Lazos 2
La historia sigue.
Lazos 2
Antes de llegar a casa, pase por un garaje que alquile. En él guardaba armamento y ropa de combate, cogí suficiente armamento para empezar una pequeña guerra. Chalecos antibalas para todos, cerré el garaje y conduje a toda velocidad a casa.
Cuando llegue cerré la puerta del garaje y conecte la seguridad de todo el perímetro, llame a Velkan y Dragos. Les entregué los chalecos y les dije que eligieran las armas que más les gustaran.
• ¿Jefe, como sabe que sabemos usarlas?
• Ley vuestros antecedentes antes de contrataros.
Los dos hermanos sonrieron y se pusieron los chalecos antibalas, yo me puse el mío y llevé el de Miriam en la mano. Metimos todas las arman en casa, yo coloqué en mi espalda mi ninjato, mi arco de poleas y varios cuchillos.
Cuando entramos en casa Miriam se asustó, todavía tenía que decirle que mama y papa habían muerto, como hacerlo sin destrozarla viva. Ella los quería con locura, ese hombre estaba arrebatando la felicidad de mi hermana y lo iba a pagar caro.
• ¿Qué ocurre hermanito?
• Miriam, cuando yo te diga entraras en la habitación del pánico y cerraras la puerta a cal y canto.
• ¿Pero, y vosotros?
• Miriam, esta puerta no es indestructible, si entramos todos terminaran abriéndola, de esta manera tú sobrevivirás.
• ¿Pero y vosotros?
• Jefa, Dragos y yo lo hemos hecho todo mal en nuestra vida, déjenos hacer algo bien por una vez.
Miriam se abrazó a los dos hermanos llorando, los dos grandullones tampoco pudieron contener las lágrimas. Lamentaba que tuvieran que perder la vida por proteger a mi hermana de un lunático. Yo les miré y ellos me sonrieron, eso me dio ánimos, era muy posible que los tres muriéramos esa noche, pero nos llevaríamos a muchos de ellos con nosotros al infierno.
La alarma perimetral empezó a sonar, miramos las cámaras, hombres armados hasta los dientes nos tenían rodeados, cogí una porta electrodos y soldé la puerta. No quería que mi hermana en un arrebato saliera y terminara muerta. Si conseguía salir con vida de esta noche, le enseñaría a defenderse.
Cerramos las entradas a cal y canto, las puertas eran blindadas con cinco centímetros de acero en el interior de la madera. No les sería nada fácil entrar, yo subí al tejado y monte mi rifle de francotirador. Abatiría al máximo de enemigos hasta quedarme sin balas, hacia una noche de luna llena y la visión era perfecta.
Velkan y Dragos empezaron a disparar, les llamé la atención, apuntar y disparar. No era necesario malgastar la munición, ellos tendrían más que nosotros seguro. No sé cuantos llevaba abatidos ya y parecía que los malditos se multiplicaban, los teníamos en la entrada, los hermanos disparaban, pero les era imposible detenerlos. Unos de los disparos del exterior hirieron de gravedad a Dragos. Lo colocamos en una parte del salón donde estaría a salvo de los disparos.
Velkan y yo nos pusimos delante de la puerta de la puerta de la habitación de pánico. Dispusimos la sala de tal manera que solo pudieran entrar de uno en uno, si los espartanos aguantaron tres días en las Termopilas, nosotros no serian menos. Desplegué mi arco y empecé a lanzar las flechas.
Algunas de esas flechas tenían puntas explosivas, eso les estaba haciendo mucho daño. A mí lo que me dolía de verdad era que mi hermana lo estaba viendo todo, estaba viendo al monstruo de su hermano en acción. Eso no me iba a detener, mi trabajo era proteger a mi hermana y lo haría hasta las últimas consecuencias.
Velkan fue herido en una pierna, el pobre lo intentaba, pero no estaba en condiciones de seguir luchando. Desenvaine mi ninjato y me dirigí directamente contra todos lo que iban entrando, mis movimientos eran tan rápidos que nos les daba tiempo de poder dispararme.
Entonces se oyó la voz de mi hermana por un magnetófono, ella estaba dispuesta a ceder toda su investigación si nos dejaban con vida. Le miré con una cara que se debió de asustarla.
• ¡De eso nada Miriam, puedo aguantar!
• Tú te has visto Marco, tienes todo el cuerpo lleno de heridas, Velkan y Dragón se están desangrando, mi trabajo no vale vuestras vidas.
• Vale la mía hermanita, ¿sabes a cuantas personas harás felices con tu investigación en el futuro?, mi vida no vale más que su felicidad.
