Lazos

Una nueva historia empieza.

Lazos

Me llamo Marco, nací en el seno de una familia de genios literalmente. Mi madre y padre tenían un coeficiente superior a ciento sesenta, yo saqué un coeficiente de ciento veinte. No estaba mal, pero fue una rotunda decepción para mis padres, años después nació mi ojito derecho. Mi hermana Miriam, mi hermana tenía el coeficiente intelectual más alto jamás registrado.

Desde ese día yo dejé de existir para mis padres, tampoco me importaba. Mi relación con Miriam era cada día mejor, para ella era un héroe y me miraba con una cara de admiración. Ella fue elegida como la heredera de la empresa familiar, yo sin embargo fui elegido para protegerla.

Mi padre me mando a un tipo de adiestramiento parecido a la agogé Espartana, durante los años que duro el adiestramiento. Aprendía distintas disciplinas de artes marciales, manejo de todo tipo de armas de fuego y armas blancas, resistencia al dolor, distintos idiomas.

No solo fue adiestramiento en la lucha, me licencié en un par de carreras y aprendí modales de comportamiento, lo último que me enseñaron fue a ignorar mi instinto de supervivencia.

Cuando llegara el momento, si la Vida de Miriam estaba en peligro. Su vida valía más que la mía, yo tenía que estar dispuesto a morir sin titubear. Eso lo hubiera hecho por mi ojito derecho sin necesidad de ese adiestramiento, la vida de Miriam era más importante que la mía, ella podría inventar cosas que mejoraran la vida a las personas. Solo por eso sacrificarme por ella merecía la pena.

Lo que más me aterraba de mi adiestramiento era perder mi esencia, convertirme en un cascarón vació sin sentimientos. Por suerte ahí tenía a mi hermanita para que eso no sucediera, me movían de país cada ciertos meses, pero hablaba por videoconferencia con mi hermana mínima tres veces por semana.

Nos lo contábamos todo, lo duro que se me estaba haciendo vivir lejos de ella. Además del adiestramiento que había días que estaba convencido de que iba a morir, Miriam sin embargo me comentaba lo difícil que se le hacía comunicarse con los demás y hacer amigos. Todos la tenían como un bicho raro.

El adiestramiento tocó a su fin, empecé con diez años y ahora contaba con veinticinco, estaba deseando volver para ver la ceremonia donde a Miriam le darían sus doctorados, se había doctorado en dos especialidades distintas y estaba preparando la tercera. Lo más sorprendente era que solo tenía veintidós años, haceros a la idea de lo inteligente que era.

Yo me encontraba en el aeropuerto escoltado por todos lo que habían sido mis adiestradores, todos me hicieron unos gestos de respeto el cual yo respondía igualmente. Me había convertido en un escudo humano perfecto, capaz de sacar a mi hermana de las situaciones más peligrosas.

No quise pasar por casa y decidí coger una habitación en un buen hotel, me puse el traje que me había hecho a medida para la ocasión y llamando a un taxi me dispuse a ver a mi hermana. Estaba nervioso, este era un sentimiento que no había experimentado en muchos años.

Cuando llegue había que acreditarse, dije mi nombre y me dijeron que no me encontraba en la lista de invitados. Me empecé a poner muy nervioso, como no iba a estar si era la fiesta para festejar los dos doctorados de mi hermana pequeña.

• Mire ya le he enseñado mi documento de identidad, voy a entrar ahí por las buenas o por las malas, usted elige.

• ¡Señor si no se marcha me veré obligado a llamar a seguridad!

• ¡Pues llámeles!, a ver si ellos son más receptivos que usted.

Pues no lo fueron, los dos gorilas vinieron con unos aires que sin abrir la boca sabia que la cosa no iba a acabar bien, uno de ellos me cogió de la solapa del traje y me empezó a empujar para atrás.

• ¡Te rogaría que dejaras de arrugarme el traje gorila!

El gorila empezó a reírse y a mí se me agoto la paciencia, cogiendo su mano con mi mano izquierda. Le empecé a estrujar los dedos hasta que el gorila hinco la rodilla del dolor que le estaba provocando, no dejo de agarrarme hasta que se oyó como se le rompían los huesos.

