redondos pechos. Phoenix se quedó impresionado al ver el tesoro que acababa de desenterrar y fue directamente a soltar el cierre para poder liberarlas. Pero entonces sintió un profundo placer que provenía de su entrepierna, era la habilidosa mano de Lana que se había introducido en su calzoncillo y había comenzado a acariciar su miembro. Lo hacía muy lentamente mientras que con la otra mano iba bajando sus gayumbos hasta dejarlos por la altura de los tobillos, entonces el miembro de Phoenix alcanzó su máximo esplendor. Estaba totalmente erecto, mediría unos 18 centímetros y estaba tan duro que parecía que le dolía. El ex-abogado por fin consiguió desabrochar el sujetador de su acompañante y dos grandes pechos se descubrieron ante él. No eran exageradamente grandes pero si lo suficiente como para pasar un buen rato con ellos. Phoenix no tardó en reaccionar llevando sus dos manos hacia ellos y comenzando a masajearlos. Los pezones estaban durísimos, señal del grado de excitación de la mujer. Ambos comenzaron a besarse con pasión, la saliva no paraba de fluir y las lenguas no podían dejar de jugar entre ellas. Mientras las habilidosas manos de Lana no paraban de estimular el duro miembro de su acompañante. Una de las manos masturbaba con velocidad mientras que la otra acariciaba dulcemente las pelotas. Phoenix llevó una de sus manos al pantalón de su amante y consiguió soltárselo utilizando tan solo una mano, la otra seguía trabajando los pezones de Lana, que de vez en cuando no podía reprimirse un gemido.

El tanga de la mujer estaba chorreando y eso Phoenix lo notó cuando colocó la mano encima de éste y comenzó a tocar suavemente el coño de su amante por encima de la tela. Lana no podía aguantar más, con las dulces caricias de Phoenix estaba a punto de correrse por primera vez. La respiración comenzó a agitársele y eso lo notó su pareja que comenzó a aumentar el ritmo de su mano a la vez que pellizcaba sus pezones. La situación era insostenible, Lana no podía aguantar más, necesitaba sacar todo el fuego que había en su interior. Comenzaron a temblarle las piernas y entonces cerró los ojos. Lanzó un grito desesperado y una erupción se produjo en su sexo. Acababa de alcanzar el primer orgasmo. Phoenix fue a quitarle el tanga pero Lana le detuvo la mano.

  • Tranquilo señor Wright, tenemos toda la tarde por delante.

Tras decir eso, agarro la sudadera de Phoenix y se la quitó de un golpe, lo mismo hizo con la camiseta que llevaba. El trabajado torso del ex-abogado salió a la luz. La ex-fiscal general se lanzó como una posesa hacia él y comenzó a lamerlo. A Phoenix jamás le habían hecho algo parecido y le resultó de lo más excitante, su miembro se puso aún más duro si es que eso podía suceder.

Lana poco a poco fue descendiendo en su recorrido hasta llegar finalmente al erecto miembro del señor Wright. Lo miró durante cinco segundos y sin pensárselo dos veces se lo metió entero en la boca. Phoenix se quedó alucinado al ver como Lana hacía desaparecer su rabo en su boca de un golpe. Jamás había recibido una mamada así, normalmente las chicas comenzaban lamiendo el capullo y poco a poco se la iban tragando, pero el espectáculo que tenía delante era totalmente diferente. Su amante se metía completamente el rabo en la boca y lo sacaba a gran velocidad, una de sus manos también ayudaba en ese feroz mete-saca, su otra mano estaba masajeando las pelotas del ex-abogado. Phoenix se sentía en el cielo, nunca en la vida había sentido algo por el estilo, a ese ritmo no aguantaría ni dos minutos más.

En ese momento, todo lo que era paz cambió al oírse como la puerta de casa se cerraba.

  • Ya estoy aquí hermanita. – A Ema se le borró la sonrisa de la cara al ver a su hermana desnuda arrodillada frente a un hombre.

El cuerpo de Ema reaccionó al momento y se le comenzaron a endurecer los pezones.

