Lazos de luz de seda
Una breve historia en tres tiempos: entonces, después, ahora. Y luego siempre, me temo
Entonces
Visto desde aquí y ahora, la relación que surgió entre ellos fue del todo irremediable.. Ya lo dice la guía del autoestopista galáctico.. Avoid, if at all you can (evítalo, si acaso te es posible). Pues no lo fue, no pudo serlo.. Y así, poco a poco, fueron tendiendo lazos, aprendiendo a quererse, de una u otra forma.
Hace ya casi un lustro le hizo una lista de las razones porque la quería. Todas eran verdad, igual que lo son ahora:
Quiero a la chica,
con la que he gozado de su seriedad tantas horas de trabajo,
con la que he hablado tantas veces de cómo orientar mejor su trabajo y el mío,
siempre de igual a igual,
que me ha aconsejado tantas veces, siempre con inteligencia, inmenso sentido común y lógica implacable,
con la que he compartido miles de horas de trabajo, en las que pienso que he dado lo mejor de mí mismo,
que ha sido conmigo y con todos tan humana, accesible y considerada,
a la que he seguido con la mirada miles de veces, siempre con aprecio, cariño y otras cosas,
con la que he compartido miles de miradas, alegres, tristes y de todas clases,
con la que he compartido cientos de horas de íntima conversación por uno u otro medio,
en la que he encontrado la mejor complicidad humana que he tenido y tendré nunca,
siempre de igual a igual,
con la que he compartido miles de hilos, de clics, de pequeños momentos de vida,
que depositó en mí su confianza, contándome tantas cosas de su vida,
en la que deposité mi confianza ciega, contándole cosas que a nadie le he contado,
con la que he intercambiado tantas palabras preciosas, tantos retazos de alma sentida para siempre,
con la que he compartido mil silencios,
a la que he respetado siempre,
con la que he disfrutado de la joya de compartir hilos húmedos de boca a boca, algunos chicles y un helado de fresa,
con la que he disfrutado de unas cuantas horas de manos compartidas, una experiencia única e irrepetible,
con la que he compartido unas pocas decenas de horas de caricias,
con la que he compartido unas pocas decenas de horas de piel contra piel,
con la que compartí una sola noche, absolutamente única,
con la que he compartido tantos momentos de íntima soledad, separados por la distancia pero siempre juntos,
con la que he vivido algunos momentos difíciles, de silencios por uno y otro lado,
con la que he cambiado lágrimas por lágrimas,
a la que tantas veces no he llegado a comprender a pesar de intentarlo con todas mis fuerzas,
que tantas veces ha intentado protegerme,
a la que ahora no entiendo, en este momento en el que queriéndonos, no sabemos cómo proseguir,
para la que quiero lo mejor, en todos los sentidos,
a la que deseo la mayor de las felicidades en todas sus vidas,
a la mejor persona del mundo, a pesar de sus contradicciones,
a la que mueve el mundo a su alrededor con sus intensos, intensos campos de emoción, y no sabe porqué,
que es ella, my lv, and my best friend..
El creyó, imaginó, que era una amistad especial, una conexión perfecta. Una que duraría siempre, inalterada, hasta el final de sus vidas.
Después
Pero aunque todo fue así, él no pudo ofrecerle sino su corazón. Lo que obviamente no fue suficiente. Los dos se despidieron tantas veces, cuando sus vidas se separaban cada tarde.. Y ella tuvo que esperarle, sola, muchas veces, al otro lado de los hilos. Y poco a poco, día a día, sintió que ella empezaba a no verle. Logró tejer a su alrededor una coraza impenetrable, que le iba dejando a él en una dimensión paralela. Una crisálida transparente y cruel, porque él podía seguir viéndola perfectamente, mientras que ella ya no le veía. Simplemente, ella se fue, todavía sin irse. Él le dijo a menudo: dime porqué, y ella le contestaba que entonces no podía hablar, o le hacía callar con un breve chissst..
Él le escribió un pequeño poema que lo describía mejor que nada:
Cada vez
que nos vemos
oigo en mi corazón..
no te acerques, mi amor
Hace ya casi tres años ella se fue del todo. Se fue lejos, en buena compañía, a cientos de kilómetros.. Y pareció que nada de lo que hubo había sobrevivido.. Ni rastro de aquella amistad, de aquella confianza, ni de ninguna otra cosa. Él le escribió:
¿Cómo será el día en el que no te eche de menos?
