Lazos 4
La historia sigue.
Lazos 4
Tenía el cuerpo sin vida de Luna en mis brazos y todavía no podía creérmelo, hacia unos instantes habíamos salidos sonrientes cogidos de la mano de la puerta de la iglesia que estaba a mi espalda. Mire su rostro y aunque estaba cubierto de lágrimas también tenía una sonrisa tranquilizadora, como si supiera que volveríamos a vernos en el otro mundo.
No podía concentrarme en nada más que en abrazar a Luna contra mí, una rabia incontenible estaba creciendo dentro de mí, pero había dado mi palabra y debía cumplirla, las ambulancias y la policía llego. Intentaron separarme del amor de mi vida y no sé que mirada debí de poner que los policías decidieron desenfundar sus armas.
Mi hermana tuvo que meterse por medio explicando la situación, entonces fue ella quien rompió mi abrazo con Luna y me llevo a un lado para que pudieran levantar el cadáver y llevárselo. Yo me acerqué a Luna otra vez y le extraje la alianza, uno de los agentes me dijo que era una prueba.
Le miré y le dije que esa alianza solo me concernía a mí, otro policía de más rango que aquel le dijo que todo estaba bien. Me cogió y me hizo unas cuantas preguntas. Le dije que no sabía quién podía estar detrás de este asesinato, le facilite todo lo que me pidió, yo no tenía nada que ocultar.
Cuando termino el interrogatorio me acerque a Erika, estaba devastada. La abracé con todas mis fuerzas, le dije que el responsable de esto lo pagaría con creces. Después se acercó Miriam a los dos y nos abrazó con fuerza, al romperse el abrazo les dije que necesitaba estar solo. Tenía un sitio donde ir y que después nos veríamos en el tanatorio.
Les dije que se encargaran de elegir el vestido que seguro tenían mejor gusto que yo, empecé a caminar, me cerré la chaqueta pues tenía la camisa manchada con la sangre de Luna y no quería que la gente empezara a pensar en cosas raras. Termine en un parque al que solía ir mucho con Luna, a ella le gustaba ir a ese parque porque decía que en el futuro se veía como esos padres que jugaban con sus hijos en el parque.
Cuando oscurecía y todos los padres se habían llevado a sus hijos a casa, a Luna le gustaba sentarse en uno de los columpios. Yo le solía empujar cada vez más fuerte como ella me pedía entre risas, ahí me encontraba yo en el columpio que solía ocupar la mujer que más había amado en mi vida. Incapaz de contener mis lágrimas.
Entonces su voz retumbo en mi mente.
• ¿Marco, te gustaría ser padre?
• Sí.
• ¡Pero tiene que ser de una niña he!
• ¿Por qué de una niña?
• Porque a un niño no se le puede poner de nombre Nadia.
Se empezó a reír como una loca cuando me lo dijo y en esos momentos era yo el que se reía, mientras todos me miraran como si hubiera perdido el juicio. Tal vez era eso, mi juicio había quedado hecho añicos. Estuve un buen rato en ese parque mientras miraba su alianza en mi mano, una vez tuvimos una conversación donde me decía que nuestro amor sería inmortal, mirando mi rostro incrédulo por lo que estaba escuchando me dijo, la vida es una etapa, si el amor es verdadero la persona fallecida esperara a que su amor vaya a buscarla y sean felices para toda la eternidad.
Yo tenía mis dudas de que tuviera tanta suerte de poder disfrutar de la eternidad al lado de Luna, había hecho demasiadas cosas mal para no merecerme otra cosa que no fuera el agujero más profundo del infierno, entonces cuando pensaba eso note una pequeña descarga de la alianza de Luna.
Esa descarga me dio fuerzas para pensar que volvería a estar al lado de mi gran amor, pero primero tenía que cumplir la promesa que hice y dejar a salvo a mi hermana y a Erika, no sé cuanto tiempo llevaba en ese parque. Recordando todos los momentos felices que pase en él al lado de Luna, mientras lloraba y reía la vez.