  • ¿Qué está pasando aquí? – Ema no entendía bien por qué había hecho esa pregunta, ya que estaba clara la respuesta.

  • Ahora mismo le estaba agradeciendo al señor Wright el trabajo que hizo al defenderte en el caso SL9, ya que en su día no pude hacerlo. – Dijo Lana tras sacarse la polla de la boca.

  • Me parece muy mal lo que habéis hecho. – Dijo Ema poniendo los brazos en jarra.

  • Pero es que… - Intentaba excusarse Phoenix mientras Ema seguía hablando.

  • Cállate Wright. – Dijo Ema lanzándole una mirada fulminante al ex-abogado. – Me parece muy mal que sea ella la única que te lo agradezca ya que yo soy la que más agradecida te está. – Mientras decía esto comenzó a desabrocharse los botones de la camisa. – Señor Wright, tu me salvaste de la cárcel y no se me ocurre mejor manera de hacerlo, aunque hayan pasado 9 años de eso. – Cuando terminó de hablar, Ema ya estaba en ropa interior.

Entonces comenzó a andar hacía la pareja de amantes, que no habían tenido tiempo ni de moverse. El ex-abogado se quedó mirando el cuerpo de Ema y se quedó realmente maravillado. En nada se parecía a aquella joven de 16 años que defendió en el juicio. Ahora estaba hecha toda una mujer. Había pegado el estirón y se notaba que había pasado la adolescencia. Tenía dos grandes pechos, más grandes que los de su hermana, una cinturita de avispa y dos torneadas y largas piernas. Phoenix salió de sus pensamientos al notar que estaba cara a cara con Ema. Esta se limitó a darle un besito en los labios y a arrodillarse junto a su hermana.

  • ¡Vaya señor Wright! – Dijo agarrando el cipote en sus manos. – No me extraña que ganara el juicio, teniendo este dedo acusador. – Tras decir eso se introdujo gran parte del miembro en la boca.

No tenía el pene erecto del todo ya que la situación anterior le había cortado bastante pero no tardó nada en volver a su máximo esplendor al notar el masaje oral que le estaba dando su nueva compañera.

  • Ya veo que se alegra de verme. – Decía Ema mientras se sacaba el miembro de la boca.

Ese momento lo aprovechó Lana para meterse ella el rabo en la boca. Se lo introdujo un par de veces hasta el fondo de su garganta pero tuvo que sacársela ya que su hermana pequeña la estaba matando con su mirada. Entonces la imagen que vio Phoenix lo excitó aún más. Ema le estaba lamiendo la base de su polla mientras que Lana se centraba en el capullo. Phoenix estaba en la gloria, jamás había sentido algo parecido en su vida. Lana ya le había demostrado que era una experta mamadora pero Ema tampoco era coja. Se veía que la joven Ema se había tragado más de una polla a lo largo de su vida.

De vez en cuando las hermanas iban cambiando de posición. Le lamían la base de la polla como si se tratara de un helado, se centraban solo en el capullo y lo chupaban simulando que se daban un beso entre ellas, se iban alternando el rabo, primero lo chupaba una y después la otra. Phoenix no podía más, su grado de excitación había llegado al máximo, estaba desbocado.

  • Vamos a la cama, aquí no hay sitio para hacer nada. – Dijo el ex- abogado con un tono de desesperación.

  • Me parece buena idea. – Dijo la pequeña Skye con una sonrisa en la cara.

Las dos mujeres se adelantaron y Phoenix iba detrás de ellas, no quitaba ojo de los dos culos que se movían ante él. Ambas llevaban un fino tanga y dejaba ver casi totalmente las redondas y duras nalgas que estaba deseando poseer. Las dos mujeres entraron en una habitación y Phoenix las siguió sin dudarlo. Cuando entró vio a las dos hermanas de espaldas a él mirando una cama que había en medio de la habitación. El ex-abogado aprovechó ese momento para llevar sus manos a los tangas de sus dos acompañantes y dejarlos a la altura de los tobillos. A las dos mujeres ese movimientos las cogió por sorpresa pero mayor fue la sorpresa cuando se giraron para ver que pasaba y Phoenix posó cada una de sus manos en los respectivos coños e introdujo dos dedos en cada uno de ellos. Empezó a moverlos con velocidad y la respuesta de las hermanas no se hizo esperar. Ambas comenzaron a gemir levemente, pero los ataques del ex-abogado no acababan más que de empezar. Metió con velocidad dos dedos más a cada mujer y con el pulgar comenzó a acariciar el clítoris de ambas. Las manos de Phoenix se llenaron de flujo vaginal. El grado de excitación de las dos hermanas estaba aumentando a paso de gigante. De pronto las hermanas Skye empujaron al ex-abogado contra la cama y ambas cogieron posiciones.