Di unos pasos hacia atrás y cogiendo impulso le di una patada en el pecho al otro gorila, de la fuerza del impacto salió despedido para atrás, llevándose al otro hombre echando para abajo la puerta de la entrada. Entre poniéndome el traje lo mejor que pude, de repente vinieron corriendo mi padre y madre, acompañados de otra persona que no conocía.

• Tenías que ser tú, no podías habernos llamado y lo habríamos solucionado de forma civilizada – dijo mi padre.

• Vosotros me enviasteis a hacer ese adiestramiento, además una de las cosas que he aprendido allí es a solucionar mis problemas por mi mismo.

Deje a mis padres echando humo de las orejas y me dispuse a buscar a mi ojito derecho, no me costó encontrarla, era la luz que iluminaba esa fiesta, si por la pantalla del portátil parecía una preciosidad en persona lo era muchísimo más.

Me acerque y con mi dedo le toque en el hombro a mi hermana.

• ¿Tan pronto te has olvidado de tu hermano?

• Hermanito.

Me abrazo con tanta fuerza que creía que me iba a romper las costillas, estuvimos por lo menos una hora hablando, me contó el proyecto en el que estaba trabajando. Me dejo alucinado. Su proyecto consistía en unos miembros ortopédicos, que una vez insertados en el paciente, este podía sentir con ellos, el calor o el frió, incluso podían sentir dolor. Era como si nunca hubieran perdido esa extremidad, y todo gracias a los chips que ella misma había desarrollado. Yo había pasado por varias guerras, era parte de mi adiestramiento. Muchos de mis compañeros quedaron muy malheridos y algo así les devolvería la vida.

• Hermanita eres increíble, pero seguro que es muy caro.

• Nada de eso, no me he estrujado la cabeza para que solo se beneficien de mi creación la gente rica.

Me gusto su contestación, tenía la mente más privilegiada del mundo, pero mi hermanita tenía los pies en el suelo. Durante la fiesta no nos separamos el uno del otro, Miriam estaba molesta, según me contó, papa y mama querían ponerle un guardaespaldas y ella se negaba a que un desconocido hurgara en su vida.

Yo empecé a reírme y ella con una sonrisa me dio un golpecito en el hombre.

• ¿De qué te ríes hermanito?

• ¿Qué te parecería si ese guardaespaldas fuera yo?

• ¿Lo dices en serio?

Su mirada se iluminó, me volvió a abrazar y me dijo que si era yo ella no tenía ningún inconveniente. Ella se puso seria y me dijo.

• Por eso has estado todos estos años fuera del país, ¿no es cierto?

• Así es, me preparaba para ser el mejor escudo humano para ti Miriam.

• Me gusta la idea, ahora pasaremos más tiempo juntos, pero tengo miedo de que te hagan daño.

Yo sonreí, si supiera el daño que había tenido que soportar durante los últimos quince años, no se tendría que preocupar de lo que tendría que soportar de a aquí en adelante. Por mi hermanita lo soportaría todo, la fiesta estaba llegando a su final. Yo me acerque a los seguratas y al hombre que se encargaba de recibir a las visitas y les invite a un trago.

• Chicos os debo una disculpa, acabo de volver de un infierno y todavía me estoy haciendo a la civilización, pero no es excusa.

• Sacudes muy fuerte, mi hermano pesa cien quilos y lo has mandado a volar sin ningún escuezo, ¿podrías enseñarnos?, en nuestro trabajo nos vendría muy bien.

El otro hombre estaba muy mustio, mis padres le habían despedido, no volvería a encontrar trabajo en toda la ciudad. Mis padres como siempre haciendo su voluntad, pero como esta vez era culpa mía. Le daría solución, llame a mi hermana y le comente lo que se me había ocurrido.

Le comenté que necesitaríamos a alguien que se encargara de su agenda e itinerarios y que ese hombre estaría a la altura, mi hermana le hizo un par de preguntas y por la cara que puso le gustaron las respuestas. Mi hermana le comunicó a Andrés (así se llamaba), que estaba contratado y que empezaría el lunes.

Yo cogí a los dos gorilas y les dije que les entrenaría, que me vendrían bien para poder proteger mejor a mi hermana, su adiestramiento empezaría el lunes, les dije que no desayunaran mucho. Ellos preguntaron ¿por qué?, les dije que lo terminarían vomitando.