Por la posición del sol me di cuenta de que se estaba haciendo tarde, llame a mi hermana para preguntarles en qué tanatorio estaría Luna, una vez sabido el sitio les dije que iría solo. Primero tenía que pasar por casa ducharme y ponerme guapo, Luna no me podía ver en este estado, jamás me lo perdonaría.
Cuando entre en casa fui derecho a nuestra habitación, todavía olía a ella, cogí una de las prendas de Luna y la olí. Todavía perduraba el olor a su perfume y la leche corporal que usaba, volví a llorar hasta que mis ojos se quedaron sin lágrimas. Me levanté de la cama y me metí en la ducha, después de ducharme y afeitarme, escogí el traje, camisa, corbata y los zapatos que más le gustaban a ella.
Cuando estuve vestido, cogí una vieja cadena de oro y colocando la alianza de luna en ella me la colgué al cuello. Ya estaba listo para darle el último adiós. El tanatorio no quedaba lejos de casa, decidí ir dando un paseo. El paseo no duro más de diez minutos, tiempo suficiente para que me calmara.
Cuando llegue a la puerta del tanatorio, en la entrada ponía los nombres de los fallecidos y en que sala se encontraban. El amor de mi vida se encontraba en la segunda sala, cuando entre todos se callaron. Me dirigí con paso firme hasta el cristal que separaba el féretro abierto de Luna y la sala, estaba preciosa. No me había equivocado en dejar elegir el vestido a mi hermana y a Erika.
Irina y Sergey también se encontraba allí, ambos me abrazaron, por el gesto de Sergey sabía que tenía algo que contarme, pero ese no era el momento, Irina estaba muy afectada, no podía dejar de llorar y me pedía perdón por ello. Yo le dije que llorara todo lo que necesitara.
Me acerqué a donde mi ojito derecho y Erika, me dijeron que habían decidido incinerar a Luna y si me parecía bien, yo les dije que por mí no había inconveniente, notaba a Miriam muy preocupada, la cogí del brazo y me la lleve a un lado.
• Miriam puedes estar tranquila.
• No se hermanó, tengo miedo que hagas una estupidez.
• La estupidez la voy a hacer, pero prometí a Luna ante sus últimas palabras que no me volvería en un monstruo y pienso cumplirlo.
El cuerpo de Luna fue incinerado y después los familiares y amigos fuimos al parque que tanto le gustaba a Luna y enterramos parte de las cenizas al lado del árbol donde en su momento grabo nuestras iniciales, el resto de las cenizas serian enterradas en el nicho familiar. Al funeral no fue mucha gente, estábamos las personas que la queríamos de verdad y eso era lo importante.
Cuando termino el funeral, cogí a Sergey y me lo lleve a un lado para hablar.
• ¿Bien qué querías decirme en el tanatorio?
• ¿Tenemos al francotirador, quieres interrogarlo tú?
• No, si lo hago yo romperé la promesa que le hice a Luna y lo mataré, vosotros podréis sacarle información, de eso no tengo duda.
• Bien, nosotros nos encargamos, cuando sepamos algo te contaré.
• Muy bien.
Una vez término el funeral de Luna decidí hacer un viaje junto a Miriam y Erika, elegí París, las necesitaba a las dos como el respirar. Tenía miedo de que me dijeran que no, aceptaron encantadas. Ellas también necesitaban poner tierra de por medio, cuando llegamos a París alquilamos dos habitaciones en el mismo hotel en donde estuve con Luna.
Les conté como le pedí la mano, no lo sabían, Luna lo atesoro como uno de los más importantes momentos de su vida, subimos a la torre Eiffel. Allí les expliqué como le pedí mano y el frió que hacía, también les conté como se me quedo pegado el pantalón en el suelo. Las dos empezaron a reírse, la verdad que el viaje nos vino muy bien a los tres.