  • Vamos señor Wright, no tenga miedo. – Dijo Ema colocándole el coño en la cara.

**Phoenix sacó su lengua y comenzó a lamer el dulce manjar que tenía frente a él. Estaba muy pegajoso por todos los fluidos que había en él pero eso le daba un sabor muy especial. Ema no tardó en ponerse a gemir e instintivamente comenzó a mover levemente sus caderas, restregando así su rajita por la cara del ex-abogado.

Por el otro lado Lana se acomodaba la polla en la entrada de su sexo. No le costó nada introducírsela en su interior ya que estaba muy mojada. Una vez sintió como la polla de su amante tocaba fondo, comenzó a mover enérgicamente las caderas. Daba pequeños botes sobre el aparato de Wright, que salía y entraba sin ninguna dificultad. Se escuchaba el chapoteo de los jugos vaginales de Lana mezclándose con el mete saca del miembro del ex-abogado. Los gemidos de Lana, se mezclaron con los de su hermana que seguía disfrutando de la lengua inquieta de Phoenix, que exploraba cada centímetro de su raja. Phoenix también quería gemir pero estos quedaban ahogados ya que tenía la boca llena. Wright comenzó a mover la cadera para poder penetrar más profundo a la hermana mayor. El movimiento surtió efecto al instante ya que los gemidos de Lana eran mucho más intensos al igual que la velocidad en la que movía ahora las caderas. Eso a Ema no le resultó indiferente y comenzó a restregar su coño por la cara de Phoenix. Necesitaba correrse ya, necesitaba llegar al orgasmo, quería sentir la dura polla del ex-abogado en su interior. Y finalmente consiguió uno de sus objetivos, tras sentir una descarga por su raja acabo corriéndose, gritó con intensidad, había sido un gran orgasmo, pero había algo que aún le faltaba por conseguir y sabía que no tardaría en tenerlo en su interior. Por el otro lado, Lana saltaba frenéticamente sobre la polla de Wright, estaba a punto de correrse, y más al haber oído los gritos de su hermana. Phoenix se dio cuenta de la situación y comenzó a mover las caderas con velocidad. La polla entraba y salía vertiginosamente del coño de la hermana mayor. La respiración de Lana era muy entrecortada y no paraba de suspirar, entonces llegó, todo el calor que sentía en su sexo explotó en un increíble orgasmo. Lana se dejó caer en la cama, lo que acababa de sentir había sido brutalmente excitante, salvaje, hacía tiempo que no había tenido sexo de esa manera.

Pero no había tiempo que perder, Ema se levantó de la cama y se colocó contra la pared poniendo así su culo en pompa. Había que ser muy tonto para no entender el mensaje que estaba enviando la joven. Phoenix no tardó en levantarse y colocarse justo detrás de ella. Sin mediar palabra el ex-abogado le agarró las caderas y le introdujo su miembro lentamente. La joven sentía como Phoenix la iba llenando poco a poco y como las paredes de su coño daban la bienvenida al nuevo visitante. Una vez la tenía completamente dentro, empezó a mover las caderas. Phoenix veía como su miembro entraba y salía con facilidad, poco a poco el placer comenzó a expandirse por el cuerpo de ambos y los gemidos no tardaron en aparecer. El ex-abogado estaba impresionado con la imagen que tenía delante, veía como su miembro percutía una y otra vez el joven coño de Ema, también veía las bonitas nalgas que formaban el redondo culo de la joven. En ese momento se dio cuenta de que tarde o temprano acabaría por poseer ese precioso trasero. Entonces llevó una de sus manos al coño de Ema que estaba empapado de jugos vaginales y lo que hizo fue llenarse la mano de ellos y lubricar así el ano de la joven. Ésta se dio cuenta de lo que el ex-abogado pretendía hacerle y la idea le puso a mil. Ema ya no era virgen analmente hablando ya que con 21 años tuvo un novio que le propuso hacerlo, al principio tenía miedo ya que todo el mundo decía que era muy doloroso, pero no pasó ni medio minuto para saber que todos esos rumores eran falsos. Ema vio que el sexo anal era lo mejor que se había inventado. Y ahora iba a poder sentirlo otra vez a manos del abogado que le salvó la vida.

