Laurel y Hardy 12

Sufrimiento

SUFRIMIENTO

Tratando de concentrarme en el enmarañado sistema de control de estabilidad de un Audi, vigilaba temeroso mi móvil sobre el banco de trabajo. De sonar como me advirtieron, todo volvería a repetirse.

Asustado y temeroso, no daba pie con bola y decidí dejar el trabajo para prepararme un té y tranquilizarme. El sonido de timbales me sacudió el alma, haciéndome volcar el agua hirviendo sobre el delicado mecanismo.

Temblando como una hoja atendí acojonado…

-. Escucha marica de mierda, todo está por empezar, ponle huevos y hazte cargo.

Sabía que no podría soportarlo otra vez, todo volvía a repetirse. Palpé mi bolsillo y allí estaba el objeto de mi mayor pesadilla, el que, de no tenerlo, cambiaría mi vida para siempre, el tacto del metal me devolvió la tranquilidad y me infundió valor. Tomé la vieja moto a pesar del frío y marché en busca de mi destino.

Llegué a la dirección acordada terriblemente acojonado, pertenecía a una señorial casona en un lugar discreto de un barrio acomodado. Encontré la puerta sin seguro y me adentré en un largo pasillo, que conducía a un conjunto de habitaciones. Todo estaba en silencio salvo los quejidos procedentes de una de ellas, cuya luz asomaba bajo la puerta.

Sabía lo que iba a encontrar y mi corazón se comenzó a desbocar, abrí la puerta con lágrimas en los ojos, justo en el momento del agónico alarido de la hembra satisfecha por llegar a la meta

.- ¡¡¡ AAAYYYYYYYY...AYYYYYY...AGGGHHHH...SIIIIIIII!!!

Entré y me miró asustada. El llanto desgarrador perforó mis oídos y barrió con mis defensas.

Miré ya sin ver, la hija de puta lo había vuelto a hacer. Vi todo rojo y no vi nada más, un silencio piadoso me envolvió... y llegó la paz.

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El PLAN MAESTRO de Rafa.

¡Ja, ja, ja, ja!

No puedo dejar de reír, la jugada salió perfecta, y no quedan testigos. Dios existe y es mi amigo.

¡Ja, ja, ja, ja!

Nací rico y nunca me pesó, todos quieren ser tus amigos, compartir tus juguetes y ser buenos contigo para que los invites a tu piscina y cuando los visitas tú, sus padres quieren quedar bien con los tuyos y te tratan mejor que a sus hijos.

Suena cínico, lo sé ¿Y qué?

Luego creces con buena pinta, las niñas te miman, los varones te odian en silencio y tú haces lo que te sale del culo sin que nadie se queje. Los maestros se cuidan de retarte y en los comercios te ofrecen los mejores productos para que tu rico padre los tenga en cuenta.

¿Suena triste? Yo no lo siento así.

Luego maduras, te matas en el gimnasio, te compran un auto de la puta madre y las niñas y las no tan niñas se dejan follar para que las lleves a dar una vuelta. No te esfuerzas, repites un par de cursos y cuando llegas al instituto eres el puto líder. Encuentras quien te haga las tareas y te ligas a la más bonita que está colada por ti.

Suena patético ¿Y...?

Hasta que un día llega un asqueroso gordo hijo de puta -nunca mejor dicho- te sienta de culo de un cachetazo para defender a tu esclavo y todo se te va de las manos, el poder, el prestigio y la chica. Sabes que la cosa no debe quedar así, tu orgullo está en juego y debes proceder.

Suena a venganza ¡Y así es!

Ten paciencia, observa al enemigo, descubre su debilidad y entonces ataca, -reza El Arte de la Guerra-. Casi dos años llevaba observando a esos pobretones ignorantes pavonearse de su amistad con mi ex, babeándose por un beso de esa boca, que tantas veces me chupó la polla solo por sentirse importante a mi lado. Como si su amistad no estuviera en la misma proporción del jugo que les sacaba.