• ¡Eres un cabezón Marco, he dicho que lo voy a entregar y no se hable más!
Entonces los hombres dejaron de disparar y una voz que reconocí enseguida se alegró de que un miembro de mi familia pensase, era el cabrón del socio. Le dio una dirección segura donde debía enviar los documentos, se puso delante de mí que estaba con una de las rodillas hincada en el suelo.
Las heridas que había recibido eran más grabes de lo que me gustaría admitir y estaba perdiendo mucha sangre, empezaba a ver borroso y eso no era bueno. El socio no pudo esconder su sonrisa de Victoria y sacando una pistola me apunto en la cabeza.
Mi hermana le grito que si me mataba no obtendría nada, él se rio y dijo que se lo sacarían a ella mediante la tortura. Le dije a mi hermana que le enviara todo, entonces me empecé a reír como un loco.
• ¿De qué te ríes?, ¿verte tan cerca de la muerte te ha enajenado?
• No entupido, tú estás más cerca de la muerte que yo – mientras seguía riéndome.
Entonces se dio cuenta de un punto rojo que le estaba apuntando en el centro de su corazón, se dio cuenta de que ya tenía lo que buscaba y no era plan de morir después de salirse con la suya.
Empezó a salir de la casa con los hombres que le quedaban y con una sonrisa triunfadora en el rostro.
• ¡Te vas a arrepentir de no haberme matado esta noche!
• ¿Es una amenaza? – dijo el ex socio de mis padres.
• ¡Es una promesa!
Salió de la casa riéndose a mandíbula partida, cuando todos se habían marchado. Yo seguía de rodillas, no podía moverme. Tenía tres disparos que por suerte no tocaron ningún órgano vital, mire a Velkan y Dragón estaban hechos un guiñapo como yo pero con una sonrisa en el rostro.
Percibí una presencia en la entrada de nuestra casa, levante mi arma y le apunte. Lo veía todo borroso y no podía distinguir quien era. Solo cuando hablo baje la pistola, era Erika, de no ser por ella Velkan, Dragón y yo seriamos tres cadáveres.
• Estás hecho un guiñapo querido.
• Yo también te quiero Erika, ¿podías hacer el favor de sacar a mi hermana?
Erika cogió un soplete de acetileno y empezó a cortar la puerta, el costo un rato pues la puerta de la habitación del pánico era muy gruesa. Mi hermana estaba histérica dentro, me iba a caer una buena.
Yo a duras penas pude ponerme de pies, me acerqué a Velkan y Dragón y les hice unos torniquetes, de esta se iban a salvar. Se habían graduado con honores en su primera escaramuza, yo me apoyé en la pared. Quería ver a mi hermanita, cuando Erika consiguió liberarla salió como un huracán en mi dirección y me soltó un puñetazo con todas sus fuerzas.
Me dejo K.O. después de eso lo tengo todo negro, desperté en una habitación que no reconocí, a mi lado estaban Miriam, Luna, Erika y los dos hermanos. Según me contaron llevaba tres días inconsciente. Me habían cosido las heridas y extraído las balas.
Reconocí el trabajo, era de un doctor clandestino que nos debía unos cuantos favores a Erika y a mí. Apreté la mano de mi hermana para que fuera consciente de que ya había despertado, se puso a llorar y a darme besos, me pedía perdón por el puñetazo, mientras reía y lloraba a la vez.
• Todo está bien Miriam tranquila.
• Lo siento Marco, no debí golpearte.
• Sí que debías, te encerré en esa habitación mientras veías impotente como nos estaban masacrando, lo siento de verdad.
• No importa, lo importante es que todos estamos bien, tenemos que ir a buscar a mama y papa.
Mire a todos y estos comprendieron enseguida que tenía que hablar con Miriam a solas.
• Miriam, no sé cómo decirte esto.
• Que a pasado hermanito – empezándole a caer lágrimas en los ojos.
• Mama y papa …
• ¿Mama y papa que Marco?
• Mama y papa murieron la misma noche que nos atacaron, lo siento mucho Miriam.
• Como estás tan seguras, talvez…
• Me llamaron por teléfono para despedirse y encomendarme tu protección.
• ¡Porque te llamaron a ti y no a mí!
• Quisieron evitaste el tener que oír como morían.
• ¿Tú lo escuchaste?
• Así es.
Miriam me abrazo fuerte mientras lloraba, se culpaba de todo, si ella no hubiera inventado nada, nuestros padres estarían vivos. Puse mis manos sobre su rostro e hice que me mirara.