Una vez estaba bien lubricado el ano de la joven Phoenix se dispuso a meter un dedo, en ese momento se llevó una gran sorpresa al ver que el dedo entraba sin ningún problema. Entonces se dio cuenta de que Ema no era la chiquilla de hace 9 años, Ema había pasado hace ya tiempo de niña a mujer. Entonces Wright le introdujo tres dedos de golpe y empezó a moverlos con velocidad a la vez que aumentaba el ritmo de sus embestidas. Ema estaba en el cielo, Phoenix la había llevado al cielo a base de pollazos y sabía que aún quedaba lo mejor, dentro de poco dejaría de sentir los dedos de su pareja para sentir su gran polla partiéndole a la mitad. Phoenix miró un momento hacia atrás, allí vio a Lana tumbada en la cama totalmente exhausta, parecía que aún no se había recuperado del orgasmo. Lo único que pudo hacer al ver que Phoenix la estaba mirando, fue esbozar una pequeña sonrisa.

Ema no aguantaba más, quería sentirla ya, necesitaba sentirla ya en su culo. Los dedos que tenía dentro lo único que hacían es hacer que lo deseara más.

  • Vamos señor Wright, ¿A qué esperas para partirme el culo? – Dijo la joven en un tono de desesperación total.**

Las palabras de Ema surtieron efecto al instante ya que el ex-abogado sacó su polla y la colocó en la entrada del culo de la joven. Resbalaba bastante ya que el miembro de Wright estaba totalmente lleno de flujo vaginal al igual que el ano de Ema. Comenzó a meterla con suavidad y la sensación que se encontró entonces era totalmente diferente a la de hace unos minutos. Sentía como el estrecho culo de Ema abrazaba con fuerza su polla dando así un placer extremo. Su rabo iba avanzando poco a poco por aquel pasadizo hasta entrar completamente, en ese momento la joven lanzó un suspiro de placer. Phoenix golpeó una de las nalgas de la joven y ésta explotó.

  • ¡Vamos señor Wright! ¡No me haga esperar más!

Entonces llegó el momento que llevaba todo el día esperando. La polla de Phoenix entraba y salía de su culo con velocidad. El placer que estaba sintiendo el ex-abogado era inimaginable. Su erecto miembro se introducía con fuerza por el estrecho pasillo que había entre las nalgas de Ema. Esa estrechez era la que ponía su rabo todavía más duro si es que se podía. El ritmo de las envestidas no era demasiado veloz pero si muy profundo, al ritmo de éstas se movían también las tetas de la joven. Se notaba que había cambiado mucho desde la última vez que Phoenix la había visto, por aquel entonces la joven Ema estaba más plana que una tabla sin embargo ahora tenía un par que eran la envidia de cualquier mujer. Phoenix no aguantó más la tentación y se lanzó a por ellos. No era demasiado cómoda la posición en la que estaba pero sin duda merecía la pena. Sin parar de encular a Ema, que ahora era ella la que movía las caderas, también tenía entre sus manos los duros pezones de la joven que no tardó ni un segundo en comenzar a pellizcarlos con violencia. Ema no aguantó ni medio minuto en esa posición, era demasiado el grado de excitación de su cuerpo y no pudo aguantar el que sería su tercer orgasmo de la tarde. Gritaba como una salvaje y su cuerpo no paraba de temblar, había sido uno de las corridas más salvajes que había tenido, tenía la entrepierna totalmente encharcada.