Sabía donde trabajaban y estaban haciendo ruido en el ambiente de los autos importados. Pasé varias veces por la puerta del lugar para averiguar sus horarios y ver quienes trabajaban con ellos, necesitaba encontrar el eslabón débil de la cadena.

No me costó mucho descubrir que el gordo estaba noviando a escondidas con la hija del dueño del taller. Una muñeca explosiva con cara de guarra, que lo despedía con un besito en la puerta, cuando nadie los veía.

Tengo ojo para las mujeres y la forma en que la rubia miró mi Porsche por sobre el hombro del gordo esa tarde, me afirmó que no me equivocaba.

Pasé una tarde por el taller después del horario de cierre, golpeé la puerta y me atendió ella escaneándome de arriba abajo con una sonrisa, al igual que a mi coche. Preguntarle por los servicios del taller, hablarle del ruido raro del motor como si ella entendiera e invitarla a dar una vuelta para comprobarlo, me llevó media hora. Llevarla a mi piso y follármela como si no hubiera un mañana, un par de semanas.

Esa mujer era insaciable, no le hacía asco a nada, tengo varias fotos y videos que me lo recuerdan cuando quiero alimentar mi sed de venganza. En especial cuando le hablaba de mi desprecio por Joaquín, bastaba nombrarlo para que me follara hasta reventarme, como si hubiera recibido un shot de adrenalina.

Cuando me contó que no dejaba que el gordo la tocara, me descojoné de la risa y empecé a subir la apuesta. Madrugar para hacerla chupar mi polla y tragarse la lefa, a bordo de mi auto a la mañana temprano, para luego ver a la distancia como recibía al gordo con un besito en los labios, se volvió habitual y delicioso. Si hasta me guiñaba un ojo a sus espaldas la hija de puta.

Pero descuidarme y follármela en el taller el día que fui a retirar el auto de mi hermana, fue un error fatal. Soportar la violación de la bestia, ver la sonrisa de Joaquín y vivir la humillación de los comentarios jocosos de los enfermeros en la clínica de mi futuro cuñado, me rompieron por dentro.

Las pesadillas no me dejaban dormir y durante el día no tenía fuerzas para vivir. De ahí a los estimulantes y las drogas fue un solo paso y así como fue fácil entrar en ese mundo, fue de difícil salir. Si no hubiera sido por el apoyo de mi adorada hermana, me hubiera matado.

Verla encamada con ese hijo de puta, que se aprovechó de su vulnerabilidad por la traición de su novio, me despertó a la realidad. Si no estaba fuerte para protegerla de esos miserables, se la iban a llevar puesta.

Yo era un ganador, la vida me sonreía, Dios era mi amigo. ¿Cuando cambio todo? Cuando esos mierdas aparecieron en nuestra vida.

Tanta fue mi determinación como respuesta a la afrenta, que casi no sentí el mono al dejar las drogas. Retomé los estudios, volví al gimnasio, empecé a simular que la gente me importaba y a fuerza de estímulos a los bolsillos apropiados empecé a recuperar terreno en la carrera.

Mi padre estaba tan feliz por el cambio, que me compró un auto nuevo. Mi hermana me comía a besos y cuando le pedí que hable con Alejandra para que me ayude con los estudios, ni lo dudó. La cara de culo del flaco, el día que le mostré sus problemas resueltos, por la ventanilla del coche de mi hermana, me llenó de alegría por una semana.

Todo salía a pedir de boca, la carrera avanzaba, las mujeres se me volvían a regalar, solo me quedaban un par de asuntos pendientes, recobrar a Alejandra y cobrarme la afrenta de su abandono. El premio mayor lo dejaría para más adelante.

Destruir al gordo sería el acto final.

A pesar del enojo de Joaquín y del aplazo en esa materia por faltarnos su ayuda, seguimos estudiando juntos y después del verano que nos quedamos sin vacacionar, estudiando juntos en su casa o en la mía, la aprobamos sin dificultad y retomamos nuestra amistad.