• Nada de esto es culpa tuya Miriam, has creado algo que cambiara la vida a millones de personas, mama, papa estaban orgullosos de ti igual que lo estoy yo.
Pasamos unas cuantas horas abrazados hasta que Miriam derramo su última lágrima, ya no le quedaban más que derramar. Como pude me duche y nos presentamos en la comisaría para declarar e identificar los cadáveres de nuestros padres. Si algo me quedo claro era que ni la policía ni la fiscaliza movería un dedo para esclarecer nada, aquí había gente muy poderosa e influyente metida y a saber cuantos de ellos tenían en nómina.
Incineramos los cuerpos de nuestros padres, Miriam nos llevó al museo de las ciencias de la ciudad, a su lado había un parque con un mirador donde se veía toda la ciudad. Según me contó mis padres venían con Miriam a menudo, me lo contaba con un brillo en los ojos, un brillo que contrastaba con la tristeza en los míos.
Que lejos estuve siempre de esta familia, tengo que reconocerlo mis padres fueron unos excelentes padres pero no conmigo. Por lo menos lo fueron con Miriam y eso era suficiente, sostuve con fuerza a Miriam mientras abría la urna y lanzaba las cenizas al aire desde el mirador. Esas cenizas que volaban hasta llegar a la ciudad y perderse entre sus calles.
Miriam lloraba de forma desconsolada, Erika se acercó a ella y la abrazo con sumo cuidado. Luna agarró mi mano con fuerza, era consciente de los sacrificios que había hecho por esta familia y de los que estaba dispuesto a hacer por mi hermana.
Como último homenaje entramos en el museo de las ciencias, recorrimos el mismo recorrido que cada sábado, mi hermana hacía junto a mis padres, al final llegamos a una sala que estaba dedicada a ellos. A los logros que habían conseguido para la comunidad, en el centro de la sala había una estatua en su honor y en ella había algo escrito.
En ella ponía que el trabajo que mejor habían hecho eran sus hijos Marco y Miriam, no pude contener mis lágrimas, siempre pensé que fui un desecho, listo pero no lo suficiente para esta familia. No me daba cuenta de que mis padres me habían legado la mayor de las responsabilidades, cuidar de Miriam el ser humano más excepcional que hubiera conocido jamás.
Dejamos nuestra casa y nos mudamos a un piso franco de mi propiedad, nadie sabía de su existencia, era una vieja casa rural que compre a sus propietarios. Estos eran extranjeros y querían volver a su país, me hicieron un buen precio y no me lo pensé, la reformé entera.
Por fuera parecía una casa normal, pero tenía lo último en sistemas de seguridad, una habitación repleta de armas, ordenadores potentes de última generación, habitaciones de sobra, sauna y piscina interior.
Una vez que todos nos instalamos, bajamos al salón principal para tener una reunión de grupo, lo primero que hice fue mirar a mi hermana que no le quitaba la vista de encina a Erika. Esta última consciente de ello se dejaba querer, mi hermana intentaba disimularlo con pésimo resultado. Luna no podía aguantarse la risa y cada dos por tres se levantaba a reírse a la cocina para que mi hermana no la viera.
Cuando acabamos todos con las bromas, nos pusimos serios. Mire a mi hermana y le dije.
• ¿Podrías empezar tu proyecto desde cero?
• ¿Eso no será necesario Marco?
• ¿Cómo?
• Los cálculos reales los tengo en el sitio más seguro que conozco, mi cerebro, los cálculos que se llevó aquel hombre, sirven para engañarlo a corto plazo, pronto se darán cuenta de que lo que les legue fue papel mojado.
• ¿Me estás diciendo que lo que se llevó no le servirá para nada? – pregunto Erika.
• Eso es, solo pretendía que ninguno de ellos muriera, pensé que de esa manera ganaba tiempo.
• Y lo has hecho hermanita.
• Lo malo es que ya no disponemos de fondos, y no podré seguir perfeccionando mi proyecto.
• Tú de eso no te preocupes Miriam, yo tengo dinero en algunas cuentas.
Luna y Erika me miraron de forma muy sospechosa.
• No me miréis así, el dinero es legal, si conseguí ahorrarlo fue porque entre misión y misión no me daba tiempo de gastar casi nada.
• En eso tiene razón – dijo Erika.
Todos se fueron a descansar un rato, Velkan y Dragón necesitaban descanso. Sus heridas fueron mucho más grabes que las mías, subieron a sus habitaciones a descansar hasta la hora de cenar. Luna se puso a mi lado a investigar toda la información que habíamos conseguido de ese socio que resulto ser un traficante de armas.
