Laurita, entregada a un falso masajista (2)

Laurita cae en el engaño y se entrega plenamente a un cerdo para salvar su relación...; eso sí, se llevará una sorpresa final.

Estaba más que nervioso en mi despacho. Eran momentos decisivos. Marcos, mi compinche, sabía qué tenía que hacer, pero siempre existía la posibilidad de que el plan no saliese como esperábamos. Laurita estaba petríficada. Todo estaba en silencio. Incluso llegué a pensar que la cámara había dejado de funcionar... Pero no era así. Tras un minuto de espera, mi chica habló; bueno, más bien suplicó que la dejase, que no quería seguir con el masaje. Le costaba hablar, no paraba de soltar lágrimas y sollozaba mientras le pedía a Marcos que se marchase.

No funcionó. Yo le había comentado al cerdo de Marcos que mi novia era muy tímida, que si se la apretaba un poco haría cualquier cosa, así que él se metió en su papel. "Mira niña, de aquí no me voy hasta acabar el masaje. Antes iba a ser bueno contigo, pero me has cansado. Tienes dos opciones: dejas que acabe lo que he empezado a mi manera, o le digo a tu noviecito lo puta que eres y te quedas solita". Laurita temblaba sobre la camilla. Estaba tan asustada que ni había cerrado las piernas, seguía con las mismas flexionadas y mostrando su rajita al degenerado que tenía delante. Marcos le insistió, le dijo que se decidía ya o se quedaba sin mí. Y ocurrió. Casi sin que se pudiese sentir se escuchó un pequeño... "Vale". Era mi novia dando permiso a un desconocido para que hiciese con ella lo que le diese la gana. Estoy seguro que ella estaría rezando por dentro para que yo apareciese en la habitación y la salvase cual príncipe azul. Lo que no sabía la pobre es que me encontraba polla en mano disfrutando del espectáculo...

Si yo estaba exitado, a Marcos se le salían los ojos de las órbitas. Solo dijo un escueto "sigamos cariño" antes de volver a posar sus sucias manos sobre mi nena, la cual se mostraba como una dócil gatita. Marcos la colocó de nuevo tumbada poca arriba. Ella miraba al techo, como queriendo desaparecer en otro otro mundo. Él, sin tiempo que perder, dirigió sus manos a sus tiernos pechos. Yo le había comentado que Laurita los tenía muy sensibles y le dolían mucho al estrujarlos. Él, cual sádico, los acarició levemente antes de empezar a estrujarlos con fuerza. Ella soltaba quejidos. Él tenía una sonrisa eterna. Esas jóvenes tetas eran su juguetito, y lejos de relajarse, rápidante se lanzó a comerlas como loco, dándole sonoros chupetones y mordiendo los pezones. Mi chica le pidió que tuviese cuidado. Marcos contestó con un mordisco que la hizo gritar y llorar al unísono. Las lágrimas corrían por su mejilla mientras ese señor se daba un banquete a su costa.

Mientras pasaba de teta a teta y las lamía con locura, la mano derecha de Marcos se deslizó hasta el moreno coñito de mi chica, quien al sentir sus dedos solo dijo: "por favor, no". De nada sirvió. La pobre estaba seca, pero ello no impidió el viejo forzase su entradita con dos dedos para arañar su interior, y su alma. Él no hacía más que decirle: "puta, sé que te gusta". La única respuesta de mi novia eran quejidos...

La estuvo masturbando duro unos minutos, pero se cansó y le dijo: "Ya es hora de que hagas algo tu, perra". Ella no reaccionaba, así que la obligó a descender de la camilla y la puso de rodillas ante él. "Ya sabes lo que toca morena, ahora tienes que darme mucho cariño para acabar cuanto antes. Si lo haces bien, te dejaré tranquila, todo habrá acabado y volverás con tu chico". Para Laura escuchar eso fue música. Estaba viendo una salida. Una que pasaba por introducir la polla de ese cerdo en su boca, pero al fin y al cabo ya empezaba a parecerle un bajo precio a pagar por seguir con su vida. Yo sabía que a ella le costaba chupar. Tiene la boca pequeñita y le da cierto asco los sabores fuertes. Justo por ello le comenté a Marcos que viniese sin duchar, sudado y con la polla meada y a poder ser con semen seco en la misma. Debió hacerme caso, porque al sacársela le dio una arcada a Laura. "Tranquila nena, ahora la limpias tú", le dijo el desgraciado mientras se reía. No era una polla enorme, debía tener unos 16 centímetros, pero sí se veía gruesa... Iba a ser todo un reto para mi pequeña.