Cumplí mi palabra, los terminaron vomitando hasta la primera papilla, lo que me gusto de los dos es que se lo tomaron muy en serio y no se rendían a la primera, tendrían que bajar esa gran musculatura, les restaba precisión en los golpes y disminuía mucho la velocidad y ejecución de estos.

Los gorilas se llamaban Velkan y Dragos, eran hijos de emigrantes rumanos. Hablaban perfectamente el rumano y el castellano. Yo les empecé a enseñar también el inglés, Miriam se llevaba muy bien con ellos, Velkan era el chofer y Dragos iba de copiloto. Yo iba con mi hermana en la parte de atrás del coche, cuando llegamos a la empresa, ellos meterían el coche en el garaje y esperarían órdenes.

Cuando entramos en la empresa, mi despacho estaba al lado del de mi hermana, mis padres nos llamaron a su despacho, tenían que presentarme a una persona. Era el nuevo socio de la empresa. El proyecto de mi hermana género más gastos de lo que ellos esperaban, aquel hombre me tendió la mano, se la estreche por educación, pero no me gusto ni un pelo y no me corte en absoluto al demostrárselo.

Aquel hombre me llevo a un lado y me hizo ver su descontento.

• Veo que no te gusto en absoluto, aquí soy tu jefe.

• No te confundas, mi única jefa es mi hermana, si haces algo que la perjudique verás en primera persona lo mal que me caes.

• ¡No sabes a quién te enfrentas!

• !Ni tú tampoco!

Nos despedimos con sendas sonrisas más falsas que un billete de mil euros, mis padres me llamaron a su despacho para llamarme la atención.

• ¿Marco que crees que haces?

• ¡Mi trabajo!, no me gusta ese tipo, no es de fiar.

• ¿Cómo lo sabes?, ¡sin su dinero nos iremos a pique! – dijo mi madre.

• En los últimos quince años he visto a demasiados hombres como ese.

• ¿Y qué paso? – pregunto mi padre.

• No quieres saberlo.

• ¿En qué clase de monstruo te has convertido?

• En lo que me convertisteis vosotros.

Salí del despacho de mis padres, no quería seguir con esa discusión que no nos llevaría a ningún sitio, llegue a mi despacho y llame a Luna. Luna era una hacker que conocí en Ámsterdam, digamos que le saque de un marrón y nos hicimos muy amigos. Mi intención es ponerla en nómina.

No me fiaba ni un pelo de ese nuevo socio, quería saber todo lo que planeaba y para eso Luna era perfecta, además tenía una hermana gemela, tan letal como yo en una lucha cuerpo a cuerpo, su nombre era Erika.

• Luna soy Marco, tengo un trabajito para ti

• Hola amor, dime que es lo que deseas.

• ¿Te has levantado con energía esta mañana he?

• No es eso, es oír tu voz y me pongo como una moto.

• Déjate de coñas que esto es grabe.

La verdad es que a mi Luna me gustaba mucho, y creo que yo a ella no le era indiferente, si no habíamos hecho nada hasta ahora era porque los dos teníamos una norma, no mezclar negocios y placer mientras los negocios duren. Luego siempre terminábamos los dos en puntos opuestos del planeta.

• Parece grabé Marco tú dirás – dijo Luna.

• Necesito que hackees el ordenador del nuevo socio de mis padres, no es trigo limpio.

• ¿Hechos o instinto? – pregunto Luna.

• Instinto.

• Si algo he aprendido es a no subestimar tu instinto – dijo Luna.

Nos despedimos los dos, me dirigí a mi despacho y llamé a mi hermana.

• Hola hermanito, a que viene esa cara.

• He mandado investigar al socio de papa y mama.

• ¿Por qué has hecho eso?

• Tu buen corazón no genera suficientes beneficios, por eso papa y mama han tenido que asociarse con ese hombre.

• ¿Te parece mal como hago las cosas Marco? – con una mueca de pura tristeza.

• No, me parece que eres la mejor jefa para la que he trabajado, he estado en alguna que otra guerra y no sabes lo que tus prótesis significaran para todos los heridos.

• ¿Entonces?

• Tus investigaciones no solo valen para la rama médica, existe otra rama mucho más lucrativa.

• ¿Cuál?

• La rama armamentística.

Miriam se quedó pensativa, se mordió el labio de abajo, signo de que ese hecho le preocupaba muchísimo. Estaba seguro de que el socio de mis padres pronto vendría con una oferta, la primera vez sería amable. La segunda intentaría tomar la investigación de mi hermana por la fuerza.

