Laura VI
Sorpresa en la relación
Hoy el día ha aparecido nublado y desde media tarde está lloviendo, con su madre en casa y con mis padres en la mía y el césped empapado no tenemos donde resguardarnos para nuestros encuentros íntimos.
Hace ya casi dos semanas desde el fin de semana en la costa, desde entonces hemos tenido encuentros en los que ella ha tenido varios orgasmos, mi culo ha salido seriamente perjudicado y he tragado alguna que otra meada suya, pero no me ha quitado la jaulita y estoy ya que me subo por las paredes, lo que hace que ella se caliente de mala manera, además de aprovechar cualquier oportunidad para excitarme.
Ahora estamos sentados en bancos bajo las zonas techadas de la urbanización, aunque lejos del club social de la misma. Sentados con los amigos intercambiamos bromas e historias. Todos dan por sentado la buena relación que tenemos Laura y yo y que me agarre la mano, los besos que nos damos, o que la abrace por la espalda apuntan en esa dirección y no se equivocan.
Pero no entienden el objetivo que busca ella cuando sentada frente a mi pone una sandalia en mi rodilla, claro que yo acaricio el pie ofrecido, pero nadie entiende que lo que busca es mi excitación y frustración, sólo yo puedo entender el brillo de sus ojos, la forma en que se muerde el labio inferior.
.- Vaya tía, que delicia que te acaricien así los pies - dice Cristina, yo la miro y sonrío. Laura se levanta y se arrodilla encima del banco con mis rodillas bajo ella, me abraza y me besa, yo la cojo por la cintura, ella busca rozarse con el aparatito, me muerde el lóbulo de mi oreja izquierda.
.- ¿Te duele? - pregunta
.- Un poco - le digo, entonces vuelve a apretarse contra mi.
.- Venga ya si apenas te he mordido - me contesta la cínica.
Nuestros amigos se ríen, por suerte sale otro tema de conversación y tan sólo Laura me mira sonriendo.
Unos minutos más tarde el grupo empieza a reducirse, al final quedamos cinco contándonos a nosotros dos. Pedro propone ir a ver una película a su casa y Cristina y Nuria se apuntan, Pedro me mira a mi y yo sé que no puedo decidir.
.- ¿Te apetece Lau? - le pregunto abiertamente, me da igual que vean que es ella la que decidirá, mejor así.
.- Vale, vamos - dice risueña.
De camino a la casa de Pedro, después de correr bajo la lluvia los metros que nos separan de su sector Pedro se queda a mi lado.
.- Tío, si Laura no hubiera querido venir, ¿no te habrías apuntado tu?
.- Me habría ido con ella, entiéndelo. - le digo sin poder decirle la verdad.
.- Que perro eres, me habrías dejado con las dos solo. - yo me río, por el alivio que demuestra por no verse solo con ellas.
Y en la habitación de Pedro las cosas se ponen interesantes. El propio Pedro se sienta en la silla que usa en el escritorio, la lleva rodando hasta los pies de la cama, las tres chicas se sientan en la cama y a mi me queda sentarme en la alfombra, con la espalda apoyada en la cama, con las piernas de Laura cayendo por mis hombros.
.- Manu, por favor, quítame las sandalias - me pide y se las quito encantando, porque sé que el por favor es una forma de maquillar la orden para los otros.
Vemos una película de terror psicológico, con las luces apagadas, de vez en cuando Laura lleva un pie a mis labios y en silencio se lo beso. La película tiene algún que otro sobresalto, en esos momentos Laura me da con los pies en la cara al sobresaltarse, luego siempre pide perdón.
A nada para terminar la película la madre de Pedro entra en la habitación. Pedro protesta diciéndole que llame, la madre enciende la luz y se queda mirándonos. Por supuesto a Remedios, la madre de Pedro la conozco desde siempre.
.- Anda Laura, que bien estás con los pies en los hombros de tu novio - Laura se corta y se echa para atrás.
.- ¿Le queda mucho? - pregunta
.- No, mamá vete. - La madre le dice que vayamos acabando y se va tras apagar la luz. Laura por supuesto vuelve a su posición y yo a tener sus pies bailando delante de mi cara.
Acabada la película cada uno va para su casa, Laura es la única que vive en mi mismo sector, así que nos quedamos solos, ahora llueve un poco menos fuerte que antes.
.- Manu, una pena, hoy quería abrirte la jaula - me dice
.- Ya claro, lo sabía Laura, no me sorprendes.