Alejandra bajó la guardia, empezó a confiar en mí y a contarme sus más íntimos secretos. Haber sido su primer hombre y no haberle fallado nunca, ayudaba a la confianza. La que se había alejado había sido ella y presentía que se sentía en falta conmigo.

Empecé a saber de su vida, sus frustraciones, la relación con sus padres y entonces recordé que Pedro, el jardinero de mi casa, había sido despedido de la suya y podía ser una buena fuente de información a cambio de un poco de pasta. No hizo falta pagar, con el cabreo que llevaba encima cantó como una calandria y la información que me dio fue oro en polvo.

Cuando Alejandra hablaba de Joaquín le brillaban los ojos, se la notaba pillaba hasta las tetas y eso alteraba mi plan para recuperarla, pero cuando me contó el motivo de su enamoramiento, supe que tendría un aliado en su primito. La paciencia es virtud de los dioses y con el correr de los años, logré que me hiciera su confesor.

Escuchar con los huevos en la garganta como comenzaron el noviazgo y conectarme con su primo humillado fue solo un paso. Minar su confianza en Joaquín con lo que sabía de mi hermana y de su madre aprovechando sus inseguridades... un trabajo de artesano.

Incentivar la venganza de Alejandra por algo que nunca había pasado y verle la cara de panoli a Joaquín, el día de la ceremonia, no tuvo precio. Que se tragara el cuento del derecho de admisión, fue una movida maestra aprovechando su inocente confianza en su pareja y sabiendo que el cabreo no lo dejaría pensar.

Pero que se precipitara una ruptura y prepararle a Alejandra la encerrona con su primo, aprovechando que ella estaba vulnerable, fue una obra de ingeniería. El maromo todavía no podía digerir el papelón que tuvo que afrontar y estaba seguro de que las amigas de ella tampoco.

Lo que nunca pude imaginar, fue que Jorge se la tuviera tan jurada y que con la ayuda de las amigas de Alejandra, fuera capaz de drogarla hasta emputecerla, aunque en mi intimidad, sigo pensando que si no tuviera ya algo de puta dentro, hubiera sido difícil que caiga tan bajo. De hecho, conmigo follaba sin inhibiciones, solo por saberse importante y subirse a mi auto importado.

La perversidad de las orgías que montaban en el hotel de su primo, superaba la imaginación, no quiero pensar la pasta que gastaba el maromo para que no hubiera quejas. De hecho, aunque no participé en ninguna de ellas para no involucrarme, filmé unas cuantas, que luego del desastre del último día, destruí por seguridad.

Cuando le avisé al primito, que según mi hermana, Joaquín, con la mosca tras la oreja, andaba averiguando qué le pasaba a su novia, su odio era tan grande que redobló la apuesta y a pesar de mis advertencias por la experiencia vivida, se empecinó en armar la función definitiva en su casa.

Avisarle para que se presente ese día, fue idea de Jorge, quería que el cornudo vea en persona como se follaba a su novia y después molerlo a golpes por la encerrona del verano. Ya vendría mas tarde su permiso para la divulgación de los videos, y así vengarme de Alejandra.

Porqué se presentó la madre de Joaquín ese día y porque saltó Jorge por la ventana, es un misterio, imagino que la droga algo tuvo que ver. Pero ya está, tarea cumplida, no quedaron testigos, nadie sospecha de mí y la presa gorda ya está en la mira.

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REVELACIONES

Los sedantes que me suministraban para superar mis adicciones, me mantenían aletargada. Finalmente había saltado que no era la única vez que consumía sustancias. Sabiendo mis padres de mi visita a la costa dos meses atrás y como las gastaba Jorge, sumaron dos más dos y les dio cuatro.