Yo volví a coger la misma habitación en la que estuve con Luna, en esa habitación había sido una de las últimas veces que había hecho el amor con Luna, pensé que me afectaría, pero la verdad que aunque no pegue ojo en toda la noche no todo fue malo, los recuerdos buenos empezaron a sobresalir sobre los malos y más de un momento de la noche lloré de alegría.
Sentía alegría por haber sido tan afortunado de haber podido compartir mi vida durante los últimos años con una mujer como Luna. Las que no perdieron el tiempo fueron mi hermana y Erika, pude escuchar como Erika se pasó un buen reto llorando, seguramente entre los brazos de Miriam, pero del llano pasaron a amarse con tanta intensidad que no pude evitar tener una erección, cosa que me hizo sentir muy mal.
Miriam era mi hermana y Erika mi cuñada, pero por una parte me alegré porque veía que su amor era tan grande y real como lo era el mío con Luna. El viaje siguió su curso, solo pudimos ver Ámsterdam y Venecia. Miriam tenía que volver al trabajo y yo tenía cuantas que saldar.
Con Erika tuve una gran discusión, ella quería participar, pero le dije que nuestro trabajo ahora era mantener con vida a Miriam, los dos habíamos perdido a un ser muy querido y no soportaríamos perder a otro, también le dije que cuando llegara la hora de la verdad estaría a mi lado. No la mantendría al margen.
Eso pareció calmarla, esa misma tarde me reuní con Sergey para saber que habían averiguado.
• Hola Sergey, ¿qué habéis averiguado?
• El francotirador fue contratado por el ex socio de tus padres, los otros tres pusieron el capital.
• Esa lombriz tiene que pagar con creces, los otros tres nos darán su pagadero.
• ¿Qué tienes pensado Marco?
• Чистилище (Purgatorio).
• ¿Estás seguro Marco?, ese es el agujero más profundo del infierno en la tierra.
• Si, no me convertiré en un monstruo matándolos, pero tienen que pagar.
• Muy bien lo prepararemos todo.
• Gracias Sergey.
Nos abrazamos, el primero al que visitaría seria a Dedrick, tenía entendido que está fuera de la ciudad, había comprado una mansión, sabía que llegaría mañana por la noche, les esperaría dentro e su propia casa. Que mejor lugar para tener una conversación que en el calor del hogar, de esa forma me daría tiempo para recibir la catana de filo invertido que había pedido a un artesano en Japón que fue uno de mis adiestradores.
Esa espada estaba diseñada para herir, pero no para matar, con ella podía cortar cualquier cosa menos el cuerpo de un hombre, de esa manera no se me iría la mano, después fui a mi garaje a coger unos cuantos shurikens y kunais. Después recogería un potente sedante que había pedido a un antiguo conocido, no quería matar a los hombres de Dedrick, pero tampoco quería que terminaran siendo un incordio en la conversación que tendríamos su jefe y yo.
Cuando llegue a casa después de recoger la catana, los shurikens, los kunai y el sedante. Me dispuse a ducharme para empezar a hacer la cena antes de que Miriam y Erika llegasen, les iba a preparar su plato preferido. Parecía mentira, pero era una lasaña, tengo que decir que soy un artista haciéndoles y si me niego en hacerlas más a menudo es porque si no nos pondríamos como el muñeco de michelín.
Cuando llegaron a casa y olieron el rico manjar empezaron a salivar, me dieron dos besos y me preguntaron si les daba tiempo de ducharse. Les dije que la lasaña todavía estaba en el horno y que tenían tiempo de sobra.
Mientras cenábamos, más bien mientras devoraban la lasaña, Miriam nos contó como trasplantó una pierna ortopédica a una chica que la perdió en un accidente de coche, se le veía bastante animada dadas las circunstancias. La verdad que venía muy bien ese entusiasmo, la cena estuvo entretenida y después todos nos fuimos a la cama.