Me abraza y me da un beso largo.
.- No seas tonto Manu, mañana mi madre tiene turno de tarde, en mi casa verás. - La cojo por la cintura y la levanto, ella enlaza las piernas por detrás mía. La apoyo en una columna y volvemos a besarnos
.- Vamos a correr Manu - la miro extrañado, antes cuando se lo propuse me dijo que no le apetecía correr bajo la lluvia.
.- ¿Estás segura?, sigue lloviznando.
.- Claro, ya da igual, luego me ducharé, antes era pronto para ducharme y quedarme en casa.
.- Vale Lau, tu ganas.
.- Venga Manu, nos vemos en unos minutos aquí mismo, ¿vale?
.- Claro - le digo dándole otro beso
En casa no tengo problemas, pues antes de empezar a correr con Laura siempre salía, aunque lloviera, mi madre siempre me ha apoyado en mis actividades deportivas.
Laura me hace esperar, no es normal que lo haga, así que me preocupo, puede que su madre no le haya permitido salir. Me acerco para llamarla, pero no me da tiempo, está en la puerta hablando con su madre.
.- Hola Manuel - me saluda la madre. Le devuelvo el saludo.
Laura está con un chándal de colores gris y rosa, con su negra melena recogida en una cola, yo voy con pantalón deportivo corto, camiseta y un impermeable para correr azul oscuro, exactmente igual que el que lleva ella, pero el suyo es rosa.
Calentamos y hacemos ejercicios de estiramiento aún bajo techo, una vez salimos la leve llovizna se hace un incordío al principio, pero en cuento hemos cogido ritmo apenas la tenemos en cuenta.
Corremos alrededor de una hora, por las vueltas dadas a la carretera que envuelve todo el barrio calculo que hemos corrido unos doces kilómetros.
Paramos al llegar de nuevo por última vez a nuestra urbanización, la veo levantar una pierna, apoyar el pie en la vaya, por encima de su cintura, se toca los dedos de los pies con las manos, cuando se levanta me ve mirándola. Sonrío.
.- Tonto Manu, ahora estoy sudada.
.- Ya Laura, pero el pantalón ajustado a tu pierna, tu doblada de esa forma, la pierna levantada así, y yo con esto en la entrepierna. - Ella se ríe. Camina hacia mi, me abraza y me besa, cuando se separa me dice.
.- Te prometo que si mañana te portas bien, te abriré ahí abajo.
.- ¿Qué si me porto bien?, ¿no lo hago siempre?
.- Ya sabes, si me mimas y consigues que yo llegue a buen fin alguna que otra vez y si los astros se alinean, pues puede que te abra.
Hago el intento de cogerla pero sale corriendo muerta de risa.
Se para y se deja que la coja, nos volvemos a besar, pero ya de camino a su casa, la dejo en la puerta, aunque tardamos una eternidad en soltarnos de las manos.
.- No te vayas a tocar esta noche, ¿vale? - que graciosa es
.- No, no lo haré, y usted ama, ¿lo hará? - se ríe
.- Lo haré por ti y por mi.
.- Que amabilidad - aparece su madre y se mete en la casa.
El día siguiente lo paso ansioso por verla, sabiendo que podremos estar solos en su casa. Me llama a las cuatro de la tarde, me escapo de casa diciendo que iré a estudiar con Laura, mi madre me dice que tenga cuidado, sabe que no es estudiar lo que haremos.
Cuando llego a casa de Laura, ésta ha dejado la puerta abierta. Entro y casi me da un infarto cuando la veo.
Aparece en la puerta de su habitación, con botas negras, de tacón alto y fino, que le llegan justo por encima de los tobillos, medias negras de rejillas, una minifalda de cuero, y un corset de cuero con los pechos marcados, en una mano tiene un látigo, se ha maquillado, como nunca lo hace.
.- Esclavo te quiero desnudo ya - remarca la orden con un golpe del látigo en el suelo, el sonido que hace al golpear me acojona, espero que no me quiera golpear con eso.
Me apresuro a obedecerla, en un minuto estoy sin ropa.
.- A cuatro patas perro, ven a los pies de tu dueña.
Está imponente, guapísima, con el traje que lleva puesto es la típica Dominatrix que puedes encontrar en cualquier web. Gateo a cuatro patas, sin dejar de mirar el brazo con el que está asiendo el látigo. Le beso las botas en cuanto llego a ella.