Marcos, al ver la pasividad de Laura, dijo en voz autoritaria: "Venga, chupa puta". Ella se quedó quieta; sabía que debía para salver nuestra relación, pero no podía. Marcos, ya enfadado, le dio una bofetada que le dejó su tierna mejilla enrojecida. Ella le miró a los ojos con odio. Él solo sonreçia perversamente. Y pasó. Mi chica, con un valor que hasta entonces desconocía, introdujo la polla de ese desconocido en su suave boca. Él suspiró encantado mientras ella, de nuevo soltando lágrimas, empezaba a saborear ese maloliente trozo de carne. Marcos le acariciaba la cabecita mientras le daba ánimos: "Así cariño, que se note en esa boquita que quieres mucho a tu novio". Ella no quería mirarle, sentía que me estaba engañando. Yo no separaba los ojos del monitor. Mi fiel novia estaba mamando como una putita.

Aunque ella le ponía empeño, no era capaz de introducirse ni la mitad de esa herramienta. Marcos fue entonces quien le dio un empujoncito. Puso sus dos manos en la cabeza de Laurita, y sin avisar le pegó un embestida brutal llegando a penetrar su garganta. "Así puta, tragatelo todo". Laura casi se desmaya. Lo miraba con los ojos a punto de salirse y le golpeaba la peluda barriga para que la soltase. "No te entiendo Laurita, ¿qué dices? ¿Qué quieres? Ah, ya sé, que me mueva para que la sientas mejor, ¿verdad?". Dicho eso Marcos retrocedió y ella pudo respirar, pero solo tímidamente. El guarro empezó a follarle la boca como un enfermo sexual haciendo que sus huevos chocasen una y otra contra la barbilla de mi preciosa novia. Yo estaba en éxtasis. Veía como en la boquita de mi ducle chica se mezclaban sus lágrimas con el sudor y el líquido presiminal de Marcos, el cual debía estar tragándose la pobre, ya que la tenía con el rostro enrojecido del esfuerzo. Así la tuvo cinco minutos hasta apartarla y decir: "pero qué guarra eres".

Ella aprovechó el descanso para tomar aire, toser y escupir algún pelo púbico del degenerado que la estaba violando. Ella pensaba que todo había acabado, que él se correría en su cara o algo por el estilo, y adiós. Eso le había dicho, pero la ingenua estaba muy equivocada.

"Te quiero a cuatro patas en el suelo. ¡Ya!". Mi chica se quejó, le dijo que le había dicho que solo tendría que chupársela. Marcos le contestó con una risa burlona: "Mira, tengola manía de follar por el culo a algunas putas, ya que la tengo muy gorda y las chicas no suelen dejarme. Pero algo me dice que una buena novia como tçu no dejará que su relación se vaya a la mierda por una tontería así verdad?". Mi chiica estaba literalmente temblando. Vi como miraba un par de veces a la puerta esperando que yo entrase. El sexo anal no le gusta, apenas me deja meter un poquito de mi pene en ella. Ahora se veía ante la posibilidad de tener que entregar tal tesoro a un viejo verde.