El día siguiente llego y yo lo pase esperando la hora de dirigirme a la mansión de ese cabrón que había propiciado no solo la muerte de mis padres, sino la muerte de Luna. El sistema de seguridad dejaba bastante que desear, más viniendo de alguien que tenía el dinero por castigo.
Cuando entre, me dirigí a su mueble bar, empezaba a entender donde se gastaba el dinero que no había invertido en seguridad, tenía una botella de Macallan de más de 530.000 euros y una botella de Cognac Gautier de 1762. pues me daría un homenaje antes de que llegara. Cuando escuche el ruido de la puerta de la calle abrirse y voces que se acercaban al salón, estaba saboreando el Macallan con sumo entusiasmo. Dedrick encendió la luz y me vio sentado cómodamente en su sofá y bebiéndome su mejor whisky.
A sus hombres no les dio tiempo de desenfundar las armas, lance los surquen con tanta precisión como me habían enseñado y al estar impregnados en ese fuerte sedante, cayeron inconscientes casi al instante.
• Que mal educado señor Dedrick, ¿esa es forma de tratar a un invitado?
Dedrick trago saliva y se dio cuenta de que no estaba allí para felicitarle por su cumpleaños, cogí otro de los shuriquens y se lo clave en la mano, este también callo inconsciente. Tenía algo en mente y no quería que nadie me molestara, mi idea era atarle pies y manos, por suerte no había vecinos cerca, seguramente compro la mansión en esa zona con intención de hacer fiestas, mejor para mí.
Como iba diciendo, mi intención era colgarlo de los brazos y mantenerlo así sobre la piscina que estaría electrificada, le haría preguntas y por cada una que sería una mentira, o no sería lo que quería escuchar. Sus pies tocarían el agua y un concierto de gritos.
El voltaje sería insuficiente para matarlo, pero sí que lo produciría un gran dolor. Colgué a Dedrick de un extremo de la cuerda y até la otra a un a columna, mes ente pacientemente hasta que despertara. Mientras tanto tuve que luchar contra mi instinto, todas las células de mi cuerpo me gritaban que lo matara.
Una promesa era una promesa y si esta estaba hecha a la persona que más habías amado en tu vida, había que cumplirla. La verdad que el whisky estaba bueno de verdad, si terminaba vivo esta misión me compraría una botella para disfrutarla con más calma.
Dedrick despertó, no entendía que hacia colgado sobre su propia piscina, yo desate el extremo de la cuerda que había atado a la columna. Fui descendiendo a Dedrick poco a poco hasta que sus pies tocaron el agua, los gritos se debieron escuchar hasta en Madagascar.
• Bien Dedrick, te aré unas preguntas y si las respuestas no son las verdaderas, acabas de comprobar lo que te ocurrirá.
• ¡Estás loco, suéltame o te destruiré!
• ¿Destruirme? – reía como un loco.
• ¿De qué te ríes?
• ¡Ya me destruisteis cuando matasteis a mi mujer el mismo día de mi boda!
• Yo no tuve nada que ver en eso, tienes que creerme.
Eso que acababa de soltar de su boca no se lo creía ni el mismo, yo sostenía el peso de su cuerpo, afloje un poco y su cuerpo descendió hasta tocar el agua. La descarga eléctrica hizo convulsionar todo su cuerpo. Por suerte le puso un protector bucal de no haberlo hecho se habría arrancado todos los dientes.
La instalación eléctrica que había preparado, electrificaría el agua de la piscina mientras mi pierna derecha tuviera apretado el interruptor, la verdad que después de la última descarga parecía que Dedrick estaba más colaborador.
• Bien Dedrick, sé que financiasteis al ex socio de mi padre para atentar contra mi mujer, lo que quiero saber es donde esta.
• No lo sé.