Lo había visto demasiadas veces en los últimos quince años, yo me vi involucrado en uno de esos casos. Fui contratado para quitarle su investigación a un buen hombre, el gobierno de su país quería transformar su trabajo en armas.

El pobre hombre se negó, pero le pasaron por encima sin piedad. Yo me apiadé de él, no pude salvar su investigación pero si su vida. Le dije que un hombre tan inteligente como él, encontraría la forma de ayudar a la gente, le di algunos fondos y vaya si lo consiguió.

Llame a Velkan y Dragos, les pedí que se llevaran a Miriam a casa y no abrieran a nadie hasta que yo llegara, mi instinto volvía a estar en lo cierto. El socio apareció en mi despacho con una sonrisa conciliadora que no era más que una declaración de que si no pasábamos por el aro, nos aplastaría.

• Marcos, no encuentro a tu hermana, quería hablar con ella.

• No se encontraba bien y le he dicho que fuera a casa, ¿querías algo?

• Quería darle esta propuesta de negocio.

• Mi hermana no fabrica armas, su trabajo sirve para salvar y mejorar la vida de las personas, ¡no para matarlas!

• Estoy intentando ser amable niñato entupido, lo conseguiré por las buenas o por las malas.

• ¿Es una amenaza?

• ¡Yo no amenazo!, creía que tus padres lo tenían claro, pero veo que son incapaces de someter a sus hijos.

Me levante de mi asiento y me encare a ese hombre, no sé lo que vio en mi mirada, pero dio dos pasos para atrás con un rictus de terror. Después se despidió y salió del despacho, eso me dejo preocupado. Parecía que este hombre había hecho unas promesas que no se estaban cumpliendo y que utilizaría la fuerza para conseguirlo.

Mientras estaba absorto en mis pensamientos sonó mi móvil, era Luna, había conseguido entrar en el ordenador del socio de mis padres. Me dijo que lo que vio era muy preocupante, ese hombre no era lo que decía ser. Era un traficante de armas sin escrúpulos disfrazado de respetable empresario.

Según parecía iba a subastar la investigación de mi hermana a los seres más peligrosos de la tierra, algunos de ellos ya los conocíamos. Fue de ellos de los que salve a Luna, me dijo que me envió toda la información a mi nube. Recogí todo y fui directo a casa, tenía un mal presentimiento.

Llame a Velkan y Dragos por el camino.

• Chicos estar atentos, tengo un muy mal presentimiento.

• Confié en nosotros jefe, Andrés también está en casa.

• No, dale esta dirección a Andrés y que espere allí, en el futuro lo necesitaremos.

• Que ocurre jefe, nos está preocupando.

• Esa sonrisa – la sonrisa del socio presagiaba sangre, podía olerla.

• ¿Qué sonrisa jefe?

• Nada cosas mías, pase lo que pase, ¡Miriam tiene que sobrevivir!

• ¡Lo ara aunque nos cueste la vida jefe!

• Estoy muy orgulloso de los dos.

Colgamos la llamada y yo apreté tanto el pedal del acelerador que creí que traspasaría el suelo del coche, entonces volvió a sonar el móvil. Descolgué pensando que seria Velkan, pero no era él, eran las últimas palabras de mis padres.

• Hijo protege a tu hermana, sé que piensas que tu madre y yo no te quisimos nunca. Si hemos sido duros contigo fue porque eras el único que podría protegerla y estaba dispuesto a dar su vida por ella.

• ¡Papa!

• Quiero que sepas que estoy orgulloso de ti hijo, tu hermana hará grandes cosas en el futuro y nosotros dejamos la responsabilidad de que lo consiga en tus manos, ahora te paso a tu madre.

• Hijo, os querremos siempre, siento que tangas que pagar por nuestros errores, protege a tu hermana y cuidaros el uno del otro.

Lo último que escuche fue el llanto de mi madre y dos disparos, pare el coche en seco, apreté el volante hasta que mis nudillos se quedaron blancos, lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Acababa de escuchar como ejecutaban a mis padres.

• Si alguien está escuchando, os voy a matar a todos, aunque sea lo último que haga.

La llamada se colgó no tenía tiempo de llorar, tenía que llegar a tiempo a nuestra casa.

Continuará.