.- Bien esclavo, ven conmigo - camina hasta sentarse en el sofá que tiene en la habitación.
Coge una conocida marca de crema de chocolate, se unta las botas con crema.
.- A lamer perrito y como no queden limpias usaré esto - me enseña el látigo.
Me pongo a lamer las botas, buscando los pegotes de crema de cacao que ha dejado por toda la bota, desde la puntera hasta el talón y hasta el tobillo, por un lado y por otro. El sabor del cacao se mezcla con el sabor del cuero, y la sensación es tremenda, el pie firmemente puesto en el suelo, ella que no mueve la bota para facilitarme la limpieza, tengo que ir buscando cada vez el mejor ángulo, su presencia me llena por completo.
Juguetea con el látigo, dejando que caiga sobre mi espalda, el contacto me provoca un escalofrío y eso la hace reír.
.- Para hoy esclavo, que tengo dos botas.
Cuando termino de limpiar la primera bota estoy ya hastiado de la crema de chocolate. Entonces me muestra la otra bota, no veo que tenga ni un sóla mancha entonces veo que sobre ella cae saliva, la voy a lamer cuando me ordena esperar, entonces veo que otro escupitajo cae sobre la bota y otro, y así se tira un buen rato.
.- Ahora a limpiar esclavo, te doy un minuto, como falles el pajarito no saldrá hoy de la jaula.
Me pongo a lamer con celeridad, es asqueroso, prefiero la crema de cacao, no es que le haga asco a un poco de su saliva, pero hay tanta en la bota que resulta perturbador. Sea como fuere logro recoger la última muestra de saliva antes de que acabe el minuto qu eme ha dado.
Me agarra entonces del pelo, me hace levantar la cabeza de sus pies. Entonces mirándome me dice:
.- ¿Sabes esclavo? Acabas de lamer las botas de mi madre - su risa nerviosa no pega con la escena.
.- Ahora escalvo quiero que mires debajo de mi falda, dime que ves.
Miro entre sus piernas, veo las medias de rejillas sujetadas con un ligero de cuero, ligero que rodea su cintura, pero no hay braga, su vulva afeitada, mojada, llama mi atención de inmediato. La beso, ella responde abriendo sus piernas, las levanta y las sujeto con mis manos, me pongo a lamer, de abajo a arriba, sin tocar su clítoris, de arriba abajo, penetrando con la lengua hasta donde puedo y volviendo a repetir, entonces siento un golpe en la espalda, me arqueo por el dolor.
.- Sigue lamiendo esclavo - me dice sin gritar - lame a tu dueña.
El latigazo me deja fuera de juego, empiezo a lamer con rapidez, buscando su placer, me cae otro latigazo, el dolor de nuevo hace que me arquee y eso provoca que me de otro latigazo.
.- Lau joder que duele - pero en vez de responder me suelta otro latigazo
.- Quejica, sigue lamiendo que no estoy dando fuerte.
A la vez que lamo ahora llevo un dedo a tocarla, pero me da otro golpe en la espalda diciéndome que use solo la lengua. Está mojadísima. Con una mano apoyada en mi frente, ahora me separa de ella.
.- Esclavo, quiero correrme, con tus labios o con mis latigazos, elige tu - Me suelta y vuelvo a lamer, con verdadera voracidad, ahora sí golpeando el clítoris, penetrándola y lamiendo y volviendo a mover el clítoris a derecha e izquierda con la lengua, lamiendo hasta que la lengua me duele, pero consigo que tenga el orgasmo que buscaba, se derrumba sobre la cama, apoya sus piernas en mis hombros.
Cuando se recupera y se incorpora puedo salir de entre sus piernas, entonces me baja la cabeza con una mano y mira mi espalda.
.- ¡Wow! como tienes la espalda, creo que me he pasado un poquito - me dice nerviosa.
Con las manos me hace subir a la cama. Ella se baja al suelo, se pone de pie para encararse conmigo. Se quita la falda, yo veo como baja por sus hermosas piernas, sus caderas perfectamente formadas.
Sube a la cama, se sienta en mi pecho, mirándome fijamente, veo lujuria en su mirada.
.- ¿Te gusto esclavo?
.- Sí ama, un montón - le digo, me gusta ella, da igual como vaya vestida.
Se quita una pulsera, o eso creo yo, pero no es una pulsera, es una tira de cuero. Se vuelve a levantar, entonces me quita el aparatito, tras dos semanas encerrado, se envara en cuanto queda libre, ella lo masajea.