No sonó nada convincente otra vez, volví a descenderlo otra vez hasta que toco el agua, todo su cuerpo se convulsionaba entre gritos de dolor.
• Sabes se me está empezando a cansar el brazo y estoy viendo que no me sirves para nada, si no me convences de lo contrario te soltaré y miraré como te achicharras.
• Te juro que no lo sé, nos dio un número de cuenta, le ingresamos el dinero allí y eso es todo lo que sé.
• Bien dame ese número de cuenta, al final vas a servir para algo y todo.
• ¿Me vas a matar?
• Me lo estoy planteando, pero sería demasiado poco castigo, para ti tengo previsto otro final.
• ¿Cuál?
• En este mundo hay un agujero llamado purgatorio, ese sitio está reservado para los peores criminales de todo el planeta, te gustará.
Mi móvil empezó a vibrar, era Sergey, estaba llegando a la mansión para llevarse a Dedrick, desde ese momento dejaría de existir para la humanidad. Por mucho que intentaran encontrarlo sería imposible.
Volví a atar el extremo del cordón a la columna y me acerqué a el, pude notar como se había meado encima. Le cogí del rostro con fuerza para que me mirara fijamente, quería que fuera consciente del dolor que me habían causado y del dolor que ellos sufrirían hasta el final de sus días.
• No te haces una idea de lo que sentí, al no poder hacer nada mientras mi amada exhalaba su último aliento.
Saque un kunai, cosa que no paso desapercibido para Dedrick, corte la cuerda y este cayo directamente a la piscina. Dedrick empezó a convulsionarse y a gritar durante un rato hasta que se dio cuenta de que no se estaba electrocutando, yo le mire con una mirada cargada de odio mientras le daba el último trago de whisky.
Los hombres de Sergey entraron encapuchados y sacando a Dedrick de la piscina le pusieron una capucha a el, de algo estaba seguro. No volveríamos a saber nada de ese hombre nunca más, otra cosa que también estaba seguro era que en ese agujero sufriría hasta el último segundo de su vida.
Sergey se acercó a mí y me pregunto.
• ¿Estás bien?
• Si, ¿podrías conducir tú?, no estoy de humor.
• Sí.
Nos metimos en el coche y mientras íbamos hacia mi casa, metí mi mano en la chaqueta y saque dos cajitas de ella, eran dos sorpresas que Luna y yo teníamos preparadas para Miriam y Erika, esa misma noche pensaba entregárselas después de cenar.
Sergey me dejo en la entrada, me dijo que tenía un compromiso ineludible, pero que en otra ocasión el e Irina estarían encantados de cenar con nosotros, yo me despedí de el y entre en mi casa. Al entrar vi a Miriam muy preocupada y con un semblante muy triste, Erika estaba con una expresión como de querer saber.
Les conté lo ocurrido con Dedrick, Miriam se quedó más tranquila al saber que no lo había matado y Erika al saber cuál sería el futuro de Dedrick. La cena estaba lista y después de cenar coloqué las cajitas al lado de cada una.
• Siento haber sido yo quien te la diera a ti Erika, era una sorpresa de tu hermana.
• No seas tonto Marco.
• Que es este regalo Marco – pregunto Miriam.
Es un colgante, en el hay dos pequeños contenedores para meter una gota de nuestra sangre y al abrirlo encontrarás una fotografía de los dos, en tu caso Erika es lo mismo. Para Luna y para mí significa el lazo que nos une a vosotras, un lazo que no se romperá en toda la eternidad.
Erika y Miriam llenaron sus contenedores con su gota de sangre y ambas se lo colgaron en el cuello, las dos después de besarme, se abrazaron a mí llorando. Yo tampoco pude contener las lágrimas, pensaba que hubiera sido de mí si no las tuviera a ellas después de la muerte de Luna.
Ya por la noche tumbado en mi cama pensaba que ya había caído uno, faltaban tres.
Continuará.