Poco le costó a mi padre apretar a mis amigas y hacer que canten la grande de Navidad con tal de que no las involucren en el desastre. Tapar todo, para que solo quede la imagen de una violación seguida de un accidente, le costó un poco más. Pero tirando de sus contactos y no habiendo más gente involucrada, pudo lograrlo.

La mano de mi madre que no se despegó de la mía en ningún momento, me llevó a la paulatina recuperación y la confesión en susurros de su historia con Joaquín durante mi letargo inducido creyendo que no la oía y buscando que la perdone, me devolvió la voz.

El impacto de sentir que había sido manipulada me pegó tan fuerte, que me puse a gritar en medio de un ataque de histeria. Pensando que todo era resultado de mi abstinencia, me volvieron a sedar y lo que recuerdo entre brumas de esos momentos, es ver cada día a la extraña mujer que dijo ser la madre de Joaquín, tomando mi otra mano y dándome palabras de aliento.

Recuperé la conciencia tomada de sus manos y con lágrimas en los ojos les pedí que llamaran a Silvia, necesitaba hablar con las tres.

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RECONECTANDO

Sexo, droga, abuso, infidelidad. Dolor, humillación, incomprensión, venganza. Simples palabras de un diccionario, que grabadas en el alma cambian de significado. El reencuentro con mi hijo no pudo ser más diferente a como lo había soñado tantas veces, en la soledad de mi celda.

Ver a esa muchacha destrozada como un ángel caído y saber el camino de incomprensión y liviano juicio que tenía por delante, me conmovió tanto, -trayendo a mi memoria el recuerdo de tantos otros ángeles rotos que desfilaron por mi vida los últimos años-, que delegué el cuidado de Joaquín en su hermano del alma y me dediqué a atender a la muchacha en el difícil trámite de la impersonal requisa policial.

Era evidente, con solo mirar el escenario, que mi hijo interrumpió en medio de una fiesta dispuesto a cobrar venganza y que sólo la diosa fortuna había frustrado sus planes, pero algo no me cerraba. Por lo poco que me contó Seba durante el trayecto, además del noviazgo había muchos años de amistad de por medio y el perfil de la muchacha estaba muy distante de lo que se veía en ese cuarto. Años de escuchar confesiones de todo tipo y color, me indicaban que algo que se nos escapaba a todos, había gatillado la desgracia.

Después de la partida de mi hijo, me senté en el piso junto a la muchacha tratando de no contaminar la escena, la desaté, le saqué la máscara y la mordaza y la acuné en mis brazos esperando a la policía. El recuerdo de Bea me empujaba a comprender que no todo es blanco y negro, que hasta la fruta mas podrida cobija una semilla fértil.

Bien sabía yo, que lejos de las pasiones antagónicas que pudieran justificar la actitud de la pareja, siempre se escondía una verdad diferente, la degradación de esa muchacha no dejaba de parecer un autocastigo y la disposición a matar de mi hijo, un acto de sacrificio por intentar salvarla y no la simple mezquindad de una venganza por el ego lastimado.

Los recuerdos de mi vida con José me sacudieron el alma, por primera vez me planteé si hubiera podido salvarlo, no en el final, sino al comienzo de todo. Quizás si hubiera sido más fuerte, menos dependiente, lo hubiera sacado de la espiral de autodestrucción que le propinó su fracaso. Fracaso inducido por la inescrupulosa actitud incompetente de los políticos de turno, que nunca sufrían en carne propia las consecuencias de sus errores.

¿Y si refugiarme en los brazos de Carlos había sido la salida fácil? ¿Y si la única víctima real en toda esa triste historia había sido José? Pensar en esa posibilidad me produjo un escalofrío tal, que me llegó a las entrañas. Por primera vez lloré por él y también por Bea y por la muchacha que tenía en mis brazos. Debía salvarla como sea y quizás, si lo lograba, me salvaría yo, para luego volver a la cárcel a visitar a mis amigas y tratar de ayudarlas a encontrar el camino.