.- Lau, ama, que estoy cargado, como me toques mucho no aguantaré. - Ella se ríe.
Con la tira de cuero me la ata en la base del pene, con fuerza, yo protesto, pero entonces aprieta un poco más.
Se vuelve a subir a mi y mirándome se empala lentamente, yo me arqueo, es un subidón de energía como no he sentido en ... catorce días, deja de mecerse sobre mi, se tumba y me besa, yo intento seguir pero en la posición que ha cogido no puedo hacer mucho.
.- Tranquilo perrete, deja que yo te marque el ritmo
Vuelve a subir y bajar, con lentitud, un par de veces más que me hace rozar el cielo con las manos, luego se tumba, se olvida de mi, frota su pelvis con la mía, con rapidez, en círculos sobre mi, tiene la cara alzada, perdida en la búsqueda de su placer, con cada roce, con cada giro estimula su clítoris, y gime, cada vez más rápida, unos segundos más tardes colapsa en un orgasmo que la deja sin fuerzas, cae sobre mi.
Tarda un minuto en recuperarse, me mira y me sonríe timidamente.
.- Vaya perrito, no podía dejar de pasar esa oportunidad, ahora veremos si dejo que te corras tu.
Se sube a mi, se sienta en mi cara, apoyando las manos en la cama, me aplasta.
.- Lame mi amo esclavo - a la vez alarga sus piernas y deja mi pene entre sus dos pies.
.- Lame perro y folla con mis pies.
Me pongo a ello, con ella asfixiándome, mi lengua dentro de su ano, me resulta complicadísimo empujar con las caderas.
.- Uis que torpe, no te quité el cordón - se ríe, se mueve y me desamarra el pene.
Vuelve a la postura anterior, otra vez mi lengua en su ano y a levantar mi cadera, ahora el roce de mi sexo con las plantas de sus pies me arrancan oleadas de placer, indescriptibles, cuatro o cinco empujones y tengo el orgasmo que me prometió, se levanta de mi cara y respiro aliviado.
Entonces me doy cuenta que con los pies está recogiendo todo el semen que expulso que no es poco. Se gira de nuevo y me pone los pies delante de la boca.
.- A comer perrito - muerto de asco me pongo a recoger mi propio semen de sus pies. Cuanto termino de limpiarla me hace levantarme.
.- Vamos a darnos una ducha.
Se desnuda en la habitación conmigo mirándola.
.- No sabía que mi madre tuviera estas cosas, ni el látigo. - Me mira y veo una duda en su cara. - Manu, a mi madre le iba lo mismo a a mi, o le va, o aún le va.
.- Mierda Lau, he manchado las medias.
.- Tranquilo, las lavaré antes de que venga.
En la ducha me hace pasar a mi primero, entras tras de mi y me acaricia la espalda.
.- Vaya como te he dejado la espalda.
.- Te lo dije Lau.
.- Joder manu es que no te daba fuerte y no veas como me ha calentado azotarte.
.- Espera que te frotaré la espalda con cuidado.
Salimos de la ducha, sin hacer nada más, se ha quedado preocupada por lo que ha visto en mi espalda. La acompaño a la pila donde lava bien las medias, luego volvemos a su habitación donde las pone en el radiador de la calefacción. Recoge todo lo demás.
.- Vamos al salón manu, vamos a ver una película, o ¿te apetece salir?
.- No, hace frío, vemos una película y luego si quieres salimos a correr.
.- Vale, por mi estupendo.
Nos ponemos a ver una película, ella se tumba poniendo su cabeza en mis piernas, luego se levanta y trae un par de refrescos, se sienta a mi lado apoyándose en mi hombro. Cuando termina su refresco vuelve a tumbarse, esta vez con sus pies en mis rodillas. Levanta un pie y lo lleva a mi boca. Se lo beso y empiezo a acariciarlos.
Un rato después salimos a correr, yo antes paso por mi casa a cambiarme, con cuidado de no mostrar la espalda a mis padres.
Salimos pero nos encontramos con Pedro, con Cristina y algunos más, nos entretenemos con ellos. Nos preguntan de donde venimos pero les decimos que de ver una película. Pedro me mira sonriendo, yo le devuelvo la sonrisa sabiendo que si supiera lo que hacemos me llamaría loco.