Erika y Miriam salieron a dar un paseo, no se me olvidará la cara que puso Erika al ver a Miriam por primera vez, yo siempre les había hablado a las hermanas de Miriam. Sé que lo que a Erika le gustaba mi hermana, siempre escuchaba con mucha atención y creo que se enamoró de Miriam. El shock para ella fue comprobar que no solo no exagere ni un ápice, sino que era una mujer verdaderamente hermosa.
A Miriam también le gustaba Erika, lo podía notar, tal vez podía salir una relación allí que las hiciera muy felices a las dos, yo por mi parte veía cada vez más gestos míos hacia Luna y de ella hacia mí.
En la documentación incautada al socio de mis padres, aparecían cuatro nombres que eran los jefes del socio de mis padres, todos ellos dueños de las farmacéuticas más poderosas y sin escrúpulos, capaces de inventarse un virus con la intención de vender el antivirus a un costo exagerado.
Una vez que se dieran cuenta de que la documentación que les cedió mi hermana era papel mojado, vendrían a por nosotros con todo su poder a hacernos picadillo. La primera de las farmacéuticas estaba gobernada por un hombre llamado Dedrick. Un hombre sin escrúpulos que gobernaba su empresa con mano de hierro.
Hacía trabajar a sus trabajadores más de doce horas al día con unos salarios irrisorios, él vivía en un rascacielos bautizado con su mismo nombre en Múnich. Vivía en el piso superior en la plata cincuenta.
El segundo era el dueño de la segunda farmacéutica más poderosa de Europa, se llamaba Pierre y este era la competencia directa de Dedrick, este vivía en un castillo en las afueras de París. El castillo era su laboratorio, tenía apariencia de una persona tranquila y siempre sonriente, pero dentro de él se escondía un monstruo sin escrúpulos.
El tercero era el dueño de la farmacéutica más poderoso de estados unidos, su nombre era Angus. Había conseguido ser la farmacéutica más influyente de estados unidos, aplastando a su competencia con juego sucio y prácticas ilegales. Se rumoreaba que probaba sus fármacos en seres humanos y muchos de ellas habían muerto en el proceso.
El último era la farmacéutica más poderosa de Rusia, su dueño era Andrey, ex militar curtido en mil batallas, se decía que había perdido el juicio en el frente. Sus métodos eran claramente ilegales, pero tenía a la gente idónea y poderosa en su bolsillo.
Todos ellos tenían algo en común, todos tenían una rama armamentística en sus farmacéuticas, una rama clandestina que no aparecía en ninguno de sus documentos, además de tampoco aparecer en los planos de sus edificios.
Estos no serian fáciles de vencer, ostentaban el poder en sus respectivos países. Aunque consiguiéramos pruebas contundentes contra ellos, tendrían que ser lo suficiente sólidas como para detener una explosión nuclear. Estaba seguro de que aun con todas esas pruebas, entrarían por una puerta de la comisaría y saldrían por la otra.
• ¿Qué vamos a hacer Marco? – pregunto Luna.
• De momento hablar con ellos y ver por donde salen.
• ¿Estás seguro de que querrán hablar? – pregunto Luna.
• Si, aunque sean unos asesinos, no dejan de ser hombres de negocios, intentaran convencernos y de esa forma no llamar la atención.
• ¿Y si las cosas no salen como ellos quieren? – pregunto Luna.
• Nos intentarán matar y después fingirán un accidente.
Luna se quedó preocupada, esta gente estaba acostumbrada a ganar siempre, lo habíamos visto en innumerables veces durante los últimos años, la última fue con la muerte de mis padres. El caso fue sellado y nadie investiga su muerte y eso que mis padres eran gente influyente en nuestro país.
Luna y yo decidimos preparar la cena y dejarla para terminar así les dábamos tiempo a Miriam y Erika a ducharse y ponerse cómodas antes de cenar. Yo estaba inquieto, aunque intentaba disimularlo. Algo me decía que no tardarían en ponerse en contacto con nosotros.
Mi intuición acertó, sonó el timbre mientras estábamos cenando. Fue Erika quien se levantó a abrir, al hacerlo se encontró con una mujer joven vestida con una traje de ejecutiva y escoltada por dos armarios empotrados.
• ¿Qué desean? – pregunto Erika.
• El señor Dedrick quiere reunirse con la mujer que ha creado este proyecto, sería tan amable de acompañarnos.
Miriam se levantó y mirando a aquella mujer le dijo.
• Muy bien iré, con la condición de que ellos me acompañen
• Por mí no hay ningún inconveniente.
Había cuatro bocas de lobo e íbamos directos a meternos en la primera.
Continuará.