Entonces la joven cambió de posición, se puso frente a Phoenix y le besó con violencia, pero no tardó demasiado en arrodillarse y meterse la polla en la boca. Comenzó con una mamada salvaje, se metía más de medio miembro en la boca ayudada de su mano derecha que masturbaba el rabo al compás de la cabeza. Esta situación no duró más de un minuto ya que la joven se levantó y se tumbó en la cama abierta de piernas. Phoenix aún estaba confuso, acababan de pasar muchas cosas de golpe, no sabía como reaccionar, por suerte, eso no duraría mucho tiempo.

  • ¡Venga Wright! ¡Nos tienes a las dos a tu entera disposición! – Dijo Ema llevándose una mano a su coño.

Phoenix se subió a la cama con velocidad y se tumbó encima de Lana, ésta abrió las piernas cuando vio que ella sería la primera. El ex-abogado sin mediar palabras metió su miembro en el coño de Lana que no pudo contenerse un gemido. Comenzó a apuñalar con su polla a la hermana mayor mientras que llevaba una mano a uno de los apetitosos pechos de ésta. Colocó su mano por completo en él y lo masajeó con dulzura, Lana no podía dejar de gemir. Las inyecciones que le estaban inyectando en ese momento no paraban de aumentar el calor de su sexo, pero entonces vino la sorpresa ya que Phoenix se levantó de golpe y se tumbó encima de Ema y la empezó a penetrar con brutalidad. La joven comenzó a mordisquearle la oreja al ex-abogado y éste aumentó el ritmo de la penetración.

Cambió un par de veces más de pareja de cama. Se dio cuenta que el sexo con Lana era más romántico, ya que cuando estaba con ella se daban más besos, más caricias, etc. sin embargo con Ema era más pasional ya que ésta le mordisqueaba el cuello, las orejas, etc. Llevaba ya un largo tiempo penetrando a ambas mujeres cuando notó que había llegado el momento, las piernas le temblaban y tenía la polla tan dura que incluso le dolía un poco.

Se levantó de encima de Ema y se puso frente a la cama con su dura polla apuntando hacia el techo.

  • Señoritas Skye, me gustaría agradeceros el agradecimiento que me habéis dado. – Decía agarrándosela con una mano.

Las dos hermanas salieron disparadas de la cama en busca de ese pedazo de carne. Cada una de ellas se introdujo una parte del capullo en la boca y simulaban estar besándose con la polla del ex-abogado entre medias.

  • Tomad señoritas, ¡Tomad! – Gritó mientras se masturbaba frente a las cabezas de las hermanas Skye.

El semen salió a borbotones por el miembro de Wright, primero apuntaba hacia Ema, después hacia Lana. Los chorros iban golpeando la cara de ambas mujeres, que lo recibían con las bocas abiertas. Una vez terminó el fusilamiento de Phoenix, Ema le limpió el semen sobrante metiéndose la polla por completo en la boca y sacándola reluciente. Tras eso, Phoenix vio una imagen que tardaría siglos en olvidar y era ver a las dos hermanas limpiándose entre ellas el semen que tenían en la cara a lametones. La verdad que el ex-abogado les había dado una buena ducha pero no tardaron demasiado en dejarse más o menos limpias. El miembro al ver semejante espectáculo volvió a reaccionar pero ya estaba en las últimas, apenas aguantaba erecto. Momento que aprovecharon las hermanas para atacar por última vez aquel pedazo de carne. Lamieron de arriba abajo cada centímetro de la polla de Phoenix que poco a poco fue perdiendo fuelle hasta quedar totalmente flácida.

Tras eso, las dos mujeres se levantaron. Lana se dirigió al baño a por una toalla ya que los tres estaban empapados en algo más que sudor.

  • Se quedará a cenar, ¿No señor Wright? – Preguntó Ema con una voz angelical.

  • Pues no se si voy a poder porque tengo que revisar unos documentos. – Contestó en broma, pero al ver la inquisitiva mirada de Ema cambió de respuesta al instante. – Ya veo que no tengo alternativa. – Dijo sonriendo. – Entonces si que me quedaré a cenar.