¿Cómo será la noche en la que no me acuerde de ti?
¿Cómo será el momento en el que tu imagen no me traiga una sonrisa?
El primer año intentó, con todas sus fuerzas, mantener correspondencia, le envió algunos mensajes, tomaron café unas pocas veces, le llamó por teléfono otras pocas. Siempre tratando de no molestar, sin acercarse casi, sólo haciéndole saber que aún estaba ahí. Ella casi nunca contestaba, casi siempre en silencio.. no tenía ganas de hablar, le decía. A cada mínimo contacto, él construía una ilusión, por pequeña que fuera. Y unos pocos días más tarde la ilusión se deshacía entre sus dedos. Lo que quedaba no era enfado, ni pensaba que ella tenía la culpa de nada. Pero sí que sentía, cada día, una enorme decepción, tan profunda como había creído que era la unión entre los dos. Aprendió que la relación entre dos personas se valora de forma distinta por una y otra, unas tanto y otras tan poco, y que en realidad sólo es real el menor valor de entre los dos. Y también que, como le dijo un amigo, uno sólo se siente decepcionado cuando tiene esperanzas infundadas..
El segundo año, ya cansado, le mandó una larga carta en la que le dijo lo que había sentido los últimos tiempos. Le regaló, para su cumpleaños, un libro hecho para ella. Y empezó a dejar de acercarse, dejó de enviarle más palabras, de intentar decirle hola. Ya sólo le enviaba, de vez en cuando, algunas fotos. Ella le dijo.. es así, si no cambian las cosas. Aquella noche de fin de año, por primera vez en muchos, no le mandó ningún mensaje. Brindó con ella sólo en su corazón.
Y aun así le echaba de menos cada día, se acordaba de ella cada noche, y al recordar su imagen siempre sonreía.. aunque la sonrisa fuera ya triste. Ya sólo quedaba ese par de cuentas de correo, abiertas entre los dos desde casi el principio. Muchas veces, él le rogó, le suplicó que cerrara el suyo, porque verlo abierto le daba esperanza. Ella nunca contestó nada, ni tampoco quiso cerrarlo. Era un enlace casi suspendido en el tiempo:
Senda de hielo
hace tiempo colmada
de luna llena
Ahora
La vida fue pasando, con sus dificultades en uno y otro lado. Y hace poco él le envió, una vez más, una foto. Y esa imagen cayó en el centro mismo de su vida en este verano extraño. Será casualidad que hayas acertado, que siga habiendo entre nosotros esos clics, le dijo ella en un correo, una de esas pocas veces que le había contestado algo.. Él le dijo enseguida, por el mismo medio, que hay muchas casualidades y que no hay que darles demasiada importancia, y le animó a que disfrutara las vacaciones, el verano y la compañía, y le mandó abrazos.
Pero también escribió una carta que sabía que nunca le enviaría. En la que le decía que quizá de alguna forma no podían separarse del todo. Que quizá por eso pensaba -algunas veces, cada día, sí..- en ella. Que quizá por eso soñaba con ella algunas veces, y que la última vez que había entrado en su sueño sólo soñó con palabras de su voz al otro lado, y que despertó con una sonrisa. Y que creía que aunque no pensara en él, estaba seguro de que ella entraba a veces en su mente, seguramente sin notarlo. Aunque no hablaran, ni se vieran. Que quizá aquellos momentos del pasado dejaron caminos en la mente del otro que uno ya no puede dejar de andar, o que quizá sólo sea porque haya conexiones demasiado perfectas. Y que él ya sabía, hace tiempo, que era por eso mismo por lo que evitaba en lo posible acercarse, ni adonde ella estaba ni adonde estuvo. Sabía perfectamente que esas cosas, presentes o pasadas, le gustaban demasiado.
Aun hoy, este verano, sentado tomando un café, en buena compañía, a veces se desentiende un poco de la conversación, y mira a lo lejos. Y vuelve a sentir aquello en lo más hondo, esa unión, esa sensación de sus ojos perdidos por completo en los de ella.. ¿Qué fue eso?
Tras de tantos años, él cree que fueron lazos, lazos de luz de seda.. que al final resultaron ser de agua.
Mil lazos de luz
envolvieron mi alma;
mi piel mojada