Se nos hace tarde, así que nos despedimos de los demás y salimos a correr, Pedro nos pide un minuto y sale corriendo a su casa para cambiarse. Al final salimos los tres, cuando llevamos tres vueltas al circuito Pedro dice que se retira, sin aliento, nosotros dos seguimos para una vuelta más, al final hacemos los doce kilómetros, sobre una hora aproximadamente.
Luego nos separamos, nos despedimos con más besos.
Durante la mañana del día siguiente recibo un mensaje suyo: "Tenemos que vernos Manu"
La llamo en cuanto termino en la facultad, me dice que no puede decirme nada, que tenemos que hablar pero cara a cara. Me quedo asustado, no sé si ha pasado algo.
Cuando la veo por la tarde, me dice que tenemos que ir a su casa.
.- Tía, Lau dime que pasa que me estás acojonando.
.- Tranquilo Manu - pero se para - me asusté ayer por lo que te hice en la espalda, así que hablé con mi madre cuando llegó.
.- ¿Qué?
.- Manu, si ella tenía eso es porque le gusta lo mismo que a mi, tiene más experiencia que yo. Entonces le pregunté.
.- Joder, joder - me muevo intranquilo
.- Tranquilo Manu.
La madre nos espera en el salón.
.- Sentaos por favor - nos pide, yo me siento totalmente cortado, la timidez que tanto me costó perder con Laura ahora vuelve a salir a la luz.
.- A ver Manu, deja que vea tu espalda. - Yo me quito la camiseta, ella me examina la espalda.
.- Bueno, no es grave, ahora le daré una pomada a Laura para que te la unte en la espalda.
Se levanta y vuelve al momento con la pomada.
.- Vale, no sabía que te gustara esto Manuel.
.- Ni yo - le digo - lo estoy, lo estamos descubriendo ahora.
.- Sí, ya me ha contado mi hija, pero de azotes en las nalgas a latigazos en la espalda hay un paso importante.
Se hace una pausa que me resulta incómoda, pero no quiero decir que lo de los latigazos no fue idea mía. Pero es Laura la que rompe el silencio.
.- Eso fue cosa mía mamá, él no sabía que tenía un látigo. - mientras lo dice se levanta y me empieza a untar la pomada.
.- Bueno, Laura cuando quieras, porque eres tu la dominante, ¿verdad?
.- Sí mamá.
.- Vale, pues cuando quieras añadir nuevas prácticas infórmate primero, me preguntas o buscas información.
.- Y tu Manu, con lo grande y fuerte que eres, no dejes que te haga daño si no quieres.
.- Yo....
.- Ya, la obedeces, lo entiendo, y no es grave, pero si te hace daño de verdad, no dejes.
.- ¡Mamá!
.- Ya sé hija, que no quieres hacerle daño, pero en el momento se te puede escapar y si ves que él quiere parar debes parar, no te impongas si ves que no puede.
.- Claro mamá.
.- Bueno, Laura lleva la pomada a mi dormitorio.
.- Manu, ¿Sabes que ayer me limpiastes las botas a mi? - me pregunta la madre y siento que debería irme de aquí.
.- Sí, me lo dijo Laura. - Ella me dedica una sonrisa inquietante.
Menos mal que Laura regresa, y según pasa a mi lado me da un suave beso en los labios.
.- Bien, ¿os amaís?
.- Sí - decimos los dos a la vez. Ella se ríe
.- Vale, pues eso es lo importante.
.- Vale, manu ponte la camiseta. - Obedezco
Laura se levanta y sale del salón.
.- Vamos esclavo - me dice y yo me quedo otra vez helado, la madre me mira y se ríe
.- Venga, vete, no hagas nunca enfadar a tu ama.
.- Gracias por la pomada.
.- De nada Manuel, algún día te pediré que vengas a limpiarme los zapatos.
.- ¿Perdón?
.- Lo has oído Manuel, es algo que ya has hecho, así que no te extrañe.
.- Bueno, hasta otra.
Fuera de la casa, le cuento a Laura lo que me ha dicho la madre y se ríe, yo no le veo la gracia y se lo hago saber.
.- Tonto, lo ha dicho para ver tu reacción o ponerte nervioso, o quien sabe, lo mismo te lo pedirá alguna vez.
Yo niego con la cabeza. Trato de pensar, de darle vueltas, no sé si siento rechazo ante la idea o si siento que me gustará.
Bueno, vamos donde solemos estar con el resto de amigos.