Laura y su ama (capitulo 1)

Laura es una mujer de unos veinticinco años, sumisa por naturaleza, que además le gusta estar conectada en Facebook

Laura es una mujer de unos veinticinco  años, sumisa por naturaleza,  que además  le gusta estar conectada en Facebook. Un día de tantos de los que ella se conectaba para navegar, se dio cuenta que tenía una solicitud de amistad; esta no fue precisamente de amistad, ya que la que mandaba la solicitud era una ama que había descubierto a Laura y la quería tener rendida a sus pies. Laura por curiosa abrió la solicitud  y esta decía así:

“si te interesa rendirte a mis pies respóndeme esta solicitud”

Laura por curiosa respondió a esa solicitud, y al contestar y entrevistarse con esa ama, fue que terminó sometida a los pies de su nueva dueña, se le preguntó si era leal a una sola ama  o si  era de esas mediocres  sumisas que se entregan a los pies de varias amas a la vez; ella dijo que servía a varias amas, fue entonces que su nueva ama le dejó muy en claro que la mediocridad es algo que en la vida del ama ni siquiera se da en los árboles,  y que las cosas se hacen bien, de buena manera y que solo lo ordena una vez, que si debe decir dos veces la misma orden que se atenga a recibir un castigo. Laura tuvo que agachar la cabeza y aceptar.

Al principio, era una sumisa no muy destacada con su  ama, ya que se negaba en ocasiones a seguir la orden recibida de su dueña, el ama empezó a puntualizarle que si no iba a obedecer las órdenes a la primera, iba a ser reciclada y devuelta a la vida tan aburrida y mediocre que Laura tenía.  Ella suplicó de rodillas y lamiendo los pies de su ama que no fuera reciclada, ya que siendo su esclava se sentía completa, y hasta ofreció rendirle a sus pies a su hermana.

El ama benévolamente accedió a que la hermana también  le sirviera y besara  los pies, fue entonces que trajo a su hermana menor  delante de su ama para que se rindiera como otra más de las  sumisas del harem de su majestad, apenas llegó la hermana se arrodilló a los pies  de su futura y única ama para  agradecer la valiosa oportunidad que le daba por sentirse útil por primera vez en su vida

El ama, ya con ambas chicas dispuestas para servir a su majestad, ordenó que vinieran las dos, ya que no pensaba repetir dos veces las  mismas reglas;  ambas esclavas acataron la orden y se arrodillaron ante su majestad y agacharon la cabeza permaneciendo en silencio.

El ama empezó a puntualizarles  que con ella las cosas no se intentan, que solo intentar es de mediocres, y que ella no está acostumbrada a ser servida por mediocres sino que por lo contrario, estaba acostumbrada a tener sumisas que solo pueden darle la excelencia en su servicio; que ella está acostumbrada a decir una sola vez la orden que se debe cumplir.

A ella no le importa como lo resuelvan, pero que la orden debe ser cumplida a la brevedad, también les aclaro que ellas al ser sumisas el  único lugar permitido para estar  es el suelo, y que deben mantener silencio mientras no  les permita hablar.

Otra de las reglas es que al ser  sumisas, no tienen derecho  de estar de pie, ya que eso sería una ofensa para su ama, ya que por obvias razones el ama es superior a ellas en todo.  El ama les preguntó si tenían alguna duda de lo expuesto hasta ese instante, ellas  respondieron que todo estaba muy claro.

Dándose por enterada el ama que sus nuevas perras habían entendido las recientes reglas de su nueva vida, les ordenó que deberían comprarse cada una un collar  y los platos correspondientes  de toda mascota; uno de ellos para comida y el otro para agua. Las dos perras asintieron y se dirigieron de inmediato a una veterinaria para comprar sus collares y su nuevo alimento, ya que sería su nueva forma de nutrirse.

Su majestad mandó a comprar los collares y alimento para perro a la hermana menor, no sin antes tomar las medidas para comprar dichos collares y ponerles dos  placas metálicas  a cada collar para que fueran  personalizados, por enfrente su nombre de perra, y por detrás el nombre de su majestad.

La hermana menor, apenas tomó las medidas de los collares, se dirigió a la búsqueda de lo ordenado por su nueva ama.

Mientras la menor de las perras salió a comprar los utensilios y alimento  para su nuevo estilo de vida, su majestad interrogó a Laura y conocer de su anterior  estilo de vida al que desde ese momento estaba renunciando.

Laura empezó a contar a su nueva ama, que ella era vendedora en una tienda de ropa, fue entonces que el ama le dejo claro que debería renunciar a su trabajo para dedicarse solo a ser perra de su ama, Laura dijo que haría lo posible, al decir eso, su ama  le recordó que nunca repite dos veces una misma orden, por lo que Laura respondió si ama, renunciaré mañana mismo.

Poco tiempo después regresó la perra menor con las cosas que se le había ordenado conseguir.  A su regreso, ya su hermana Laura estaba desnuda y cómodamente a los pies de su nueva ama  asegurándole que todas las amas que servía, en ese instante  quedaban dadas de  baja, ya que a los pies de su nueva dueña se sentía más realizada.