Aprovechar su silencio y disfrazar la escena con mi repentina aparición para visitar a mi hijo coló en el relato y con los daños verificados por la doctora en el cuerpo de la muchacha, a todos les resultó conveniente evitar la burocracia y seguir ese camino para cerrar la historia.

La acompañé al hospital y hasta que no apareció la madre a hacerse cargo, no la dejé. Volver a la casa y encarar a mi hijo fue más duro. Cuando llegué, los peritos ya se habían retirado y Joaquín estaba limpiando su cuarto enfebrecido como si quisiera borrar de su alma lo que había vivido.

Lo llamé desde la puerta y no reaccionó, lo tomé de un brazo y se dio vuelta con tanta fiereza, que me arrojó al piso. Al verme caída despertó. Como si las viejas imágenes volvieran a su mente, me miró aterrado por las consecuencias de su reacción y corrió a levantarme, envolviéndome en sus brazos con lágrimas en los ojos.

Como si el tiempo no hubiera pasado, estuvimos hablando horas y horas evadiendo mi vida en prisión y lo que en su casa había pasado, ya habría un momento para eso. Me maravilló con su progreso artístico y me contó ruborizado, la historia del boceto lésbico y la de la hermosa muchacha en deshabillé. Historias que me divirtieron e imágenes que me conmovieron, por el sentimiento que se palpaba en la expresión de las muchachas.

No fue hasta llegar a los retratos de Alejandra que su rostro se oscureció, me bastó ver con que suavidad pasaba los folios en silencio, como acariciaba las imágenes con la yema de sus dedos, para comprender cuanto le dolía su corazón. Fue quizás durante ese largo silencio donde realmente nos volvimos a encontrar.

Al día siguiente me llevó a conocer el taller, me presentó a sus amigos, que respetuosamente esquivaron los últimos acontecimientos, burlándose de lo buenorra que estaba su madre como si nada hubiera pasado.

Me conmovió conocer a la madre de Sebastián, una hermosa y voluptuosa mujer con una existencia dura marcada en el rostro. Bastaron un par de palabras para sentirla como si nos conociéramos de toda la vida.

El gordo me trajo orgulloso a su pequeño para que lo tuviera en brazos y una rubia preciosa que dijo ser su esposa, me abrazó como si fuera su propia madre.

Dicen que la suerte hay que buscarla, y que uno es hijo de sus consecuencias. Como sea, mi hijo había encontrado el terreno fértil para cultivar sus amistades y el entorno que lo rodeaba no pudo ser más propicio para curarlo de mi abandono.

Nos quedaba pendiente la gran charla, pero ni yo estaba preparada para abrirme tanto con él, ni mi hijo estaba en condiciones de afrontar su experiencia. Aún faltaban piezas en el tablero para analizar la partida.

Todas las mañanas, mientras él trabajaba, visitaba a su novia y compartía con su madre los progresos de su recuperación. Se presentía un gran grado de culpa en la actitud de la señora por todo lo que había pasado, pero no quise indagar. Lo único que pude sacar en claro, es que mi hijo era actor involuntario en esa historia.

El día que Alejandra despertó y pidió tener una conversación con nosotras y una amiga, supe que la verdad estaba por salir a la luz.

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PREPARANDO EL JAQUE MATE

Despejado el camino, con Joaquín destrozado y Alejandra fuera de juego, llamé un par de veces a su madre simulando estar preocupado por él y habiendo comprobado que mi nombre no aparecía para nada en esa historia, me enfoqué en el acto final. La gran venganza.

Dejé pasar unos meses y volví a rondar el taller de mi futura víctima usando un auto de bajo valor económico para no llamar la atención. La tarde que se hizo la luz, vi salir al asqueroso gordo llevando de un brazo a la puta de Carmen y del otro a una madura infernal con un bebé en brazos.

Ya tenía en claro lo que tenía que hacer. La vida me volvía a sonreír y Dios a estar de mi lado.

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