Al igual que antes, un golpe en su cara rompió la pausa. Ella, como una autómata sin sentimientos, se dio la vuelta y se puso a cuatro patas. "Así me gusta preciosa, que protejas tu pareja, jajajaja". Él cogió el bota de crema especial (el de semen propio), se echó un poco en las manos, y empezó a lubricar el agujerito de mi novia. Le metía un poco y también el huntaba en las nalgas, ya que decía que así estaba más guapa. Cuando se cansó de tal tarea. Se puso tras ella flexionando las piernas y dirigió a punta de su rabo al pequeño orificio de Laurita. La tenía como una piedra, no en vano iba a sodomizar a una preciosidad morena con su consentimiento.

Empezó su tara. Marcos empujaba, pero no entraba. Su cabezón glande era expulsado por mi chica, que sin querer estaba oponiendo una resistencia importante. "Así me gusta, que te resistas, me gusta cuando os duele, jaja". Ella seguía en tensión, y aunque por momentos parecía que ganaba la batalla, finalmente cedió. El anillito de Laura abrió la puerta a ese pervertido que bufó al sentir el calor del interior de mi novia. "Pufff, estás ardiendo por dentro. Se nota que lo estabas deseando, jaja. Por cierto, tengo prisa, así que agárrate".

Marcos empezó a dar embestidas fuertes, y aunque el recto de Laura no estaba muy dilatado, este fue dando cabida al intruso centímetro a centímetro. Cada paso al frente era para Marcos el nirvana, para mi pequeña, el infierno. Por los gestos que ponía debía estar sintiendo que la partian por la mitad, que le arañaban con dientes su tierno culito. Cuando entró toda, ella se dejó caer al frente. Su cara quedó sobre el frío suelo, derrotada. Marcos la sujetaba por las caderas, por lo que el culito quedeba esquisitamente expuesto y a su merced. No perdió el tiempo. Comenzó a embestir a un ritmo frenético mientras con una mano azotaba el culo de Laura. "Toma cerca, toma, qué te gusta cerca". No hacía más que insultarla mientras la partía por la mitad... Apagué el monitor.

Disimulando como pude, fui hacia la habitación. Sabía lo que me iba a encontrar, por ese necesitaba concentrarme. Abrí la puerta. Ahí estaba ese viejo cercano a los 60 años haciendo suyo el anito de Laura. Respiré hondo y dije: "¡qué coño pasa aquí!". Laura despertó de su letargo. Levantó el rostro de charco de lágrimas, y mientras Marcos seguía embistiéndola, intentaba explicarse: "Eeee... Me está violando cariño, me ha obligado...". Yo puse tono de reproche y le dije: "No sé Laura, no sé qué pensar...". Intervino Marcos, con su polla enterrada en el intestino de Laura: "Amigo, me lo ha pedido ella. Es una cerda esta chica...". Laura gritó: "No, es mentira, es mentira...". Me acerqué a ella, a su carita, la giré levemente hacía mí y le dije: "Me has decepcionado, no sé si podremos seguir juntos...". Marcos por su parte no aguantaba más y empezó a correrse en el fondo del culo de mi chica, quien no hacía más que gritar: "¡No, no no!". Estaba desesperada. Había dejado que un desconocido abusara de ella y por nada. Quería salvar su relación y ahora se iba a la mierda...

Marcos salió del culo de Laura. "Muchas gracias cariño, jajaja". Dijo antes de guardar su polla e irse al salón. Yo dije: "Laura, ahora vengo". Me encontré con él fuera, le di la mano y le comenté que todo había salido genial. Él me dio las gracias por dejar que se follase a tal hembra. Le dije que podría haber otras ocasiones...

Volví al cuarto. Laura seguía en el suelo. "Laura, levanta". La ayudé a ponerse de pie y la senté en la cama. "Mira, no pensaba que fueras a engañarme. Estoy muy dolido y no sé si podré superar esto". Ella intenaba explicarse. Yo sabía que decía la verdad, pero sentencié. "Solo sé que he vuelto y ese cerdo tenía su polla en tu culo... Vas a tener que esforzarte mucho para que te perdone...". "¿Vas a perdonarme?", preguntó aliviada. "Eso depende de tí...". "Haré lo que sea. Te quiero más que a nada". Eso es lo que quería oír. Ya no tenía novia. Ahora tenía un puta.